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Hold On To Me. por JHS_LCFR

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Notas del fanfic:

Aggggghh, ¿Por qué será que me suena a copia barata de "Close Enough"? Dx

En fin, prometí volver con algo grande (PPPPFFFTTT!!!! JAAAAJAJAJAJAJA, ALGO GRANDEE XD JAAAH, ¿¡¿¡ESTA PAPARRUCHADA, ALGO GRANDE!?!? JAAAAAJAJAJAJA), y aquí lo tienen :D (?)

Notas del capitulo:

No sé qué es esto...no tengo idea de cómo seguirlo. Si tienen alguna sugerencia, lánzenla así sin más. últimamente carezco de imaginación -.-'

PD: gracias a Sis y a Chu (trato de deformar sus apodos lo más que puedo para preservar el anonimato xD) por leer los horribles bocetos de este capítulo y tirarme ideas para los próximos.

¡Las amo y no sé qué haría sin ustedes!

“-¿Por qué eres así? Entiendes que duele, ¿Verdad?

-Por supuesto que sí, pero está en mi naturaleza—Chen no era tonto, sabía que no tenía que responder a la primer pregunta—No puedo atarme a nadie, nadie debería amarme. Nunca.”

 

Ahora se encontraba preso de sus palabras.

 

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El restaurante estaba a reventar de gente: familias enteras reservaban entre tres y cuatro mesas agrupadas, los estudiantes que terminaban sus estudios salían a festejar y aquellos que habían terminado sus estudios finales pero que no habían egresado acompañaban a sus sunbaes de todas formas, en un intento por aliviar el estrés que habían acumulado en las últimas dos semanas.

En resumen: no se podía caminar de la cantidad de gente que había. Pero aquello no desalentaba a los meseros, que atravesaban el mar de comensales para atender a los que no habían comido, preguntar a otros si deseaban ver la carta de los postres o simplemente pasar a dejar la cuenta, esperando una generosa propina.

Un solo mesero parecía tener su mente en otra cosa mientras manejaba el equilibrio de la bandeja repleto de vasos y una botella de champagne metida en una pequeña cubeta repleta de hielo. De cabellos castaños con un flequillo levantado, mirada perdida, tímida sonrisa y hoyuelos en la mejillas, Zhang Yixing no despegaba sus ojos de la mesa 8, donde se encontraba ese extravagante morocho de ojos afilados otra vez, pero ahora con una cita diferente.

Esa noche había tocado una chica que aún llevaba el uniforme escolar puesto, ¿Se habría saltado las clases? ¿Habría ido directo allí ni bien había finalizado su jornada escolar? Miles de preguntas surcaban la mente del camarero, pero la más importante era:

¿Cómo lo hace?

Es decir, ¿Cuánto hacía que venía todos los fines de semana reservando la misma mesa para  tener una cita de, cuánto, dos, tres horas? Yixing sacó la cuenta: un año y medio, más o menos. Lo más sorprendente era que todos los fines de semana ese chico de labios delgados y mirada filosa traía alguien diferente: mujeres mucho más grandes que él, chicas demasiado jóvenes (como la que traía hoy), incluso hombres…O mejor dicho, sobre todo hombres.

Altos, bajos, gordos, delgados, estudiantes, profesores, ejecutivos, repartidores de diarios, cualquier trabajo, cualquier aspecto. Él parecía aceptarlos a todos, incluso una vez reconoció a un amigo de su antigua secundaria, pero no se animó a saludarlo. Alrededor de la mesa 8 parecía haber un aura a…tristeza, fracaso. Es como si ni bien te sentaras supieras que no ibas a durar mucho allí.

Y ahí estaba, otra vez, con la muchacha de cabello largo y medio rostro tapado por una mano.

¿No salió ya con la mitad del país?, bromeó el camarero para sí mismo. ¿Cómo consigue más gente, cómo no repite a nadie?

Llegando a su mesa, Yixing colocó los vasos y la cubeta, habilidosamente giró la bandeja vacía para dejarla a un costado de su cuerpo y sonrió de la forma más sincera que podía: en la mesa 23 había unas noonas que le habían echado el ojo desde hacía rato, lo había notado al instante.

-En unos segundos llegará su pedido, ¿Podrían esperar o necesito apurar al cocinero?—concluyó guiñando un ojo.

Las mujeres estallaron en gritos de emoción y alegría.

-¡Aw, pero qué lindo!

-Tranquilo, tranquilo, ¡Esperaremos!

-Aigoo, no vuelvas a guiñar así…--dijo otra abanicándose frenéticamente—Omo, haces que me maree…

Yixing mostró todos sus dientes en una sonrisa deslumbrante, la que se abanicaba casi se desmaya, las otras se taparon la boca para no chillar.

-Muchísimas gracias, verán que la espera valdrá la pena—contestó el camarero—Ahora si me disculpan…

Haciendo una leve reverencia, Yixing se giró para volver a la barra, contento porque lo querían. Todos lo querían, sólo le bastaba sonreír y ya estaba. Le daba vergüenza y se sonrojaba al principio, pero en algún momento se había acostumbrado a recibir tantos cariños y halagos.

Tu madre tenía razón, Yixing, se dijo. Sonríe y la vida te sonreirá a ti.

Pasando a dos mesas de distancia, el mozo desvió sus ojos a la mesa 8, donde aquel extraño morocho le clavaba los ojos fríamente mientras su compañera parecía estar distraída comiendo.

 

 

Un escalofrío lo agitó. Era el tercero que tenía en dos minutos.

¿Por qué? Porque el comensal de la 8 no dejaba de mirarlo, en ningún momento. Y le resultaba extremadamente incómodo saber que sus dos órbitas negras no lo dejaban de seguir, que no pensaban examinar a otra cosa que no fuese él.

Nervioso, Yixing siguió atendiendo las mesas, mordiéndose el labio.

¿Qué pude haber hecho que le molestara? ¿Lo atendí, no lo atendí? No, su cita estaba comiendo, así que…

-¡Yixing!—llamó una voz grave; el castaño se giró en dirección a la barra. Su compañero, rubio y alto, lo llamaba—Te llaman en la cocina.

-¡Ok, voy!—dejó la carta de los postres y volvió a inclinarse—Disculpen…

Marchando a paso vivo, Yixing llegó hasta la larga barra de madera con estantes repletos de botellas atrás, con formas, colores, aromas y sabores completamente distintos.

-Sí, Kris—le dijo al rubio—¿Qué pasa?

-Minseok tiene listo algo, ¿Podrías llevarlo? Yo voy a limpiar la mesa 4, que ya está vacía.

-Claro. Minseok-ssi—dijo atravesando una pequeña puerta, tapada por un biombo adornado con una cortina blanca para que no quedara feo a la vista—¿Me llamaste?

-¡Ah, Yixing!—sonrió el cocinero, resaltando aún más sus redondas mejillas—Mesa 17, es esto, esto y esto—dijo señalando los platos—Si Luhan está libre, dile que venga para entregar lo que pidió la mesa 2, ¿Sí?

-Por supuesto.

Tomando los platos, Yixing se dirigió a su mesa. Y el bendito comensal de la 8 aún no le quitaba los ojos de encima. Escalofriante.

Tragando saliva, Yixing mantuvo el contacto visual: ¿Por qué no lo asustaba? Generalmente, si miras a alguien y éste te mira, sueles apartar la mirada de la vergüenza.

No sé, pestañea, estornuda… ¡Algo!

De pronto, el chico miró sorprendido a la chica que tenía enfrente, se ve que ella le había llamado la atención.

Uff, gracias a Dios…

-¡Luhan!—exclamó el castaño, viendo al chico de rasgos refinados libre—Te llama Minseok. Apura.

La noche siguió de la misma forma: ir, venir, dejar platos, volver, llamar a Fulano, llamar a Mengano, limpiar mesas, llenar cuentas, traer dinero, apartar propinas, anotar pedidos, dejarlos en la cocina, bla bla blah.

Ya hechas las 3 de la mañana, en el local sólo quedaban los estudiantes medio borrachos, una pareja de chicos jóvenes (que no dejaban de entrelazar sus manos juntas y, ¡Oh! Tenían el mismo anillo puesto, Aww…).

…Y “él”.

El que no pensaba irse, por lo visto.

A pesar de haber echado cortésmente a la estudiante tres horas atrás.

-Yixing—dijo Kris secando copas y guardándolas—¿Estás bien? Sudas a cántaros y no dejas de morderte el labio.

-¿Eh? Ah, emh, sí…--contestó el otro ayudando al rubio—Bah, no sé…creo que tengo un problema…

-¿Problema? ¿Cobraste de más? Eso no se hace…

-¡No, no! Es un problema…con un cliente…

-No me digas, tiene que ver con el chico de la 8—rió Kris, acomodando las botellas de los estantes—Quiero decir, te ha estado mirando toda la noche. Algo tiene que haber pasado entre tú y él.

-¿¡Tú también lo notaste!? ¿¡Por qué no me ayudaste!?

-¿Cómo iba a saber que querías ayuda? Caminé como cinco kilómetros en el restaurante atendiendo gente…

-Pues, auxilio entonces. En serio—suplicó el castaño por lo bajo—No deja de mirarme, y cuando Luhan le preguntó si quería la cuenta pidió postre… ¡Y hace cuarenta minutos que no se ha decidido!

-Pues ve y pregúntale si necesita algo—sonrió Kris—Quizás espera que tú lo atiendas…

-¡¡Iiiiih!!—chilló Yixing, no se le había pasado eso por la cabeza—Y, y…¿Y si así fuese? ¿¡Qué hago!? ¡Tengo miedo!

-Uff, por favor. Es un comensal, ¿Qué daño puede hacerte?—respondió el rubio, ya alejándose de la barra para limpiar más mesas; al ver el sufrimiento en el rostro de su compañero, suspiró—Ok, ok, lo atiendo yo—Yixing casi salta de alegría—Pero me debes un favor.

-Cuando quieras—sonrió el castaño.

Mientras Yifan caminaba hacia el cliente, Yixing se ocultó en la cocina, hablando con Minseok. Al cabo de unos minutos, el rubio volvió frotándose las manos y con una sonrisa de autosuficiencia en el rostro.

-Ya está. Se ha ido.

-¿Así sin más? ¿Y el postre?

-Le dije que estábamos por cerrar. Asunto terminado—al ver la emoción en el rostro de Yixing, extendió una mano—Me debes un favor ¿Ok?

 

 

-Yifan.

El restorán ya había cerrado sus puertas, las cortinas tapaban las ventanas, las luces del cartel se habían apagado y los muchachos ya se habían quitado los uniformes de trabajo para vestir remeras sin mangas o con cuellos que dejaran que su pecho entrara en contacto con la brisa del verano después de tantas horas de estar abotonados hasta el cuello.

Yifan se giró hacia quien lo llamaba. Era Minseok.

-Dime, Hyung.

El mayor cercioró que Yixing ya estuviera caminando hacia la parada de autobús junto con Luhan; ya solos, se acercó al rubio.

-¿Qué hiciste con él?—preguntó, serio.

-Lo que dije: le pedí que se fuera apurando porque estábamos por cerrar, se disculpó, se levantó y se marchó. Fin de la discusión.

-Entonces, ¿Por qué no te creo?—sonrió Minseok pícaramente.

El rubio intentó mantenerse inmutable, pero una carcajada se escapó de entre sus labios.

-De acuerdo, me atrapaste. ¿Qué dices tú que hice?

-No importa lo que yo piense—contestó el mayor mientras sacaba las llaves del auto—Siempre y cuando lo que hagas sea por el bien de Yixing.

-Todo lo que hago, lo hago por el bien de Yixing. Nací para protegerlo.

-Claro que sí—sonrió el mayor, luego se despidió cuando entraba al auto.

Mientras Minseok arrancaba, Yifan desactivó la alarma de su moto y se subió a ella. Colocándose el casco, el rubio miró fijamente el suelo, luego hurgó en su bolsillo trasero del pantalón y retiró un pequeño papel doblado.

Todo lo que hago, lo hago por el bien de Yixing, se repitió.

Haciendo un bollo el papelito, Yifan lo tiró al cesto de basura que tenía al lado y aceleró.

Entre restos de comida y residuos de plástico quedó el papel con el número del cliente de la mesa ocho, anotado exclusivamente para “ese camarero castaño que le llamaba tanto la atención”.

Notas finales:

Sus sinceras opiniones me ayudan a seguir >.< ¡Gracias por haber llegado hasta acá abajo!

Quisiera saber qué les pareció el capítulo :) A mí no me convence, pero quizás a ustedes les resultó interesante o yo qué sé :I

Es decir, ¿Por qué siento que esto tiene pinta de ser un oneshot? Juro que en mi cabeza sopesé seriamente la idea de dejarlo hasta acá y entrar en modo "hiatus" para pensar una nueva historia xD

PD: Booty Call tiene casi 1300 leídas T_T lloro, lloro, lloro. ¡Gracias! Close Enoguh también viene bárbaro :D ¡Casi 950 leídos! WWWoow!!

PD2: estoy corrigiendo la posiiible continuación de Vecinoeso sí...no se generen demasidas expectativas...sólo por las dudas (?)


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