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Del otro lado del espejo. por Angel_Chan

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Notas del fanfic:

Serie: Saint Seiya.

Pareja: Shun-Jabu.

Clasificación: Romance-Drama.

Advertencia: Violación.

Notas: Volviendo a explicar el tema del Rape en este fic, como en otro; no me gustan este tipo de escenas, así que no soy explicita al ponerlas, solo la idea expuesta de que sucedió… solamente era eso.

Fecha: 9/10/2009.

Beta Reader:

Disclaimer: Todo lo referente a Saint Seiya pertenece a Masami Kurumada y a la Toei.

Del otro lado del espejo.

 

Capítulo 01: La vuelta.

 

Estaba herido, lastimado… su cuerpo, su alma y su psiquis. Y eran heridas que le serial muy difíciles de sanar.

Pero en la oscura desesperación, una mano lo sostendrá y los conducirá hasta curarlo, hasta hacerlo olvidar los males y sufrimientos vividos.

Estaba perdido junto con sus ‘hermanos’; fue el último ataque desesperado que lanzo el Olimpo, cuando ellos ascendían desde el Hades junto a Athena.

Fue el ataque que los separo de su Diosa, y los esparció por el mundo, lejos de ella. Pero un ataque que no logro acabar con sus vidas. El rezo de Athena fue más fuerte que todos los Dioses, y aunque ella los perdiera de vista, sabía que su canto les daría la fuerza necesaria hasta que diera con ellos.

Pero él no sabía nada de eso, allí sentado en aquella cama inmunda, lejos de todo; su tierra, sus afectos… lejos de si mismo.

Solo no entendía porque era que le sucedía todo aquello, si él siempre había sido un niño bueno, realmente muy bueno. Y además, que jamás parecía importarle a nadie. Por eso no decía nada, nunca decía nada… solo permanecía allí, sobre su cama, sin saber si había alguien que quisiera encontrarlo.

Desconociendo, que en verdad, había personas que moverían cielo y tierra hasta hacerlo.

 

* * * * * * *

 

Ya eran más de tres meses de búsqueda, tres meses en los que nadie había descansado, tres meses en los que las buenas noticias se hacían esperar demasiado tiempo.

Como Athena, Sahori contaba con la ayuda de todo el Santuario, para emprender la búsqueda de su Santos; como Kiddo, toda una red de detectives y conexiones, en todo el mundo. No había un solo lugar en la tierra donde no buscaran.

Pero luego de ese tiempo, al menos uno de ellos consiguió volver por sus propios medios. El Santo del Fénix, Ikki, fue el primero de los cinco en pisar tierra nipona.

Entro como un destello en la mansión con la sola idea de hallar allí a su pequeño hermano, pero Sahori no tuvo buenas noticias para él.

Le costaba respirar, y sostenía su pecho con una de sus manos permanentemente. A pesar de sus quejas, y las repetitivas amenazas de que saldría a buscar a Shun; acabo en el hospital, sedado y conectado a un respirador.

—Tiene un problema cardio-respiratorio. Si bien no es nada grave, aunque no es común a su edad… su estado físico es bueno, y bien medicado estará bien en poco tiempo.

—Gracias Doctor.

A Sahori tampoco le había hecho gracia tener que internar a Ikki, siendo que Shun aún estaba fuera, y siendo este el único que podía encontrarlo rápidamente. Pero la salud de Ikki ahora era más importante, podía sufrir una descompensación fuera de Japón y no llegar a recibir ninguna atención médica, no podían arriesgarse a algo así; aunque lidiar con el Fénix sería una tarea ardua.

Tres días, paso tratando de calmar al Santo del Fénix, insistiendo en las numerosas personas que no solo estaban allí afuera buscando a Shun, si no también al resto de sus compañeros. Santos y personas de la fundación, y todos ellos no regresarían hasta encontrarlos.

Shaina, Marin, June, incluso Kiki… todos ellos los buscan sin descanso, pues tenían la certeza de que los encontrarían. Jabu y los demás Santos de Bronce tampoco habían parado ni un solo minuto en esos últimos meses.

Athena beso la frente de Ikki, pidiéndole que se recuperara rápido; que no le pondría reparo alguno en salir a ayudar con la búsqueda, solo si su salud se lo permitía.

Eventualmente, Sahori abandonaba su guardia junto a la cama de Ikki, tanto así como la tierra japonesa, pero siempre había sido por falsas esperanzas… y no tardaba ni un día en regresar junto a su Santo.

—Shun… —Ikki no dejaba de murmurar el nombre de su hermano entre sueños, a pesar de la máscara de oxigeno, y de estar fuertemente sedado.

—Tranquilo Ikki, lo encontrare… te lo prometo.

Su mano pequeña sostuvo la mano morena, mucho más grande que la suya, acariciándola suavemente, e increíblemente, trayéndole algo de calma a su atormentado sueño.

—Adelante. —Sahori contesto a los cortos y suaves golpes en la puerta, sin dejar de ver a Ikki, ni soltar su mano.

Tatsumi entro en la habitación, atropellándose con su propio cuerpo, y sin saber que hacer primero, presentar sus respetos a su señora… o pasar simplemente a las noticias.

—¡Señorita Sahori, Geki informo que dieron con Hyoga! Nachi e Ichi lo escoltan hacia Japón, mientras él continúa con la búsqueda.

Sonrió al ver los ojos de su señora ya plagándose de lagrimas, esa era la noticia que él también tanto había esperado, la que le trajera algo de calma al corazón de su Diosa.

Ahora Athena tenía más esperanza, dos de sus Santos habían logrado sobrevivir, se sentía aliviada y muy contenta.

 

A pesar de la ambulancias y médicos preparados en el aeropuerto, las camillas y sillas de ruedas esperando a los pies del avión, Hyoga bajo por su propios medios, tan solo apoyado en la barandilla de las escalinatas.

Sahori no pudo contenerse, y antes de que pudiera meditar el estado físico que pudiera taner Hyoga, salió corriendo hasta golpearlo, literalmente, con su abrazo.

—¡Sahori, por favor! Me duele todo.

—¡Lo siento! No sabes lo feliz que me hace verte, Hyoga.

El Cisne le sonrió con suavidad. Él también estaba contento de haber podido soportar el tiempo y el dolor de sus heridas; no estaba seguro de cómo era que había conseguido mantenerse consiente en todo ese tiempo, pero sin temor… juraría que había sido por Sahori.

Ahora que estaba relajado, y se sentía seguro y en casa… todos los músculos de su cuerpo fueron perdiendo fuerzas.

Cuando volvió a abrir los ojos, estaba limpio y peinado, a pesar de la venda que cruzaba su cabeza. Cada una de sus heridas estaban debidamente curadas y cubiertas, por lo que la mayor parte de su cuerpo estaba vendado, mientras una sonda llevaba luidos y medicamentos a su sistema sanguíneo.

Movió su cabeza de forma negativa, aunque con una sonrisa ligera en sus labios. Luego de tantas batallas libradas, había desarrollado una especie de fobia al despertar en un hospital. Giro sus ojos hasta encontrarse con la figura de Ikki en la cama contigua.

El Fénix tenía muy pocas vendas, solo el pecho y el brazo izquierdo. Y además de la máscara de oxigeno y la intravenosa, no parecía tener un cuadro muy delicado.

—¿Ikki? —Lo llamo, no sabía si estaba consciente. —¡Ikki!

El Fénix no contesto, apenas abrió sus ojos con cansancio, ya no estaba tan sedado como en los primeros días, pero el cansancio anímico de no poder salir a buscar a su hermano lo dejaba sin ánimos.

Reconoció al Cisne de inmediato, y sintió ganas de llorar… de golpe la fe, en todos sus hermanos, le había sido devuelta. Le sonrió levemente debajo de la máscara, y volvió a cerrar sus ojos.

—Yo también me alegro de verte, Ikki.

Hyoga sonrió mirando el techo, estaba contento de no ser el único sobreviviente, aunque sería muy estúpido si en verdad lo creyera así, todos ellos eran muy duros. Esperaría a los demás, estaba seguro de que encontrarían la forma de volver sanos y salvos con Sahori.

Athena sentía algo más de alivio, por lo menos dos de sus Santos estaban bajo su cuidado. Aun no había podido encontrar la razón por la cual Zeus los había atacado, pero por mucho que lo pensara, ese ataque no había servido de nada en concreto; ellos estaban volviendo a su lado. No estaba ni remotamente asustada, si el Olimpo quería una batalla, allí estaría, junto a sus guerreros.

 

La siguiente llegada sí que había sido imprevista. Desde los portones de la mansión anunciaron la llegada del Santo del Dragón. Shiryu estaba allí, y mientras el taxi se acercaba a la mansión, Athena no sabía si reír o llorar; de su brazo una mujer anciana y casi ciega le hablaba de manera suave, como si calmara a un niño pequeño que había perdido a su madre en medio de un lugar lleno de gente extraña.

La mujer lo había hallado cerca de su casa, en las montañas.

—Estabas tan cerca, Shiryu… —murmuro Sahori, al acariciar su mejilla con cuidado.

La anciana había cuidado de él, a pesar de que apenas si veía, y de que no tenía nada más que su amabilidad. Lo curo hasta que Shiryu tuvo la fuerza de ponerse en pie por sí solo, pero aun vez así… no fue capaz de dejarla sola.

—Sahori…

—No hace falta que lo pidas, será mi invitada de honor.

El Dragón agradeció el gesto con su más sentido respeto, y ambos se asentaron en la mansión rápidamente; solo luego de eso, Shiryu se dirigió hasta donde Ikki y Hyoga permanecían internados.

—Me alegro tanto de que estén bien. —Shiryu no pudo ocultar su efusividad, parado en medio de ambas camas y sosteniendo una mano de cada uno de sus compañeros.

—Gracias, Shiryu… nosotros también lo estamos, créeme. Lamento lo de tu cabello.

El Cisne hizo una mueca con su boca, mientras que Ikki, bajo la máscara de oxigeno, sonreía levemente, casi con tristeza. El Dragón también sonrió, acercando una silla entre ambas camas; haber perdido su largo cabello lacio no era nada con pensar en que alguno podría haber llegado a morir tras el ataque de Zeus.

Sabía que Shun y Seiya aun no habían sido hallados pero aun tenían esperanzas de que los hallaran. Después de todo, ambos eran fuertes, ambos habían pasado por las mismas pruebas y siempre…

Un leve sollozar había llamado su atención, Ikki permanecía con sus ojos cerrados, dejando que sus lagrimas simplemente cayeran. Tenía ambos puños fuertemente apretados, por lo que la sonda de su brazo se lleno rápidamente de sangre.

Shiryu y Hyoga supieron que lloraba por Shun, mas Hyoga que lo había visto tratando de concentrar sus cosmo para saber por dónde estaba o si al menos estaba bien… sin obtener nada. Y sus lágrimas eran de impotencia y frustración, por no poder hacer nada para salir a buscarlo él mismo.

Ambos miraron hacia otro lado, dándole la relativa privacidad que a ellos les hubiera gustado tener en una situación similar.

Era más que probable que ni la utilización de su cosmo lo ayudara a Ikki a mejorar, y si no acababa con un tubo de oxigeno pegado a él, sería un verdadero milagro.

El Fénix abrió sus ojos a pesar de no haber dejado de llorar, fijando su vista en el techo blanco; tenía fe, y no solo fe en Sahori y el resto de los Santos y hombres encargados de la búsqueda, no… también tenía fe en Shun.

En su pequeño Shun, quien se había convertido en todo un hombre, y que podía enfrentarse a cualquier cosa aun si él no estaba a su lado para defenderlo.

Sabía que estaría bien, por más que no hubiera podido encontrar su cosmo, no dejaba de tener esperanza… lo encontrarían, de eso estaba seguro.

 

Continuará.

Notas finales:

Notas Finales: Sé que a alguien el hecho de que este sea un Shun-Jabu aun le esta resonando como un campanita en la cabeza… bueno, no hay mucho que pueda decir, me nació la idea un día y la lleve a cabo, en realidad este es el segundo de ellos que escribo, pero es el que esta mas completo como presentarlo.

Espero que a alguien le guste.


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