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Del otro lado del espejo. por Angel_Chan

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Notas del capitulo:

Notas: Bien, a pesar de lo atrasada que estoy con otros fanfics… espero que algo de lo que subo les haga perdonarme.

Fecha: 16/02/2010.

Beta Reader:

Disclaimer: Todo lo referente a Saint Seiya pertenece a Masami Kurumada y a la Toei.

Del otro lado del espejo.

 

Capítulo 03: La llegada.

 

La respuesta había sido: ¡Inmediatamente!

Según decía su abogado, nadie le podía negar la salido de allí a Shun, y el medico de la fundación no pondría trabas para que el chico saliera con ellos lo mas rápidamente posible.

—Niisan…

—Si, Shun, vamos con tu Niisan…

Jabu no se sorprendió cuando le dijeron que su compañero de armas no tenia nada mas que lo que traía puesto en esos momentos, que no era mas que un ‘ambo’ del instituto.

Ya se encargaría el Santuario de dar con su armadura, su prioridad era llevarlo de regreso.

—¿Ya se comunicaron con Japón?

—Sí, señor Kiddo, la Señorita Sahori ya nos espera.

—Muy bien… pero antes de irnos, asegúrense de que nadie quede sin un castigo. —Jabu se limito a gruñir, hubiera deseado mas hacerlo él mismo, destruir el maldito lugar, pero no legalmente.

Shun no dejaba de temblar de pies a cabeza, y era obvio pensar que lo hacia de frio, ya que lo que traía puesto era tan fino, como una hoja de papel de arroz.

Aunque quizás…

—Espera, ponte esto… —Jabu se quito su vieja campera de jeans, y rodeo sus hombros con esa.

… Sus razones no eran esas, simplemente…

Camino por los pasillos de regreso con él de la mano, aunque se acercaba mas a su cuerpo cuando se cruzaban con algún otro interno que deambulaba por el lugar, o con alguno de los guardias.

“Esta aterrado”, fue la frase que titilo en la mente de Jabu, rodeada de tantas luces y alarmas, que le fue imposible tratar de ignorar el hecho. Pero su cercanía lo calmaba: estando a su lado dejaba de murmurar a media voz, y lo veía a los ojos, procurando no alejarse demasiado, como si lo hacia de otras personas.

No hablaba, pero eso no estaba del todo mal, había pasado por un mal momento de seguro… cuando estuviera con Ikki eso cambiaria.

—Señor Kiddo, déjeme ayudarlo por favor. —El medico fue delicado al tomar su mano para guiarlo a las escalinatas del avión, que ya estaba listo para salir hacia Japón; pero eso solo hizo que Shun se alejara de él, quitando su mano de la suya, alterado y asustado

—¡Déjalo! Yo lo ayudo… esta bien Shun, tranquilo

Shun no dejaba de llamar a Ikki una y otra vez, mientras se abrazaba a si mismo, o incluso a él, sin dejar de repetir y pedir por su ‘niisan’, y Jabu ya no estaba tan seguro de que Shun estuviera bien en realidad.

—Llegaremos a casa pronto… Contigo, ya estarán todos allí.

El Unicornio se acomodo en el asiento con Shun a su lado, sin que quisiera soltarlo, ya que el medico se había ubicado detrás suyo. Jabu se sintió aliviado, cuando al abrir su celular, todos los mensajes que habían llegado en la última hora rezaban un: “Encontraron a Seiya”, nada mas… pero tampoco hacia falta que dijera nada más, Seiya debía estar bien.

—Niisan…

—Si, Shun… todos tus hermanos ya están en casa.

Sintió ganas de abrazarlo, se sentía sumamente importante en ese momento, pues había hecho una diferencia, por fin había podido ayudar. Sabía que no era ningún inútil, pero odiaba que toda la responsabilidad siempre recayera en los hombros de ellos cinco. Simplemente lo acaricio, sonriéndole, y eso basto para que Shun lo imitara, relajándose a su lado, y apoyando su cabeza en su hombro.

 

Estaba llorando, tanto que tenia que limpiar sus ojos a cada minuto, o de seguro llegaría a tropezarse al caminar. Además, llevaba mucha prisa, y el escándalo que estaban haciendo sus tacos en el suelo de mármol era demasiado para un hospital.

Entro a la habitación de sus Santos de tal manera que casi acaba azotando la puerta contra la pared. Dentro, sus guardianes se sobresaltaron, Ikki más bien la vio de lado con el ceño fruncido, dudando de si traía buenas o malas noticias.

—¡Los encontraron!... ¡A ambos!

Apenas las palabras salieron de sus labios, comenzó a llorar una vez mas, sintiendo que sus piernas flaqueaban de la emoción y todo el nerviosismo retenido.

Shiryu salto de la silla, sin poder esconder lo feliz que estaba de oír eso, Hyoga se dedico a agradecerle a Dios por dejarlos volver, había rezado todas las noche aferrado al rosario de su madre. Pero Ikki… él simplemente se encargo de, minuciosamente, quitarse todo lo que tenía encima, aun si era necesario para monitorear su deteriorada salud…

—¿Ikki, que crees que haces? —Shiryu pregunto preocupado.

—Quiero verlo, esperarlo… ¿Cómo esta?

Sahori parpadeo sin saber que contestarle, eso era algo que ella no sabia, tan solo había recibido las noticias por separado de los hallazgos, y no se molesto en preguntar por las condiciones de sus Santos.

—No lo sé, Jabu tuvo problemas para sacarlo de Inglaterra… pero un medico los acompaña en el avión. —La joven mujer giro su rostro, notando como Shiryu ayudaba a Hyoga a bajar de la cama. —Veo que planean salir de aquí…

—Sácanos de aquí, Sahori… no es una sugerencia. —Ikki se veía demoniaco, con su cabello largo cubriéndole parcialmente los ojos azules, y dibujando una media sonrisa en sus labios finos. Había encendido su cosmo de tal manera que las cosas dentro de la habitación habían comenzado a vibrar.

Esa era la primera vez que, en varios meses que lo hacia, y sintió el cansancio general en todo su cuerpo, cuando detuvo por completo el flujo de fuerza.

Sahori recordaba que lo había prometido, si bien la salud de Ikki no había mejorado mucho en ese tiempo, Hyoga estaba ya solo en observación… tal vez, ella podía conseguir el alta médica de ambos.

La junta médica fue programada en menos de una hora. El responsable de ellos era el mismo doctor que los venia tratando a los cinco desde hace ya varios años. Quizás por ello, Mamoru Seiyi, estuvo tan renuente a la idea; no le preocupaba que Hyoga saliera ya del hospital, para volver a los controles periódicamente, pero Ikki… conocido por su carácter y por su forma de reaccionar cuando su hermano era el tema principal, y considerando la afección del Santo del Fénix, no creía que fuera buena idea exponerlo a una emoción tan fuerte.

Sin embargo no le quedo mas que firmar la salida de ambos, mientras Sahori se hacia responsable de la seguridad de Ikki, además de reponer toda maquinaria que había estropeado el joven moreno.

—Te lo dije… no era una sugerencia. —Ikki sonrió, una vez cómodamente sentado en la limusina, camino a la mansión.

 El doctor los seguía de cerca con una ambulancia, y todo un equipo listo para recibir a los otos dos Santos, ya que no tenían certeza de en que estado se encontraban.

El primer avión en arribar al la pista privada de la mansión, fue el procedente de Kenia Shaina y Marín flanqueaban a un Seiya que apenas podía levantar su cabeza. Ambas mujeres lo depositaron sobre una silla de ruedas, mientras el medico constataba sus signos vitales.

—Esta así desde que lo encontramos… —Marín acomodo el flequillo de su pupilo, haciéndose a un lado, para que su diosa se acercara él.

—Seiya, ¿puedes oírme?

Nada, el Pegaso no respondía, ni reaccionaba  a nada. Sus ojos marrones estaban idos, perdidos en algún punto, pero sin ver nada a su alrededor.

Sahori no hizo más pruebas, solo miro al médico y asintió con su mirada, trasladarían a Seiya al hospital, para hacer las pruebas pertinentes, para evaluar su estado en general.

—No salió bien de esta batalla… —Hyoga murmuro entre dientes, viendo la ambulancia irse, y aunque su comentario no iba destinado a que Ikki o Shiryu lo oyera…

—Ninguno de nosotros lo hizo, Hyoga. —Ikki le contesto, apretando levemente, su pecho con una de sus manos.

El Fénix también había sido testigo del vacío en los ojos de Seiya, y supo que ese aun era el poder de Hades… pues el Pegaso estaba rodeado por una atmosfera gélida, con olor a muerte.

Ahora, él no podía esperar más para ver a Shun, para cerciorarse con sus propios ojos de que estuviera bien; y sentía que su corazón ya no resistiría la dilación de aquella espera.

 

Jabu estaba verdaderamente molesto, se había aislado junto con Shun en una esquina del avión, pues el médico había insistido en revisarlo a pesar de que el Santo de Andrómeda estaba muy nervioso, y ahora el Unicornio no podía simplemente detener su llanto.

El abogado y el médico se veían constantemente, murmurándose algo que nunca llegaba a sus oídos; Jabu solo podía verlos desde donde estaba, si se atrevía a alejarse de Shun, lo tendría llorando aun mas desesperadamente en cuestión de segundos, en el mejor de los casos.

Quería ver la historia médica que habían podido sacar junto a Shun de aquel lugar, porque esos hombres no le quería decir nada con respecto a la condición de de su compañero, y eso lo enervaba; veía al médico escribir en una planilla, seguramente a partir de las cosas que Shun hacia, cuando rompía en llanto y se aferraba al brazo de Jabu.

—¿Qué fue lo que te sucedió en ese lugar, Shun?... ¿O fue por la pelea con Hades que estas así?

Jabu le susurro muy despacio, tratando de no volver a sobresaltarlo, ahora que estaba más calmado y dormitaba sobre su hombre, seguramente más cansado que relajado. Creía que Hades podía ser la causa de que Shun actuara así, después de todo, que el Dios de inframundo posea tu cuerpo, por más corto tiempo que sea, debía dejar alguna secuela visible.

—Niisan…

Shun volvió a susurrar, cerrando sus puños sobre las mangas de la chaqueta de jean. Jabu lo dejo acurrucarse contra él, era raro; se parecía más a un gato chiquito, que a un Santo que había vuelto de vencer a un Dios inmortal.

Pero a su entender, Shun siempre había sido raro, para él. Vio su reloj pulsera, aun les faltaban algo más de una hora para llegar a Japón.

Solo esperaba que Ikki pudiera, y supiera, como lidiar con el estado de Shun; quizás su voz o sola presencia bastara para que Andrómeda comenzara a actuar normalmente.

—Tal vez, solo él tenga total poder sobre ti…

Jabu bostezo, recostándose un poco sobre Shun, era increíble la calidez que sentía estando con él… irónico, pues pensó que los dos tendrían frio en el avión.

 

Continuará.


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