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Ajústensen los Cinturones. (Traduccion) por B_Chan

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Notas del fanfic:

Autor: Jade Suiyama.

Resumen: Hyoga se pregunta una y otra vez, las razones por la que pelea tanto con Ikki, ¿El Santo del Fénix se lo podrá contestar?

Serie: Saint Seiya.

Pareja: Hyoga-Ikki

Clasificación: Romance.

Advertencia: Lemon.

Notas: Jade es una escritora espectacular, y aunque no tengo su aprobación (jamás pude dar con ella) me he decidido por subirlo igual, no estoy robando nada y es más que obvio que este fic le pertenece a ella y no a mí.

Fecha de Traducción: Febrero del 2005.

Beta Reader: Pleasy Stay.

Disclaimer: Todo lo referente a Saint Seiya pertenece a Masami Kurumada y a la Toei.

Ajústense los cinturones: Ikki y Hyoga desaparecieron.

 

Athena estaba de regreso a Grecia, y como de costumbre, ahí estaban con ella, sus cinco Santos de Bronce, todos dentro de un lujoso avión privado, en camino a Athenas y al Santuario.

De cierta forma ella no era una mala Diosa, estaba siempre protegiendo la tierra, corriendo el riesgo de morir y bueno, siendo salvada como siempre, entonces… ¿por qué Hyoga encontraba tan agobiante viajar con ella?

El Cisne, que había permanecido al frente del avión cuando entraron, terminó sentado al lado de Sahori, y con apenas una hora de viaje, simplemente quería nunca haberla conocido en su vida. No que ella fuese mala, pero es que... hablar de temas de negocios era asusto de Shiryu, el Santuario era para Seiya, que últimamente estaba muy preocupado con las cosas por allá. El Cisne ya se veía llamando a Shun cuando ella comenzase a hablar de moda.

Se volvió hacia ella, que se había callado por un minuto, y ahora miraba hacia fuera.

—Athena, con tu permiso, voy a echar un vistazo allá atrás.

Hyoga se levanto sin oír una respuesta. Ok, este bien, no era la mejor disculpa. Como si un avión privado tuviese mucho para mirar “allá atrás”, a no ser que él decida ir a la cola del avión, o a la cocina, que como la de todos los aviones era pequeña, llena de armarios metálicos, lo que daba un deseo tonto de abrirlos y para ver lo que tienen dentro. Aun así esas cosas no tenían grandes variaciones para mirar.

Caminó por el corredor, todos los lugares estaban ocupados por la armaduras de los cinco, que terminaron dentro del avión, excepto... un lugar al lado del Fénix. Hyoga alzo la vista, difícil decisión, la cotorra o el sicótico. Bueno al menos el sicótico estaba callado.

Se sentó viendo que Ikki dormía con el rostro vuelto hacia la ventana, suspiro. Genial, no quería explicar el porqué de haberse sentado allí. Tomo una revista del bolsillo detrás del asiento de adelante, y comenzó a hojearla.

Ya estaba a mitad de la revista cuando sintió que el Fénix se movió y miro hacia él. Ikki aviase dado vuelta en el asiento, estaba con el rostro vuelto para Hyoga, los ojos cerrados y el cabello cayendo sobre la cicatriz entre los ojos. El mismo pantalón de jeans que cualquier día iba a salir caminando solo para el lavarropas, pidiendo socorro de tanto uso que le daba el Fénix. Y una remera sin mangas, que dejaba los brazos de Ikki --bastante bien definidos, pensó el Cisne--, descubiertos.

Hyoga continúo observando a Ikki dormir por algunos segundos. No parecía tan peligroso así, o sea, por el contrario, estaba con las facciones relajadas, y bueno... analizándolo bien, estaba casi lindo de aquella manera.

—¿Que estas mirando?

Hyoga fue traído del trance, en el que estaba mirando al Fénix, por el mismo. Ikki tenía los ojos abiertos, enfrentándolo.

—¿Perdiste algo?

—No Ikki, estaba mirando hacia fuera, solo eso.

Ikki volvió a cerrar los ojos, sentándose derecho y apoyando las manos detrás de la cabeza, vuelta hacia el frente, mientras volvía a dormirse.

Hyoga quedo inmóvil, era solo que él abriera la boca y recordaría el por qué peleaba tanto con Ikki, sujeto insoportable. Volvió a la lectura, pero ya no se concentró más, por algún motivo Ikki no salía de su cabeza, y aquello lo estaba poniendo nervioso. No, furioso sería más apropiado. Cerró la revista mirando a los demás en el avión.

Sahori continuaba sentada en la primera silla y ahora el cara de mono --sobrenombre cariñoso que Seiya le dio a Tatsumi, y que Hyoga había visto en “la cara” del mayordomo-- a su lado. Dos asientos detrás, Shiryu hacia algo con una revista de palabras cruzadas, con algunos otros juegos de razonamiento dentro, Seiya estaba sentado a su lado, durmiendo con la cabeza apoyada en el hombro del Dragón, y por la sonrisa en su rostro, Hyoga creía que debía estar contento. Frente a él e Ikki, estaba Shun, acostado en ambos asientos. Había llegado aquella mañana de la isla de Andrómeda y apenas salió del barco tuvo que subir al avión, debía estar muerto de cansancio.

Se quedó observando a Shun un tiempo largo, él era un amor, que pena que no fuese de su tipo. Andrómeda realmente gustaba de él, era casi una pasión, más el Cisne nunca le retribuyo, por más que lo supiese, se hacia el desentendido. Es que Shun era muy delicado, demasiado cariñoso. Y no era eso lo que atraía al Cisne.

Hyoga miro a Ikki, luego desvió su mirada hacia arriba. No, definitivamente Ikki no. Ya había superado la atracción que sentía por él, y si no se equivocaba fue la primera vez que los dos quedaron juntos por más de cinco minutos. Sahori tuvo un ataque cuando vio la mitad de la casa congelada y la otra mitad quemada, y a los dos casi muertos.

Volvió a mirar a Ikki. Muy bien, tal vez no estuviese del todo superado, faltaba una cosa, o dos, o tres... o simplemente aquella pelea había hecho al Cisne desear todavía más a Ikki. ¿Qué podía hacer?. Si pudiera elegir congelaría su corazón hacia Ikki, pero no lo conseguía hacer, y no era solo su corazón el que reaccionaba cuando los dos dentaban cerca. La suerte era que siempre que uno miraba al otro peleaban, entonces esas cosas eran dejadas de lado por algo mayor. Orgullo.

Hyoga no podía concentrarse más en la revista, ni en el avión, ni en nada. Ahora era serio, no pensaba en nada más a no ser del Santo dormido a su lado. Se volvió hacia Ikki.

—¿Fénix, estas despierto?

—¡No!

Hyoga suspiro. Oh, no era la mejor idea iniciar una conversación con Ikki, menos una cuando él estaba dormido. De la manera que era, debía despertar de muy mal humor.

—No quería despertarte Fénix. Solo creí que podrías no estar durmiendo.

—Oh sí, estoy despierto con los ojos cerrados, acaso crees que tengo la misma cara de loco de Shaka?

Si Hyoga no estuviese tan enojado con la falta de educación de parte del otro, podría hasta haber reído. De cualquier forma se volvió hacia delante, cruzando los brazos.

—Discúlpame.

Ikki se volteó hacia el Cisne. El rubio parecía muy enojado. Ikki tuvo ganas de reír, siempre que Hyoga hablaba con él, el Fénix hacia cualquier cosa para dejarlo de esa manera. Era una cosa con la que se divertía bastante. De cualquier forma aquella vez iba a dar un descanso al Cisne. Si tenía algo más divertido que verlo nervioso, era verlo rojo de vergüenza.

—¿Muy bien Cisne, que era lo que querías?

—¿Ah?

Hyoga se dio vuelta hacia Ikki.

—¿Me vas a decir que solo me despertaste para molestarme? Estabas queriendo algo... supongo.

—Nada en especial Fénix, solo quería conversar.

—¿Conmigo?

—¿Cuál es el problema?

—¡Solo que te vuelves bravo cuando hablas conmigo! Solo eso.

—¡Porque tú me provocas!

—Aha... está bien... ¿que querías?

—Ya te dije, conversar.

—¿Sobre?

Hyoga miro a Ikki. “¿Sobre?”. Ni el sabia de que iba a hablar con Ikki, solo quería hablar con él, y ahora tenía la atención del fénix para él y no sabía que decir. Aquel par de ojos parecían escudriñarle el alma y el no conseguía abrir la boca.

—Eh... ¿por qué peleamos tanto?

—¿Qué?

—Es... ah, Ikki, no quiero hablar más.

—Creo que el hielo definitivamente afecto tu cerebro, ¿qué tontería es esa?

—Ye te dije que no es nada, Fénix.

Hyoga volvió a mirar al frente. Genial, nada para decir y tenía que salir justo eso? Si hablase de la bolsa de valores con el Fénix, el asusto iba a tener más sentido que lo que había dicho.

Ikki observo a Hyoga, muy bien, hora de divertirse. Pasó la mano por su cabello y se aproximó, viendo que nadie estaba mirando, tomo las manos del cisne entre las suyas, susurrando suave en su oído.

—Hyoga... yo no sé por qué peleamos tanto. Solo sé que me gustas mucho. Estoy feliz de que hayas empezado esta conversación... es muy importante.

Hyoga giro hacia Ikki, vio hacia sus manos dentro de la manos del Fénix, cruzo su mirada azul claro con la mirada azul oscuro de los ojos de Ikki, asustados, desmesurados, la boca abierta.

Ikki sonrió.

Hyoga comenzó a tartamudear, totalmente ruborizado, lo que era muy visible en su piel clara.

Eso duro apenas unos segundos, y fue el máximo tiempo que el Fénix aguanto sin reírse, cuando vio la cara de asustado del cisne cayó en un ataque de risas, sosteniéndose el estómago, y cerrando los ojos. De donde caían lágrimas de pura risa. Era tan ridículo, y como él ya sabía, más divertido que un pato irritado era un pato avergonzado. Y el Cisne no pasaba de eso, un pato.

Hyoga sintió a su corazón detenerse dos veces, la primera pensó que iba a morir, con Ikki hablándole tan cerca de su oído, en la segunda quería matar a aquel idiota, y a si mismo. Como podía... como podía haber pensado, por un segundo, que aquello era verdad.

Se levantó, miro a Ikki, intentando disfrazar la tristeza con una expresión de odio. Vio al Fénix mirarlo y entonces se fue, caminando clamo hasta el baño y encerrándose dentro.

Ikki continúo mirándolo, volviendo a su estado normal, luego de perder el aliento de tanto reír.

—Listo, ya comenzó.

Ikki se levantó, yendo detrás de Hyoga.

El Cisne estaba dentro del baño, lavándose el rostro, impidiéndose ver las lágrimas, que probablemente salían de sus ojos, limpiándolas con agua fría de la llave. El cabello rubio también, en cuanto no paraba de lanzarse agua, llenando al Fénix de todos los improperios en ruso que conocía.

Seco su rostro con las toallas de papel, sentándose en la tabla del retrete, con una mano en el rostro, lo que más lo hería no era el hecho de que Ikki haya jugado con él, eso era normal y si fuese como las otras veces, podría haberle contestado. La cuestión era que Ikki sabía que él sentía algo por el Fénix, y no solo había jugado con eso, teniendo la más perfectas de las confirmaciones.

Hyoga golpeo su propia pierna, si hiciera eso con el avión iba a abrir un agujero en el metal. Oyó un ruido en la puerta, iba a salir cuando la vio abrirse y a Ikki entrar, cerrándola detrás de sí.

—¿La puerta no estaba cerrada?

Ikki miro al Cisne, que pericia incrédulo.

—Como si una traba fuese a mantenerme fuera de aquí cuando quiero entrar.

—Podrías haber esperado que salga Fénix. —Hyoga su puso de pie, caminando hacia la salida. —Es más educado.

El Cisne iba a salir cuando Ikki lo detuvo, derritiendo con su Cosmo la traba de la cerradura.

—Yo no soy educado. —Se quito la camisa y la tiro sobre el lavamanos. —¡Vamos a resolver esto de una vez!

—¿Qué?

Hyoga miro a Ikki sin entender nada, no era posible que estuviera queriendo armar una pelea dentro del avión, y en un lugar donde los dos apenas cabían de pie juntos.

Ikki no tenía intenciones de explicar nada, aprovecho que los dos estaban prácticamente pegados y pasando una mano por la cintura de Hyoga, lo jalo uniendo su boca a la del Cisne, forzando la lengua y entrando dentro de sus labios, mientras la otra mano tomaba los cabellos claros, tirando su cabeza hacia atrás.

Hyoga quedo con los ojos abiertos, desmesurados. Sintió la mano de Ikki deslizándose por su cintura y aun contra su razón, su cuerpo comenzó a reaccionar, los ojos se cerraron y su lengua se enrosco en la de Ikki, sus brazos envolvieron su cuello, sus piernas se abrieron para que uno de los muslos de Ikki entrase entre ellas.

Ikki seso el beso, viendo al Cisne todavía con los ojos cerrados, espero a que recobrase un poco la conciencia. Hyoga abrió los ojos, estaba cayendo de nuevo en las jugarretas de Ikki, miro al Santo y colocando las manos en su pecho comenzó a intentar zafarse. Ikki sonrió, sostuvo al Cisne firme por la cintura, descendiendo la otra hasta su trasero, tomándolo y haciéndolo subir y bajar por su pierna entra las de Hyoga.

—Suéltame Fénix.

—¿Por qué? Tu no quieres que te suelta, y yo no quiero soltarte, aparte... —Ikki beso el cuello de Hyoga, lamiendo la piel y apretando al Cisne contra su cuerpo. —¡Te dije que íbamos a resolver esto, ahora!

Ikki levanto a Hyoga, empujándolo contra la pared y sosteniéndolo entre ella y su cuerpo, quitando la camisa de Hyoga, a pesar de sus protestas, rasgándola un poco y lamiendo el pecho del Santo que aparecía debajo de ella. Besando la blanca piel y mordiendo los pezones, lamiéndolos después, cuando ya estaban duros, apretándolos con los labios.

Las protestas del cisne estaban entrecortadas por gemidos, sus piernas alrededor de la cintura del Fénix lo apretaban contra su cuerpo, en cuanto él continuaba negándose. Moviendo la cabeza de un lado al otro, agarrando el cabello de Ikki y dirigiendo su lengua.

El Fénix sonrió, realmente el hielo había congelado cualquier cosa dentro de aquella cabeza rubia, los gemidos del Cisne estaban volviéndose demasiado fuertes, y a pesar de que a Ikki le gustaba oírlos creyó que el resto del avión podría no sentir la misma cosa. Llevo la boca cerca del oído del Cisne, soplando el aire caliente de su respiración en el, pidiendo que hable más bajo, que se callase.

Hyoga casi se derritió con la voz grave de Ikki junto a su cuello, la respiración caliente en su piel, gimiendo todavía más fuerte, apretando al Fénix todavía más contra su cuerpo.

Ikki tiro de su cabeza, besándolo, hasta casi con violencia, pero eso no importaba, algo le decía que era exactamente eso lo que al Cisne le gustaba.

—¿No cierras la boca, no?

Hyoga solo respiraba agitado, balanceando la cabeza de forma negativa, sus facciones enrojecidas, los labios rojos y abiertos, cubiertos de la saliva de Ikki.

El Fénix lo separo de la pared, soltándolo. Hyoga recupero el aliento, miro hacia su sexo apretando dentro del pantalón. Y todavía estaba la camisa rasgada en el suelo, y la traba de la puerta. Dios... ¿cómo explicaría eso?

—Ikki, es mejor que salgamos uno a la vez y...

—¿Quien dijo que vamos a salir?

Ikki jalo a Hyoga hacia sí, levantándolo y sentándolo sobre el lavamanos. Bajando la cabeza y lamiendo el abdomen del Santo, pasando la mano sobre la erección de Hyoga dentro del pantalón, apretándola.

Hyoga gimió, tomo el rostro de Ikki besándolo, lamiendo sus labios mientras el fénix abría su pantalón y comenzaba a masajear su erección, deslizándolo de arriba a abajo, apretando la punta entre los dedos.

Hyoga tiro su cabeza hacia atrás, cerrando los ojos y sosteniendo los brazos de Ikki, dejando la marca de sus dedos en ellos.

El Fénix descendió mas, rozando con los labios la punta del sexo de Hyoga, la punta de su lengua entrando en el pequeño orificio. El Cisne clavo las uñas en la piel de Ikki, mordiendo los labios para no gritar al sentir a Ikki lamiendo toda su extensión, y volver a besarlo.

El Fénix quito los pantalones de Hyoga tirándolos, no resistía mas eso, su bajo vientre dolía y punzaba dentro del pantalón. Ikki jalo al Cisne fuera del lavamanos, apoyándolo en la pared, abriendo sus piernas con los pies, alejándolas. Desabotono sus propios pantalones, bajándolos hasta la mitad de las piernas y presionando su cuerpo contra en de Hyoga, deslizo su pene entre las nalgas del Cisne, sin entrar, apenas presionando.

Hyoga abrió mas las piernas, sentía el aroma de Ikki a su alrededor, los brazos que pasaban a los lados de su cabeza también se apoyaban en la pared. Elevo más su trasero, rebotando un poco.

Ikki rió, sosteniendo la cintura del Cisne y posicionándose detrás de él. Quitando el cabello de encima de uno de sus hombros y corriéndolo hacia un lado, apoyando la cabeza sobre el hombro descubierto, hablando cerca de la nuca del Santo.

—¿Tampoco ves la hora de que te coja, no Cisne?

Hyoga no conseguía ni siquiera concordar, el Fénix estuvo dentro de él, con un empujón firme contra el cuerpo del Cisne. Hyoga se sostuvo de la pared para no caer cuando vino la primera estocada, abrió mas las piernas sintiendo el dolor de estar siendo invadido.

Ikki lamió el cuello de Hyoga, respirando despacio y profundamente en cuanto se recuperaba de la sensación de estar tan estrecho dentro del cuerpo del otro Santo.

Hyoga se inclino más contra la pared, apoyándose en ambas manos, que parecía empujar el metal que cubría el avión de tanta fuerza que hacía para mantenerse en pie en el lugar. Sintió que Ikki se movía, cerrando los ojos y sintiendo que el Fénix salía de él, lentamente. El dolor paro, Hyoga respiro hondo y cuando iba a exhalar sintió el aire salir entre cortado por un gemido, el Fénix volvía a arremeter con más fuerza, y sin parar esta vez, entrando y saliendo de dentro suyo, no por completo. El cuerpo de ambos juntándose, sintiendo uno el calor del otro cuando el vaivén frenético diera comienzo.

Hyoga no respiraba muy bien, apenas gemía a cada estocada, algunas veces más fuerte, cuando esta era más profunda. Sintió una de las manos sobre la pared ser tocada, miro sin creer que Ikki la sostenía, entrelazando sus dedos con los de él, apretándola fuerte, sin lastimarlo, como si fuese una especie de caricia, pasando el pulgar por la piel clara de Hyoga cuando salía y tomándola con fuerza cuando volvía a entrar. La otra mano del Fénix descendió hasta el sexo del Cisne, tomándolo y masturbándolo al mismo ritmo en que entraba y salía del Santo.

Hyoga estaba confundido, no solo por lo que estaba sucediendo, también por el lugar, por el por qué y por lo que Ikki hacia. Así y todo no era hora de reaccionar, porque no lo conseguía, todo lo que hacía era sentir el dolor volverse placer en poco tiempo, la mano de Ikki junto a su erección provocándole escalofríos en la espina, haciendo al liquido blanco escurrir dentro de él, algunas gotas, donde el fénix mojo los dedos llevándolos a la boca y lamiéndolo, besando a Hyoga después, volvió la mano a la posición original, volviendo a presionar la erección del Cisne, queriendo mas de aquellas gotas.

Ikki cerró los ojos, apretando la mano de Hyoga contra la suya, su propio cuerpo temblaba, descendió la mano por el brazo del Cisne, paseando por su cuerpo, acariciando los muslos del Santo, subiendo hacia el tórax y tocándole el rostro. Lo toco, sostuvo la cintura del Cisne firme y dio una última estocada, apoyando su bajo vientre en la piel suave del Cisne.

Hyoga grito, inclino la cabeza hacia atrás, viendo que Ikki se apoyaba en el, casi cayendo en su espalda, sintió la mano de Ikki recorrer su sexo, el liquido suave escurriendo entre sus piernas, acabo gozando, viendo la mano de Ikki masturbándolo y sintiendo el peso de Santo.

Ninguno de los dos se mantuvo en pie. Hyoga comenzó a resbalar, las piernas no lo sustentaban más. Ikki se sentó primero en el suelo frío, con Hyoga en su regazo, el Cisne aun con los ojos cerrados. Sintió a Ikki acariciándole los muslos, pasando la mano entre ellos suavemente. Miro al Santo sin saber que decir. Espero la reacción de Ikki.

El fénix miro a Hyoga, paso la mano por su cabello, tomándolo y besándolo.

—¿Ahora puedes dejar de hacer tanto escándalo?

—¿Qué? —Hyoga quebró el beso con los ojos cerrados aun, sin oír lo que Ikki decía, todavía saboreando el sabor de la saliva del otro.

—Puedes dejar de ponerte nervioso por cualquier cosa, si era esto lo que necesitabas, está hecho. —Ikki sonrió.

Hyoga abrió los ojos, no era posible, era un don el que Ikki tenía, motivo de perfeccionar, conseguía arruinar cualquier momento.

—¿Tenias que abrir la boca, no es así Fénix?

Hyoga se levanto, sintiendo a Ikki salir de él, y viendo al Santo apoyarse en la pared. Vistió sus pantalones y los zapatos, viendo la camisa rasgada... qué bien... y su maleta no estaba dentro del avión y sí en el maletero.

Miro a Ikki tirado en el suelo, mirándolo a él, se volvió para la puerta... como iban a explicar aquello.

—Hey... Cisne, ¿por qué no te relajas?

—¿Relajarme? No puedo hacer eso cerca de ti.

Ikki apenas miro hacia arriba y balanceo la cabeza, allá venían los mismos reproches de siempre, vistió su ropa y derritió mas el metal abriendo la puerta con facilidad. Se preguntaba cómo alguien podía estar tan estresado después de haber gozado tanto... y después tenía que oír que él era el sicótico de los cinco. Sería que nadie conocía bien a Hyoga?

El Cisne salió del baño, encontrándose con Shiryu en la puerta.

—¿Hyoga? ¿Qué paso?… ¿Está todo bien?

—¿Por qué?

—Bueno... estas medio despeinado, con el rostro colorado, hay una marca rojo en tu pecho y... ¿dónde está tu camisa?

Hyoga iba a responder cuando Ikki apareció, saliendo detrás de la puerta y arrojando la camisa hacia Shiryu.

—¿Esta ahí inspector, alguna pregunta más?

Hyoga miro a Shiryu, que miro a Hyoga, a Ikki y a la camisa, después tan solo soltó un suspiro, devolviendo la camisa a Hyoga.

—Podrían haber esperado a que el avión aterrizara.

Hyoga concordó, bueno... no iba a discutir aquello, se volvió hacia el corredor del avión viendo a Ikki sentado en el mismo anterior asiento. Shiryu volvió al lado de Seiya y aparentemente no dijo nada, porque Pegaso ni siquiera miro para atrás. Iba a volver para su asiento al frente, mas desistió, se sentó al lado de Ikki, volviendo a tomar la revista.

—¿Sabías que estas sin Camisa?

Hyoga miro al Fénix.

—¡Lo sabia!

Ikki comenzó a reír. Apretó el muslo de Hyoga más cercano a él.

—¡Quita tu mano de ahí Fénix!

—¿Vas a estar nervioso de nuevo?

—¿Por qué?

—Por que el baño no da más... y creo que en el corredor del avión podemos llamar la atención.

Hyoga miro a Ikki incrédulo... volvió a cerrar la revista mientras el Fénix reía a su lado.

—Ikki…

—¿Qué pasa?

—¿Por qué tenemos que pelear tanto?

—No sé... pero si todas las peleas terminasen así... ah... vas a ver lo que van a ser las peleas.

Hyoga no pudo dejar de reír, se reclino en el asiento, mirando la revista, sintiendo la mano de Ikki deslizarse entre sus piernas. Ok, no había sido tan malo un viaje así.

 

Fin


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