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Ezio por Kikyo_Takarai

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Notas del fanfic:

Assasin´s Creed Y todos los personajes pertenecen a Ubisoft.

Es una pena que no haya mucho de esta pareja en Internet, creo que es momento de contriburles algo.

 Mucha de la información, los datos personales y las tendencias y particularidades de Leonardo no las he inventado, son cosas que he aprendido sobre él en mis casi 4 años como Estudiante Universitaria de Arte, si bien hay algunas libertades creativas, todo está fundamentado en lo que se sabe del pintor. Me he tomado algunas libertades creativas en cuanto a la línea del tiempo, por favor disculpenme si buscan exactitud histórica, no la encontrarán aquí XD

 ADVERTENCIA: hay lenguaje sexual explicito y parefilias como el sadomasoquismo y el vouyerismo. Relaciones abiertas.

Notas del capitulo:

Pues, hay que empezar con algo. Leonardo tiene ya cocinado su plan. Habrá que ver como resulta al ejecutarlo.

Gracias por leer, y si pueden les pido dejar su comentario.

...

Leonardo estaba en su estudio, eso era habitual. Estaba pintando, también algo regular considerando de quien se trataba, Leonardo Da Vinci, muchos lo consideraban un genio, muchos otros lo consideraban un perezoso con mucha suerte.

Pero Leonardo no pintaba, lo intentaba, tenía horas intentando. El fuego crepitaba en la chimenea y las flamas acariciaban los troncos y los hacían crujir ocasionalmente, el calor invadía la estancia abarrotada de libros, pergaminos, lienzos, frascos, plumas, tinteros a medias y docenas de partes de madera, que eventualmente encajarían juntas para crear algo más allá de la imaginación de cualquier hombre de la época.

Era muy tarde, pasaba de la media noche, y las velas no eran suficientes para alumbrarle, los ojos le escocían por el esfuerzo que tenía que hacer para trabajar bajo esas condiciones. NO podía irse a dormir, aunque se recostará no podría dormir y lo sabía, por eso estaba en esa posición tan incómoda e ineficiente.

Casi derrama un bote completo de disolvente cuando el sonido de golpes en la puerta lo tomó por completo desprevenido. No quería levantar la mirada, porque sabía lo que encontraría, o mejor dicho, a quien encontraría. A alguien que siempre tocaba pero que nunca esperaba a que le abrieran, a alguien que sabía que la puerta siempre estaba abierta para él. Al motivo de su insomnio y de su limitada inspiración y al mismo tiempo a su principal musa.

Ezio Auditore.

-¡Eh, Leonardo!
-Ezio, que gusto verte.

Siempre decía lo mismo, Ezio entraba, Leonardo saludaba, Ezio le entregaba una página del códex y luego se iba, nunca se quedaba más de unas cuantas horas. Algunas veces hasta el mismo Leonardo se apresuraba en verlo salir de su casa, porque el dolor que crecía en su pecho era demasiado grande.

-¿Cómo puedo ayudarte?- Al instante el otro le entregó un polvoriento rollo de pergamino.-¡ Ah! ¡Encontraste otro, maravilloso!-

Ahora venía la única parte buena de esas visitas, más allá de poder ver al mismo Ezio, se sentaría en su mesa de trabajo y descubriría que ese código era aún más difícil que el anterior, que lo que estas personas ocultaban lo ocultaban bien.

-Magnifico… Ezio, al parecer hay una nueva arma que podemos hacer para ti.-

Esto lo emocionaba, un arma significaba días de trabajo de su parte, y días en que Ezio no podría dejar la ciudad, días en que no podría armar mucho revuelo, días en que Leonardo podría contar y disfrutar de la compañía de su más viejo amigo y amor secreto.

Era cierto, hace años que lo había admitido, estaba enamorado de Ezio, pero no con ese amor que le profesan las jovencitas a un forastero encantador, era un amor caliente y abrasivo, un amor salvaje y desenfrenado, un amor incompresible e ilimitado. Ese tipo de amor que florece con visitas irregulares, como la de aquel día, y que se aviva con los momentos especiales que toda relación de amistad está destinada a compartir.

Y era un amor tormentoso, pensaba Leonardo mientras fingía dibujar el plano para esta nueva arma, un amor que dolía y que traía con él más sufrimiento que felicidad. Porque sólo a alguien como Leonardo podría ocurrírsele semejante idea como caer a los pies de Ezio. Del mismísimo Ezio Auditore, un asesino desalmado y capaz, un inteligente estratega y un astuto ladrón. Pero sobre todo de uno de los más grandes mujeriegos de toda Italia.

-Merda…  -Susurró para sí mismo cuando este pensamiento lo asaltó. Era cierto. A Ezio le encantaban las mujeres, mientras más hermosas mejor, y mientras más de ellas como fuera posible. Y ellas caían a sus pies como moscas sobre miel. ¿Quién podía culparlas?

No él. Leonardo no podía enojarse con ninguna de esas mujerzuelas porque sabía tan bien como ellas lo que hacía a Ezio irresistible. Esa mirada fija y profunda, ese sedoso cabello castaño, largo y varonil. Ese cuerpo fibroso y firme, que parecía tallado por los maestros de los que Leonardo había aprendido. Todo ese hombre era una obra de arte, más perfecto de lo que Leonardo jamás podría aspirar a crear. Ezio era la divinidad para él, era la perfección, esa imposible aspiración a la que los filósofos griegos se referían como La Verdad.

-¡Leonardo!

-¿Qué?- Chilló volteando a mirar al otro-

-Filio de… Es la cuarta vez que te pregunto qué tipo de arma es, Leonardo, estás muy distraído.-

-Lo siento, amico …aún no sé los detalles, pero podré terminar de decodificarlo para mañana , hay que cambiar unas líneas, invertir esta frase, pero el anagrama… Lo siento Ezio, será mejor que regreses mañana, no creo poder terminar esto ahora.-

-Va Bene, amico. Volveré apenas salga el sol-

Y así como había llegado se fue, súbitamente. Suspiró sonoramente, había mentido. ¡Él era Leonardo Da Vinci! El gran maestro ingeniero, matemático, pintor, anatomista…este no era en absoluto un reto que él no pudiera resolver en cuestión de minutos. Pero era tramposo, tramposo como las cortesanas de las calles tenían que ser para atraer a sus clientes, clientes como él que el mismo acababa de mandar a las calles…

Stronzo!- Se gritó a si mismo antes de lanzar un puñado de tierra a la chimenea y desplomarse sobre el escritorio. Sí Ezio fuera suyo sólo una vez…todo sería perfecto. Pero lo que el sentía probablemente arruinaría su amistad más larga y más satisfactoria.

Se quitó la boina roja que solía usar y se pasó los dedos por el cabello. Podría mantener a Ezio a su lado por un par de días más. Antes de que se fuera de nuevo, quien sabe durante cuantos meses, incluso años.
No.

Esta vez las cosas serían diferentes.  Esta vez tendría el valor de hacer de Ezio su máxima inspiración. Su verdadera musa. De invadirlo con su amor y su pasión hasta alcanzar esa gloría que ofrece el amor verdadero.

El último crujido de la madera, reposando al fin del asedio de las llamas, pareció sellar esa idea que se había anidado en su mente. No dejaría a su águila irse volando de nuevo.

Notas finales:

Espero les haya gustado, no olviden comentar.


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