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Se levantó, no por la alarma, sino a causa de la luz que le cegaba. El sol estaba más radiante que nunca, por lo que estaría despejado y tal vez caluroso.
Tomó un baño, se cambió y bajo a desayunar, al parecer era el único que quedaba en la casa ya que ni el auto de sus padres, ni el de su hermano se encontraban.
Arriba de la mesa había una nota con su nombre, como todos los días, la cual decía, como siempre, que su desayuno estaba en el microondas. Su madre, a pesar de que el ya estuviera grande, lo seguía tratando como a un niño. A él igual no le molestaba, en cambio, le gustaba.
Al terminar de desayunar, lavó lo que había ensuciado, subió al baño para cepillarse los dientes, agarró luego su mochila y partió hacia la escuela.
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Cuando llegó, tomó aire para vivir su castigo diario pero, por suerte, aun estaba a salvo ya que no había escuchado ningún grito llamándolo.
Entró al salón, pero no había llegado nadie todavía, lo que se hizo preguntarse si su reloj funcionaba bien. Eran las 7.45, definitivamente había llegado quince minutos antes.
Se sentó en su banco, esperando a que arribara el resto y mirando hacia la ventana.
Se escuchó el ruido de la puerta abrirse, así que se volteó a ver quién era. ¡Que linda sorpresa! Era su Minnie que venía muy interesado leyendo un libro, por lo que no se dio cuenta de su presencia.
Se sentó a dos bancos de distancia de él, en la misma fila, delante, muy entretenido con su lectura, motivo por el cual se asustó cuando él habló.
-Me molesta que te interese mucho más un libro que yo, y encima ese que ya has leído cuatro veces.
-¡M-Minho! Me a-asustaste – dijo girando medianamente su cuerpo en la silla para verlo ahí, con su cabeza apoyada en una de sus manos, observándolo – y es la quinta vez que lo leo, no la cuarta.
Se quedaron mirando un buen rato hasta que el moreno decidió romper el silencio.
-¿Cuándo podremos estar juntos sin escondernos? Estoy cansado de esto.
-Es que tengo miedo.
-No tienes por qué tenerlo. Nadie se atrevería a dañarte si yo les dijera.
-Y-ya fui muchas veces amenazado por tu novia en el pasado.
-¿Te auto amenazaste? Es difícil imaginarse eso.
-Minho, ya sabes de quien hablo.
-Ella no es mi novia, solo se lo cree ella misma, y todo el resto, pero por su culpa.
-Y hace dos años.
-Puedo terminar con ella ahora mismo si quieres, aunque ya lo haya intentado antes y no le entre en la cabeza.
-No, está bien – dijo volviéndose a acomodar en su silla y mirando al frente.
-Para mí no, te daré solo un mes más para que arregles ese asunto.
-Dame dos.
-No, ya bastante que te di un año y medio.
-Por favor.
Lo miró nuevamente con esos ojos que lograban hacerlo acceder a cualquier cosa.
-Está bien, pero si lo haces antes del plazo, mejor.
-G-gracias.
Volvió a leer la página en donde se quedó antes de la charla, debían seguir fingiendo que entre ellos no había nada más que compañerismo.
-Taemin.
-¿Qué Minho-hyung?
-Hoy estas muy lindo
-G-gracias – contestó sonriendo y sonrojándose.
-No te sonrojes
-¿Cómo sabes q…?
-Te conozco, no hace falta que te esté viendo para saberlo
No dijeron más nada ya que la puerta volvió a abrirse nuevamente, dando paso al amigo bajito del moreno.
-Minho, que extraño verte aquí a estas horas.
-Lo extraño es verte a ti Jjong, ya me parecía que era un lindo día y que no llovería. Pero al ver lo puntual que estas hoy presiento venir una tormenta.
-No seas así. Hola Taemin – dijo acercándosele para saludarlo y sentarse al lado.
-Hola hyung.
-¿Qué leías?
-M-mi novela favorita - contestó mostrándole la portada.
-Ah, ya veo. De seguro te divetias mas con esto que con la presencia de la rana.
-¡Jjong! – gritó el otro muchacho – estoy aquí todavía.
-Ya lo sé, sino no lo hubiera dicho.
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Mientras seguían hablando, los demás alumnos llegaban al salón, esperando que comenzase la clase de literatura.
Una vez en ella, el profesor les informó que debían hacer un trabajo de investigación sobre el Renacimiento, idea que a ninguno le gustó hasta que se enteraron que sería en grupos.
-¿De a cómo estamos sentados? – preguntó Yuri esperando un sí.
Perfecto, pensaba Minho, lo que me faltaba.
-No jovencita, por las notas que tuvieron en el examen de la semana pasada. Elegirán entre los que tuvieron las mismas que ustedes mismos.
Más que perfecto, volvía a pensar, sólo una persona más sacó un diez como yo.
-¿Cuándo debemos entregarlo? – quiso saber Minho.
-Dentro de una semana, así que quiero los trabajos sobre mi escritorio antes de ingresar al salón el martes que viene. ¿Entendido?
-Sí - contestaron todos
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Al sonar el timbre, se levanto para hablar con su compañero de trabajo pero otra voz lo interrumpió.
-¿A dónde vas Minho?
-A hablar con Taemin.
-¿Por qué?
-Porque sí.
-Minho…
No le contestó, siguió hasta donde se encontraba su minnie guardando sus cosas.
-Taemin
-¿S-sí?
-Quiero reunirme cuanto antes, quiero que el informe quede perfecto.
-D-de acuerdo, ¿C-cuando…?
-¿Te parece hoy? – no lo dejó terminar.
-S-sí, hoy es mi día libre en el trabajo, así que podré – contestó con una sonrisa.
-Está bien, ¿En tu casa o en la mía?
-Si no es mucha molestia, preferiría en la mía. Es que mi padre no vendrá hasta tarde y debo hacer c-cosas.
-Nos vemos allí entonces a las tres.
-S-sí.
Se volteó para volver a juntar sus cosas pero recordó que no "sabía su dirección".
-¿Dónde queda tu casa? No sé a dónde iba a ir en realidad. –preguntó viéndolo de nuevo.
-E-es cierto, perdone. Tome.
Le alcanzó un papel con su dirección escrita, el cual guardó en el bolsillo de su camisa y que, además, sabía que no tendría necesidad de mirar.
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