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Tutoría por Allie

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¿Cuánto tiempo más tendría que pretender que las clases le interesaban? No lo sabía, pero estaba seguro de que muy pronto llegaría a hartarse. Le jodía que los maestros creyesen que tenía un coeficiente intelectual más bajo que el suyo; vaya grupo de estúpidos.


Ladeó su rostro con suavidad volviendo a fijar su mirada en el pizarrón que se alzaba justo frente a las filas de carpetas del salón. Si no tuviese ya muchos problemas con la dirección del instituto, lo más probable es que, como siempre, hubiese hecho un novillo. En fin, según su reloj no faltaban más que diez pequeños pero aun así irritantes minutos de espera por el glorioso sonido que emitiría la campana, el llamado de libertad.


Tal y como esperó, los diez minutos pasaron y el conocido timbre de salida se hizo presente en toda la edificación. Se levantó con total pereza y acomodó su mochila sobre su hombro derecho totalmente dispuesto a abandonar, por lo que quedaba del día, la institución.


-JongIn.- Su nombre pronunciado por el profesor que impartía la última materia y que, para colmo, era su tutor no podía significar algo bueno.


-Dígame.- Giró sobre sus talones mientras esbozaba la sonrisa más hipócrita que le fue posible, no ocultaba el notorio desagrado que sentía por ese viejo pervertido pero no tenía ganas de ganarse más problemas de los que ya tenía, por lo menos no en lo quedaba del curso.


-He hablado con todos tus profesores –habló con total tranquilidad a pesar de tener consciencia de cuanto el moreno lo aborrecía.- Y todos hemos acordado que lo mejor es que, luego de clases, te quedes con uno de los alumnos de grado superior. Ya sabes, para que te avance un poco más en las materias.- El señor alzó la mirada y curvó sus labios en una falsa sonrisa, uno de sus dígitos acomodó mejor los lentes que usaba sobre su nariz y volvió a descender la mirada para terminar de calificar unos papeles que tenía sobre su escritorio.- En unos minutos estará aquí el alumno que será tu tutor por lo tanto te pido que no abandones el salón. Tus padres ya están al tanto de este hecho y, debo admitir, que se encuentran muy a nuestro favor, querido JongIn


El moreno se limitó a apretar los labios mientras escuchaba la sarta de estupideces que pronunciaba su profesor. ¿Un tutor? ¿Tendría que quedarse mucho  más tiempo luego de clases? Vaya que eso le entusiasmaba, claro…puro sarcasmo. Apoyó sus manos en el escritorio de su tutor y enarcó sus cejas en una notoria mueca de desagrado.- Mire –sonrió de lado y agitó su cabeza, logrando que todos sus hebras azabaches se desordenaran.- Yo no me quedaré, y con todo el respeto que se merece le pediré que no se meta conmigo ni con el poco tiempo libre con el que cuento.


Lentamente volvió a adoptar una posición erguida y observó con desdén al señor que aún mantenía la mirada fija en sus papeles, sin atreverse siquiera a eliminar la sonrisa que se había instalado en su rostro.-


Verás, JongIn. No te he preguntado tu opinión al respecto. –Negó al mismo tiempo que soltaba una carcajada y alzaba la mirada para fijarla en los profundos orbes del moreno.- Tú te quedarás aquí, ¿o es que acaso deseas tener más problemas de los que ya tienes? –Cómo detestaba a ese señor, siempre sabía cómo manejarlo.


JongIn rodó los ojos y emitió un pequeño bufido antes de dirigirse a la carpeta que solía utilizar durante clases. Dejó sobre el tablero de ésta el bolso que llevaba consigo y asintió. Tan rápido como su cabeza se inclinó en un asentimiento, el profesor amplió su sonrisa y, tomando sus cosas, desapareció, cerrando la puerta del salón tras él.


Pasaron no más de diez minutos antes de que la puerta se abriera abruptamente dejando a la vista una figura alta, no más alta que JongIn pero tenía una estatura normal. Lo primero que logró denotar del rostro ajeno fueron los grandes ojos del chico, seguido de los gruesos labios que, sin saberlo, captaron la total atención de Kai.


-¿Eres Kim JongIn? –Debía admitir que su nombre siendo pronunciado por la suave y agradable voz del intruso sonaba mucho mejor de lo que alguna vez pensó que sonaría; pero no por eso le dejaría las cosas tan fáciles. Si gracias a ese chico iba a perder parte del tiempo que empleaba para divertirse lo más justo era que tuviese, aunque sea, unos minutos de diversión.


Curvó sus labios en una sonrisa ladina mientras se acercaba al chico de piel nívea quedando a unos pocos centímetros de su persona.- Si, ¿y tú quién eres?- Algo de lo que JongIn estaba completamente orgulloso era de la capacidad de seducción que poseía desde corta edad, gracias a ella había logrado tener primera mano de los placeres más exquisitos que una personas podría sentir.  Alzó una ceja y ladeó su rostro al tiempo que mordía su labio inferior, estaba cien por ciento seguro que aquel chico de orbes grandes podría darle mucha más diversión, era sólo cuestión de ver como lentamente se había tensado, sus ojos ya irradiaban una ligera sensación de nerviosismo e inseguridad al respecto del chico.


-K-KyungSoo –murmuró el chico de ojos grandes desviando justo cuando se percató que se había quedado embobado detallando las facciones ajenas. Vaya, todo lo que había oído de aquel chico problemático era totalmente cierto. Todos los comentarios que estaba acostumbrado a oír de los labios de sus compañeras en relación a la mirada sensual que ponía y la forma en la cual su cuerpo, sin tocarte, lograba que una sensación de total apego se instalara en tu pecho. Todo era jodidamente verdad. Bajó la mirada y rápidamente se alejó del cuerpo ajeno, ingresando al salón en el cual tendría lugar las tutorías que todos sus profesores le habían pedido que impartiera. Soltó un suave suspiro mientras deslizaba su bolso a través de su brazo izquierdo y lo dejaba en el escritorio que normalmente ocupaban los profesores; de todos los alumnos a los cuales impartía tutorías, JongIn sería el más complejo de domar. Apoyó sus manos en el escritorio, tal y como hacía unos minutos el moreno lo había hecho, y volvió a soltar otro suspiro, más alargado que el anterior.- Bien, empecemos –Habló abriendo sus ojos los cuales no tenía ni la más mínima idea de cuando los había cerrado. Arrugó ligeramente el entrecejo y se dispuso a acercar nos carpetas de tal manera que pudiese ocupar un lugar cercano al chico que aún permanecía a escasos metros de la puerta.- Kim JongIn, si te acercaras me harías un gran favor.- Musitó sin dignarse a verle directamente, ya demasiadas descargas eléctricas había tenido en tan poco tiempo como para permitirse alguna otra más. Sonrió satisfecho al unir dos carpetas cercanas, giró sobre sus talones y aplaudió unas cuantas veces con la única intensión de llamar la atención del moreno más se sorprendió de sobremanera al verle, nuevamente, a pocos centímetros de su persona. En definitiva ese niño tenía un afán con ocupar el espacio vital de los demás.- Ya –Jadeó, sus mejillas se tiñeron de un intenso tono rojizo al tener muy cerca el par de gruesos labios del menor, debía de esperar algo similar del chico más deseado del instituto. Como le fue posible se apartó de la cercanía que el moreno había formado entre ambos, quedando justamente detrás de una de las carpetas.- ¡Empecemos! –Soltó tratando de hacer menos evidente el nerviosismo que corría por su cuerpo.


JongIn tan sólo emitió una suave carcajada y asintió a sus palabras.- Claro.- Relamió sus labios y asintió ligeramente para caminad al espacio libre que quedaba junto al mayor, ocupando la carpeta que se hallaba contigua. Apoyó sus codos sobre ésta y acomodó su quijada encima de sus palmas.- Bien, ¿qué haremos? –Cuestionó detallando por completo el rostro del mayor, ni siquiera se dignó a hacerlo de forma discreta. Podía verse con total claridad cómo el morocho se comía con la mirada al pequeño e inocente chico que había aceptado ser su tutor tan sólo por curiosidad. Y, bueno, la curiosidad mató al gato, ¿no? ¿Por qué no lo haría con KyungSoo?


El chico de ojos grandes asintió suavemente mientras procesaba la pregunta formulada por el menor, vaya que el chico lograba ponerle nervioso pero no había razón para sentirse así. De todas maneras, esas clases extracurriculares tan sólo durarían un mes, máximo un mes y medio, y luego de eso volverían a ser completos desconocidos.


Luego de media hora KyungSoo se había dado por vencido en la tarea de enseñarle algo al menor, no es que el más alto no le comprendiese, al contrario, lograba entender todas y cada una de las explicaciones pero siempre lograba que, luego de responderle, se encontraran en posiciones demasiado comprometedoras.


-Ya me aburrí.-Manifestó el contrario cerrando el libro de historia con el cual habían estado trabajando durante el tiempo transcurrido.- Ahora quiero que hagamos algo más.- Joder, ése mocoso sí que sabía cómo sacarle provecho a su cuerpo y a su voz. KyungSoo no tardó en estremecerse al sentir como los dientes del moreno se incrustaban en el lóbulo de su oreja derecha, nuevamente se cuestionaba ¿cómo demonios había dejado que uno de los brazos ajenos se cerraran entorno a su cintura, dándole el total paso de recorrer desde su oreja hasta su clavícula con total libertad? Debía dejar de sumirse en sus propios pensamientos, el hacerlo le empezaba a costar caro.


-J-JongIn-ah –Susurró cerrando los ojos ante el contacto de los gruesos labios del morocho sobre su cuello. Mierda, que sí debía de dejar de meterse en su mundo. Apretó sus párpados lo más que pudo y contuvo un suave jadeo.- Detente, d-debemos…-Por un demonio, ese niño sí que sabía aprovechar el tiempo. Sintió lentamente como la mano que antes se había aferrado a su cintura ahora se disponía a recorrer la piel de su torso que había logrado liberar de la camisa que formaba parte del uniforme del instituto al que asistían. ¿Dónde se hallaban sus manos en ése momento? Oh, una magnífica pregunta. Las manos del mayor, en vez de evitar que el moreno rozase su piel, se hallaban totalmente entretenidas en repartir caricias en el pecho ajeno. Siendo sinceros, JongIn sí sabía cómo manejar la situación a su favor, en pocos segundos había logrado que el cuerpo ajeno se apoyase encima de las carpetas que él mismo chico de ojos grandes había unido, sus piernas se encontraban enredadas a la altura de las caderas del menor y sus manos, bueno…sus manos se permitían tocar todo lo que aquella camisa desabrochada dejaba a la vista. No podía ocultar la sonrisa de satisfacción que se había colado por sus labios, siempre habría conseguido lo que quería y ese chico, KyungSoo, no sería la excepción.


Rápidamente JongIn trazó un camino que iniciaba en la curvatura que existía entre los hombros y el cuello ajeno hasta llegar a sus labios, esos que desde el principio captaron su atención. Agradeció al cielo el hecho de que el mayor tuviese ese delicioso par de carnosidades entreabiertas para darle total acceso a su sinhueso que anhelaba fundirse con la legua ajena. Sí, el chico besaba muy bien. Por su parte, KyungSoo aún no se hallaba en el repentino curso que habían adoptado de un momento a otro, aún no comprendía cómo había llegado a estar sentado sobre las capetas, más aún cómo demonios había enredado sus propias extremidades en las caderas ajenas. Abrió los ojos en demasía al sentir un intruso en su cavidad bucal, nuevamente el niño había aprovechado de la situación. Cerró los ojos por unos instantes dándose por vencido, no ganaba nada tratando de evitar lo que ya estaba haciendo y, de todas formas, le gustaba sentir toda la atención fija en su persona.


Sin saber cómo ni por qué, la prenda que aún cubría parte del cuerpo ajeno le empezaba a incomodar, ¿Cuánta locura podía crear el menor de tez morena sobre el chico de ojos grandes? Pues, hasta dónde lo podía percibir, el niño lograba moverle como si de un títere se tratara…ya no le veía el caso de tratar de evitar el dulce y cálido contacto entre sus pieles.


No supo cuando tiempo más había transcurrido, sólo era consciente del frenesí creado por la libido entre ellos. Denotaba con facilidad las sonrisas lascivas que esbozaba a cada jadeo que dejaba escapar ante sus candentes roces sobre su sensible piel descubierta. Se halló en la poca distancia que les separaba, la cual progresivamente se hacía nula conforme sus deseos y los del moreno hacían acto de presencia. Fue cuestión de segundos, quizás unos minutos, antes de llegar a un exquisito roce entre sus cuerpos, más específicamente en la zona de su intimidad. A pesar de aún tener como barrera la tela de los pantalones que portaban, tanto para KyungSoo como para JongIn la erección de la cual el contrario era víctima era totalmente perceptible, bastaban tan sólo unos sutiles roces entre ellos para incrementar el deseo y la pasión que rápidamente se había instalado en el salón. Los constantes jadeos que el mayor emitía ante el más mínimo roce entre ellos no era más que música para los oídos del moreno, tomaba cada uno de esos sonidos eróticos como un pase, un permiso a continuar con lo que hacía.


Con la velocidad que le daba la experiencia de situaciones similares, JongIn se deshizo de los pantalones que cubrían la zona inferior del cuerpo ajeno, bajo su tacto podía sentir el miembro latente del mayor de ambos. Se podía decir que estaba casi tan excitado como él.


Pero como nada en esta vida es tan sencillo, el sonido del móvil de KyungSoo cuando recibía una llamada irrumpió en el ambiente de la habitación. En menos tiempo del que habían tardado en llegar a esa situación se apartaron. La camisa de JongIn estaba a punto de resbalar por sus brazos por lo cual, en un único movimiento la acomodó sobre sus hombros y esbozó una sonrisa ladina. KyungSoo, por su parte, sentía cómo sus mejillas lentamente se coloreaban de un intenso rojo, cada vez más vivo que el anterior; como le fue posible acomodó sus pantalones y su camisa al tiempo que tomaba su móvil y respondía al llamado que los había interrumpido a un paso de llegar a la cumbre del placer.


-Yo…-¿Qué debía decir? El pelinegro de ojos grandes no hallaba palabras para describirse en ese momento, había llegado con la firme intención de enseñarle al pequeño y candente niño que tenía enfrente pero, en vez de eso, estuvo a punto de tener sexo con él.


-Nos veremos mañana, KyungSo Hyung…espero que para entonces tengas la idea de mantener tu móvil apagado.- Sonrió con sorna y acomodó su mochila sobre su hombro mientras caminaba hacia la salida.- Tenemos algo pendiente, recuérdalo.- Y sin más desapareció, dejando a un KyungSoo bastante confundido al respecto pero de algo estaba seguro. Ansiaría a que el día siguiente llegara.

Notas finales:

¿Y bien?, ¿les gustó? Sé que está medio fome y que el final puede verse forzado peeeero, tenía otro final...sólo que era un poco más (mucho más) perver~.

No sé si dejarlo ahí, la idea principal era que sólo fuese un ONE-SHOT pero si ustedes gustan lo hago serial, obviamente no más de cinco capítulos de la misma extensión. Ustedes deciden.

Por cierto, acepto comentarios, criticas constructivas y fresas (los tomates duelen mucho) ;_;


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