Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

BLIND SOUL por Butterflyblue

[Reviews - 12]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Bueno aqui el capitulo final, espero que disfruten este mi primer intento con la pareja de Yokozawa y Kirishima es la primer vez que escribo algo de la serie Sekaiichi y estoy muy contenta de haberlo intentado. Esperare ansiosa sus opiniones y GRACIAS POR LEER...

2. Hasta el Final

 

—¿Por qué no te vas a trabajar de una vez idiota?

 

Seis meses se fueron en un abrir y cerrar de ojos. Y Yokozawa de pronto había vuelto a vivir,  en los brazos de un arrogante pero también dulce hombre. A su primera noche de pasión le siguieron muchas más, además de románticas y forzadas cenas a las cuales casi siempre se auto invitaba Kirishima y de las cuales Yokozawa no podía deshacerse hasta terminar cediendo, aunque bien sabía que él deseaba tanto aquellas entrañables citas como lo hacía su alocado acompañante.

 

—Ya te dije que no voy a ir a la oficina hoy, tengo empleados competentes y ellos se encargaran solitos del trabajo. Sin embargo, tú,  eres otro tema, si te dejo solo no iras a hacerte los exámenes y eso no lo voy a permitir.

 

—No necesito niñera y ya te dije que si me iba a hacer los malditos exámenes.

 

La discusión de esa mañana se derivaba de un pequeño descubrimiento que había hecho Hiyori, dos meses atrás cuando en uno de esos días que pasaba con Yokozawa, consiguió un documento que decía algo muy importante.

 

…///…

 

—Onichan, ya recogí los platos del desayuno, voy a ponerle un poco de orden a la sala, mientras te cambias para ir al mercado.

 

Yokozawa la escuchaba desde su cuarto mientras se vestía. Lo mejor de su reciente relación era la pequeña Hiyo, la niña le llenaba de cuidados y le daba un matiz dulce a su vida. Era una hábil compañera de conversación, le gustaba salir a caminar con ella a tal punto de que olvido su odio por el bastón y su aversión a las personas.

 Con Hiyo había cambiado los hábitos comunes arriesgándose a ir más allá de su zona segura. Visitaban ahora un pequeño mercado un poco más alejado, pero donde los atendían de forma respetuosa y agradable, y hasta daban pequeñas caminatas por un concurrido parqué,  porque según Hiyori era necesario y saludable  que él tomara el sol.

 

—Ya casi estoy listo, dame unos minutos.

 

La pequeña sonrió, le habría gustado ayudarle, pero sabía que Yokozawa era bastante reacio a recibir ayuda y aunque ella casi siempre se  salía con la suya, no quería forzar las cosas con él haciéndolo sentir incómodo. Se decidió a limpiar los estantes de polvo y acomodar unos libros que se veía tenían tiempo sin ser tocados. Justamente sobre aquellos libros encontró algo que llamo su atención.

 

CENTRO OFTALMOLOGICO.

Estimado señor Yokozawa, recibimos de parte del Doctor Humara los antecedentes y exámenes de su caso y nos complace informarle que lo hemos estudiado a fondo encontrándonos con la grata posibilidad de poder ayudarle.

Un grupo de médicos y mi persona estudio varias opciones que le podrían ser beneficiosas y le podemos asegurar que su problema visual puede ser operado con una alta posibilidad de recuperar la visión.

Nos gustaría se comunicara con nosotros para pautar una cita y así poder explicarle mejor en que consiste todo.

Saludos

Dr. Tetsuhiro Aoe

Hiyori escucho  que Yokozawa  abría la puerta del cuarto y dejo la nota en su lugar, no sabía qué hacer con la información que había descubierto, y preguntarle a Yokozawa no era una opción, la nota tenia fecha de más de un año y no estaba segura si él quisiera hablar de eso.

Cuando regresaron de sus compras, cuando hicieron el almuerzo e incluso cuando esperaban que su papa viniera a buscarla, ella seguía pensando en la dichosa nota. En un momento en el que Yokozawa se excusó para ir al baño Hiyori sin  pensarlo mucho la tomo, escondiéndola entre su ropa. No tuvo tiempo de sentir culpa o devolverla porque minutos después llegó su padre,  cenaron y conversaron amenamente como lo hacían siempre, hasta que llegó la hora de marcharse.

 

Kirishima la noto extraña y silenciosa en el camino a casa, cuando que siempre era como una pequeña radio que no se apagaba, contando todo lo que había hecho en el día.

 

—Bien ¿me puedes decir que te pasa?, ¿te preocupa algo?.

 

Le pregunto su padre en el momento justo que cruzaron el umbral de la casa. Kirishima temía que Hiyori hubiese descubierto de mal forma lo que ocurría entre él y Yokozawa, aún estaba pensando, como decirle a su hija acerca de aquella relación y ni hablar de Yokozawa que cada vez que Kirishima le tocaba el tema se ponía histérico sin querer hablar de aquello.

 

La pequeña se sentó en el mueble con una cara preocupada y luego de unos segundos le dijo con tristeza. —Papa creo que hoy hice algo muy malo… pero… pero en ese momento sentí que debía hacerlo.

 

—¿Y qué fue lo que hiciste? —Le pregunto Kirishima con cariño sentándose a su lado.

 

La pequeña saco de sus bolsillos la arrugada nota y se la dio, Kirishima la leyó,  mirando a su hija con curiosidad le preguntó. ¿Dónde conseguiste esto?

 

Le explico como la había encontrado y como al final había decidido tomarla. Ella sollozo contra el pecho de su padre sintiéndose culpable mientras le decía con su vocecita entrecortada. —Me aproveche de que no puede ver papá, y la tome… Eso, eso fue muy malo de mi parte, pero yo quería… quería saber si él tenía una oportunidad de volver a ver…¿Por qué no la tomó?,  y me dio miedo preguntarle,  porque, ¿y si lo hizo y no dio resultado?... Me siento muy culpable papá pero es que yo quiero que él se cure.

 

Kirishima abrazo a su pequeña niña consolándola y  sintiéndose orgulloso de su dulce y generoso corazón. La regaño levemente por haber tomado el papel, y le hablo con dulzura prometiéndole averiguar todo sobre aquellas líneas que a él también le habían dado una pequeña esperanza.

 

Al día siguiente Hiyori no fue a casa de Yokozawa por petición de su padre. Se quedó en casa de sus abuelos mientras él tomaba el día para averiguar todo lo que pudiera en la clínica donde estaba el Doctor que firmaba la nota. Consiguió pues la información que necesitaba y aquella tarde se encamino a casa de Yokozawa con una idea fija en la mente.

 

—¿Qué haces aquí a esta hora?—Le pregunto Yokozawa al abrirle la puerta. Kirishima le robo su beso de cada día y se sentó en el mueble disfrutando de sus protestas.

—Deja de rezongar y ven a sentarte conmigo, tengo algo importante de que hablar.

De una forma u otra Kirishima siempre se salía con la suya, pues por más que Yokozawa lo negara, le gustaba la forma en que aquel hombre lo dominaba a su antojo, queriéndolo de una forma que él no conocía y que ciertamente calentaba su corazón haciéndolo sentir importante.

—Bien aquí estoy, dime que quieres y lárgate a tu casa, yo pensé que hoy descansaría de ti.—Le gruño Yokozawa sentándose a su lado.

 

Kirishima tomo su mano y le preguntó con seriedad. —¿Quisiera saber si te gustaría recuperar tu visión?.

 

La inesperada pregunta hizo que Yokozawa se pusiera de pie soltando su mano con violencia.—¿Qué clase de estupidez es esta? —Pregunto indignado, se alejó como pudo tropezando en el intento y cayendo directo a los brazos de Kirishima, que también se había puesto de pie. Se retorció dentro de los brazos tratando de soltarse pero Kirishima lo sujetó con fuerza obligándolo a sentarse de nuevo.

 

Tranquilízate y escúchame.

 

Las palabras sonaron como una orden, por lo que Yokozawa dejo de luchar.

—Hoy fui al centro Oftalmológico y hable con el doctor Aoe, tenías una cita con él hace más de un año y no fuiste. Solo quiero saber ¿por qué?

 

—Si te molesta que sea ciego entonces lárgate y no vuelvas más… No te necesito ni a ti ni a nadie… No necesito a personas que se dedican a husmear en mi vida privada—Gruñó Yokozawa entre dientes.

 

—Fue Hiyori la que encontró la nota que me llevo a investigar todo esto, y fue en parte por ella que me atreví a averiguar las cosas.—Kirishima se acercó despacio besando su cien con cariño, se atrevió a tomar su rígida mano nuevamente, para decirle.

—Hiyori te quiere mucho, se preocupó por ti y tuve que arroparla y quedarme con ella hasta tarde porque no dejaba de llorar, pues se sentía culpable al tomar algo sin decirte nada. Ella estaba preocupada y tiene mucha esperanza de que puedas volverá a ver. — Yokozawa aflojo su mano, relajándose.

Kirishima aprovecho que bajo la guardia para continuar. —Yo aún no sé lo que significo para ti,  pero, para mi tu eres muy importante, y sé que no te gusta que te diga cosas cursis pero en este momento tengo que decirte que en estos meses juntos he sido tan feliz como hace mucho no lo era. Sé que has sufrido y aunque no me has contado todo, sé que no fue fácil para ti. Pero quiero que pienses en nosotros ahora, quiero ser egoísta y pedirte que lo hagas por Hiyo, por mí… Piensa en que ambos te amamos y deseamos lo mejor para ti.

 

Fue vencido por el tan palpable amor que podía sentir en las palabras de Kirishima, se aproximó con suavidad hasta llegar a recostarse en el amplio pecho de su amante, porque eso era lo que significaba Kirishima para él, era su amante, el que le habían dado una nueva esperanza, él y Hiyo lo habían enseñado a vivir de nuevo. Ya no lloraba cada sábado en el cuarto que había compartido con Takano, apenas y lo visitaba, lo había cerrado con llave y algún día, lo volvería a abrir solo para deshacerse de todo lo que allí había.

Hasta ese punto aquellos dos seres le habían devuelto la vida y ahora solo le pedían una oportunidad, ahora solo le empujaban un poquito más hacia la felicidad. De repente tenía sentido volver a ver, recuperar su visión para conocer los rostros de los que le amaban y a los que había comenzado a querer con todo el corazón.

 

—Tengo miedo…¿si no funciona?, ¿si termino decepcionándolos o a mí?, puede que no vea jamás y no sé si eso sea lo que ustedes merezcan. Ya es bastante difícil que estés en una relación gay teniendo una niña, encima de todo eso tendrías que añadirle a alguien que no puede valerse por si solo.

 

Kirishima lo abrazó con fuerza.—Llevas tres años valiéndote por ti mismo, no digas que no puedes, tu puedes con eso y con mas, porque eres muy fuerte. Con respecto a que el resultado sea negativo, pues al menos lo habrás intentado y aun así Hiyori y yo te seguiremos amando. Encontraremos la forma de decirle acerca de nosotros y estoy seguro que ella lo entenderá y lo aceptara y lo que digan los demás no tiene importancia, porque dentro de las paredes de nuestro hogar solo seremos ella tu y yo y eso es lo único que importa, por mí el mundo se puede ir a la mierda, siempre y cuando los tenga a los dos a mi lado.

 

—Definitivamente eres un infierno de cursi.

 

Ambos rieron y Yokozawa finalmente se rindió. —Lo haremos a tu modo… después de todo no tengo nada que perder. Solo…no me dejes solo con esto, quiero contar con ambos… Mañana hablare con Hiyori y le daré las gracias por ayudarme a ver más allá de mi testarudez.

 

Kirishima lo beso con inusitada fuerza, entre besos le reclamaba.—¿Y a mí no me vas a dar nada?

 

Yokozawa se dejó besar sin oponer resistencia, respondiéndole.—Tengo el presentimiento que te lo vas a cobrar todo esta noche.

 

Y no se equivocó, Kirishima apenas lo dejo dormir entrada la madrugada, después de haber saciado hasta la última gota de su deseo.

 

…///…

 

Y allí estaban ahora, a solo dos semanas de la cirugía,  que,  según el Doctor que llevaba su caso le daría un Noventa y cinco por ciento de probabilidades de recuperar la visión. Esa mañana se realizaría las últimas pruebas preoperatorias y solo les restaba esperar hasta que llegara la tan importante fecha.

 

Dos días antes de la fecha de la cirugía algo inesperado pasó.

 

—Voy a terminar unas cosas en la oficina para dejar todo listo por los días que este fuera. Hiyo se quedó en la casa con mi madre arreglando tu habitación, está muy emocionada porque te quedes con nosotros y cuidarte después de la cirugía.

 

Kirishima desayunaba despacio mientras Yokozawa lo escuchaba terminando de comer él también. Con un gesto de molestia rezongó.

—Me parece un absurdo quedarme en tu casa… ¿no te has puesto a pensar lo que puede decir la gente?

 

—Que estoy ayudando a mi amigo convaleciente de una operación… Por favor Yokozawa no seas paranoico, además bien sabes que no me importa lo que piensen los demás.

 

Kirishima tomo los platos y los dejo en el fregadero para luego aproximarse a su amante y darle un dulce abrazo.

 

—Deja de pensar en tonterías y termina de recoger tus cosas, vendré en la tarde a buscarte.

 

—Se te está haciendo costumbre decirme tonto. — Protesto Yokozawa.

 

—Entonces deja de ser tonto. —Le respondió Kirishima dándole un beso para marcharse.

 

—Te odio.

 

—Y yo te amo.—Nos vemos en la tarde.

 

Yokozawa sabía que eso era muy cierto. Kirishima lo amaba y eso era muy abrumador para él de muchas formas, pero, tampoco era cierto que lo odiara, lo quería, solo que no era fácil amar a alguien después de haber vivido tanto tiempo aferrado a un recuerdo.

 

Suspiró y se encaminó a su habitación para recoger las cosas que necesitaría llevar. Una hora después tenía todo empacado y nada que hacer, cuando iba a encender la radio para escuchar algo de música sonó el timbre. ¿Quién podría ser?, no esperaba visitas, desde hace mucho tiempo los únicos que lo visitaban eran Kirishima y Hiyo y estos tenían llave de la casa, sus padres no estaban en la ciudad y si vinieran le avisarían. Con una mueca de molestia pensó en Kirishima, a lo mejor el muy idiota había olvidado la llave.

 

Con paso firme se dirigió a la puerta gritándole a quien creía estaba del otro lado. —¡¿Acaso no puedes quedarte en tu oficina todo el día?!, ¿Puedes dejarme descansar de ti aunque se un rato?, voy a tener que aguantarte quien sabe cuánto tiempo.

Abrió la puerta de par en par imaginando la sonrisa odiosa que tendría en su rostro Kirishima diciéndole con desdén. —Dame un respiro.

 

Algo golpeó sus sentidos con la fuerza arrolladora de un tren. Era un aroma, un conocido y anhelado aroma. Su corazón comenzó a latir desbocado y de sus labios entre abiertos solo salió un nombre. —¿Masamune?

La mano suave que envolvió la suya, la ronca voz que le llamo por su nombre.— Takafumi.

El Deseo que había anhelado por tres años, el amor volviendo a su lugar. Lo había esperado por tanto tiempo y ahora ya no tendría que esperarlo más. El llanto no fue detenido y la alegría afloró a través de lágrimas y sollozos.

 

De pronto estaba envuelto por unos fuertes brazos, en ese pecho en el que muchas veces se recostó,  latía vivo el corazón de quien amo, de quien esperó, de quien perdió y ahora recuperaba. Se aferró con fuerza a aquel cuerpo y lloró, por todos los años que había esperado.

 

Un largo rato permanecieron en silencio, hasta que Yokozawa lo rompió.

 

—¿Cómo?

 

Y se sintió siendo llevado al interior de la casa, sentados ahora en el cómodo sofá. Takano le hablo.

 

—Ese día me salve de milagro.

 

—Te busque… yo te busque en todos los hospitales… ¿Qué fue lo que paso?,  ¿porque no viniste antes?, ¿dónde estabas?.

 

Yokozawa tenía sus manos agarradas como si temiera que el fuera a desaparecer. Tantas preguntas que hacer, tanto que decir, tanta alegría y confusión.

Takano tenía mucho que decir, llevaba meses planeando ese encuentro, pero el ver Yokozawa era muy diferente a preguntar por él,  a escuchar por otros todo lo que había sufrido, su estado actual. Ahora se le hacía difícil hacer lo que había venido a hacer y de pronto deseo no estar allí, quizás para Yokozawa habría sido mejor que el siguiera muerto. Aun así por el bien de todos era mejor llegar hasta el final.

 

—El día del accidente, después que te empuje a la orilla de la carretera. Hubo una explosión, salí disparado a muchos metros, aún estaba consciente y logre caminar unos pasos, pero un auto choco empujando a otro y este a su vez a mí, lo único que recuerdo es darme un fuerte golpe contra la defensa de la autopista y perdí el conocimiento.

Desperté dos meses después, estaba en un hospital, al parecer después de golpearme la cabeza caí al rio y este me arrastro hasta que alguien me  vio y me rescato.

 

Yokozawa arrugo el ceño contrariado. —¿Por qué no te pusiste en contacto con nosotros?, todos te creímos muerto Masamune. ¿Dónde has estado todo este tiempo?

 

Takano soltó su mano y se puso de pie, caminó un poco hacia la ventana, como hacia siempre que discutían, dándole la espalda no queriendo ver su dolor cuando le dijera la verdad.

 

—Cuando desperté en el hospital, no recordaba nada, ni pasado, ni presente. Había pasado dos meses en coma con una contusión cerebral. Como había salido de la casa corriendo tras de ti, olvide la cartera, no tenía nada que me identificara, solo… Los médicos solo encontraron una tarjeta en mi bolsillo y llamaron a esa persona.

 

Aplastantes recuerdos volvieron a la mente de Yokozawa. La discusión de aquel día estaba fresca en su mente. Y también el porqué de aquella última pelea.

 

—Onodera…— Susurro al borde de las lágrimas.

 

Takano sabía que le estaba haciendo daño, pero no podía seguir viviendo de aquella forma. Era feliz con la persona que amaba y ahora era momento de que Yokozawa dejara de sufrir por él, por su muerte. Ahora le estaba haciendo daño, pero quizás mas adelante entendiera que aquello también le haría bien, lo liberaría del dolor que había cargado por tres años. Era el momento de decir lo que no pudo decir aquella vez.

 

—Ritsu estuvo cada día en el hospital, y si no contacto a nadie fue porque cada día de aquellos dos meses estuve al borde de la muerte, entrando y saliendo de terapia intensiva. Todo se confabulo para que no logrará dar con nadie, cuando llamo a la empresa una recepcionista que apenas comenzaba no supo darle mayor información y mis jefes no estaban, él no sabía cómo encontrar a mis padres y… tampoco sabía nada de ti, yo nunca le hable de mi relación contigo. Al final Ritsu se dio por vencido y se dedicó a ayudarme a sobrevivir, más adelante cuando yo mejorara nos contactaríamos con los demás, pero el tiempo paso y…

 

Las lágrimas de Yokozawa no habían cesado, pero ahora era ira lo que lo estaba consumiendo. Lo había llorado por tres años y él no solo estaba vivo, sino que había hecho su vida con su antiguo amor, dejándolo hundirse en el más profundo de los hoyos sin ninguna compasión.

 

—Así que conseguiste la mejor forma de deshacerte de mí, ¿No Masamune?.— Le dijo con amargura.

 

—Las cosas no fueron así Takafumi… Yo estaba muy mal y en su desesperación, Ritsu me saco del país con ayuda de su padre. Cuando desperté ni siquiera estaba en Japón, estaba en Houston en uno de los mejores hospitales y Ritsu estaba conmigo. Fueron muchos meses de tratamientos y luego  psicólogos y aun así no logre recuperar mis recuerdos sino hasta hace año. Contacte a mis padres y ellos viajaron a verme. Mil veces pensé en venir pero… no sabía que decirte. Cuando supe lo que había pasado, tenía miedo de volver y lastimarte más. Todo esto paso por mi culpa, por no haber arreglado las cosas antes.

 

— ¡¿Arreglar las cosas antes?! —Le grito Yokozawa lleno de rabia.            — ¿Que acaso tenías planeado todo esto desde un principio?

 

De pronto en sus preguntas encontró la respuesta que se había negado a escuchar aquel día. —¿Ibas a dejarme ese día verdad? eso era lo que ibas a decirme, tú ya tenías pensado volver con él.

 

La voz de Yokozawa era apenas audible, Takano se acercó pero su intento de abrazarlo y confortarlo se detuvo como sus manos en el aire,  pues la  postura rígida de Yokozawa  le decía que le había hecho más daño del que había deseado hacerle.

 

—Takafumi yo…

 

— ¡Respóndeme! —Era ya demasiada la decepción y la pena,  solo esa última cosa deseaba escuchar de sus labios para por fin entender que nada en su vida había valido la pena.

 

—Si… Ritsu y yo habíamos entendido que no podíamos vivir el uno sin el otro y que el separarnos había sido un… error. Así que pensamos en intentarlo de nuevo. Yo ese día quería decírtelo, quería hacer las cosas bien para ambos, nuestra relación era buena, pero no era amor y no era justo para ninguno de los dos.

 

Las palabras de Takano estaban destrozándolo poco a poco, como una tortura sádica y dolorosa. —¿No era amor?... ¿entonces qué fue lo que yo sentí durante cinco años?, no me digas que compartimos la cama, el día a día, los buenos y los malos momentos, sintiendo nada… Ya veo, sí,  eso fue lo que yo fui para ti… nada. Y aunque tú para mí lo eras todo, yo fui algo que se podía desechar con unas palabras de agradecimiento y un adiós.

 

Takano negó con tristeza la duras palabras.—Tu significaste mucho en mi vida…

 

Pero Yokozawa no quería oír lo que él consideraba mentiras de lastima. Si debía cerrar con broche de oro aquella pesadilla, tenía que hundirse hasta lo más profundo, allí donde solo el dolor habitaba. Donde podía terminar de enloquecer por la ira y por la pena. Necesitaba arrastrarse más en la miseria, para arrancar de una vez de su corazón el amor que había sentido por Takano. Ese amor que era el que ahora lo estaba carcomiendo por dentro haciéndolo sentir un dolor tan inimaginable que apenas era capaz de tolerar.

 

—¿Por qué  viniste?... ¿Vives con él no es así?... Tienes lo que siempre deseaste, el amor de tu vida despierta a tu lado cada día. Eso lo tuve alguna vez yo, solo que no pude ver que tú no sentías lo mismo. Pero,  ahora eres feliz y yo no logro entender ¿qué haces aquí?. Me robaste lo último que me quedaba Masamune, me quitaste mi sueño. Aquel donde pensé que había sido feliz, del que me sostuve todos estos años para soportar tu ausencia, para tolerar tu muerte y me dejaste sin nada.

 

Yokozawa caminó cabizbajo y lloroso hasta la puerta de su casa, la abrió de par en par diciéndole con el más profundo desprecio. —Debiste quedarte muerto,  así ahora no sentiría que el que murió aquella mañana fui yo y que he vivido estos tres años siendo un fantasma entre las paredes de este lugar, que también fue una mentira.

 

—Nunca quise lastimarte… yo solo deseaba que no siguieras sufriendo, me costó mucho venir aquí, lo pensé por meses, pero sentía que no era justo que yo estuviera vivo y tú no lo supieras…perdóname por todo el daño que te he hecho, te juro que esa jamás fue mi intención.

 

Las apasionadas palabras de Takano, ya no le servían de nada a un corazón que en aquel momento había dejado de sentir.

 

—Vete.—

 

—Takafumi por favor.

 

—¡Te dije que te largues!

 

No era un grito de rabia, era un petición de auxilio, desde lo más profundo de su ser le estaba rogando que le dejara salvar el último vestigio de dignidad que le quedaba. Si ya le había arrebatado todo,  si solo le quedaba ese pequeño resquicio de orgullo, le rogaba que le permitiera conservarlo, porque si permanecía un minuto más allí, quizás se arrodillaría y le rogaría que no se fuera, que no lo dejara perderse de nuevo en aquellas sombras que eran tan parecidas a la muerte.

 

Takano se marchó, y con él la esperanza. Sus manos habían quedado vacías, el piso que lo había estado sosteniendo estaba hecho de mentiras, y ahora lo cobijaba la más completa oscuridad, que no era aquella que lo había acompañado desde el día en que dejo de mirar los colores del mundo.

 Era una oscuridad que congelaba su corazón, un silencio que lo ensordecía, no había nada, como si de pronto hubiese desaparecido y estuviera aislado y solo en un lugar sin salida y preso de un profundo dolor que  lo consumía lentamente.

 

Su aroma aun permanecía en el ambiente, esa masculina esencia que tanto le gustaba ahora quemaba sus pulmones. Caminó perturbado y desvalido llevándose todo a su paso, sus pies descalzos llevaron la peor parte y dejo pequeñas manchas de sangre en el camino hasta la habitación,  que abrió a punta de golpes y patadas. Las astillas de madera rompieron sus puños y ahora sus manos también se pintaban de carmesí, pero él estaba más allá del dolor, más allá de la realidad.

 

A tientas recorrió la habitación. Miro a través de sus recuerdos, las alegres risas, los tórridos encuentros de sus cuerpos desnudos, los cálidos besos, los dulces abrazos, las amenas conversaciones, sus manos que se encontraban en delicados toques, tan naturales, tan espontáneos. La oscuridad comenzó de pronto a llevarse esos recuerdos. Cinco años de recuerdos, se borraron en un  parpadeo, y ahora estaba allí solo y derrotado con unas sábanas que olían a algo que alguna vez le gusto, con un montón de fotos, de libros, de ropa, de zapatos, con un montón de basura que no le servía para nada.

 

Los gritos se escucharon por todo el lugar, y mientras gritaba desde lo más profundo de su alma, mientras las lágrimas quemaban sus mejillas como lava ardiente, mientras su corazón amenazaba con detenerse por no poder soportar ya tanta pena. Sus manos destrozaron todo lo que atesoró y que ahora solo le recordaba que él era el que  había muerto hace tres años.

 

Kirishima se detuvo esa tarde unos minutos a comprar unos pasteles para Hiyo y para Yokozawa, esa noche era para celebrar por la pronta cirugía de su amante y aunque eso no se los diría a ninguno de sus dos amores, el también celebraba que por primera vez estarían en casa todos juntos por muchos días. Esperaba convencer a su novio de que se quedara permanentemente, pero eso lo haría a su tiempo, ahora lo más importante era que este recuperara la vista. Kirishima había conversado mucho con el médico de Yokozawa y este le había asegurado que Yokozawa volvería a ver.

 

Cuando llego al edificio se consiguió con la señora que vivía al lado de su novio, la amable mujer era muy dulce con su hija y las pocas palabras que habían intercambiado le demostraba que le guardaba mucho aprecio a Yokozawa.

 

—Gracias al cielo que llegó. —Lo abordo la mujer asustándolo.

 

—¿Por qué?...¿Qué paso?, ¿Le ocurrió algo a Yokozawa?.

 

Kirishima se abalanzo a la puerta sin esperar la respuesta y mientras nerviosamente buscaba las llaves para abrir la escuchaba relatarle. —Escuche muchos gritos y luego cosas que se rompían, hace poco los gritos cesaron…Toqué muchas veces pero el Señor Yokozawa no salió, estoy muy preocupada.

 

Cuando logro entrar y llego hasta la sala, vio los muebles desordenados y un pequeño camino de sangre que siguió con el corazón en vilo. La puerta de aquella habitación por la que muchas veces sintió curiosidad y que siempre estaba cerrada, ahora estaba abierta y hecha trizas. Temió entrar pero aun así camino hacia allí llevado por su deseo de comprobar si Yokozawa estaba bien.

 

El caos lo recibió,  todo estaba regado por doquier, nada había quedado en pie, ni la cama, ni el enorme closet ahora abierto y vacío, ni el espejo con hermoso marco de madera, ni las gavetas. Fotos rotas, libros destrozados, y en el medio de todo aquel paisaje devastador estaba él. Como la imagen de una triste pintura, acurrucado en un rincón, con sangre cubriendo sus manos, su ropa, su rostro, con una expresión desoladora en su rostro.

 

Kirishima se acercó despacio, temía comprobar que Yokozawa se hubiese hecho un daño irreparable, su corazón estaba rogando porque el hombre que adoraba no estuviera allí esperando la muerte que se causara con sus propias manos.

 

—Yokozawa… soy yo Kirishima… Voy… voy a revisarte, necesito saber que estas bien.

 

Yokozawa no dijo ni hizo nada, así que su novio finalmente se arrodillo frente a él tomando sus manos para comprobar los daños. Un largo corte cruzaba la palma de una de ellas, pequeñas heridas en ambas. Siguió buscando heridas y solo consiguió el pie hinchado y roto en donde la sangre ya se había coagulado. Respiró aliviado, intuyó que la sangre en la ropa y el rostro de Yokozawa provenía de las heridas de sus manos.

 

—Debo curar esa heridas, así que voy a sacarte de aquí.— Le dijo suavemente poniéndolo de pie. Yokozawa hizo una mueca de dolor, su pie estaba demasiado inflamado y lastimado. Kirishima lo cargó con cuidado y esperó una gran protesta, pero el silencio y la apatía de Yokozawa lo estaban poniendo cada vez más nervioso.

 

Lo llevó a su habitación recostándolo en la cama, salió de inmediato y despidió a la mujer que miraba todo con preocupación desde la sala. Una vez a solas corrió al baño y saco todo lo necesario para atender las heridas de Yokozawa.

Cuidadosamente limpio todas las heridas, la de la palma quizás necesitaría puntos, pero no sabía si Yokozawa se dejaría llevar al hospital y el también necesitaba respuestas del porque había ocurrido aquello. La cubrió luego de curarla y luego limpio la del pie que era menos seria. Yokozawa no dijo ni hizo nada en todo el tiempo en el que Kirishima le atendió. Sus ojos cerrados, su respiración serena, parecía dormir, pero no dormía. Simplemente no estaba allí, no quería estar allí.

 

Un rato después Kirishima coloco una taza de té en la mesita y se recostó a su lado abrazándolo dulcemente.

 

—Amor necesito saber que ocurrió, quiero ayudarte, pero no puedo hacerlo sino hablas conmigo.

 

¿Amor?, sí, alguna vez alguien le habían llamado así. Dentro de las paredes de aquel apartamento, se había escrito una historia, una historia de dos. Él había sido el amante de alguien, él había sido importante para esa persona. O tal vez no. Quizás lo había soñado. ¿Había sido un sueño?. No, no era un sueño, era verdad, ese vacío que sentía era real, no estaba soñando. Takano estaba vivo y había venido a decirle que ese día lo iba a dejar. El no había querido escucharlo esa vez, pero ahora tuvo que hacerlo. Y le había gritado que era mejor que estuviera muerto, y  eso también era mentira.

Pero no podía pedirle perdón porque él también estaba sufriendo, entonces pensó que hubiese sido mejor si él fuera el que estuviera muerto, pero,  no lo estaba y tenía que vivir con eso, tenía que vivir con el hecho de que todos esos ochos años de su vida habían sido una mentira.

 

¿Amor?, no, eso no existe. No para él, nunca más.

 

“Lo siento Kirishima, perdóname Hiyori”

 

Kirishima lo vio moverse hasta quedar sentado en la cama dándole la espalda.

—Quiero que te vayas y en el justo momento que cruces esa puerta te olvides de mí… No quiero verte nunca más, dile a Hiyori que me fui de viaje, que volví con mis padres, dile que no voy a volver, dile que siempre voy a recordarla.

 

Kirishima endureció sus facciones, no se iba a ir sin una explicación.

 

—Me iré, está bien, pero después que me digas ¿Por qué?

 

Yokozawa cerró sus puños y se tragó el nudo en su garganta.

 

—Hoy descubrí  que valgo tan poco, que el hombre que llore por tres años creyéndolo muerto, está vivo y ¿sabes que es lo mejor?, vive con su amante, el chico por el que me iba a dejar justo el día que tuvimos el accidente. Hoy entendí que el que murió aquella mañana fui yo y he estado muerto todos estos años sin darme cuenta.

 

Kirishima entendió muchas cosas y tomó su mano tratando de llegar a el.

 

—¿Y por una persona así vas a darte por vencido?, ¿qué hay de mi o de Hiyo?, ¿nosotros no importamos?, ¿no puedes decidir vivir por nosotros?

 

Yokozawa no quería escuchar palabras que no le decían más que las mismas mentiras que creyó una vez.

 

—¿Por cuánto tiempo?, ¿hasta cuando te va a durar ese amor?, conocerás a alguna mujer y querrás darle la madre que Hiyori merece e igualmente te iras. ¿Cuánta mierda más crees que puedo soportar antes de volverme loco?

 

—¡Maldita sea Yokozawa! —Estallo Kirishima. —No me compares con ese tipo, yo no soy como él y no metas a mi hija en esto, no justifiques tu miedo de encarar la verdad, yo me he cansado de pedirte que le digamos la verdad y tú eres el que te has negado. A mí me importa un carajo lo que digan los demás, el que tiene miedo eres tú. ¿Cuánto más tengo que hacer para demostrarte que te amo?

 

No había nada que pudiera hacer, solo Yokozawa podía ponerse de nuevo de pie, solo él podía.

 

—No tengo nada que ofrecerte. Ya no quiero seguir luchando, por favor vete y olvídalo todo.

 

—Eres un imbécil por hacernos esto.— Kirishima le dijo con la voz entrecortada, se acercó y beso amorosamente su frente.—Pero yo siempre hare lo que tú me pidas, lo que tu desees, lo que te haga feliz y si lo que quieres ahora es que me aleje de ti, con todo el dolor que se pueda sentir cuando te rompen el corazón, me alejare. Solo no me pidas que no te espere, porque eso no lo puedo hacer. Estaré rezando para que consigas de nuevo el camino que te lleve a mi corazón.

 

Rozo sus labios dulcemente y le susurró al oído. —Allí estará mi amor esperándote.

 

Yokozawa recordaría mucho tiempo después  ese último beso como un salvavidas que le ayudo a salir a la superficie, pero,  en ese momento no estaba preparado, aún tenía mucho dolor en su corazón y muchas cosas que resolver.

 

—¡Hola! Sé qué hace tiempo que no los llamo, pero los necesito, ¿pueden venir por mí?...Gracias mama los estaré esperando.

 

Salió de su casa con lo justo, y nunca más volvió a pisar ese lugar. Un mes después fue vendido. Un agente se había ocupado de todo, incluso de sacar las cosas que quedaron allí y venderlas o desecharlas.

 

Una tarde sentando en el jardín trasero de la casa, sintió que la tibia brisa lo acariciaba. Había estado en casa de sus padres por tres meses, en una pequeña campiña, rodeada de flores que no podía apreciar pero que si podía percibir a través de su aroma. Era un pacífico lugar que le había ayudado a caminar a través de su dolor.

 

Se dio cuenta que lo que más le había dolido, no había sido que Takano estuviera vivo y no le hubiese dicho nada, o que viviera con Ritsu, al fin y al cabo, él siempre supo que Takano nunca había dejado de amarlo. Lo que más le había lastimado es que hubiese dejado que pasaran cinco años haciéndolo creer que podían ser felices, eso era lo que le dolía,  el tiempo que vivió a su lado amándolo y en el que él solo se dejó querer usándolo como una tabla de salvación.

 

De su reacción inicial, de su dolor, de su ira solo quedaba un leve resentimiento. Se encontró entendiendo que se había aferrado tanto a un recuerdo, que había dejado de vivir. Antes de su muerte lo había idolatrado y luego de que lo creyera muerto seguía  idolatrándolo, no había entendido que él era solo un ser humano, que cometía errores como todos los demás y que como un ser humano había buscado quizás egoístamente el camino para ser feliz. Atesoraba la rutina al lado de Takano, sus buenos momentos, y se aferraba a ellos como si no hubiese más vida después de eso, pero si la había.

Finalmente se permitió agradecerle el haberlo liberado del dolor de creerlo muerto y se había dispuesto a llorarlo, como si le hubiese dicho desde aquella vez que le dejaría, como si el accidente jamás hubiese ocurrido.

 

—Ya llego el taxi hijo. — Le dijo su madre besando su frente y esperándolo para junto con él emprender un nuevo camino.

 

Luego de pensarlo mucho, y de incontables noches de llanto, finalmente el dolor amainó. Y ahora Yokozawa se sentía capaz de seguir adelante y ese día daría el primer paso.

 

“Estaré rezando para que consigas de nuevo el camino que te lleve a mi corazón”

 

—Ojala aun sean reales esas palabras.

 

Se dijo, al recordar a Kirishima.

 

—Papa ¿hoy vendrás tarde?.

 

Hiyori notaba a su papa  cada día más decaído, habían pasado seis meses desde que Yokozawa se fuera. Ella nunca supo el porqué de su partida. Solo sabía lo que su papa le había dicho. Pero tenía la certeza de que él lo extrañaba mucho y eso la entristecía, pues ella también lo extrañaba.

 

—Volveré para cenar… nos vemos en la noche.

 

Kirishima poco a poco había perdido la esperanza de verlo regresar, muchas veces sintió el impulso de correr a buscarlo, pero, le había dicho que lo esperaría, y no quería hacerle daño. Si él no le había buscado es porque aún no estaba preparado y él lo amaba así que aunque no regresara el igual lo esperaría siempre.

 

Hiyori regresó de la escuela, su abuela cada tarde la esperaba para hacerle compañía hasta que su padre llegara. Pero esta tarde no era su abuela la que cocinaba en la pequeña cocina.

 

—¡Abuela estoy en casa!... ¿Huele rico que cocinas?.

 

Preguntaba desde la sala, casi se cae de la impresión cuando de la cocina quien salió fue Yokozawa, vestido con una alegre camisa azul y unos holgados pantalones blancos.

 

—¡ONIIICHAAAAN!

 

Se lanzó a sus brazos loca de alegría. Tan feliz que noto un pequeño detalle, del que se dio cuenta al oír las palabras de Yokozawa.

 

—Realmente eres más hermosa de lo que te había imaginado.

 

Hiyo se separó de él mirándolo asombrada y confundida.

 

—Oniichan tu… ¿tu puedes verme?

 

Cuando él asintió, los chillidos y las risas de la niña eran tan estridentes que podían romper cristales, pero para él, ahora envuelto en sus pequeños brazos en un apretado abrazo lleno de amor, esos sonidos eran como una melodiosa música que lo llenaba de alegría.

 

Hablaron y rieron hasta el cansancio, Hiyori sacaba y  sacaba álbumes, con miles de fotos, comentándolas todas con infantil alegría. Cuando caía la noche se unieron en complicidad para darle una sorpresa a Kirishima.

 

—¡Hola!, estoy en casa.

 

Hiyori salió como si nada y le saludo.

 

—Hola papa bienvenido, hoy prepare algo especial para cenar, y como es sorpresa debes cerrar los ojos.

 

Kirishima la miro con cansancio, pero aun así accedió. Se sintió llevado por sus pequeñas manitos y fue sentado frente a la mesa donde Yokozawa esperaba sentado con una deliciosa cena y una mesa elegantemente arreglada.

 

Kirishima no había abierto los ojos, y se quedó sin poderlo hacer cuando escucho la suave voz que había deseado tanto volver a oir.

 

—Espero que te guste lo que preparamos para ti.

 

Hiyori rio y aplaudió, dando pequeños grititos de alegría.

 

Cuando Kirishima lo vio se quedó sin palabras. Yokozawa comento jocosamente.

 

—Ya veo tú no eres como yo te imaginaba y encima de que te ves más viejo de lo que pensaba has perdido tu sentido de la buena conversación.

 

A Kirishima le importo muy poco que su hija estuviera allí viéndoles, se levantó y lo abrazo con un profundo fervor, buscando en aquel abrazo gritarle todo lo que lo había extrañado.

 

—Hiyori está aquí así que no digas nada extraño.—Le advirtió Yokozawa devolviéndole el abrazo y sonrió satisfecho al escucharlo susurrarle.

 

—Gracias por encontrar el camino de regreso a mí… Te amo.

 

Hiyori se unió al abrazo y Yokozawa se encontró entonces, en el lugar correcto que debía ocupar en la vida, con lo seres que lo amaban de verdad. Atrás quedaron las malas experiencias que le dejaron valiosas enseñanzas. Ahora quería seguir viviendo, y aunque hubiese aun obstáculos que sortear tenía el amor de esos dos especiales seres y la fortaleza que había ganado su corazón, dándole una valiosa enseñanza. Vivir es seguir caminando sin detenerse ante nada, hasta el final.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).