Estaba profundamente dormido, había sido un día duro y por fin descansaba un poco. Primero fueron las últimas grabaciones, luego la reunión para acordar algunos detalles importantes. Al pelinegro no le agradaban en realidad esos encuentros, lo dejaban agotado mentalmente (que traducido significa: aburrido).
Podía sentir un suave calor que le sentaba bien en medio del frío otoño, soñaba que ese calor provenía de alguien específico que venía atrayendo su atención desde hace cierto tiempo. De un momento a otro, la cómoda almohada en que descansaba su cabeza empezó a moverse, sentía que alguien lo mecía suavemente y que lo llamaba.
- ¿Aoi? Aoi, despierta.
- ¿Mmm? –Entreabrió sus ojos y miró a su alrededor.
- No es hora de dormir, Kai está hablando –el pelinegro alzó su vista para ver a su almohada parlante.
- ¡¿Ruki?! –Se levantó de un salto y cayó sentado en el suelo.
- Vaya, pony. La vejez no te está sentando bien –rió Reita.
- No molestes, cara de iguana –se sobaba su trasero- Oi, oi, oi. Mis nalguitas –se puso de pie y hacía pucheritos intercalados con quejidos.
- Ten cuidado –el pato le dedicó una mirada al otro guitarrista, quien sólo siseó y miró al baterista.
- ¿Qué decías, Líder san? –Sonrió encantadoramente y se levantó mientras seguía sobándose. El aludido sólo rió levemente antes de hablar.
- Sé que ha sido un día pesado, pero no es para que te duermas a las –miró su reloj- 5 PM.
- No dormí bien anoche, fue todo –se encogió de hombros restándole importancia.
- Bien, decía que mañana iremos de excursión, llega a casa de Uruha a las 6 AM.
- ¿Por qué tan temprano? –Reviró Reita-.
- Porque queda lejos y la idea es llegar con tiempo, les dije antes –el líder rodó los ojos.
- ¿Por qué en mi casa? –Uruha detuvo la contemplación de sus uñas con esmalte cuarteado y se levantó de su asiento.
- Porque queda más cerca a la vía que necesitamos tomar. Y porque tengo que ir a despertarte.
- Espera, ¿a dónde iremos? –El guitarrista del trasero adolorido le miraba con curiosidad.
- A un sitio bonito. Se acabó la reunión, nos veremos mañana.
Y tan rápido como dijo aquello, Kai tomó sus cosas y salió de la sala. El vocalista se limpió el oído con su meñique por enésima vez, aun sintiendo el fastidio provocado por el grito del mayor de la banda. Se levantó y despidió con un suave movimiento de su muñeca, siendo seguido al poco rato por el bajista, quien apenas atinó a decir un “Hasta mañana”.
Aoi se sentó y suspiró, esperando que el dolor se terminara de disipar. Maldijo mentalmente al enano, ¡estaba teniendo un sueño tan bonito! Era algo cursi, pero bonito y lo peor era que juraba ya haber llegado a su casa y estar durmiendo en su cama. Pensaba que lo mejor era acomodar su horario de sueño, aunque en esas épocas de tanto trabajo resultara difícil.
- Yuu –se acercó su compañero de piernas largas, Aoi no se había percatado de que seguía allí.
- ¿E-eh? Ah, eres tú –sonrió nervioso-. Dime, Kou –el castaño rió al verlo tan desubicado.
- Y el que se distrae con sus fantasías soy yo –negó con la cabeza un poco y se sentó junto al mayor.
- No sé de qué hablas.
- Pequeño tonto –le dio un zape-. Estabas como en otro mundo.
- Ah, eso –rió-. ¿Qué me ibas a decir?
- Quería invitarte a mi casa, tengo un nuevo videojuego de fútbol y una película que quizá te guste –el castaño llevó su mano a la rodilla ajena.
- Si me vas a violar, no –el mayor bromeó y se puso de pie al instante.
- Ni que violara traseros torpes, pierde cuidado –rió con ganas al ver la expresión ofendida del otro.
- Mi trasero no es torpe, pato baka –le enseñó la lengua.
- ¿Entonces? ¿Tus piernas? –Le pellizcó un muslo y salió corriendo, siendo perseguido sin demora por el atacado.
El guitarrista más alto entró en un ascensor y lo cerró antes de que llegara Aoi, quien bajó en el otro. Lo correteó hasta el estacionamiento donde estaba su automóvil y rió con ganas.
- ¿Vienes? –Le sonrió su compañero, vaya que tenía una sonrisa bonita.
- Sí, no me vendría mal jugar un rato.
Fueron en el automóvil del más alto, un convertible color púrpura oscuro no muy ostentoso. El trayecto fue corto por el poco tránsito y transcurrió entre bromas, toqueteos y risas.
- ¿A esto le llamas Mr. Fuji? –El conductor llevó su mano izquierda a la entrepierna de su acompañante mientras decía aquello en tono burlón.
- Es como una maldita montaña –entrecerró los ojos y se relamió por el contacto.
- Como digas, pony –retiró su mano para llevarla al volante una vez más.
- Nunca lo has visto, así que no tienes derecho a opinar –se cruzó de brazos enfadado.
- Ni que tuvieras tanta suerte –el castaño rió al momento que estacionaba su auto en el subterráneo del edificio.
- Ni que tú fueras tan atrevido –el pelinegro soltó una risita burlona y estaba dispuesto a salir, pero el seguro del auto no se lo permitió-. Patito, déjame salir.
- No quiero –tomó al mayor por la cintura y lo atrajo para darle un apasionado beso que el otro no tardó en corresponder-. Ahora sí –le soltó y salió del auto, dejándole confundido y molesto.
- ¡Kouyou!
Llevaban mucho tiempo jugando de esa manera, bromas de doble sentido, caricias y provocaciones que nunca se llegaban a consumar. Ninguno podía asegurar que aquello le molestara del todo, pero tampoco podían decir que se sentían plenamente bien en aquella situación. Había una permanente tensión sexual entre ambos, la cual se hacía evidente cuando Uruha decidía provocar al mayor.
El castaño abrazó al más pequeño una vez dentro del ascensor, teniendo aquella espalda contra su pecho y sonriendo por lo cómico de la situación.
- No me gusta estar así… -se intentó zafar pero el abrazo del menor se lo impedía.
- A mí me gusta tenerte así, te aguantas.
- ¡No quiero!
- Anda, sólo hasta llegar a mi apartamento –le lamió el cuello suavemente y el mayor rió asintiendo.
- Pero me sigues mimando así, ¿eh? –Suspiró al sentir la mano ajena meterse en sus pantalones.
- ¿Así está bien, Zorrito rudo? –Tomó su rostro y lo giró para buscar sus labios.
- Pensé que era un pony –rió suavemente.
- Me gusta más el zorro.
Se besaron apasionadamente mientras la mano nada inocente del más alto acariciaba como podía la hombría del pelinegro, contacto que duró hasta que la puerta del ascensor abrió. Uruha salió primero y actuaba como si nada hubiese pasado. Esa era la actitud que no le gustaba a Aoi del juego.
El castaño entro a su apartamento, dejando pasar a un lento Aoi, cerró y prosiguió a sacar dos refrescos en lata de la nevera, le pasó uno a su invitado y le sonrió.
- ¿Videojuegos o película?
El pelinegro con mechas rosas no lograba entender la actitud del chico que tenía en frente, pero supuso que era parte del juego que le propuso hacía tanto tiempo. Sin embargo, para él progresivamente había dejado de convertirse en un juego, porque no solamente quería terminar su encuentro con el menor, también quería algo más, algo para lo que no se sentía muy seguro de si Uruha lo querría igual.
- Película, una romántica –sonrió y dio un trago a su gaseosa.
- ¿Eh? –Su anfitrión lo miró confundido- ¿Por qué no mejor otra cosa?
- Quiero eso, ¿no complacerás a tu visita? –Tomó asiento cómodamente en el sofá del menor.
El guitarrista de labios curiosos rodó los ojos y asintió, ofreciéndole al instante su computadora al mayor para que buscara la película que quisiera ver en Internet mientras se disponía a ponerse algo más cómodo, pues él quería hacer aquello que desde hace mucho quería con su compañero de cuerdas, pero que su propia inseguridad se lo impedía.