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Diferente por Danna Misk

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Notas del fanfic:

Pésimo para escribir resúmenes.

Notas del capitulo:

Espero que sean 3 capítulos, es un fic muy dulce que escribí para mi retorno :)

Estaba sentado en el único café del pueblo, esperaba a una chica que había conocido en clases, simpática, alegre, con una sexy sonrisa y grandes ojos verdes, le había atraído inmediatamente y tenía el fin de semana libre así que le había parecido una gran idea para pasar el tiempo. Se encontraba distraído, había llegado 20 minutos antes de la hora pactada y de ninguna manera debido a que estuviera ansioso, al contrario, estaba bastante aburrido en casa.

Eran apenas las 4 de la tarde y acababa de salir de la cama, había tomado una larga ducha reconfortante, adoraba las vacaciones, por más cortas que estas fueran. El clima se perfilaba a frío, tomó los jeans de siempre, tomó un polo verde opaco que tenía a la mano y un cardigan negro muy cómodo, su ropa favorita y con eso bastaría con el clima semifrío. Se había sentado lentamente en su cama colocándose las medias con extrema lentitud.

Apreciaba profundamente su sencillez, especialmente viniendo de una familia adinerada cuyo vestuario consistía específicamente de ternos, era un rebelde, con causa. Si bien es cierto, todos tenemos un capricho, lo suyo eran los zapatos en general, hablando en términos generales, puesto que al abrir su clóset, sólo podían verse zapatillas.

Tomó una clásicas etnies calicut, una de sus favoritas, y no que la situación fuera especial, le gustaban las zapatillas. Se miró brevemente en el espejo, ordenando superficialmente los mechones rubios que caían tapando su rostro, contento con eso tomó sus llaves, su billetera y se dirigió al estante a lado de su escritorio. Movió su mano derecha cuidadosamente, sabía exactamente que buscar. Tomó el libro de tapa azul y salió rápidamente a emprender su caminata.

Había llegado y pedido un café chocolate y una porción de marshmallows, dos capítulos era lo que había avanzado, cerró el libro y sonrió brevemente, una excelente elección. Bebió lo último de su café y miró hacia la ventana, empezaba a oscurecer y a enfriar. Se perdió en el ventanal del lugar y observó las líneas en el horizonte, el cielo se le antojaba especialmente hermoso, las nubes caprichosas formando caminos, luchando entre ellas, el cielo teñido de un hermoso color naranja.

Adoraba el pueblo, sólo estaba un poco aburrido de no tener variedad, pero en definitiva ese lugar era un pedacito de cielo en la tierra, y eso no tenía precio. Miró el reloj encima del vitral, 10 para las 7 y ya estaba aburrido de esperar, y no es que la jovencita llegara tarde, era solo que él era así, impredecible.

Se perdió una vez más en sus pensamientos cuando un joven, muy joven, de unos 15 o 16 años, se asomó al panel de horarios del bus, se le notaba muy preocupado, su rostro dibujaba genuina pena, seguro estaba perdido, y teniendo en cuenta que el lugar era minúsculo, no era de esperarse que tenga cero orientación, el joven de cabellos oscuros miró su reloj insistentemente, tenía una bolsa de papel entre sus delicadas y pálidas manos. Parecía apresurado.

Un cosquilleo inexplicable en su estómago le devolvió a la realidad, miró su mesa y dejó unos billetes allí, tomo su libro y salió del lugar rápidamente, giró hacia la izquierda y empezó a caminar lentamente. Le sacaba una cabeza de altura, el joven delante de él era delgado y de apariencia delicada, tenía una jeans y una casaca de cuello alto, su cabello negro algo largo y rebelde se movía levemente al caminar, se detuvo en la siguiente parada de bus, observó el horario un poco impaciente. El rubio se detuvo detrás de él y ofreció su amable ayuda.

-          Puedo ayudarte? – sonrió tranquilamente

-          Oh! Si por favor – sonrió ampliamente mostrando sus blancos dientes – sinceramente soy el peor en esto, es un lugar tan pequeño y memoricé los números pero simplemente – suspiró sonriendo de lado – soy pésimo en esto.

-          Bueno, a donde quieres ir? – preguntó tranquilo inspeccionando rápidamente al menor, sus ojos de un color violeta chispeaban y hacían un juego perfecto con su sonrisa.

-          Bueno, voy de regreso a casa, vivo en las casas por el bosque – explicó con un leve dejo de desconfianza

-          Qué casualidad, voy al mismo lugar, aunque planeaba caminar – se dio cuenta que había sonado ligeramente intimidante, tratándose de un niño sobretodo – debes tomar la 98, pasará en 10 minutos – finalizó tratando de mostrarle que podía confiar en él.

-          Gracias – sonrió bajando la mirada, el más alto pudo observar que además del bulto envuelto en papel kraft, tenía una figurita de cerámica de un conejito.

-          Te gustan los souvenirs, no eres de aquí verdad? –

-          Pues si y no, vine por un tiempo, soy de la ciudad de Frankfurt – se dio cuenta de que el rubio había notado el conejito – sí, me encantó este conejo – respondió la pregunta no formulada directamente

-          Aquí cerca, a menos de 1 cuadra hay una tienda genial, está algo escondida, no creo que hayas pasado ya – sonrió – además tenemos 10 minutos.

-          Ok, vamos – sonrió confiado

No se habían presentado, el rubio recién se percataba de lo sucedido mientras miraba al niño emocionarse con cada pequeño detalle en exhibición, se encontraba así mismo sonriendo embelesado por la inocencia del menor y su perceptible emoción ante cualquier objeto llamativo, hizo varias compras y finalizó feliz, se dirigió al mayor regalando una sonrisa más, recordándole que deberían correr a la parada de bus.

-          Es cierto, tu irás a pie, verdad? – preguntó con un deje que al mayor se le antojo a petición

-          No, creo que te acompañaré – sonrió enfatizando la falta de un nombre para finalizar la oración – Mi nombre es Klauss, perdona mi falta de educación al no presentarme antes – estiró su mano hacia el menor.

-          Es cierto – rió brevemente – mi nombre es Mikele – respondió al apretón de manos.

Su presentación se vio interrumpida por la llegada del bus, ingresaron con prontitud, el clima se ponía muy frío y el cardigan de Klauss parecía no ser lo suficientemente caliente para lo que se necesitaba. Mikelle observó como el cuerpo de Klauss se estremecía suavemente.

-          Tienes frío – sonrió pensativo

-          Soy pésimo al predecir el tiempo, casi salgo en polo – rió suavemente – qué te trae por aquí Mikele? – pronunció su nombre enfatizando cada sílaba como si saboreara cada una de ellas.

-          Soy artista – explicó no muy convencido – pintor en realidad – frunció el ceño como buscando las palabras exactas – vine por inspiración, podría decirse que estoy un poco estancado, basándome en mis trabajos previos – explicó con una sonrisa un tanto melancólica en el rostro.

-          Perdón si la pregunta te parece inapropiada, pero qué edad tienes? – preguntó con un tono de admiración en su voz.

-          No me ofendo – rió abiertamente  - tengo 16 – dudó – en realidad tengo 15 pero cumpliré años en un par de semanas, prácticamente tengo 16 – soltó una risita nerviosa desviando la vista hacia los árboles.

-          Bueno, yo vivo aquí desde que nací, voy a la universidad, en el último año, tengo 23 – sonrió mientras explicaba la muda pregunta del menor – estudio historia y arte – finalizó

-          Wow que interesante – un poco más y tiraba un grito al aire – es genial, en serio podremos tener conversaciones muy interesantes – sonrió sinceramente.

-          Apuesto que si – sonrió amablemente, tocó el botón para bajar – aquí me quedo yo Mikele, mucho gusto en conocerte, ya sabes que es un pueblo pequeño – sonrió casi seductor – nos veremos pronto.

-          Un gusto igualmente Klauss – sonrió – espero verte pronto.

Klauss estaba en su hogar, eran apenas las 7:30 y ya se encontraba allí, su casa estaba con todas las luces apagadas, denunciando la ausencia de su familia. Cruzó los brazos debido al frío e ingresó.

Mikele se había quedado semi atontado cuando Klauss se bajó del bus, desde que lo vio en la parada de bus, sintió un estremecimiento en todo el cuerpo, era sin lugar a dudas el hombre más sexy que hubiese conocido jamás, con esos ojos verdes como filosos, eran ojos pequeños y perfectamente perfilados, sus rasgos no eran nada menos que perfección, haciendo juego con sus labios seductores. Lo dejó tan atontado que casi se pasa de su casa, bajando del bus recién asimiló que vivía apenas a dos cuadras de Klauss, miró su hogar, las luces apagadas como siempre. Saco sus llaves e ingresó rápidamente para calentarse. Cerró la puerta tras él y se quedó parado unos segundos, sonrió de aquella manera tonta en la que la gente sonríe luego de una cita. Que tonto que era, rió.

Klauss estaba en su cuarto, ya sin zapatos se disponía a echarse a leer un poco más de su libro cuando el celular sonó, miró la pantalla “Marie”, frunció el ceño mientras trataba de recordar de quien se trataba, cuando la información llegó.

-          Mierda – suspiró – Aló Marie – respondió con voz cansada, sin ánimo de oír un reproche

-          Klauss bebé lo siento, no pude llegar, la audición se alargó y tuve que quedarme ya sabes cómo son esas cosas – rió – pero bueno lo bueno es que obtuve el papel así que estoy de humor para celebrar, y ya que te dejé plantado, esperaste mucho?

-          Ehh no, no mucho creo – respondió sin interés, mientras ubicaba la página que le tocaba leer.

-          Bueno, te lo compensaré lo prometo – enfatizó con emoción cada palabra

-          Descuida, no es necesario – en realidad él la había plantado primero

-          No, no, estoy en deuda – hizo una pausa – además compré un botella de vino y nueva lencería, paso en 15 minutos por tu casa

-          Ehh, no tienes que molestarte – encontraba raro el no tener ganas de estar con la chica

-          Voy para allá besitos – colgó

-          Ok, supongo que no me vendrá mal – dijo no muy convencido

15 minutos después tocaba a su puerta la hermosa chica, le abrió y sin mucha parsimonia se dedicó a desvestirla e ir directo al grano, allí mismo en el hall. Tomó un par de copas y se dedicó a dormir.

Se despertó tarde, como siempre, pasó sus manos por el rostro, dio un profundo bostezo y rodó para pararse, a su lado Marie dormía plácidamente.

-          Ey! – bufó molesto – que haces acá? Ya amaneció! – la movió fuertemente

-          Hey, tranquilo – se sentó – estoy cansada

-          Pues ve a tu casa, esto no es hotel – masculló – demonios tengo 10 minutos para salir – se apresuró en cambiarse de jeans.

Marie salió rápidamente de la habitación, el se puso una camisa, medias, zapatillas y se miró en el espejo, desordenó ordenadamente su cabello, se lavó la cara y los dientes. Roció un poco de colonia en sus manos y de ahí a su cuello. Se miró satisfecho y miró el reloj.

-          Demonios – bufó

No estaba emocionado por la cita, solamente odiaba ser impuntual, eso era todo. Ni siquiera recordaba si la chica era Morgan o Alice, no tenía la menor idea de que día era y con quien le tocaba salir.

Caminó apresuradamente hacia la parada de bus y miró impaciente si la dichosa línea aparecía, miró a su alrededor, eran las 11 y el sol brillaba a más no poder, como hace días no sucedía. Sonrió levemente, agradándole el cambio de planes del clima.

-          Morgan – recordó – hoy es con Morgan – sonrió al divisar el bus.

Pasó la tarjeta y se sentó en un lugar más o menos próximo, miró su reloj, 11:15. Bufó molesto debido a la tardanza y sintió el bus parar. Alzó la vista sin mucho interés y lo vio subir, el pequeño chico de ayer, sonrió de lado como deleitado por la presencia del chiquillo, pensó rápidamente en llamarle y conversarle, pero desechó la idea frunciendo el ceño. Observó a Mikele mientras pasaba nerviosamente su tarjeta y aún guardándole en su billetera se sentaba a su lado, sin notar la presencia de rubio.

-          Hola – sonrió, apartándolo de sus pensamientos – Mikele – lo vio directo a los ojos sintiendo un cosquilleo muy leve.

-          Hola – sonrió ampliamente, mostrándole una vez más sus hermosos dientes – lo siento, iba distraído – rió

-          Que coincidencia encontrarte aquí, para dónde vas? – preguntó interesado

-          Yo, bueno iba a tomar un café, me dijeron que hay una cafetería muy buena – sonrió mirando sus manos bajando la mirada

-          De hecho solo hay 1, que merece ese nombre – movió su cabeza en negación – el resto es, mejor dicho no vale la pena que vayas – rió – yo voy para allá ahora mismo  mintió.

-          En serio? – le miró – puedo acompañarte? –

-          De hecho acababa de invitarte – posó su mirada sobre él, como insinuando algo previamente implícito.

-          Oh! Genial – rió nervioso desviando la mirada

Sacó el celular y escribió rápidamente un mensaje para Morgan, “no podré, lo siento”. Envió el mensaje sin remordimiento de llegar tarde y encima cancelar. Morgan le daba igual.

-          Tenías planes? – preguntó ligeramente angustiado, haciéndole notar que había observado que escribía el mensaje

-          No – se apresuró en decir – le escribía a mi madre – mintió otra vez – si no le digo que estoy vivo probablemente ni pregunte si lo estoy – eso era verdad, estaba compensado entonces.

-          No somos muy diferentes entonces – sonrió con un dejo de melancolía – mis padres no saben nada de mí en días y aún no llaman – suspiró – de hecho, sólo ha llamado mi agente.

-          Tu agente – sonrió – que profundo jeje – rió, haciendo reír al menor. Se entendían, definitivamente

Bebieron tanto café como sus cuerpos resistieron, se deleitaron en el amargo pero dulce sabor, y conversaron de las cosas que tenían en común, para sorpresa del mayor eran bastantes, muchas más de las que él hubiere esperado de cualquier persona en el mundo.

Comían pastel de chocolate, no porque a Klauss le gustara, de hecho no era muy fanático del dulce, más bien era Mikele quien adoraba esos pasteles tan deliciosos en la cafetería, él se limitaba a verlo comer con muchas ansias y dedicarle una sonrisa sincera que salía desde el fondo de su alma, alma avejentada de la soledad a la que se había recluido hace mucho tiempo. La sola presencia del menor le refrescaba la vida, le daba la sensación de reír y de conversar de trivialidades y a su vez de cosas dolorosas. Era todo tan fácil con aquel niño.

-          Entonces tu hermana está un poco – dudó acerca de utilizar aquella palabra – loca?

-          Exacto, pero por supuesto no es su culpa – se apresuró en decir – yo me salvé de la locura por no ser talentoso – rió – tuve suerte Klauss, bastante – explicó y el mayor le escuchó atentamente – Mi madre era un bellísima y exitosa modelo cuando incursionó en la actuación y al tener talento le fue bastante bien, allí conoció a mi padre, él era u exitoso productor y director, viene de una familia de productores y actores y cosas así, y así se hizo la magia – ironizó – años más tarde nación Helena y era perfecta para ellos – sonrió melancólico, quizás por alguna herida del pasado – ella hizo su primer comercial cuando ni siquiera había nacido, a los 2 años ya tenía más de 20 películas, a los 4 años tuvo su primer protagónico.

-          Ahora entiendo porque está afectada por la industria – puntualizó

-          Exacto – sonrió – en alguno de esos años nací yo, nunca aparecí en un comercial y cuando tenía 4 años me llevaron al primer y – rió con ganas – fue un mega desastre, no tengo talento para eso y mis padres lo entendieron incluso antes que yo, por ello me salvé Klauss – dijo serio – por eso me dejaron encerrarme en mi cuarto y pintar, descubrieron que no era malo y contrataron miles de profesores que me enseñaron miles de técnicas que me ayudaron a desarrollarme – sonrió – hasta que le conocí, a él

Algo en el estómago de Klauss se revolvió, quiso pensar que era el exceso de café y simplemente sonrió y esperó el resto de la historia.

-          Mi quinto maestro, un ser extraordinario, si vieras su técnica, una sola de sus pinturas vale más que todas mis colecciones, es la emoción que imprime en cada pincelada, cada trazo – se emocionó visiblemente agitando sus brazos en el aire tratando de explicarle a Klauss – me enamoré – sentenció alegre al suspirar con melancolía

-          De él? – no pudo evitar que la pregunta saliera áspera de su garganta

-          Como crees! – rió - mi maestro es un hombre entrado en años, me enamoré de su arte Klauss, no sé si comprendes, es algo difícil de explicar – se enredó en sus palabras

-          Creo que soy capaz de entender Mikele – sonrió – estudio arte, recuerdas? Lo que dices entra en los exámenes – rió con ganas.

-          Cierto – sonrió – que tonto – se dijo a sí mismo.

-          Mira qué hora es y no has almorzado – sonrió

-          Me has dado demasiado chocolate – rió mirando los platillos vacíos – me engríes demasiado – rió, tan inocente de sus palabras

-          Me gusta hacerlo – pensó el rubio, extrañado de sus palabras – Quieres almorzar conmigo? – preguntó sin mucha parsimonia, quería pasar más tiempo con él, fin del asunto, no había porque darle tantas vueltas.

-          Claro, pero vamos a mi casa, compremos cosas y cocinamos  - sonrió emocionado – hace mucho que no almuerzo en casa, ni en esta ni en ninguna otra.

-          Claro, aquí cerca hay un súper, hacemos las compras y nos vamos en el bus – sonrió complaciente.

-          Genial – dio un pequeño grito – paguemos y a almorzar! – sonrió sacando su billetera

-          No te molestes – sonrió parándose y yendo a caja a pagar por lo consumido.

Mikele sonrió al aire, le vio parase e ir a pagar y le miró atontado, su estómago estaba en revolución, estaba sonrojado y además plenamente feliz, en las nubes. Estaba totalmente seguro que el rubio le gustaba, aún más que eso, adoraba su presencia, sus cortas risas y su sonrisa seductora, su cabello cayendo por su rostro cuando corría mucho viento, sus perfecto ojos verdes mirándole, era inexplicable lo rápido que se enamoraba del rubio, nunca le había pasado, no era enamoradizo, era Klauss, él era el causante de todo.

-          Vamos? – le sonrió

-          Claro – sonrió de vuelta posando su vista sobre el rubio, mirándole profundamente y sonrojándose.

Qué había sido esa mirada, era lo único en lo que pensaba el rubio, no podía negarlo había calado profundo, sus grandes ojos violetas brillando con una chispa propia. Sus carnosos y delicados labios apetecibles. Le había descolocado.

Compraron las cosas con rapidez y rieron todo el trayecto, verlo comprar y elegir ingredientes para el supuestamente más delicioso espagueti que probaría en su vida era todo un poema. El rubio se sintió raro por unos minutos, raro en el buen sentido, como que esa vida le pertenecía, él y el pelinegro comprando juntos para ir a cocinar, frunció el ceño mientras meditaba las cosas que se formaban en su cabeza sin el menor cuidado. Lo miró, el estaba allí totalmente concentrado en que tomates comprar, y allí también estaba el mismo, parado a su lado sin sentirse aburrido, sintiendo que allí mismo es donde quería estar.

Tomaron el bus, entre risas y largos monólogos del menor el tiempo volaba, llegaron a casa de Mikele, una bonita casa bastante minimalista y se dirigieron a la cocina.

Cocinaron rápidamente, espagueti con salsa roja, Mikele hervía el agua y echaba la sal, mientras el mayor se dedicaba a picar cebollas, agregarle la carne y las especias. Un buen resultado, ya que sus estómagos reclamaron por su ración. Rieron juntos mientras colocaban la mesa, conversando de trivialidades.

-          Entonces de cierta forma necesitas inspiración, correcto? – preguntó tranquilo llevando el primer bocado a su boca.

-          Desesperadamente – rió, y salió como una canción de sus labios – recibí una dura crítica antes de venir – explicó – un famoso crítico de arte me llamo inmaduro, dijo que aunque tenía talento, que mis trazos eran demasiado correctos y carecían de alma. Luego de aquella crítica mi maestro explicó que encontraba bastante cierta la crítica aunque muy dura para alguien de mi edad – enfatizó el final con desdén – el punto es que mis pinturas dejaron de venderse, fueron finalmente subastadas y me quedé con un par de piezas que traje conmigo – señaló unos cuadros apoyados en la pared de la sala – no son buenos en realidad – sonrió

-          Eres aún muy joven, tendrás el tiempo suficiente de aprender, ellos no – sentenció seriamente frunciendo ligeramente el ceño – tal vez por eso son duros en su crítica hacia ti, es envidia – sonrió

-          Es un buen punto – rio animado – otra de las críticas hacia mi trabajo fue que era predecible en todo aspecto, allí fue cuando el maestro empezó a hablarme de buscar verdadera inspiración, de poder tener esa habilidad de impregnar mi arte con mis emociones – le brillaron los ojos – cosa que aún no puedo hacer.

-          Viniste aquí a buscar esa preciada inspiración entonces –

-          Exactamente – sonrió ampliamente – espero encontrarla aquí. Mis padres – hizo una pausa – no te has preguntado cómo es que dejaron a su hijo de 15 años venir a vivir solo a una ciudad – expresó tranquilamente.

-          Tengo una idea pero dímelo – preguntó mirándole fijamente

-          Deje de ser productivo – explicó divagando – deje de pintar cosas con valor monetario, mi agente expresó su preocupación, una cosa llevo a la otra – rodó los ojos – y acabe con un pasaje a la India – rió ante la sorpresa del rubio – a un campamento para viajes astrales – rió abiertamente – así que negocié mi destino y aquí estoy, decidí emprender mi búsqueda de la inspiración pintando paisajes, ya que nunca lo he hecho antes – explicó con una pequeña sonrisa

El rubio había detectado un deje de subestimación en el menor, seguramente se sentía improductivo debido al éxito familiar, mientras el no poseía la misma clase de talento que el resto de la familia. Debido a que su talento parecía desvanecerse conforme pasaba el tiempo. Sintió de repente la necesidad de calmar sus pensamientos, y explicar cómo realmente se veían las cosas.

-          Sabes – comenzó – a veces nos sentimos fuera de nuestro elemento, te lo digo porque estoy en la misma situación – se cruzó de brazos y habló seriamente – mi familia está dedicada a los negocios desde hace muchísimo tiempo, desde antes de nacer mi padre probablemente ya tenía planificadas las empresas que dirigiría – pausó – cuando cumplí 18 me di cuenta de cómo irían a ser las cosas y no me gustó lo que vi en mi futuro así que me rebelé y por eso estudie historia y artes – levantó la vista – no es que no me guste Mikele – explicó sin querer haber ofendido al otro – mi pasión son los negocios, por más incoherente que parezca, simplemente no lo quería por obligación como a mis hermanos – explicó – mi hermano mayor era músico, uno muy bueno, sin embargo sucumbió a mi padre, ahora está casado con una mujer que probablemente nunca amó y vive una vida monótona – bufó – mi querida hermana está atrapada en el mismo destino, mi madre vive empeñada en casarla porque se acerca a los 30 – rió molesto – todos me menosprecian por estudiar arte, el detalle es – le miró sinceramente, el menor le miraba atendiendo cada palabras – que también estudio negocios – suspiró sincerándose, no entendía porque le había pesado tanto el secreto guardado.

-          Deberías decirle a tu padre y que deje de menospreciarte – explicó animoso

-          Mike – dijo con cariño – el punto es que yo quiero hacer mi vida como yo quiero, si le digo el me mandará a la ciudad y no haré las cosas como yo quiero hacerlas – sonrió – lo que tu haces con tu pincel, a tu edad debería enorgullecer a tus padres – sonrió – jamás debes sentir que no eres lo suficientemente especial – le miró enternecido por su rostro sonrojado y dulce.

-          Gracias Klauss – sonrió – la comida estaba deliciosa – amplió su sonrisa recogiendo los platos.

Y así se había pasado el almuerzo, rapidísimo. Klauss aún un poco sorprendido por la facilidad de pasar el tiempo junto al menor, se levantó de su asiento para dirigirse a la sala y ver los cuadros que Mikele había sentenciado como malos.

Era pintura abstracta, aun así podía distinguir claramente como predominaba la “tristeza” en el cuadro, a pesar de aquel predominante sentimiento impregnado en la pintura, el cuadro le agradaba muchísimo, no eran pésimos como el menor decía.

-          T e ayudaré con lo de la inspiración – soltó sabiendo que el menor estabas atrás suyo – pero estos cuadros definitivamente no son malos en lo absoluto – sonrió

-          Gracias – bajó su cabeza y un leve sonrojo pintó su perfecto rostro.

-          Mañana a las 6 en punto pasaré por aquí, ponte ropa cómoda y prepárate para una larga caminata – se acercó a él – te mostraré algunos de los lugares más inspiradores por aquí.

-          Te lo agradezco muchísimo – sonrió emocionado – siempre me pregunté cuán emocionante sería salir en excursión, los chicos del colegio hablan mucho de eso – se emocionó

Klauss miró a aquel pálido muchacho frente a él, su alegría contagiaba su alma, le hacía sonreír desde muy dentro de él, le transportaba a épocas más felices en su niñez. Le gustaba esa sensación, adoraba pasar cada minuto a lado del menor. En tan poco tiempo y ya le considerada un hermano. Sonrió satisfecho al ver como el menor revoloteaba emocionado preguntándose qué tan hermosos serían aquellos paisajes, preguntándole que debía llevar, cuánto debía llevar de aquello.

-          Lo siento Mikele – dijo a la vez que miraba el reloj, eran las 5 de la tarde – tengo que estar en otro sitio pronto.

-          Oh, ok – sonrió inquieto por lo de “sitio”, lo misterioso de la frase. El rubio notó esto.

-          Adoptaré un cachorrito – rio suavemente – he quedado a las 5:30 en el albergue.

-          Un cachorrito – puso sus ojitos enternecidos, brillaban de emoción

-          Me acompañas? – preguntó – o bueno estás conmigo desde temprano por la mañana no creo que …

-          Claro! – gritó emocionado – deja que te busque una casaca o algo en el cuarto de mis padres, de repente encuentro algo allí – sonrió

-          Gracias – se sentó en el sillón, observando a detalle las pinturas frente a él.

La tarde en el albergue había sido genial, les habían mostrado las instalaciones, que carecían de exceso de animales, tenía algunos casos importantes, y allí un cachorrito llamó la atención de ambos. Un precioso cachorro gringo de ojos vivaces color verde, muy tranquilo, tenía ya 3 meses y les aseguraron que sería de raza grande. Era tranquilo pero a la vez decían que tenía sus ratos traviesos.

-          Este es para mí – sonrió complacido mientras lo cargaba con dificultad – y está un poco gordo – rio

-          Que malo – rio el menor – es grande no gordo! Y está hermoso, tienes que llevarlo! – exclamó emocionado mientras acariciaba su cabecita

-          Exactamente, este es mío – giró hacia la señorita quien les guiaba – donde firmo!

-          Por aquí por favor – les sonrió

Era hermoso y sería grande, un perro para un buen macho. Klauss estaba complacido con su elección, era el perro perfecto y ahora se dedicaría a darle una excelente vida, había visto como 50 episodios del encantador de perros y moría por probar sus técnicas. Estaba emocionado.

-          Y qué nombre le pondrás? – preguntó aún con el cachorro encima suyo

-          Pues ya que parece adorarte, dime alguna sugerencia – rio el rubio viendo como su nuevo hijo parecía encaprichado con el de cabellos negros.

-          No lo sé – sonrió – es tu pequeño, qué nombre habías pensado en ponerle?

-          Bueno no lo había decidido – dijo pensativo – me veo tentado a ponerle Bellamy – rio – no sé si Matt me lo perdonaría.

-          Matt Bellamy – pensó – claro! El de Muse – exclamó – ni se enterará – le restó importancia

-          No sé, no me convence – dudó – que te parece Loki?

-          Loki – le dijo al cachorrito y este alzó la mirada – le gusta su nombre – sonrió sobando su cabecita.

-          Loki será entonces – le acarició también.

-          Bueno aquí es mi parada – tocó el botón en el bus y cargó a Loki en sus brazos – 6 en punto, no lo olvides – sonrió bajando del bus

-          Si – sonrió feliz, una vez más sintiendo toda clase de mariposas y demás bichos en su estómago.

Había tenido una día genial, sentía casi como si fuera la primera vez que no se sentía solo y eso era genial, además de que se sentía como alguien importante por todas las cosas que había dicho Klauss, se sentía lo suficientemente querido como para ser digno de pasar un día con él, sin nada más importante que aquello. Se acostó en su cama con una enorme sonrisa, aún era temprano, apenas las 8 pm y no tenía sueño, pero estaba ansioso por el día siguiente así que se echó a mirar televisión.

“Cómo está Loki??”, mandó el mensaje de texto

“Durmiendo con un bebé en mi cama”, la respuesta llegó pronto

“Que?????? Que pasó con su cama?”

“No le gusta, o sea si pero en la sala, en mi cuarto prefiere mi cama :)”

“Haz malcriado a tu hijo desde el día número 1” sonrió al mandar el mensaje

“Acaso no hice lo mismo contigo? Tengo esa mala manía, verdad?”

Se sonrojó al leer el mensaje, le pareció insinuante y a la vez tuvo la sensación de que si Loki era como un hijo para Klauss, entonces el vendría a ser como un hermano? Prefería la opción de insinuación pero algo le decía que sonaba más a hermano. No respondió, mañana le diría que se quedó dormido.

Klauss miraba como el pecho de Loki subía y bajaba rítmicamente, le había acariciado mucho rato, emocionado por el pequeñito. Se le hizo raro no recibir respuesta del menor, pero supuso que se había quedado dormido. Dejó el celular en la mesita de noche y se metió dentro tapándose con una frazada, miro una vez más al cachorrito durmiendo en su cama, sonrió feliz. Mañana sería un día divertido así que tenía que dormir y levantarse muy temprano.

 

Notas finales:

Haganme saber si quieren actualización :)


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