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En la puta vida... por eggy33

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Jamie encendió un cigarrillo mientras miraba por la ventanilla del coche. Jeff les había pasado un viejo ford verde y los había enviado a Syracuse, la ciudad màs cercana a Hammond, con una dirección anotada, 700 dólares y ninguna explicación.

-¿De qué crees que se trate?-le preguntó Jamie a Steve quien estaba al volante con una botella de vodka entre las piernas.

-No puede ser nada muy legal-respondió Steve en tono despreocupado sin apartar su vista del camino.

-Bill se pondrá furioso-gruñó el rubio preocupado.

-No creo, por lo que cuentas parece dispuesto a perdonarte todo.

Jamie suspiró  encendió la radio a todo volumen, solo había noticias y una chillona música country pero era mejor eso que quedarse en silencio con sus pensamientos. Llegaron a Syracuse cuando ya estaba anocheciendo, la dirección era la de un bar de mala muerte algo alejado de la calle principal, Jamie y Steve se apearon y entraron algo indecisos, Steve se acercó a la barra y preguntó por Rick, tal como Jeff le había dicho, el hombre los condujo a una habitación detrás del local donde tres tipos fumaban jugando a las cartas.

-¿Eres Steve?-preguntó un hombre alto de rostro turbio.

-Sí, Jeff me envía a recoger un paquete-dijo Steve. Jamie se dio cuenta por su tono que estaba algo nervioso.

-Primero el dinero-gruñó otro de los hombres. Steve se llevó la mano al bolsillo y dejó caer el abultado fajo de dinero en la mesa, uno de los hombres lo contó rápidamente, con experticia y luego hizo una señal al otro, el cual sacó tres pesados paquetes de una caja bajo la mesa y se los entregó a Jamie. Steve se quedó parado en medio de la habitación sin decir nada hasta que el hombre más alto habló.

-¿Qué mierda esperas?¿Un beso de despedida?-le soltó irritado.-Ya terminamos aquí.

Steve asintió y él y Jamie se largaron apresuradamente. Ya en el auto Jamie examinó los paquetes.

-¿Qué crees que sea?-preguntó Jamie.

-No sé, ábrelo-dijo Steve mientras encendía un cigarrillo.

-¿En serio?-preguntó Jamie dudativo. Steve se encogió de hombros, Jamie abrió cuidadosamente el paquete, parecía una especie de planta seca, alzó un cogollo entre los dedos enseñandoselo a Steve.-¿Es marihuana?

-Eso parece. Joder, deben haber fácil dos kilos aquí. Si nos atrapan vamos a estar en el reformatorio hasta los dieciocho-no lo dijo con miedo sino con el tono de quien está exponiendo un hecho.

-¿Cómo es? Ya sabes, fumarla.

-¿Nunca la has probado?-preguntó Steve, Jamie negó con la cabeza.-No sé, no es algo muy explicable...¿Quieres probarla?

-¿Ahora?-preguntó Jamie mientras olfateaba el cogollo, olía bien, como el bosque.

-Sì ¿Por qué no? No creo que a Jeff le moleste si sacamos un poco.-Jamie se lo pensó, ya estaba más que atrasado en llegar a casa, pero un rato más no haría mucho daño. Además, se moría de curiosidad.

-Vale, hagámoslo-dijo Jamie. Steve se orilló al lado del camino, apagó las luces del auto y sacó un par de cogollos del paquete. Colocó los paquetes en un compartimiento escondido tras la guantera y lió un porro con mucha destreza.

-No es lo mismo que fumar un cigarrillo-le explicó Steve antes de encenderlo.-Tienes que aspirar con fuerza, imaginarte que te llega hasta el fondo de los pulmones. Después tienes que mantener el humo un rato, hasta que te sientas mareado ¿Entendido?

Jamie asintió y Steve encendió el porro, le dio una larga y profunda calada y se lo pasó al rubio. Jamie aspiró con fuerza, pero la hierba era más picosa que el tabaco y lo hizo toser con violencia, Steve se rió mientras Jamie intentaba respirar sin toser.

-Vale, eso siempre pasa la primera vez, no te desanimes. Intenta inhalar más lentamente-Jamie obedeció y esta vez logró mantener el humo. Se mareó enseguida pero lo retuvo hasta que la necesidad de respirar lo venció, mientras expulsaba el humo se sintió extrañamente ligero. Para la tercera fumada ya estaba inusitadamente alegre y sentía la cabeza llena de nubes. Steve encendió la radio y I got a woman de Ray Charles inundó el auto, Jamie y Steve se pusieron a cantar como posesos mientras se pasaban la botella de vodka.

-¿Sabes qué?-dijo Steve cuando ya se habían calmado un poco y  encendido el segundo porro.-No soy marica ni nada, pero siempre he pensado que Luke Bishop es lindo.

-¿Luke Bishop?-preguntó Jamie divertido, conocía a Luke, era un año menor que él, tenía el cabello anaranjado y la cara salpicada de pecas, pero Jamie tenía que reconocer que sus facciones eran muy bonitas, delicadas.

-No sé, ha sido mi vecino toda la vida. Cuando éramos pequeños me gustaba atormentarlo, pero creo que era porque me gustaba y eso me confundía. En todo caso...¿Cómo lo hacen dos tíos? ¿Se masturban juntos? ¿Se turnan para chupársela? ¿Cómo es que funciona?

Jamie se rió, quizás en otro momento le habría incomodado la pregunta pero la hierba lo había dejado en un estado donde nada podía importunarle. Había perdido la noción del tiempo e incluso se había olvidado de que Bill lo esperaba en casa.

-Bueno, puedes hacer todas esas cosas-dijo Jamie despreocupadamente.-Pero cuando quieres consumar el acto, lo haces por detrás.

-¿¡Por el culo?!-dijo Steve escandalizado haciendo que Jamie riera aún más.-¿No te duele? Bill es enorme, seguro debe tenerla muy grande.

-¿Y por qué asumes enseguida que a mi me la meten?-Preguntó Jamie, más curioso que molesto.

-Mierda, no sé. Porque es como obvio que eres la mujer en el asunto, quiero decir que eres más pequeño, tienes curvas y además eres bastante lindo. No me molestaría follarte.

-¿Mes estás seduciendo?-bromeó Jamie sin dejar de reírse.

-Creo que sí-dijo Steve con toda sinceridad.-Quiero decir, si me enseñas cómo hacerlo no estaría tan perdido cuando lo haga con Luke ¿verdad?-Jamie lo miró sorprendido sin saber qué decir.-Vamos, es solo sexo ¿Cuál es la maldita diferencia entre acostarte con Bill y acostarte conmigo?

-Es diferente-dijo Jamie.-No me voy a acostar contigo.

-Vamos, por favor-dijo Steve con tono lastimero. Jamie no pudo evitar echarse a reír lo cual Steve tomó como una buena señal.-Bill nunca se enterará, somos amigos ¿no?

No sabía si era el alcohol o la hierba que lo tenían en un extraño estado de alegría y ligereza, o si era el curioso efecto embriagador de la palabra "amigo" pero de pronto Jamie dejó de pensar en Bill...más bien dejó de pensar en todo.

-Está bien, hagámoslo. Pero solo será una puta vez, así que presta atención.

Steve sonrió, una sonrisa carnívora. Sin esperar un segundo más se lanzó sobre Jamie y lo besó con ansias, Jamie enredó su lengua con la del castaño, se sentía bien, sentía que la hierba lo había hecho más sensible y, cuando Steve se separó para atacar su cuello, sintió como su miembro comenzaba a endurecerse. Aun así cuando Steve intentó succionar la piel de su cuello lo apartó con firmeza.

-Nada de marcas-dijo Jamie serio.-Bill se dará cuenta.-Steve asintió obediente mientras le quitaba la camiseta.

-Tus pezones son bonitos, tan rosados-susurró Steve embriagado. Por un momento se había preocupado de que no se le pusiera dura pero el cuerpo del rubio era muy sexy, quería llenarlo de marcas pero se contuvo contentandose con lamer sus pezones lenta y suavemente.

-Bien, paso uno: hazme una buena mamada. Si quieres acostarte con Luke tienes que excitarlo primero-dijo Jamie sonriente.

-No sé si pueda...-dijo Steve tornándose repentinamente tímido.

-No es muy difícil, nunca he tenido sexo oral con un mujer pero supongo que con un hombre es más fácil. Al fin y al cabo tienes un pene, haz jugado por años con él, es obvio que sabes que partes se sienten bien-ante aquel argumento tan sólido Steve no tuvo más que acatar, abrió los pantalones del rubio y los bajó lo suficiente para liberar el miembro. También le pareció que el color sonrosado de este era muy bonito, pero ni Steve era tan lanzado como para decir eso.

Comenzó lamiendo el glande suavemente sacándole los gemidos más deliciosos al rubio, embriagado por aquellos sonidos lo metió en su boca, no era muy difícil, el pene del rubio era más bien pequeño. Bajó y subió lentamente mientras Jamie enredaba los dedos en sus cabellos y empujaba suavemente la cabeza de Steve para llegar más profundo. Mierda, se sentía bien, follar drogado era algo maravilloso y Steve era más que entusiasta, cuando estuvo a punto de correrse lo apartó.

-Paso dos: tienes que preparar la entrada, no puedes llegar y meterlo. Creeme, es jodidamente doloroso y hasta puedes terminar sangrando-dijo Jamie mientras se sacaba por completo los pantalones y los boxers con ayuda de Steve.

-¿Qué hago?-preguntó Steve algo cohibido al ver a Jamie completamente desnudo, tenía unas piernas largas y estilizadas, delgadas pero no huesudas, de muslos suaves. Mucho más bonitas que las de cualquier mujer con la que había estado.

Jamie se rió sin saber muy bien porque, si hubiese sabido que la hierba te ponía así de alegre y relajado habría intentado probarla hace mucho. Tomó la mano de Steve y lamió sus dedos de forma lasciva, pudo ver cómo el bulto en los pantalones del castaño crecía.

-Lo preparas con los dedos, mete uno primero, con cuidado-lo aleccionó Jamie. Steve obedeció, el interior era suave y caliente.-Muévelo circularmente, si así...ahora mete otro, con cuidado-Steve metió otro dedo y los movió suavemente.-No sé por qué, pero hay un punto ahí dentro que se siente increíble, intenta curvar un poco los dedos y presionar hacia arriba, un poco más adentro...-Jamie fue interrumpido por su propio gemido cuando Steve encontró el punto que lo volvía loco.

-¿Es ahí?-preguntó Steve, la cara que había puesto el rubio, con las mejillas sonrosadas y la boca abierta era lo más excitante que había visto en su vida, y eso que se había acostado con varias mujeres.

-¿Y tú qué crees?-dijo Jamie burlón mientras apartaba la mano del castaño.-Metemelo ahora.

Steve no se hizo de rogar, abrió sus jeans y los bajó hasta medio muslo, demasiado excitado para desnudarse completamente. Jamie miró su miembro, era más grande que el de Nate, pero ni siquiera se acercaba al largo y el grosor que tenía el de Bill. Jamie estaba comenzando a pensar seriamente que la cosa entre las piernas del mayor era descomunalmente grande, con razón siempre le dolía un poco, no importaba cuantas veces lo hacían, aunque en cierta forma le gustaba aquél dolor.

Steve entró lentamente, tuvo que  hacer un esfuerzo sobrehumano para no correrse enseguida, el interior del rubio era delicioso, húmedo, cálido, tenso pero flexible. Jamie jadeó mientras sentía el miembro de Steve abrirse paso en su interior, lo rodeó con sus piernas y echó la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos. Pensó en Bill, pero no de forma culposa. Joder, estaba demasiado colocado para sentirse culpable. Sencillamente el placer le hacía pensar en el moreno, de forma inconsciente, instintiva.

-Mierda, estás muy apretado ¿Seguro que no eres virgen?-dijo Steve con la voz ronca por el placer. Jamie movió las caderas con habilidad haciendo al castaño gruñir por el súbito placer.

-¿Te parezco virgen?-preguntó Jamie de forma maliciosa.

Steve no respondió, ya no podía contenerse. Comenzó a embestir al rubio salvajemente mientras este apretaba el agarre de sus piernas y movía las caderas completamente sincronizado con el castaño, sus sonoros gemidos llenaban el auto y le ponían a Steve la carne de gallina. Steve no era tan habilidoso como Bill, no lograba dar contra aquel punto tanto como a Jamie le habría gustado. Pero efectivamente  la hierba lo había puesto más sensible, cada embestida resultaba deliciosa, se sentía próximo al orgasmo.

El castaño se inclinó sobre Jamie y lo besó de forma casi violenta, enredando su lengua con la suya y mordiéndole los labios. Jamie se corrió en medio del beso y Steve, al sentir como las paredes del rubio se apretaban de forma tortuosa alrededor de su miembro se corrió a su vez.

Se separaron jadeando, Steve abrió la guantera en busca del rollo de papel higiénico que había visto al guardar los paquetes en el compartimiento de atrás. Limpió su miembro mientras veía a Jamie limpiandose cuidadosamente entre las piernas, era un espectáculo demasiado provocador y Steve se vio obligado a apartar la vista para no ponerse duro de nuevo. Se vistieron apresuradamente y Jamie encendió un cigarrillo mientras Steve liaba el último porro.

-Mierda, es el mejor sexo que he tenido en mi vida y eso que no duré mucho-dijo Steve dándole una calada al porro.-Creo que estoy enamorado.

Jamie se rió mientras le sacaba el porro de entre los dedos y aspiraba con fuerza, lanzó el humo en el viciado aire del auto y le colocó el porro entre los labios mientras él hacía lo mismo con su cigarro.

-No estás enamorado idiota, solo estás drogado y caliente-dijo Jamie divertido.-Y acabas de comprobar que te gustan los hombres.

-Oye, hablo en serio. Nunca me había sentido así-dijo Steve molesto.

-¿Y qué pasó con Luke?-dijo Jamie ensanchando su sonrisa.

-Naa, eso solo era una mentira estúpida porque quería acostarme contigo.-Jamie lo miró airado y le dio un buen puñetazo en el brazo.-¡Au! Lo siento, lo siento. Es que tenía curiosidad. Déjame hacerlo de nuevo. No te pido que seas mi novio ni nada, solo follar de vez en cuando.

-Olvídalo-dijo Jamie aún molesto por la mentira.-Yo estoy con Bill, no tengo intenciones de dejarlo. Ya te dije que esto fue cosa de una vez.

-Oye, que te escuché gemir. Seguro que se sintió mucho mejor conmigo que con ese viejo.

-Bill no es viejo, está lleno de vida-dijo Jamie y se rió, sin saber muy bien por qué. Dio otra larga calada al porro, quería seguir colocado el resto de su vida.-Y con él se siente mucho mejor, incluso cuando estamos sobrios, me hace sentir drogado y borracho todo a la vez.

-Oye, puedo mejorar. Este fue solo mi primer intento-dijo Steve suplicante.-La práctica hace al maestro ¿Acaso tu primera vez con Bill fue así de buena?

-No quiero hablar de eso-dijo Jamie lacónico, su rostro se había ensombrecido. Dio otra larga calada y dejó que la hierba difuminase sus pensamientos. No tardó en volver a sonreír.

-Si hacemos esto bien, estoy seguro que Jeff te pedirá que te unas a la pandilla-dijo Steve alegre.-Cree que eres un tipo muy duro y es obvio que tiene razón. Joder, es cosa de verte pelear, creo que nunca he visto a alguien tan rápido.

-Aun así Jeff es mucho mejor peleando que yo-dijo Jamie.-Y no solo porque sea mucho más alto y fuerte, parece anticiparse a los movimientos de los otros.

-Deberías haber visto pelear a Trent, su hermano mayor-dijo Steve.-Era algo brutal, no solo era ridículamente fuerte, era despiadado, podía romperle un brazo a alguien sin siquiera pestañear. Por supuesto ya casi no pelea, ahora tiene un montón de negocios, Jeff es solo otro subordinado de él.

-Mierda-dijo Jamie al ver el reloj de Steve, lo agarró por la muñeca para fijarse mejor, eran las doce de la noche.-Tenemos que volver, ya.

Steve no se hizo de rogar, puso el auto en marcha y, en cuanto comenzó a conducir, se dio cuenta de que que estaba mucho más colocado de lo que creía. Aún así no hubo ningún problema hasta que llegaron a Hammond, iba por la calle principal y ni siquiera se dio cuenta cuando pasó la luz en rojo, casi chocan con otro auto que iba doblando y derraparon ruidosamente. Jamie había seguido bebiendo en el camino y apenas fue consciente de las luces del coche de policía que se les acercaba.

 

****************************

 

Bill había pasado las últimas cinco horas dando vuelta por la casa, no había podido comer, ni ver la televisión ni mucho menos dormir. El rubio debió haber llegado hacía horas, nunca llegaba después de la nueve, excepto cuando salía, pero entonces siempre le avisaba ¿Se habría metido en alguna pelea? ¿Tenido un accidente? Bill no podía dejar de imaginarse al rubio sangrando en algún callejón solitario. Sus macabros pensamientos fueron interrumpidos por el timbre del teléfono.

-¿Diga?-dijo Bill, su voz era firme como siempre, no denotaba su ansiedad.

-¿Bill?-dijo una voz de tono desganado.-Soy Edwin, de la policía. Tengo al chico Turner aquí, lo encontramos en un auto con otro chico que estaba conduciendo bajo la influencia, debería estar de camino al reformatorio pero me dijo que te llamara ¿Es tu juguete no? ¿Te interesa venir a buscarlo?

-Estaré allí en diez minutos-dijo Bill. Cortó y se dio cuenta que sus manos temblaban ligeramente. Mierda ¿En qué estaba pensando el rubio? No podía estar por ahí haciendo estupideces, menos si todavía estaba con la condicional.

Condujo con un nudo en la garganta hasta la comisaría, cuando entró, Edwin, el oficial de policía, lo estaba esperando en el recibidor con cara de que todo aquel asunto era un molesto inconveniente para él.

-Hola Bill, ven pasa a la oficina-dijo haciéndole un gesto para que lo siguiera. Llegaron a una habitación con varios archivadores y un escritorio. Edwin se sentó y le indicó con un gesto que hiciera lo mismo en la silla frente a él.

-¿Cómo está Jamie?-dijo Bill en cuanto se sentó. Estaba terriblemente preocupado, temía que la detención hubiera despertado antiguos recuerdos en Jamie y este hubiera colapsado ante el miedo y el estrés. Casi podía imaginárselo en una oscura y sórdida celda, temblando de pies a cabeza y luchando para contener sus lágrimas.

-Está bastante bien, aunque no dejaba de preguntar por ti-dijo Edwin.-En fin, como te decía al teléfono, tenemos causa suficiente para arrojarlo de vuelta al reformatorio. Deberíamos hacerlo, haría mi trabajo menos engorroso. Además, el otro chico en el auto era Steve Morrigan, según los registros está en una pandilla, es obvio que un chico como Jamie estaría mejor encerrado que andando por las calles con esos delincuentes.

-¿No hay una fianza o una multa que pueda pagar?-dijo Bill desesperado ¿Una pandilla? ¿Es que acaso el rubio era tan idiota para meterse en esa clase de líos?

-Siempre hay fianza-dijo Edwin en tono despreocupado.-La primera vez  que terminó en el reformatorio había fianza, por supuesto Lars Turner no estaba interesado en pagar. Pero parece que la situación del chico es diferente ahora. Joder, he escuchado que estás enamorado del maldito crío. No sé que ves en una rata callejera como él.-Bill tuvo que apretar los puños y morderse la lengua.-La fianza serán 200 dólares.

-¿¡Qué?!-exclamó Bill escandalizado, era más de lo que ganaba en una semana.-¿No es un poco alta? Por lo que entendí él ni siquiera estaba conduciendo.

-No me malentiendas-dijo Edwin esbozando una sonrisa petulante.-No existen fianzas para los que están con la condicional. Hay una política de tolerancia cero, Jamie debería ir de camino al reformatorio. Lo que te estoy pidiendo es más bien una donación, un acto de buena fe. Tú nos das el dinero y nosotros hacemos como que esto nunca ha pasado.

-Osea, que es un soborno-dijo Bill furioso.

-Llamalo como quieras-dijo Edwin con indiferencia.

-Lo llamo por lo que es.

-¿Vas a pagar o no?-preguntó Edwin impacientándose.-¿Qué? ¿Acaso 200 dólares es demasiado dinero para un juguete de segunda? Porque si es así creeme que lo entendería, esa basura blanca no vale tanto.

Bill hizo un esfuerzo sobrehumano para no romperle la cara, era lo que más quería en el mundo pero no podía arriesgarse a enviar a Jamie al reformatorio por un fugaz momento de satisfacción. Metió la mano en el bolsillo y sacó su billetera.

-Solo tengo 84 dólares conmigo-dijo mientras se odiaba por no tener más efectivo.

-Tranquilo, no tienes que pagarlo todo de una, no es una fianza real-dijo Edwin mientras tomaba el dinero.-Trae el resto en tres días. Ahora vayamos a buscar al crío de los cojones.

Jamie estaba sentado en una oscura y sórdida celda...mientras se reía a carcajadas de cómo un tipo hacía bailar el tatuaje de chica-hula que tenía en el vientre. Cuando vio a Bill su sonrisa se amplió y en cuanto abrieron las rejas se lanzó a abrazar al moreno. Bill vio con estupefacción como Jamie pagaba su cuerpo al suyo y colaba sus manos debajo de su camisa.

-¡Por fin llegaste!-dijo Jamie a gritos mientras volvía a romper en carcajadas.-¡Estos tipos son abuuurridos! Llévame a casa para que podamos darnos amor-le dijo con una sonrisa seductora mientras tocaba descaradamente la entrepierna del mayor.

Bill le agarró el brazo con firmeza y lo arrastró fuera de la comisaría. Estaba furioso, se había preocupado por horas mientras Jamie parecía haberlo estado pasando en grande, se había mortificado tanto con la idea del rubio encarcelado y aterrado que ni siquiera se había enojado con él, había pagado un montón de dinero para salvarlo de un lío en el que claramente se había metido él solito ¿Y para qué? ¡Para encontrar al maldito pendejo riéndose a carcajada batiente y haciendo escenas porno enfrente de todo el puto mundo!

Logró meterlo al auto con cierta dificultad (el rubio seguía intentando meterle mano) y puso el coche en marcha sin decir palabra hasta llegar a la granja. Todo el camino Jamie se dedicó a hablar de lo graciosos que eran Trey y Greg (Bill asumió que se trataba de los tipos de la celda) y que Jeff iba a flipar cuando supiera lo qué había pasado. Bill se fijó que a menudo se interrumpía con risas, o pero aun: paraba en medio de una oración y se quedaba mirando a la nada. Cuando llegaron paró el auto y lo miró bien, el pelo revuelto, el olor a alcohol...y a algo más dulzón, las pupilas dilatadas, los ojos enrojecidos, la sonrisa perdida…

-¿¡Estás drogado?!-gritó Bill furioso, Jamie se echó hacia atrás por el grito, parpadeó un par de veces y luego se echó a reír. Bill sintió unas gana locas de seguir gritando hasta que no volvieran a darle ganas de reírse en un buen tiempo, pero sabía que era inútil hacer nada en ese momento, no con el rubio en ese estado. Salió del auto y sacó a Jamie de ahí, lo arrastró dentro de la casa y escaleras arriba. Le costó acostarlo, Jamie seguía intentando seducirle a la vez que reclamaba que no tenía sueño, como un niño. Por fin lo logró y se sorprendió lo rápido que Jamie se quedó frito después de apoyar la cabeza en la almohada. Lo miró mientras dormía, parecía aún más joven, tan inocente. Pero sabía que solo era la fachada, que era un crío que se emborrachaba, peleaba y maldecía ¡Y ahora para más remate se drogaba! Sabía  todas esas cosas cuando se había enamorado de él, y no hacían que lo quisiera ni un poco menos...Pero no podía evitar preguntarse si podía ayudar al menor. Mierda, ni siquiera sabía si podía controlarlo. Era obvio que sus métodos hasta ahora habían fracasado estrepitosamente. Ya no sabía qué hacer.



***************************



Jamie despertó con la luz del sol en su cara, nunca había tenido un sueño tan reparador, se sentía muy bien, hasta que todos los recuerdos de la noche anterior se agolparon en su cabeza. Sintió una punzada de pánico mientras recordaba cómo había terminado en la comisaría y una punzada de culpabilidad al recordar lo que había hecho con Steve. Las náuseas volvieron con fuerza, corrió al baño a vomitar todo lo que no había comido, al parecer el alcohol había vuelto a caerle mal...quizás debía dejar de tomar vodka.

Bajó las escaleras sintiendo que su ansiedad crecía con cada escalón, encontró al mayor sentado en la mesa de la cocina con rostro serio y una taza de café en la mano. Bill miró a Jamie, tenía el cabello revuelto y solo llevaba una vieja camiseta suya y unos boxers diminutos, no pudo evitar pensar en lo lindo que era, en lo mucho que lo quería. Sacudió la cabeza, tenía que ser fuerte, ponerse firme, era por el bien del rubio.

-Ya despertaste-observó Bill, el menor asintió con la cabeza, parecía mortificado.-Las cosas van a cambiar aquí.

-¿A qué te refieres?-preguntó Jamie asustado ¿Iba a echarlo a la calle?

-Me refiero a que lo que pasó anoche no puede volver a pasar-dijo Bill en tono firme.-Te he dado demasiada libertad, a partir de ahora estás castigado. Vas a dejar de juntarte con esa gente, de ahora en adelante vas de la escuela a las prácticas y después directo a casa. No más salidas por la noche, no más drogas, no más pandillas.

-¡Puedo juntarme con quien yo quiera! ¡Son mis amigos!-saltó Jamie, detestaba que lo controlaran.

-Si fueran tus amigos no te meterían en problemas, son una pandilla de delincuentes y mientras vivas bajo este techo no vas a tener nada que ver con ellos.

-¡No tienes ningún derecho!-gritó Jamie.-¡No eres mi jefe!

El rostro de Bill se enfureció, se levantó bruscamente y caminó hacia el menor, lo tomó de los hombros levantándolo varios centímetros del piso sin mayor esfuerzo y comenzó a sacudirlo con fuerza.

-¡Vives bajo mi maldito techo, yo te alimento, es gracias a mí que no estás en el orfanato! ¡Mierda, es gracias a mi que no estás en el puto reformatorio! ¡Yo pagué tu fianza!-dijo sin dejar de sacudirlo, a Jamie le castañeaban los dientes, estaba a punto de echarse a llorar, hacía tiempo que no estaba tan asustado.-¡YO SOY TU JEFE!-dijo acompañando cada palabra con una violenta sacudida. Tras decir eso lo soltó, dejándolo caer sentado en el piso, empuñó la mano listo para golpearlo, pero se detuvo, no podía lastimarlo, ni siquiera en aquel estado de furia.-Sube a vestirte, te llevaré a la escuela-dijo una vez que se hubo tranquilizado, el rubio no se movió, impactado por lo que acababa de pasar-¡AHORA!-rugió Bill. Jamie se levantó torpemente y corrió escaleras arriba.

El rubio se vistió con manos temblorosas, Steve se había equivocado: Bill no estaba dispuesto a perdonarle todo. Sabía que debería sentirse agradecido, había temido que Bill lo echara de casa, pero no lograba evitar sentirse furioso por la forma en la que lo había tratado. No era un maldito crío, el mayor no debería decidir quienes eran sus putos amigos, o donde debería ir o no. Sentía como si Bill le hubiese dicho que lo había comprado, que era suyo, que no tenía voz ni voto en su propia vida.

El viaje a la escuela fue eterno y silencioso, cada uno estaba enojado con el otro, habían construido un muro emocional entre ambos y ninguno parecía tener ganas de saltarlo. Bill paró el auto y Jamie abrió la puerta, ansioso de escapar de ese ambiente tóxico.Pero Bill lo agarró del brazo con firmeza, deteniendolo.

-Te daré un margen de media hora después de la práctica para que vuelvas a casa, voy a llamar al teléfono y, si nadie contesta, vas a tener problemas ¿Entendido?-Jamie apartó la vista y se quedó en taimado silencio, Bill apretó el agarre, lastimandolo.-¿Entendido?

Jamie asintió con la cabeza y Bill lo dejó ir, Jamie caminó a la escuela sin mirar atrás, tenía ganas de saltarse las clases, sólo para sentir que desobedecía al mayor, pero desechó la idea, si tenía la mala suerte de encontrarse con Bill mientras hacía novillos estaba seguro que entonces sí que se ganaría una paliza, al fin y al cabo el pueblo no era muy grande y Bill había estado a punto de golpearlo esa mañana. Es cierto que no  lo había hecho, pero eso no significaba que no hubiese estado a punto.

Steve lo esperaba en la puerta, fumando. Cuando vio al rubio entrar tiró la colilla al piso y corrió tras él por el pasillo, lo llamó un par de veces pero el rubio se hizo el sordo. Terminó por alcanzarlo en las escaleras y lo agarró del hombro deteniendolo.

-Oye te estaba llamando-dijo Steve irritado. Jamie no dijo nada, ni siquiera lo miró. Sabía que no era precisamente justo, pero en cierta forma culpaba al castaño por su pelea con Bill.-¿Cómo te fue con Bill? Menudo recibimiento le diste en la comi anoche.

-¿Còmo crees que me fue?-preguntó el rubio en tono incisivo.-Está furioso, ahora déjame en paz, no puedo hablar contigo.

-¿Y eso?-dijo Steve sorprendido por la actitud de Jamie.-¿Qué? ¿Papi Bill te dijo que no te juntaras con los chicos malos?-preguntó burlón.

-Sí, eso dijo. Y pienso hacerle caso-dijo Jamie lacónico.

-¿Y por qué? ¡El tipo no es tu jefe!-exclamó Steve, Jamie seguía sin mirarlo.-Escuchame, Jeff no está enojado, la policía ni siquiera encontró los paquetes y ya devolvieron el auto. Puedes largarte a una pensión hoy mismo, Jeff te dará  el dinero. Y si lo que quieres es sexo, yo puedo ayudarte con eso. No tienes por qué hacerle caso-dijo Steve inclinándose sobre él, apretandolo contra la pared.

-No se trata del dinero, ni de a casa ni del sexo-dijo Jamie acercando su rostro al de Steve-Quiero a Bill, y èl me quiere a mi. Sino ni se molestaría en intentar alejarme de ti.

Steve abrió la boca para responder pero una mano se posó en su hombro mientras la voz de Randy los interrumpía.

-Alejate de él-dijo Randy poniendo su voz más dura, aún así el rubio pudo detectar el nerviosismo en ella, al fin ya al cabo Steve le sacaba media cabeza. Steve se apartó y se giró para verlo burlonamente.-Jamie ¿Te está molestando?

-¿Y qué piensas hacer tú si lo “estoy molestando”?-dijo Steve con una sonrisa cargada de suficiencia. Randy lo ignoró y habló directamente a Jamie.

-Escuché lo que pasó anoche ¿Cómo mierda dejaste que te encarcelaran?-dijo Randy con exasperación. Jamie maldijo internamente, siempre era lo mismo: pueblo chico, infierno grande. Si te tirabas un pedo medio pueblo se enteraba en cosa de una hora.- ¿Por que andabas por ahí con esta escoria?-dijo furioso, señalando a Steve.

-¿A quién mierda le llamas escoria, capitancito?-dijo Steve acercándose peligrosamente a Randy. Jamie no lo soportó más, dio un paso al frente y los separó con brusquedad.

-¡Ya basta!-dijo exasperado.-Déjenme tranquilo-ambos abrieron la boca para decir algo pero Jamie los calló con un grito-¡Los dos! Tú entiende de una vez que no quiero nada contigo-dijo señalando a Steve-Y tú entiende que no necesito que seas mi madre-dijo señalando a Randy, los apartó con rudeza y siguió subiendo las escaleras.-Los veo en la práctica.



******************************

 

El resto de la semana fue horrible, el enojo de Jamie había terminado por esfumarse durante su discusión con Steve, entendía que el mayor había hecho lo que había hecho producto de  la desesperación y la preocupación que él le había provocado. Pero Bill seguía igual de furioso, todos los intentos de conversación de Jamie eran respondidos con ásperos monosílabos, el moreno ni siquiera lo tocaba. Por primera vez no dormía rodeándolo con sus brazos, lo hacía dándole la espalda, y  esa enorme espalda se le hacía como un muro insalvable entre los dos.

Por otro lado, los vómitos no habían cesado, todas las mañanas devolvía la cena en el retrete mientras el mayor estaba abajo haciendo el desayuno. Y, por alguna razón, sus pezones se habían vuelto extrañamente sensibles, hasta el punto en que no podía usar más que camisetas de suave algodón debido al daño que le producía el roce con otras telas, Jamie no entendía nada.

El viernes, mientras Bill hacía el desayuno comenzó a sentirse culpable de su la forma en que había tratado al rubio, había pasado toda la semana contestándole de forma cortante. La noche anterior, mientras le daba la espalda en la cama, Jamie había intentado rodearlo con su brazo y acurrucarse contra él, Bill lo había apartado de un manotazo y ahora se sentía pésimo por eso. La verdad extrañaba al menor, extrañaba tener conversaciones, su risa, acurrucarse juntos en el sofá y ¿Por qué negarlo? extrañaba su tacto, hacerle  el amor, sus gemidos contra su oreja... Decidió subir a hablar con él, de cualquier cosa.

Lo buscó en la habitación pero la cama estaba vacía y desordenada, fue hasta el baño y estuvo a punto de tocar la puerta cerrada, pero se interrumpió por un extraño ruido que provenía del interior, una arcada. Abrió la puerta preocupado y se encontró al rubio vomitando violentamente en el retrete, se sentó tras de él y le acarició la espalda esperando pacientemente a que terminara. Cuando acabó Jamie aceptó el trozo de papel higiénico que le ofrecía el mayor, y se limpió la boca con cuidado, estaba muy pálido.

-¿Estás bien?-preguntó Bill en tono suave mientras le acariciaba el cabello.-¿Te sentó mal la comida?

-No, solo es lo normal-dijo Jamie con voz cansada.

-¿Lo normal?-preguntó Bill cada vez más preocupado.

-Llevo así un tiempo, desde el último partido-dijo Jamie con tranquilidad.

-¿Por qué no me dijiste nada?-preguntó Bill, ahora si que estaba muy preocupado.

-Porque estabas enojado conmigo...creí que no te importaría-dijo Jamie con expresión triste.

-Jamie, es verdad que estaba enojado. Pero eso no tiene nada que ver con esto-dijo Bill con suavidad.-Siempre me voy a preocupar por tu salud, no importa lo molesto que esté contigo.

-¿En serio?-dijo Jamie sorprendido.

-Jamie, te quiero. Siempre te voy a cuidar-dijo Bill cariñosamente acariciando su nuca.-Vístete, iremos al médico. Probablemente solo se trata de un virus, pero ha durado bastante así que es mejor que te vea un profesional.

Jamie asintió y se levantó con cierta dificultad. Mientras se vestía no pudo evitar sonreír, se sentía horrible después de vomitar, pero Bill había sido cariñoso, le dijo que lo quería y hasta lo había tocado. Quizás las cosas empezarían a mejorar.

Se subieron al auto, Jamie puso la radio y se puso a silbar la canción de Marlene Dietrich que inundó el auto: Lili Marleen. Bill lo rodeó con su brazo atrayéndolo hacia él, el rubio sonrió encantado con el contacto apoyándose contra el pecho del mayor. Se dio cuenta que no iban hacía el centro, donde se encontraban las únicas dos consultas médicas y la urgencia del pueblo, sino que estaban saliendo de la ciudad.

-¿Adonde vamos?-preguntó Jamie.

-Albany-se limitó a decir Bill.

-¿No íbamos al médico?-dijo Jamie confundido

-El médico está en Albany, los médicos de Hammond son unos incompetentes, no pienso llevarte ahí. Conozco un buen doctor en Albany, quiero que él te vea-explicó Bill. Pensó en el médico, hace años que no lo veía, nunca le había caído de demasiado bien, pero era el único médico que conocía en el estado, si es que no se había mudado, y era un buen profesional.

-¡Pero Albany queda a más de tres horas!-exclamó Jamie.

-¿Tienes algo más que hacer?-preguntó Bill burlón. Jamie se calló, resignado. El viaje fue largo y Jamie pasó gran parte de él durmiendo contra el pecho de Bill, al mayor le enternecía la forma en la que el rubio se acurrucaba curvando la espalda, como un gatito. En más de una ocasión tuvo el impulso de orillar el auto y echarsele encima, pero se contuvo con firmeza, Jamie estaba enfermo, debían llegar al hospital lo antes posible.

El hospital era un enorme edificio gris, Bill estacionó lo más cerca que pudo de la entrada y removió suavemente al menor para despertarlo.

-Ya estamos aquí-le dijo con voz cariñosa. Jamie se restregó los ojos y asintió con la cabeza. Cuando ya estaban dentro Jamie miraba en todas direcciones, nunca había estado en un hospital y ese era enorme, lleno de gente que iba de un lado para otro. Bill preguntó en el mesón de entrada donde se encontraba medicina interna, una enfermera les respondió amablemente y se dirigieron al tercer piso. Jamie nunca se había subido a un ascensor, le preguntó a Bill emocionado si podía apretar el botón y el mayor no pudo evitar sonreír. Llegaron a un nuevo mesón y Bill habló con una enfermera pelirroja de aspecto cansado.-Necesito ver al doctor Hamilton.

-¿Tiene cita?-le preguntó la enfermera con brusquedad.

-No, pero…

-Sino tiene cita no puede ver al doctor-le cortó con tono antipático.

-Venimos desde Hammond...-intentó razonar Bill.

-No me importa de donde vengan, si no tiene cita, no ve al doctor-le interrumpió la mujer molesta.-¿Quiere hacer una cita?

-Dígale que Bill Warren quiere verlo-dijo Bill perdiendo la paciencia.

-Ese no es mi trabajo…-empezó a decir la mujer, pero otra enfermera, de rostro más amable la interrumpió.

-Yo le diré-dijo con voz cálida.-Por favor espere aquí.-dijo señalando las sillas de la sala de espera.

Bill y Jamie se sentaron a esperar, en menos de cinco minutos un hombre no demasiado alto de rostro alegre y cabello pajizo entró en la sala de espera  con los brazos extendidos.

-¡Bill!-dijo abrazando al mayor efusivamente, Jamie advirtió que este no parecía muy feliz con el desplante.-¡No puedo creerlo! ¡Han pasado años! ¡Estás igual!

-Tú también-dijo Bill forzando una sonrisa. Ese tipo no había cambiado, tan de ruidoso y alegre como siempre.-Necesito una consulta-dijo llendo directo al grano.

-¿Estás bien?-preguntó preocupado.

-No es para mí es para él-dijo señalando a Jamie. Este le sonrió al hombre, algo cohibido.

-¿Tu hijo?-preguntó curioso.-No se parecen en nada.

-Porque no es mi hijo, está enfermo ¿puedes echarle un vistazo?-preguntó cortante.

-Claro, claro-dijo sonriente.-Pasen a la consulta.

Entraron a una espaciosa consulta donde el doctor le preguntó a Jamie sus síntomas, Jamie le explicó que había estado vomitando pero se guardó lo de los pezones, probablemente no era nada, y resultaba demasiado vergonzoso. Decidió hacerle un exámen de sangre y le dijo a Bill que aceleraría las cosas para que estuviera listo en un par de horas y no tuvieran que volver otro día. A Jamie nunca lo habían pinchado pero dolió mucho menos de lo que había imaginado. Le intrigaba la familiaridad con la que el médico trataba a Bill y, mientras el doctor escribía los datos de Jamie, se decidió a preguntar.

-¿De dónde se conocen?

-Bill y yo fuimos juntos a…-empezó a decir el médico pero vio como Bill, detrás de Jamie, le hacía señas para que se callara.

-Hice unas reparaciones en su casa hace algunos años-dijo Bill.

Jamie los miró confundido, era obvio que eso no era lo que el médico iba a decir, pero sabía que ambos podían seguir mintiendole hasta hartarse así que no insistió. Terminaron la consulta y bajaron a almorzar en la cafetería del hospital donde Bill insistió que Jamie comiera un sándwich ya que estaban en público y Jamie seguía teniendo aversión por los cubiertos. Después de eso estuvieron un rato en el ascensor porque Jamie insistía en que quería apretar todos los botones (se ganaron el odio más que justificado de las personas dentro de él) y tras eso se sentaron en la sala de espera del tercer piso por varias horas mientras Jamie se quejaba de que no hubieran traído la baraja de cartas. Cuando el doctor Hamilton reapareció no parecía tan alegre como antes, más bien estaba...cariacontecido.

Bill se preocupó al instante, al parecer era algo mucho más serio de lo que creía, le preguntó al médico cuál era el problema y este insistió en volver a la consulta. Ambos se sentaron en la consulta mientras Bill repasaba mentalmente todas las aflicciones graves que se manifestaban con vómitos: porfiria aguda intermitente, peritonitis, insuficiencia cardiaca, pseudotumor cerebral, meningitis...y la lista seguía y seguía.

-Bien-dijo el médico.-En primer lugar tengo que preguntarles ¿Qué tipo de relación tienen ustedes dos?-vio como Bill lo fulminaba con la mirada.-Necesito saber-precisó el médico con firmeza.

-Somos novios-dijo Jamie.-Estamos enamorados.

-¿A qué viene todo esto?-preguntó el mayor con brusquedad.-¿Puedes decirnos lo que le pasa?

-¿Cuantos años tienes?-le preguntó el médico a Jamie.

-¿¡Qué importa?!-dijo Bill furioso.-¡No es momento para andar juzgandome! ¿Qué mierda tiene?

-Bueno…-dijo el médico aproblemado.-Es que está embarazado.

Jamie abrió la boca para preguntar que cómo era eso posible, pero fue interrumpido por un ruido sordo, èl y el médico se giraron para ver a Bill en el piso, desmayado.

 

Notas finales:

Aquí el nuevo cap, por favor, no quiero parecer desesperada o exigente pero...no es que necesite más reviews, más bien necesito que estos tengan más comentarios sobre que les parece la historia, que les gusta y que no, y por que...criticas construcitvas y destructivas. Se los pido porque quiero mejorar como escritora y necesito que me señalen mis virtudes y, sobre todo, mis falencias.

Bueno, el bebé ha llegado...juguemos a algo ¿Cual piensan que quiere tenerlo y cual no? Si se asniman me dicen el por qué. El que le achunte decide la poscición para el prox. lemon ¿Qué les parece?

Muchas gracias...espero no haber sido muy descarada. Y por favor sigan leyendo, quedan muchos capítulos :)


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