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En la puta vida... por eggy33

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Bill salió tambaleándose del bar, eran la cuatro de la mañana y Lou solía echar a los borrachos a esa hora. Se subió al auto y se pasó las manos por la cara en un intento de despabilarse un poco. No solía conducir borracho pero aquella noche ya no le importaba demasiado. Mientras conducía recordó la primera vez que le habían dicho que iba a tener un bebé, lo emocionado y feliz que se había sentido...y como habían terminado siendo las cosas. Por mucho que el rubio llorara y le suplicara Bill seguiría negándose rotundamente, era por el bien de Jamie y por su propia salud mental. Sabía que el rubio terminaría haciéndole caso, aunque solo fuera por el miedo de que lo echara a la calle.

Cuando llegó a la casa no tardó en darse cuenta que estaba vacía, Jamie no estaba en la cama, ni en el baño ni en el sofá, terminó encontrando la nota en la mesa de la cocina, se dio cuenta de que la letra del rubio era aún más temblorosa de lo usual.

Esperó sentir una oleada de pánico y tristeza apoderándose de él, pero esta no llegó. Lo único que sentía era alivio, desde su discusión con Jamie en el auto había tenido el deseo inconsciente de que él y el bebé desaparecieran, había hasta llegado a desear nunca haberse acercado al rubio en primer lugar. Jamie había llegado como un pequeño tifón a su tranquila y monótona vida, y ahora que se había ido no tenía otra cosa que hacer además de vivir com lo había hecho por años, sin más compañía que la suya.

Esa noche durmió plácidamente y a la mañana siguiente, aprovechando que era sábado, se dedicó a revisar su auto y ver la televisión. Sin embargo por la noche no lograba conciliar el sueño, a cada rato extendía los brazos hacia el otro lado de la cama en busca del pequeño cuerpo del rubio solo para encontrar aquel lugar hueco y vacío. La noche no era tan fría como las anteriores, pero Bill sentía que se congelaba sin el calor corporal de Jamie. Terminó bajando las escaleras y abriendo una botella de whisky, dispuesto  emborracharse de nuevo.

Al día siguiente le dolía la cabeza por la resaca y sentía un nudo en su estómago, no podía dejar de pensar en Jamie, en su suave cabello de un rubio clarísimo, su radiante sonrisa, su risa rasposa, sus delicadas manos, sus pequeños pies, su mirada distraída durante sus lecciones, la forma en la que sus ojos grises brillaban cuando lloraba...No lograba sacarlo de su cabeza y no podía dejar de preguntarse adónde habría ido, si tenía un techo sobre su cabeza o algo para comer, si se había quedado en Hammond o si habría huido lejos, quizás a alguna ciudad.

Por la tarde el dolor de estómago era mucho peor, Bill conocía ese dolor, era el dolor de la culpa y lo estaba consumiendo. Salió de la granja decidido y se dirigió a la casucha donde Jamie había vivido con Lars, era el único lugar donde se le ocurría buscarlo. No sabía qué iba a decirle, solo sabía que tenía que lograr que volviera, que la vida le resultaba vacía y gris sin él a su lado. No quería tener a ese bebé, la posibilidad lo aterraba, pero quizás si era más amable y se tomaba su tiempo lograría hacer que el rubio accediera al aborto y volviera con él.

Pero encontró la casa hecha con placas de hojalata completamente vacía, lo único que quedaba en ella era una vieja caja que nadie se había molestado en robar. Bill la abrió, se encontró con ropita de bebé demasiado vieja apolillada para que alguien la quisiera, algunos dibujos muy infantiles de gallos, perros, pajaros y flores. Bill se dio cuenta que todos estaban hecho con tres colores: azul, verde y amarillo, supuso que eran los únicos colores que Jamie tenía. Lo último que encontró era la fotografía doblada en el fondo de la caja, en ella había una mujer rubia muy hermosa de rostro cansado pero exultante sosteniendo un bebé diminuto. Eran Jamie y su madre. Bill examinó la foto, la madre parecía más una niña que una mujer, se notaba que su cansancio no era únicamente producto del reciente parto sino algo mucho más profundamente arraigado. Pero en la expresión que tenía al mirar al bebé no había arrepentimiento alguno, solo adoración. Quizás luego de aquella fotografía todo había comenzado a ir en picada y la vida había terminado mermando aquella adoración hasta que el amor a su hijo empalideció ante su deseo de morir. Pero sabía que Jamie era más fuerte que ella, y que por mucho que él perdiera los nervios nunca sería tan detestable como Lars. Sabía que le debía al rubio la oportunidad de intentarlo. La oportunidad de recrear y superar una infancia destrozada, de ser feliz.

 

*******************************



Randy observó como Jamie mordisqueaba su tostada al otro lado de la mesa, lo hacía sin ganas, apenas había comido en todo el fin de semana. Su madre, Dolly, le había dicho que el bebé necesitaba mucha comida, pero el apetito del rubio no había mejorado, estaba pálido y ojeroso y aunque intentaba mostrarse alegre, de vez en cuando una expresión de tristeza y  desamparo cruzaba su rostro, a Randy le rompía el corazón.

Jamie lloraba todas las noches, siempre esperaba hasta que creía que Randy se había quedado dormido, pero Randy podía escuchar su desconsolado llanto y los sollozos ahogados en las mantas. No se atrevía a consolarlo, exceptuando la noche en la que había llegado, Jamie nunca se había puesto a llorar frente a  él y Randy entendía que el rubio no quería que lo viera así.

En ese breve fin de semana Randy se había dado cuenta de que quería a Jamie, adoraba cuando bajaba a desayunar con el rostro somnoliento y el cabello revuelto, como picoteaba su comida con expresión nostálgica, la forma en la que se reía a carcajadas cuando veían algo divertido en la tele, su sonrisa cordial y algo forzada cuando ayudaba a Dolly en el almacén y sobre todo, adoraba su mirada perdida y su sonrisa plácida cuando tocaba su vientre.

Ese día después de la escuela iba a decirle a Jamie que no tenía que buscar otro lugar para vivir, que podía quedarse con él para siempre. Había decidido ayudarle a cuidar del niño, había algo en Jamie que hacía que quisiese protegerlo, abrazarlo, y hacerle otras cosas...Si lograba ir a la universidad el próximo año le pediría matrimonio y lo llevaría con él, quizás Jamie no aceptara sus sentimientos en seguida pero él sería paciente, no le importaba si pasaban años hasta que le dejara tocarle. Esperaría. Estaba dispuesto a partirse el lomo para darles a Jamie y a su hijo la mejor vida posible. Y puede que con el tiempo Jamie dejara de llorar por las noches, y quizás llegaría el día en que dejaría que Randy lo poseyera, y entonces tendría a sus hijos...y serían felices, más felices que nadie.

Su madre interrumpió sus pensamientos para decirle que se apurara en terminar el desayuno. Cuando terminaron, Jamie dejando más de la mitad de la comida en el plato, se pusieron en marcha a la escuela. Cuando llegaron el rostro del rubio se iluminó al ver a Bill frente al edificio, apoyado en su camioneta. Randy sintió que el corazón se le rompía al ver como Jamie se echaba a correr hacía el moreno y se lanzaba a sus brazos, vio como Bill lo abrazaba breve pero intensamente para luego hacerle una seña para que se subiera al auto. Randy se quedó donde estaba sin dejar de observarlos mientras todos sus sueños y esperanzas comenzaban a difuminarse.

-¿Dónde has estado?-preguntó Bill con voz preocupada una vez que estuvieron sentados en el auto.

-En casa de Randy-respondió Jamie ansioso, estaba tan feliz de ver a Bill y de que este lo hubiera abrazado. Pero tenía miedo de que volvieran a discutir.

-¿Es uno de los chicos de esa pandilla?-preguntó Bill con el rostro serio.

-No, es un buen chico-dijo Jamie.-Su familia es muy amable, me trataron muy bien.

-¿Por qué te fuiste?-preguntó Bill mientras su expresión se entristecía.

-Me dijiste que tenía que elegir entre el bebé y tu, y yo no puedo deshacerme del bebé-murmuró Jamie. Bill encendió un cigarrillo y dejó salir el aire en un suspiro.

-Jamie ¿Entiendes lo que significa tener un bebé?-dijo Bill en tono paciente.-Significa que te costará el doble, no, el triple, terminar la escuela. Significa que tu vida va a cambiar para siempre, que ya no podrás volver a hacer lo que quieres porque siempre tendrás que poner al niño en primer lugar.. Significa que no podrás seguir jugado al hockey, ni salir con tus amigos. Además tu cuerpo cambiará y si te arrepientes a la mitad del embarazo no habrá nada que puedas hacer al respecto. Además los donceles no pueden tener partos naturales porque casi siempre terminan muriendo, significa que van a tener que hacerte una cesárea, eso es cirugía, y tiene sus riesgos. Podrías morir ¿Lo entiendes?

Bill lo miraba lleno de intensidad, al principio el rubio creyó que había vuelto a enojarse pero al escrutar su expresión se dio cuenta de que estaba cargada de ansiedad y preocupación. Bill no estaba molesto, estaba aterrado. Temía por Jamie, por su salud y su felicidad, Bill lo quería.

-Quiero tener al bebé porque es nuestro, es algo que nació de nuestro amor. Yo ya lo amo-dijo Jamie con voz suave pero decidida.

-¿Sabes que los donceles siempre están ovulando?-preguntó Bill con voz sombría.

-¿Qué significa eso?-preguntó Jamie confundido, no tenía ni idea de lo que significaba ovular.

-Quiere decir que son ridículamente fértiles, que a diferencia de las mujeres su cuerpo siempre está listo para tener a un bebé. Suelen quedarse embarazados tras la primera vez que tienen sexo ¿Recuerdas la primera vez que lo hicimos? ¿Te  pareció que hubo mucho amor en eso?-Jamie lo miró impactado, nunca hablaban de aquella primera vez, no pudo evitar recordar el miedo, el dolor y su desesperación. Sintió ganas de echarse a llorar pero se contuvo.

-Lo hiciste porque me querías…-dijo Jamie con voz temblorosa.

-No, Jamie. Lo hice porque soy un bastardo egoísta que no supo controlarse-dijo Bill con el rostro crispado por la culpa.-Te hice algo horrible en contra de tu voluntad, te dejé embarazado en contra de tu voluntad...No quiero que arruines tu vida por algo tan horrible. No es justo, este no es el bebé correcto ni el momento correcto. Puedes tener otro en unos años, te lo prometo, lo que tienes dentro ni siquiera puede ser considerado un bebé, apenas tiene el tamaño de una aceituna….

-Quiero a este bebé-dijo Jamie decidido.-No importa cómo me lo hiciste, es nuestro y voy a tenerlo. Y si no estás de acuerdo entonces no tenemos nada que hablar-dijo Jamie con resolución mientras se disponía a salir del auto.

-Espera-dijo Bill agarrandolo del brazo.-Jamie, no puedo vivir sin ti. Lo intenté, pero me resulta espantoso no tenerte conmigo. Si de verdad es lo que quieres puedes tener al bebé, intentaré no ser tan mal padre-la voz de Bill se había tornado suplicante.-Solo no me dejes.

-¿Puedo tener al bebé?-preguntó Jamie incrédulo. Bill asintió con la cabeza.-¿En serio?-Bill volvió a asentir. El rostro de Jamie se iluminó con una enorme sonrisa mientras levantaba los brazos y soltaba un grito de júbilo.

Quizás fue porque había temido perderlo, o por todas las veces que se había contenido para no echarsele encima, o puede que fuera lo lindo que se veía así, tan feliz que no sabía qué hacer consigo mismo. Fuera lo que fuera Bill no pudo controlarse y lo besó, un beso apasionado dominante que el rubio correspondió con entusiasmo. Mientras las lenguas se enredaban Bill tendió al menor en el asiento poniendo su enorme cuerpo sobre él, una de sus manos se coló debajo de la camiseta deleitándose con el tacto de la delicada y blanca piel hasta llegar a uno de sus pezones el cual acarició y pellizcó con suavidad. Jamie gimió de placer rompiendo el beso, estaba tan feliz, Bill lo quería, iban a tener un hijo juntos y ahora lo estaba tocando como no lo hacía hace días.  Bill pasó sus ásperos dedos por el blanco cuello y Jamie echó la cabeza hacia atrás exponiéndolo, ofreciéndoselo. Jadeó de placer al sentir los dientes del mayor hundiéndose en su cuello con fuerza, traspasando su piel. Mientra el mayor bebía su sangre Jamie extendió los brazos hacia la entrepierna del moreno, abriendo los botones de sus jeans...El timbre de la escuela sacó a Bill de su estado febril, recordándole donde estaban. Se apartó suavemente de Jamie el cual pusó un adorable puchero.

-Tienes que ir a clase-dijo Bill luchado por comportarse como el adulto responsable que se suponía que era.

-Olvídate de las clases, vamos a casa-dijo Jamie mientras acariciaba el cabello del mayor de forma juguetona.-Puedes hacerme lo que quieras.

-Podemos divertirnos por la noche, ahora tienes que ir a clases-dijo Bill con voz firme intentando controlar las pasiones que la sonrisa seductora del rubio había despertado.-Por cierto, hay un par de cosas que tienes que dejar de hacer ahora que estás embarazado: nada de peleas, nada de hockey…

-¡Pero no puedo abandonar al equipo!-se quejó Jamie interrumpiendolo.

-Puedes ir a las prácticas y ayudar con la estrategia, pero no puedes jugar. Es demasiado peligroso-dijo Bill con aquel tono que no admitía réplicas. Jamie asintió resignado.-Y nada de alcohol ni cigarrillos.

-¡Todas las embarazadas fuman!-protestó Jamie, y era cierto.

-Es verdad que aún no hay pruebas de que fumar le haga daño al feto, pero todo ese alquitrán y nicotina no pueden ser buenos-dijo Bill con convicción.-No más cigarrillos, yo también dejaré de fumar en casa, para que no te tientes.

-Está bien-gruñó Jamie mientras abría la puerta del auto.

-Y una cosa más-dijo Bill, el rubio se volteó preguntándose qué otra cosa iba a prohibirle.-Te quiero.

Jamie se sonrojo mientras  una sonrisa encantadora inundaba su cara. Se giró para darle un suave y cariñoso beso a Bill. Al salir del auto estaba tan feliz que le dieron ganas de dar saltitos, cosa que por supuesto no hizo, embarazado o no tenía una reputación que mantener. Se encontró con Randy quien lo esperaba con expresión contrariada.

-¿Estás bien?-preguntó ansioso.

-Dice que puedo tener al bebé-dijo Jamie emocionado, sus ojos brillaban.-Voy a volver a casa.

-Jamie no tienes que volver si no quieres, puedes quedarte conmigo el tiempo que quieras-dijo Randy desesperado.-¿El te amenazó o algo…?

-¡Claro que no!-saltó Jamie.-Por supuesto que quiero volver, quiero estar con Bill, yo lo quiero.

-¿Te hizo daño?-preguntó Randy.

-¡¿Se puede saber qué te pasa?!-preguntó Jamie escandalizado.-¡Bill nunca me haría daño!

-Pero estás sangrando…-dijo Randy preocupado mientras señalaba la profunda mordida del cuello. Jamie se llevó la mano a la herida y examinó los dedos manchados con sangre.

-No es nada-dijo alegremente.-Solo se emocionó un poco, vamos a clases-dijo mientras se dirigía a la escuela, Randy lo siguió mientras sentía que su corazón se trizaba.



*********************************



Ese mismo día, antes de la práctica, mientras todos se ponían los uniformes Jamie se decidió a hablar. Era inútil mantener el embarazo en secreto, además de que tenía que explicarle al equipo porque no iba a seguir jugando.

-Necesito hablar con ustedes-anunció con el rostro serio. Todos se giraron a mirarlo.-No voy a poder seguir jugando…-todos comenzaron a emitir protestas.

-¿Por qué?-saltó Steve frustrado.-¿Acaso Bill te dijo que lo dejaras?

-Bueno...sí, pero…-no pudo seguir, todos se quejaban a la vez, excepto Randy que lo miraba preocupado.

-¡Ese tipo no tiene derecho a decidir si juegas o no!-dijo Torbay furioso. A Jamie le sorprendió que estuviera tan indignado con su partida.

-¿Qué? ¿Acaso no quiere que su mujercita se raspe en el hielo?-le molestó Steve burlón.

-¡CALLENSE!-gritó Jamie harto de todo aquello.-No puedo jugar porque estoy embarazado. Podría ser peligroso para el bebé.

-¿¡Eres un doncel?!-preguntaron varios a la vez.

-Sí-dijo Jamie, no podía evitar sentirse divertido ante la cara de estupefacción de los chicos.-Yo también me acabo de enterar.

-¿Es mío?-preguntó Steve abriendo mucho los ojos. Randy sintió como una oleada de celos lo golpeaba ¿Jamie se había acostado con aquel tipo? ¿Ese imbécil?

-¡Claro que no!-zanjó Jamie enérgicamente.-El bebé ya tiene seis semanas. Haz las cuentas.

-¿Es de Randy?-preguntó Steve malicioso al ver como el capitán lo fulminaba con la mirada.

-¡Es de Bill!-dijo Jamie impacientándose.

-¿En serio hay algo ahí dentro?-dijo Steve acercandose a Jamie y hundiendo su dedo en el suave vientre. Randy dio un paso adelante para apartarlo pero Jamie le hizo un gesto con la mano restándole importancia.-No se nota para nada.

-Bill dice que es del tamaño de una aceituna-dijo Jamie esbozando una sonrisa radiante.-No se nota, pero está ahí.

-¡Es genial!-dijo Steve con los ojos brillantes.-¡Felicitaciones!

Tras decir esto todos se acercaron a felicitarle, incluso Torbay y sus lacayos. Jamie se sentía feliz había temido que empezaran a mirarlo como un fenómeno, al fin y al cabo los donceles eran algo más que inusual. Pero todos parecían felices por él y lo trataban como siempre.

-¿Estás seguro que no puedes jugar?-preguntó Jim cuando todos se calmaron.-Aunque sea por los primeros meses.

-No puedo, un mal golpe y puedo perder al bebé-dijo Jamie poniéndose serio.-Pero Bill dice que puedo seguir ayudando con los entrenamientos y las estrategias siempre y cuando no toque el hielo.

Todos parecieron conformarse con esa respuesta y se dirigieron a la pista. Esa práctica Jamie la pasó sentado en las gradas pero no se aburrió. Era más fácil ver cómo cada uno jugaba desde la distancia, y podía dar mejores direcciones desde allí. Se divirtió bastante aunque extrañaba patinar, la velocidad, la adrenalina...pero estaba dispuesto a sacrificar eso por el bebé, estaba dispuesto a sacrificar cualquier cosa.

Cuando terminaron, Jamie se quedó conversando con Lou, el guardametas, dándole algunos consejos sobre su juego. Le explicó que siempre era buena idea seguir la mirada del jugador antes de lanzar el puck para tener una idea de hacia dónde apuntaría. Cuando terminaron de hablar salió de la escuela listo para volver a casa. En la salida se encontró con el mustang de Jeff, él y Steve estaban fumando y charlando apoyados en el capó.

-¡Eh, Jamie!-lo llamó Jeff a gritos.-¿Es verdad que estás preñado?

-¿Es verdad que solo tienes un testículo?-le preguntó Jamie con sarcasmo. Jeff y Steve se miraron antes de romper en carcajadas.

-Ven, te llevo a casa-le dijo Jeff alegremente mientras señalaba el auto. Jamie titubeó, Bill le había dicho que se alejara de ellos.

-Prefiero caminar-dijo dándole la espalda.

-¿Estás seguro?-preguntó Jeff poniendo rostro serio.-He escuchado que si las embarazadas caminan mucho el bebé termina cayéndose.

-¿¡En serio?!-dijo Jamie preocupado volteandose.

-Muy en serio-dijo Jeff con decisión.-Ahora deja de ser un estirado y sube al auto.

Jamie obedeció, no quería que su bebé se cayera. Jeff se despidió de Steve, puso el auto en marcha y se puso a conducir tan rápido como siempre. Jamie se dedicó a mirar por la ventana preguntándose si Jeff sería capaz de ofrecerle uno de sus “trabajos” a un embarazado.

-Lamento que no puedas unirte a la pandilla-dijo Jeff.-Pero es obvio que con un crío dentro no vas a ser de mucha utilidad.

-No me digas, estoy destrozado-soltó Jamie con un tono cargado de sarcasmo.

-Oye no te pongas así-dijo Jeff divertido.-Deberías comenzar a comportarte como un doncel.

-¿Y se puede saber como se comporta un doncel?-preguntó Jamie más curioso que molesto.

-Ya sabes, todo dulce y recatado. Todo sonrisas y sumisión-dijo Jeff encogiéndose de hombros.-Si te portas como un tío maldiciendo y sublevandote Bill no va a querer casarse contigo.

-Pudrete-gruño Jamie, pero en su fuero interno comenzó a cuestionarse lo que Jeff le decía. Al fin y al cabo un doncel y una mujer eran lo mismo, socialmente hablando. Quizás debía intentar ser un poco más femenino. Jeff encendió un cigarrillo y le tendió la cajetilla, Jamie dudó pero todas las embarazadas fumaban, y mientras Bill no se enterara todo estaría bien. Jeff paró el auto frente a la granja y se volteó hacía el rubio.

-Escucha Jamie, sé que no puedes ser parte de la pandilla pero quiero que pienses en mí como un amigo. Cualquier cosa que necesites solo tienes que pedírmelo.-dijo en tono serio mientras garabateaba su número en un papel y se lo tendía al menor.

-¿Y se puede saber qué mierda voy a necesitar yo de ti?-le dijo Jamie sin aceptar el papel.

-¿Bill...él te trata bien?-preguntó Jeff, en su rostro no se veía rastro de burla, más bien parecía honestamente preocupado.

-Claro que me trata bien, es el hombre más bueno que conozco-dijo Jamie con convicción.

-¿Te golpea?-insistió Jeff.

-¡Por supuesto que no!-dijo Jamie exasperado, dio una larga calada a su cigarrillo antes de hablar.-¿Por qué mierda me estás preguntando esto?

-Tienes una herida bastante fea en el cuello-dijo Jeff algo cohibido.-Parece una mordida.

-¿Esto?-dijo Jamie llevándose la mano a la mordida amoratada cubierta de sangre seca.-Oye admito que Bill puede ser un poco bruto, pero te mentiría si te dijera que no me gusta.

Jeff se quedó obnubilado ante la sonrisa seductora que esbozó Jamie ¿Siempre había sido así de sexy? ¿El estar embarazado lo había hecho más atractivo? Abrió la boca para decir algo ingenioso cuando fueron interrumpidos por el sonido de la puerta de la casa abriéndose de golpe. Ambos vieron como Bill salía y se acercaba con una expresión todo menos amistosa. Jamie se apresuró a apagar el cigarrillo en el cenicero del auto pero sabía que el moreno ya se había dado cuenta. Bill se apoyó en la ventanilla abierta y fulminó a Jeff con la mirada.

-¿Eres Steve?-preguntó con voz grave.

-No, me llamo Jeff-dijo el chico algo nervioso extendiendo su mano la cual Bill no se molestó en estrechar.

-¿Estás en esa jodida pandilla?-Jeff apartó la mirada y guardó silencio.-Un crío como tú no tiene un auto como este sin haber hecho un par de cosas cuestionables para conseguirlo.

-Solo estaba trayendo a Jamie a casa, no quiero problemas-dijo Jeff comenzando a enfadarse.

-Sal del auto-le dijo Bill a Jamie mientras abría la puerta, el menor obedeció al instante. Bill volvió a cerrar la puerta de golpe y a inclinarse a través de la ventanilla.-Escúchame bien, si tú o Steve o cualquiera de tus amigos macarras siguen molestando a Jamie me encargaré de castrarlos uno por uno. No quiero que te acerques ni a él ni a mi hijo ¿Entendido?-Jeff asintió frenéticamente con la cabeza ante el tono amenazante del mayor.-Ahora lárgate.

Bill se incorporó y vio satisfecho como el auto salía pitando por la carretera. Se giró listo para echarle la bronca al menor pero quedó confundido ante la enorme sonrisa que tenía plasmada en la cara.

-¿Qué te pasa?-preguntó Bill desconcertado.

-Lo llamaste “tu hijo”-dijo Jamie sin dejar de sonreír.

-¿Y eso qué?

-Nunca lo habías llamado así, siempre era el niño, el bebé...o el feto-dijo esto último haciendo una mueca.-Pero ahora lo llamaste tu hijo.

-Bueno, es lo que es-dijo Bill algo cohibido. De pronto recordó que estaba molesto.-¿Por qué te subiste al auto con él? Te dije que te alejaras de esa gente.

-Me dijo que si caminaba mucho el bebé se caería-dijo Jamie con ingenuidad.

-Jamie eso es ridículo. El bebé no se va a caer, tienes que dejar de creerte todo lo que te dicen-le regañó Bill. El menor bajó los ojos avergonzado.-Ven, entra en la casa, tengo algo para ti.

Ambos entraron en la granja y Bill le señaló la mesa del comedor donde habían tres libros esperándolo. Jamie no pudo ocultar su desilusión.

-¿Más libros?-preguntó desganado.

-Creeme los necesitas, son libros sobre embarazo. Por lo que veo no sabes nada del asunto.-dijo Bill tranquilamente mientras se sentaba y le hacía un gesto al menor para que hiciera lo mismo.-Mira, este es para que sepas lo que puedes o no puedes hacer, ya sabes, qué comer y esas cosas. Este te explica como se va formando el bebé dentro tuyo. Y este es para que aprendas a cuidar del bebé cuando este llegue, ya sabes, cómo hacerlo dormir, darle de mamar…

-¿¡Me van a salir tetas?-saltó Jamie consternado.

-No exactamente, tu pecho apenas se va a hinchar. Los hijos de los donceles apenas necesitan leche materna, solo vas a producir un poco los primeros días. De esa forma complementas su sistema inmune. El resto del tiempo tomará fórmula o leche normal-le explicó Bill pacientemente.-Los hijos de los donceles no son tan dependientes y crecen más rápido, por esto en la antigüedad creían que los hijos de donceles eran guerreros naturales.

-¿Eso es cierto?-preguntó Jamie fascinado.

-No lo creo, no es más que una superstición. Pero por cosas como esas y el hecho de que los donceles sean muy escasos, resultaban bienes muy codiciados-dijo Bill poniendo el tono que usaba cuando le daba lecciones.-Por lo general eran concubinas muy preciadas para hombres poderosos. Por eso también hubieron varios donceles que, pese a ser plebeyos o pertenecer a la baja nobleza, terminaron siendo reinas. Hasta el día de hoy los donceles son considerados un símbolo de estatus, es como tener un cadillac.

-Osea que te sacaste la lotería conmigo-dijo Jamie juguetón.

-Jamie a mi me gustas tú-dijo Bill con tono serio.-No me importa cómo el resto de la gente te valore, a mi me gustas porque eres Jamie, eso es todo.

Jamie se emocionó ante aquellas palabras. Se levantó de la silla y se sentó sugerentemente sobre las piernas del mayor llenándolo de besos. Bill lo apartó suavemente mientras le ponía uno de los libros en la cara.

-Tenemos mucho que estudiar-le dijo con firmeza.

-¿No tienes ganas de conducir tu cadillac?-preguntó Jamie.

-Eres pésimo seduciendo-le dijo Bill arqueando las cejas.

-¿En serio?-dijo Jamie malicioso. mientras tomaba la mano de Bill y lamía sus dedos sensualmente.-¿Entonces cómo es que siempre termino encendiendote?

Bill sintió como su autocontrol se derretía como la mantequilla, con un rápido movimiento se echó a Jamie sobre el hombro y lo lanzó al sofá, demasiado ansioso como para llevarlo a la cama.

-No lo hacemos hace días-le dijo Bill mientras le sacaba la camiseta.-No sé si pueda controlarme.

-Nadie te pide que te controles-dijo Jamie con una sonrisa lujuriosa. Bill lo besó con fuerza, mordisqueando sus labios y comenzando una batalla de lenguas que no tardó en ganar. Agarró a Jamie del cabello echando su cabeza hacia atrás y exponiendo el cuello el cual llenó de profundos besos y chupetones, Jamie se dedicaba a jadear suavemente mientras enredaba sus dedos en los cabellos del mayor. Abrió sus largas piernas para que el moreno se posicionara entre ellas y sintió como su excitación crecía al sentir la dura erección de Bill contra su vientre. El mayor sacó su rostro del cuello y comenzó a llenar de besos y pequeñas mordidas el pecho y el vientre hasta llegar a los jeans del menor de los cuales se deshizo con impaciencia junto a la ropa interior dejando el delicioso cuerpo del rubio al descubierto ¿Cómo no se había dado cuenta que era un doncel? Aquel cuerpo pequeño y curvilíneo parecía hecho para tentar a los hombres.

Tomó la erección del menor en su boca succionando la punta, pasando lentamente la lengua por la base, acariciando delicadamente los testículos. Deleitándose por los sonoros gemidos que Jamie soltaba sin pudor alguno. Comenzó a mastubarle lenta pero firmemente mientras hundía la cara entre los muslos de Jamie hasta dar con su pequeña entrada, la delineó lentamente con la lengua, mientras sentía los pequeños espasmos en las piernas de rubio. metió la lengua lentamente, simulando suaves penetraciones, los gemidos se hacían cada vez más deliciosos. Se separó un poco para continuar la felación alojando el pequeño miembro en su garganta mientras extendía su mano al rostro del rubio el cual entendió en seguida y beso y lamió sus dedos con entusiasmo, lubricandolos. Bill aumentó la succión del miembro mientras llevaba la mano entre las piernas de Jamie y hundía el primer dedo en su entrada ganándose un respingo adorable, hundió el miembro por completo en su boca mientras metía el segundo dedo con cuidado.

-Bill...no hagas...las dos cosas al mismo…¡Ah!...tiempo-dijo Jamie con dificultad mientras sentía su miembro apresado y los dígitos del moreno moviéndose enloquecedoramente dentro suyo.

-Puedes correrte cuando quieras-dijo Bill sonriente para luego volver encargarse del miembro a la vez que agregaba el tercer dedo. Aquello fue demasiado para el rubio que se corrió de golpe en la boca de Bill dejando caer las piernas laxas a los lados de la cabeza del mayor.-Oye no te mueras-dijo burlón mientras Jamie, jadeante y sonrojado, intentaba recuperarse de aquel orgasmo repentino.

Jamie extendió los brazos atrayendo el rostro de Bill hacía el suyo comenzando un lento y perezoso beso donde las lenguas se acariciaban sin prisa. Sintió como las manos del moreno recorrían su cintura y sus caderas para luego colarse bajo su cuerpo y agarrar el redondo trasero de forma posesiva. Jamie ronroneó en el beso mientras su miembro volvía a endurecerse.

-¿Estás listo?-preguntó Bill mientras llevaba su mano al delicado rostro del rubio. Este sonrió y lamió su pulgar de forma sugerente, sin apartar sus hermosos ojos grises de los suyos.

Bill abrió sus jeans y los bajó hasta medio muslo, demasiado excitado como para desnudarse del todo, sacó su grueso miembro y lo llevó a la pequeña y húmeda entrada del rubio que parecía temblar levemente, con anticipación. Entró lentamente, dándole tiempo al menor para acostumbrarse, este estaba con los ojos fuertemente cerrados mientras una lágrima se escapaba de su ojo derecho. Sí, no importaba cuantas veces lo hicieran, Jamie siempre sentía que iba a romperse mientras el miembro de Bill lo llenaba, ninguna preparación era suficiente. Pero aquello no importaba, aquel dolor sordo siempre terminaba convirtiéndose en un placer abrazador que se extendía por todos su cuerpo oprimiendo su pecho y derritiendo sus pelvis.

Cuando estuvo completamente dentro Bill se inclinó atrapando los labios en un beso cariñoso, esperando pacientemente a que el rubio se acostumbrara. El beso lo distrajo del dolor y no tardó en mover las caderas suavemente indicándole al mayor que podía seguir. Bill comenzó con unas estocadas lentas pero profundas haciendo que Jamie le clavara las uñas en la espalda, a través de la  camiseta, la cual no tardó en desgarrarse bajó la presión de los arañazos de Jamie, las embestidas se hicieron cada vez más rápidas y poderosas, Bill agarró con fuerza las caderas elevandolas en un ángulo más placentero. Jamie gimió con fuerza mientras sentía que su interior se volvía un caos húmedo y caliente con cada intromisión del enorme miembro de Bill. Abrió los ojos para encontrarse con la intensa mirada del moreno. El rubio sentía que su pecho iba a explotar de pura felicidad, Bill lo quería, lo quería lo suficiente para tener un bebé con él...y también lo deseaba, Jamie no pudo evitar sonreír entre sus gemidos al pensar que era el único que conocía ese lado del usualmente apático Bill, esa mirada intensa plagada de sentimientos, los quedos gruñidos que soltaba cuando se hundía en su cuerpo, lo dominantes y apasionados que eran sus besos.

-Jamie-dijo Bill con la voz ronca por el placer. Y el solo escuchar su nombre pronunciado por esa voz embelesada cargada de deseo fue suficiente para que el menor se corriera violentamente por segunda vez. Bill siguió hundiéndose en él, poseyendolo con fuerza, inclinándose sobre él para morder su cuello y hombros hasta correrse con una estocada final en lo más profundo de su interior.

Bil salió lentamente del cuerpo del menor y se dejó caer sentado junto a él. Lo tomó con fuerza del brazo haciéndolo sentarse entre sus piernas, pegando la delicada espalda contra su fuerte pecho. Se dedicó  mordisquear una de sus pequeñas orejas mientras el rubio se recuperaba. Jamie se dejó hacer mientras intentaba normalizar el ritmo de su respiración, la lengua y lo dientes de Bill en su oreja le provocaban agradables cosquillas. No tardó en sentir como la erección del mayor comenzaba a formarse contra su espalda. Bill llevó sus manos a lo rosados pezones acariciandolos suavemente.

-No toques ahí…-murmuró Jamie encogiéndose.

-¿Por qué?-preguntó el moreno extrañado, el rubio nunca se había quejado de que lo acariciara en esa zona.

-Están más sensibles...se siente raro-dijo Jamie poniéndose rojo. Bill sonrió maliciosamente mientras comenzaba a pellizcarlos suavemente, apenas presionandolos haciendo que Jamie gimiera por lo bajo. Los delineó suavemente con los dedos antes de frotar las puntas haciendo los gemidos del rubio más audibles, podía ver perfectamente como la erección del menor revivía. Tiró de ellos sorpresivamente haciendo a Jamie gemir con fuerza mientras su miembro de humedecía por el liquido preseminal.

-¿Vas a correrte solo con tus pezones?-preguntó Bill burlón.

-No quiero correrme solo-dijo Jamie poniéndose sorpresivamente serio.-Quiero que tú también te sientas bien.

Bill no pudo aguantar más ante aquella frase, tan dulce y honesta y a la vez tan erótica. Alzó las caderas del rubio con facilidad y volvió a colocar su miembro contra la entrada de la cual se derramaba su semen, aún tibio. Entró de una sola estocada haciendo al rubio chillar por la mezcla de dolor y placer, lo embistió con profundidad haciendo que el cuerpo del menor temblara con cada golpe en sus entrañas. Apartó el fino cabello rubio de su nuca y hundió los dientes con fuerza, deleitándose con lo fácil que era desgarrar esa suave piel. Sus manos volvieron a los pezones los cuales pellizcó y tironeó mientras sentía como las paredes interiores del rubio se contraían ante el estímulo, apresando su miembro, succionandolo.

Jamie giró el rostro para encontrarse con el del mayor y abrió sus labios con expectación, exigiéndole un beso con la mirada. Bill no se hizo de rogar, unió ambas bocas con delicadeza, recorriendo la pequeña cavidad de Jamie con la lengua, excitándose al sentir el filoso diente roto rozandole el labio. Jamie estaba absolutamente excitado y movía las caderas por su cuenta sintiéndose cada vez más próximo al orgasmo. Bill adivinó cuando Jamie estuvo a punto de correrse y tomó su miembro apretandolo de forma tortuosa y hundiendo el pulgar en su uretra impidiendole llegar al orgasmo.

-Aún no-le susurró al oído.-Juntos.

Jamie asintió extasiado mientras apretaba sus paredes alrededor del duro miembro, acercando a Bill al orgasmo con cada embestida. La habitación se inundó de la mezcla de sonoros gemidos y roncos gruñidos, Bill miró como delicadas gotas de sudor corrían por la nuca de Jamie hasta llegar a su arqueada espalda. Pasó la lengua por la piel saboreando las saladas gotitas mezcladas con la sangre de las mordidas que le había hecho antes haciendo que el interior del rubio lo apretara y se estremeciera aún más. Bill no pudo evitar correrse de nuevo mientras liberaba el miembro del menor el cual se fue abundantemente en su mano.

Esa vez Bill no sacó el miembro, sostuvo el laxo cuerpo del menor cruzando un fuerte brazo por su pecho y se dedicó a llenar de besos, mordidas y chupetones su espalda y hombros. Jamie se dio cuenta de que Bill seguía semi-erecto dentro suyo y que el miembro se estaba poniendo cada vez más duro.

-¿Quieres hacerlo de nuevo?-preguntó Jamie con la voz ronca por todo lo que había gemido.

-Solo si tu quieres…-dijo Bill besando su hombro.

-Solo una vez más-dijo Jamie esbozando una débil sonrisa.

-Ponte en cuatro-ordenó Bill mientras él mismo se incorporaba sobre sus rodillas. Jamie obedeció sosteniendo su cuerpo en sus temblorosos y delgados brazos. Bill agarró sus caderas sin darse cuenta de que utilizaba su fuerza bruta mientras comenzaba a embestir a Jamie con intensidad. El rubio gemía quedamente con su voz afónica mientras Bill lo agarraba de la cintura, presionando la carne con sus dedos con una fuerza demencial mientras chocaba violentamente contra el cuerpo tembloroso del menor. Jamie volvía a estar duro, cada estocada hacía que se le nublara la vista. Sus brazos terminaron cediendo ante el peso de su propio cuerpo dejando caer el torso en el sofá pero procurando mantener las caderas lo más alzadas posibles. Apretó con fuerza el cojín, hundiendo medio rostro en él mientras un hilillo de saliva escapaba de sus perfectos labios. Bill no podía dejar de hundirse en ese blando cuerpo, el interior del rubio estaba cálido y resbaloso, pero seguía apretando su miembro, apresandolo. Intensificó el agarre de su cintura mientras se las arreglaba para llegar cada vez más profundo, tras una estocada especialmente vigorosa sintió como el cuerpo del rubio se tensaba debajo de él, erizandose como un gato. Jamie sintió que alcanzaba uno de los orgasmos más intensos de su vida pero no sintió como si eyaculara. Había tenido un orgasmo en seco. Bill continuó embistiendolo, cada vez más próximo a correrse. Le gustaba aquella posición, le encantaba sentir al rubio completamente dominado por él, ver claramente el sinuoso baile de sus caderas y la forma exquisita en la que su espalda se arqueaba. Dio la estocada final para correrse por tercera vez dentro de su amado rubio. Se quedó mirando su cuerpo sin salir de él, las marcas amoratadas que había dejado la presión de sus dedos en las caderas y la cintura, las profundas mordidas en el cuello, los hombros y la nuca, algunas de las cuales sangraban, la constelación de chupetones en su cuello y espalda...sintió una punzada de culpa, pero el rubio nunca se quejaba, casi parecía disfrutar su brutalidad. No sabía que Jamie encontraba un placer insospechado en arrastrarlo hasta a la locura.

Salió lo más delicadamente posible de su interior y acunó su cuerpo con dulzura, Jamie jadeaba suavemente y tenía la vista nublada pero sonrió cansadamente cuando Bill besó su frente para luego rozar su nariz con la suya.

-Eres una bestia-dijo Jamie una vez que hubo recuperado el aliento. Bill acarició su mejilla con ternura.

-¿Fue demasiado?-preguntó preocupado.

-Bill-dijo Jamie tornándose serio.-Puedes hacerme lo que quieras, solo no me dejes.-clavó su intensa mirada en sus ojos.-Nunca.

-Jamás podría dejarte-dijo Bill con absoluta sinceridad.

Después de un rato de estar abrazados mientras Bill llenaba a Jamie de besos y mimos, el mayor lo tomó en brazos y se levantó sin mayor esfuerzo. Lo llevó escaleras arriba hasta el baño y lo recostó en la bañera mientras la llenaba de agua caliente. Cuando estuvo medio llena se metió junto a él agradeciendo que la bañera fuera bastante espaciosa, tomó una de las esbeltas piernas de Jamie y comenzó a frotarla con la esponja.

-¿Cómo te fue en la escuela?-preguntó el moreno.

-Nada nuevo, teníamos que abrir una jodida rana para biología pero yo la dejé salir-dijo Jamie con una media sonrisa.-No tenía ningún interés en ver lo que tenía dentro.

-¿Y la práctica?-preguntó Bill.-¿Hablaste con el equipo?

-Se lo tomaron bastante bien-dijo Jamie alegre.-Hasta me felicitaron. Son los primeros que me felicitan por mi embarazo.

Bill se sintió culpable, al fin y al cabo él había hecho de todo menos felicitarle. Se inclinó sobre el menor y lo besó cariñosamente para luego susurrar en su oído.

-Escucha, no sé si quiera tener a este niño, ni cómo sentirme respecto a tu embarazo. Solo se que no puedo vivir sin ti, que me haces feliz y me vuelves loco. Solo sé que te amo. Felicitaciones, me atrapaste.

Jamie sintió como sus ojos se llenaban de lágrimas de felicidad pura.

 

Notas finales:

Listo el nuevo cap!

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