Acorralado por la ponzoña que representaba ver a Kyle, salir del apartamento hacía el balcón; con el móvil pegado en la oreja, John se yergue y busca la cocina. Revuelve un poco algunos cajones, y encuentra un antiácido. Que tanta falta le hace. Quizás un poco de pepto; o lo que fuese para calmarse ese retortijón de estómago.
Como si nada estuviese pasando: Kyle busca a John y le haya en la cocina, con un vaso de cristal pulcramente limpio. En su interior un poco de cristalina y pura agua.
Sabiendo cómo hacer hablar a su mejor amigo, y ahora su pareja; Kyle se acerca y coloca ambas manos en la estrecha cintura virginal de su amado. Apartándose un mechón de casi pelirrojo cabello del frente Kyle besa el blanco, estrecho y perfumado cuello a John. Éste al acto se desarma. ¿Cómo estar enfadado con él? ¿Cómo en la vida resistirse a tan especial arma?
—¿Qué ocurre? —ronronea en su oído. Su voz es mucho más tierna que antes.
—Estoy enfadado, ¿qué no lo ves?
—¿Conmigo? —dice con un puchero en los labios y señalándose el con su dedo.
John le dedico una media sonrisa, pues no sabía cómo un hombre tan agraciado y mucho más joven que él; podía llegar a ser así y actuar tan descaradamente. Así de tierno y fogoso, sincero y mentiroso. ¿O era eso lo que tanto le gustaba de Kyle? ¿Eran esos años, de diferencia entre ambos, los que aún le retenían en su estado agónico? ¿Acaso ese no era el problema, que le permitía seguir adelante?
Este era el primer día que compartían juntos, a solas; desde… Este era su primer día como pareja. Y no lo habían logrado desde la víspera de fin de año, de eso ya treinta y un días.
Kyle, que era un poco más desvivido en su existencia, no podía soportar, los incandescentes deseos que le provocaba John. Y no solamente los que sentía ahora que eran pareja, sino todos aquellos que desde pequeños sentía por él. John, tampoco los soportaba. Y no era que no lo hubiesen hecho todos estos años; pero no era lo mismo ver a tu mejor amigo acercarse a cualquier árbol y dejarle una pinta oscura. O verle por equivocación; solamente en calzoncillos y camiseta. A probar su piel, recorrer con una trémula y anhelante boca; todos esos rincones que sólo habías visto. Probar esos carnoso y rosáceos labios. Pasar a través de sus cabellos empapados de sudor, tus manos que ya le habían recorrido toda la piel.
Sintiéndose acorralado. Sin muchas opciones de escapar: John, muy temeroso a lo que pudiese suceder se aparté un poco y dejo a Kyle con su juego infantil.
Kyle enfadándose a su vez, se sentó en una de las periqueras que utilizaba los fines de semana para desayunar. Acto que realizaba luego de sus noches de fiesta, y de la cuales acaba dolido.
—¡¿A dónde vas!? —gritó Kyle a escuchar que la puerta de su apartamento, del doceavo piso, en una zona muy exclusiva de la cuidad; se abría.
Apremiando se irguió y fue en busca de su mejor amigo, de su nuevo amante.