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Búmeran por olgap_k

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Búmeran.

Su relación estaba contaminada, era un amor enfermo y desagradable, lleno de altibajos, dolores de cabeza y un desagrado mutuo que rayaba en lo insano, una relación condenada al fracaso, pero tan adictiva, como una maldita droga que no les dejaba ir, que los había apretado en un abrazo asfixiante que debido a la falta de oxígeno les mataba las neuronas.

Estaban destinados a terminar lastimándose mutuamente, a encontrar placer en el dolor y sufrimiento del otro.

Hyde era un experto en enterrar la mano en el pecho de Tetsu y exprimir su corazón con fuerza, drenándole un poco de amor, debilitando su fortaleza mental, agregando arrugas a su rostro bonito, menguando la sonrisa que se suponía debía estar tatuada en su rostro, ocasionada por todos sus triunfos y su personalidad jovial.

Y Tetsuya, un líder nato, también había amaestrado el arte de ignorar a Hyde cuando éste se encontraba en uno de sus peores momentos; esos pocos lapsos en los que se encontraba cuando estaba tan borracho que nada tenía sentido y todo era gracioso, y sus paredes se derrumbaban, y lo único que quería era que el líder fuera con él el mismo de siempre, ese ser que había renunciado a todo por él.

Pero no era así.

Si las palabras pudieran herir, y la indiferencia pudiera lastimarles físicamente, ambos andarían por el mundo cubiertos de vendas y banditas, y vivirían con un frasco de antiséptico a la mano, para poder todo el tiempo sanar los jirones de piel y rasguños que con miradas y palabras hirientes se hacían.

Era un círculo vicioso, una maldición de nombre amor que el destino había lanzado sobre ellos.

Un juego enfermo y sádico, lleno de burlas y dolor, de "adórame, soy perfecto y no me mereces porque sólo yo merezco lo mejor del mundo y tú no lo eres", y una respuesta de "eres lo peor que le pudo pasar a mi vida y no importa que tan 'perfecto' seas, sólo sirves para calentar la cama de todo aquel que te dé entrada", al final del día era un amor que tenía más sabor a odio, y ninguno de los dos sabía cómo sacudírselo.

A decir verdad, no buscaban sacudírselo... ese amor era una buena forma de obtener sexo satisfactorio sin tener que experimentar amor, y si bien ya había emociones complicadas de por medio, porque las había, y era agotador, no era amor verdadero, y eso lo hacía un poco más fácil.

Hacer el amor y follar como conejos en celo no era lo mismo y borraba cualquier sentimiento de culpa de sus conciencias.

—¿No te cansas? —le preguntó Ken a Tetsu, éste se encogió de hombros y continuó afinando su bajo, demasiado concentrado en lo que estaba haciendo como para tener tiempo de hablar de nuevo de Hyde, cuando en ese momento no era importante.

No estaba hablando de la banda, ni de éste como su vocalista, y no tenía sentido darle importancia en un plano personal, porque no la merecía. No cuando Hyde veía en Tetsu sólo a un compañero sexual, nada más.

Ken puso los ojos en blanco, ese tira y encoje que era la frágil relación de esos dos era más bien un dolor de cabeza para todo quien se propusiera intentar entenderla. Ni los protagonistas de esa historia estaban interesados en la trama, más bien no le daban importancia a nada; tras muchos golpes de autoestima y heridas emocionales, habían alcanzado un estado de indiferencia total y costumbre que les mantenía colisionando una y otra vez.

Se buscaban mutuamente, porque vivir sin ese dolor de no ser correspondido, aunque lo eran, era algo que les hacía arder el espíritu.

—Los dos están completamente fuera de ustedes —comentó el guitarrista mientras buscaba en sus bolsillos un cigarrillo, porque sólo así conseguía desestresarse un poco de todo lo que le hacían vivir sus compañeros.

Tetsu volvió a encogerse de hombros.

—No te preocupes —pidió, su vista siempre fija en el movimiento de sus manos sobre las cuerdas de su bajo, concentrado en la actividad que estaba llevando a cabo, apenas consciente que estaba tratando un tema tan importante, y más bien enfocando toda su atención en el movimiento de sus dedos—, esto no supondrá ningún problema en la banda; Hyde y yo lo tenemos todo bajo control.

Lo dudaba mucho, a decir verdad, era una mentira que se repetía muy a menudo a cada encuentro de ellos cuatro. Era el motivo por el cual se separaban durante períodos tan prolongados de tiempo; el hastío siempre les alcanzaba demasiado rápido y a pesar de todo, la necesidad, la pasión y las ganas de puro sexo, no eran el adhesivo suficientemente fuerte como para mantener todo unido durante mucho tiempo.

Era un lazo muy frágil.

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Sexo.

Era sólo sexo, duro y sin lazos, uñas y dientes y movimientos desesperados y frenéticos, y cero besos. Había mordidas y gruñidos y Hyde aferrándose a la sábana mientras Tetsu se movía sobre y dentro de él, movimientos calculados y toscos, giros semicirculares de cadera y respiraciones agitadas.

Era una lámpara destrozada debido a los manotazos de Hyde, rasguños sobre la espalda del bajista y moretones sobre las caderas estrechas del vocalista. Mordidas que sangraban sobre el hombro de Tetsuya y un duro jalón de cabellos que hacía a Hyde correrse.

Una tibia humedad entre ellos dos.

Y después de más golpes violentos de Tetsuya sobre él, de perseguir el clímax y apretarlo entre sus manos, como lo hacía con las caderas del vocalista, venía la separación. Salía de él, le miraba con desprecio, se limpiaba con una toalla que lanzaba al suelo y se marchaba, cerrando de un portazo aquella habitación.

Hyde se dormía, cansado y satisfecho, para despertar al día siguiente con semen seco en el abdomen y una incómoda sensación entre las piernas que le hacía caminar raro durante las primeras horas del día.

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No había amor, porque no lo había, al menos ya no, pero había un sentido de posesión, motivo por el que Hyde se ponía celoso cuando alguien más llamaba la atención del bajista, y él se esforzaba más y más en ser el centro de atención de alguien más. Y cuando esto sucedía, a Tetsuya le ardía la sangre.

Esas provocaciones mutuas no creaban más que discusiones que empezaban con gritos, con reclamos y las botas de Hyde siendo lanzadas contra el líder, después el primer golpe contra Hyde, un puñetazo en el hombro y el vocalista respondiendo con un labio roto, y palabras hirientes, veneno que inyectaba en el autoestima destruido del líder.

—No eres nada, y no te necesito —comentaba Hyde, con los ojos brillándole de un odio irracional mientras empujaba a Tetsu y lo arrinconaba contra la pared—, el mundo me adora y tú eres solamente un estorbo más en mi camino.

Y Tetsu sólo se reía.

—No eres más que pura basura —respondía y la dureza de su mirada hacía sentir a Hyde el rechazo que tanto odiaba—. Tu música es pura basura, y tú sabes que tu fama se la debes a lo increíblemente fácil que puedes llegar a ser.

Un empujón posterior y Tetsuya desapareciendo.

Y después, Hyde destruía todo a su alrededor, descargaba su frustración en el espejo, en la guitarra que había apoyada junto a la cama y en el teléfono.

Ese rechazo que se había ganado a pulso le hacía sentir un perdedor.

Era un perdedor.

Un perdedor atrapado en un maldito juego repetitivo que le daba dolor de cabeza.

Un maldito amor búmeran que continuaba regresando a él y dándole de lleno en la cara.

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El concierto era un éxito, montones de personas coreando las canciones, una burbuja de música rodeándoles, una buena vibra entre ellos cuatro que sólo las notas de las canciones era capaz de crear. Un ritmo mágico y tranquilizador, opuesto a todo el caos y destrucción que había tras bastidores.

Hyde se entregaba a la música, lo mismo hacía Tetsu.

La única amante de ambos a quienes le permitían cabida en sus respectivas vidas.

Mientras Hyde vertía su alma en cada una de las notas que cantaba, la mirada de Tetsu había conectado con la del vocalista.

Era por eso que ambos continuaban regresando.

Se despreciaban, odiaban la actitud del otro y la forma en que a pesar de todo continuaban siendo atraídos mutuamente, pero la música les unía. La voz de Hyde, cuando era usada correctamente, y el talento musical del líder.

Eran los momentos en que el búmeran no iba a velocidades extremas y ambos lo sujetaban entre sus manos.

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Continuaba siendo sexo, un poco más calmado, menos frenético y desesperado, pero era sexo al fin y al cabo, porque ambos sabían que no dormirían en la misma cama, que la opción de abrazarse y respirar el aroma a sexo que abundaría en la habitación, estaba fuera de poder ser tomada.

No había besos, ni abrazos, y aunque tampoco destrucción o marcas salvajes, ninguno de los dos ponía especial atención en el placer del otro. Ambos buscaban el placer propio.

Se alcanzó el clímax, y aunque Tetsu no azotó la puerta, sí salió en silencio y cerró la puerta suavemente.

Y a Hyde le daba tiempo de encerrarse en el baño durante una hora para darse un prolongado baño y quitarse la huella de Tetsu del cuerpo.

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Lo que ambos tenían estaba destinado al fracaso, y aún así, a pesar de todo, de cierto modo conseguían hacerlo funcionar.

-fin-

 


Notas finales:

Sorry, sorry, sorry, algún día volveré a hacer uno donde ellos dos estén bien.


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