Discover me
- Pero papá...- me quejé. Suspiró.
- Tao... Ya terminaste la secundaria. No puedo permitir que sigas vistiéndote así, menos si vas a ayudarme con mi trabajo- me acarició el pelo -El hijo de un importante diseñador de modas, no puede vestirse con ropa deportiva. Y vas a empezar a usar lentes de contacto- finalizó. Bajé la cabeza, derrotado.
Entré a mi habitación completamente disgustado. Siempre había vestido así, no quería cambiar. Llevé las manos a los costados de mi cara, y acaricié las patillas de mis anteojos con cariño. No quería dejar de usarlos.
No habían pasado ni dos días desde la graduación y mi papá me estaba exigiendo que cambie. Sabía que lo hacía por mi bien, porque me quería. Pero yo no deseaba cambiar. No me molestaba ayudarlo en su trabajo, ya que en realidad todavía no tenía nada decidido sobre mi futuro. Si quería que lo ayudara, lo iba a hacer. ¿Pero vestirme a la moda? No era lo mío.
Siempre había sido de perfil bajo, no me gustaba llamar la atención y me ponían nervioso las personas que lo hacían. En el colegio era prácticamente invisible, y lo agradecía.
Miré por la ventana melancólicamente. Amaba vivir en Corea, era hermoso. Reí al recordar lo enojado que estaba cuando nos mudamos desde China. Sólo tenía diez años y había intentado escaparme para volver a mi país natal, siendo descubierto antes de siquiera poder salir de la casa por mi mamá; ganándome un regaño y un castigo.
Los siguientes días fueron pesados. Dos asistentes de mi papá me llevaron a comprar montones de ropa: remeras, camisas, pantalones, zapatos, zapatillas, bolsos, mochilas, accesorios. Compramos como si acabara de nacer y no tuviera ropa en absoluto.
Luego siguió la peluquería, donde me cortaron el cabello. Eso no me desagradó tanto: me quedaba bastante bien.
Y por último los lentes de contacto, que eran incomodísimos.
Dos semanas pasaron y ya estaba listo para salir al mundo con mi nuevo yo.
Mi papá se vio complacido al ver el resultado; y me llevó a su lugar de trabajo para explicarme un montón de cosas que, a pesar de que no me interesaban, me esforcé por entender y recordar.
Estaba recostado en mi cama, cuando golpearon la puerta de mi habitación.
- Pase- dije, dejando a un lado el libro que estaba leyendo y sacándome rápidamente los anteojos. Si era mi padre y me veía con ellos, se iba a molestar. Quería que use los lentes de contacto bastante, para acostumbrarme más rápido.
- Hijo- escuché la voz de mi mamá. Intenté mirarla, pero no veía bien, por lo que entrecerré los ojos intentando enfocar -tu papá tiene una fiesta hoy del trabajo, y vamos a ir con él- se sentó en la cama, a un costado mío -Es de gala, te compré un traje y una corbata- sin cambiar mi expresión, que seguro era ridícula, bajé mis ojos a la mancha negra que mi mamá depositaba sobre las sábanas.
- Bueno- le sonreí, mirándola. Rió levemente.
- Preparate, en una hora salimos. Y Tao...
- ¿Si?- pregunté.
- Ponete los anteojos. Estás mirando hacia cualquier lado, hijito- volvió a reír y pasó su mano por mi pelo mientras me ponía los anteojos sonrojado.
- Perdón- la acompañé con la risa.
- Bueno, me voy a arreglar- se paró, me dio un beso en la frente y se fue.
El lugar era muy lujoso. Hombres con trajes caros y mujeres vestidas con largos y costosos vestidos iban y venían, hablando de cosas superficiales y alardeando, no tan disimuladamente, de sus bienes. Bufé disgustado. Nunca iba a encajar en ese ambiente. De repente extrañé mi cómoda ropa y mi libro, que había abandonado en mi habitación.
La noche pasaba, mis padres se veían felices y entretenidos, pero yo me aburría. Tomé y comí cosas que ofrecían en bandejas mozos y mozas que vestían elegantemente.
Sin saber que hacer, fui al baño para enjuagarme la cara. De tan aburrido que estaba había tomado unas copas de champagne, y sentía un leve calor en mi rostro. Por suerte era bastante resistente al alcohol.
Al entrar, estaba vacío. Me miré al espejo. No podía mentir: el traje, negro con corbata del mismo color y camisa blanca, realmente me quedaba bien. Aunque seguía extrañando mi ropa deportiva y mis jeans sueltos.
Alguien entró al baño repentinamente, cerrando la puerta detrás de él. Miré curioso, y vi a un chico que se había quedado parado, observándome con los ojos abiertos. Iba vestido prácticamente igual que yo. Lo reconocí al instante.
Era Byun BaekHyun, de mi secundaria. Tenía mi misma edad y era mi compañero de curso. Siempre me había fijado en él. No sólo porque era atractivo, sino por su brillante personalidad y su sonrisa, que con sólo verla te alegraba el día. Si, era invisible en mi colegio y hacía lo posible por mantener eso, pero nunca me faltaron ganas de lograr obtener su atención. Aunque no había hecho nada para conseguirla.
Solía observarlo mientras hablaba con sus amigos, mientras reía, cuando jugaba algún deporte o cuando respondía las preguntas del profesor, sobre todo cuando lo hacía bien y aparecía una expresión de felicidad y orgullo en su rostro. Me llenaba. Sólo verlo me llenaba.
Las pocas veces que había hablado con él me había parecido adorable y muy buena persona. Cuando cruzaba su mirada conmigo en los recreos y me sonreía, solía quedar embobado el resto del día. Pero nunca me había atrevido a siquiera intentar ser su amigo.
Incluso en el día de nuestra graduación se acercó a mí para felicitarme. Y yo sólo le devolví el gesto y lo dejé ir, sin decir nada más. Muriendo de ganas de decirle que lo amaba, porque si, lo amaba en silencio. Ni me había dado cuenta y me había enamorado de él. Simplemente ese día decidí dejarlo ir antes de darme una oportunidad de intentarlo, y me dije que debía olvidarlo.
Y ahí estaba, unas semanas después, volviendo a verlo en una fiesta que no tenía nada que ver con el colegio.
Se adelantó unos pasos.
- ¿Tao?- preguntó. Abrí la boca ligeramente. Era obvio que sabía mi nombre, pero no me dejaba de sorprender ese hecho.
- Si- aclaré mi garganta -BaekHyun, ¿Como estás?- metí las manos en los bolsillos de mi pantalón. Me sonrió y yo me removí en mi lugar mientras lamía mi labio inferior.
- Bien. ¿Vos? ¿Que haces acá? No esperaba encontrarme con alguien del colegio. Y no te ofendas, menos con vos.
- Bien también. Mi papá trabaja en este ambiente y yo estoy empezando a aprender para ayudarlo. No me ofendo, sé que no encajo acá- sonreí levemente.
- No es por eso. Es porque pensé que no te interesaban estas cosas- se acercó al lavamanos y se apoyó en éste.
- La verdad no, pero como todavía no sé que quiero hacer, decidí ayudarlo- lo imité, mirándolo -¿Vos porque estás acá?
- Mi mamá es diseñadora, y pienso seguir sus pasos- sonrió. Estaba al tanto de eso, sabía que era su sueño -Te ves... diferente.
- Si... no puedo seguir con mi estilo si voy a estar en este negocio. Prácticamente me transformaron en uno de ellos- rió.
- Te ves bien.
- Gracias, vos también- desvié la mirada para que no note mi ansiedad. Se veía realmente bien.
- ¡Gracias!- me sonrió y le devolví la sonrisa -Me encanta esto de poder ser diseñador, pero... ¿tienen que ser tan falsos y superficiales?- frunció el ceño -Tengo miedo de convertirme en uno de ellos.
- BaekHyun, sé que no vas a ser así. No va para nada con vos lo falso y superficial- respiré hondo al darme cuenta de lo que había dicho. Me miró sorprendido.
- ¿Cómo sabes eso?- preguntó.
- Porque sé que no sos así. Sos buen amigo, simpático, alegre, amable y no pasas por encima de los demás. Y tampoco dejás que nadie lo haga con vos- me sonrió, y se mordió el labio de costado.
- Pensé que apenas sabías mi nombre- confesó.
- Sé más que eso. Siempre...- tragué saliva, nervioso por lo que iba a decir -siempre te observaba.
- ¿Y porqué nunca me hablaste?- me encogí de hombros.
- No sé.
- Lo hubieras hecho. Cuando yo lo hacía, me respondías tan fríamente que pensaba que te caía mal, entonces no quería molestarte.
- Nunca me caíste mal. Y no me molestabas, para nada- se dio vuelta y empezó a lavarse las manos.
- Me alegra saber eso- por el espejo, noté en su rostro un leve sonrojo y una tímida sonrisa. Junté mis labios para reprimir una leve carcajada.
Unos hombres entraron, hablando de las casas que tenían alrededor del mundo. Parecía que, indirectamente, discutían por quién tenía más dinero. Cada uno hizo lo suyo, y se fueron sin dejar de hablar. Suspiré pesadamente.
- La verdad no sé que hago acá- reconocí.
- Sinceramente yo tampoco. Todavía ni empecé la carrera, no tiene sentido que esté acá- se sonó el cuello. Sentí un arrebato de valentía. Es ahora o nunca, no vas a volver a tener una oportunidad como esta, me dije.
- ¿Nos vamos?- pregunté. Giró su cabeza para mirarme a los ojos y sonrió.
- Por favor- respondió aliviado. Le devolví la sonrisa.
Salimos, sin avisarles a nuestros padres, encontrándonos con una fuerte tormenta. Como ninguno tenía dinero, decidimos ir a mi casa, que era la que estaba más cerca. Corrimos bajo la lluvia, riendo y empapándonos en el camino. Estaba feliz.
Entramos, mojando todo a nuestro paso y temblando de frío. Lo guié a mi habitación, sin importarme que dejábamos agua por donde sea que pisábamos. Le pasé una toalla para que se seque, mientras yo hacía lo mismo con otra. Vi que no dejaba de temblar y agarré algo de mi ropa.
- Tomá, no quiero que te enfermes- le dije, dándole lo que había agarrado.
- Gracias- me sonrió.
- De nada. Ahí está el baño- le señalé una puerta.
Mientras él estaba en el baño, aproveché para cambiar mi incómodo traje por mi ropa habitual. La que me gustaba usar. Escuché que salía y me giré a mirarlo. Retuve el aire en mis pulmones por un momento. Se veía adorable con mi ropa puesta, que le quedaba un poco grande, y el pelo mojado adornando su rostro. Me dedicó una enorme sonrisa y yo solté el aire, devolviéndosela.
- Dejé mi ropa mojada colgada adentro- me informó, señalando el baño.
- Está bien- lo miré con fascinación como recorría la habitación, admirando todo. Estoy con Byun BaekHyun en mi casa, pensé con felicidad. ¿Que tan bueno podía ser eso?
- ¿Puedo?- preguntó, mirando un block de dibujo sobre mi escritorio -Sé que dibujas muy bien, y siempre me dio curiosidad ver tu cuaderno privado. Entiendo que no quieras...- bajó la mirada.
- Si, miralo tranquilo- sonreí con los labios juntos. Me devolvió la sonrisa con ilusión y empezó a pasar las hojas. Paisajes, personajes de películas que me gustaban, animales mitológicos, un cielo, un dibujo de mi mejor amigo SeHun... Abrí mis ojos, alarmado, al recordar el dibujo que seguía a ese.
- Esper...- pero ya era tarde. Había pasado la página y se quedó callado e inmóvil. Era un dibujo de él sonriendo. Levantó la mirada, con intriga -Tu sonrisa, siempre me llamó la atención- expliqué. No tenía sentido mentirle si había visto eso, cualquier cosa que inventara no iba a ser creíble.
- Es hermoso. Me encantaría tener un dibujo tuyo- me sonrojé. No me había juzgado, otra cosa que me encantaba de él -Gracias por dibujarme- le sonreí con vergüenza y me giré para sacarme los lentes de contacto, dejándolos en su envase.
- Podés elegir el que quieras del cuaderno- comenté, planeando hacerle uno especialmente para él. Tanteé para buscar mis anteojos, pero sentí como BaekHyun estiraba su brazo y agarraba algo de arriba del escritorio. Apoyó sus manos en mis brazos y me hizo moverme hasta estar de frente a él. Intenté enfocar, confundido. Sentí que me colocaba los anteojos y finalmente pude verlo bien. Me miraba intensamente, sonriendo con ternura.
- Ahí esta. Este es el Tao que me gusta- abrí ligeramente la boca. ¿Había escuchado bien? -El que siempre me gustó- agregó.
- ¿Q-Que?- pregunté agudamente.
- Que este es el Tao que me gusta. El verdadero, con anteojos y ropa suelta y desarreglada- se acercó un poco más.
- ¿Que te gusta?- pregunté. ¿Había sido correspondido todos estos años?
- Si.
- Pero... soy un desastre- argumenté inútilmente.
- Me gusta tu desastre- levantó brevemente una ceja y se mordió el labio inferior sin dejar de sonreír. No pude evitar darle un beso en la mejilla y soltar una carcajada de felicidad.
- BaekHyun, llevo años observándote en silencio, muriendo de ganas de acercarme a hablarte, porque sinceramente me encantas. No pudo creer que fui tan estúpido de no...- fui callado por sus labios. Fue un simple y casto beso, pero me produjo un estremecimiento de felicidad en todo el cuerpo. Ambos sonreímos.
- Ese dibujo quiero- lo miré confundido y él señaló con la cabeza al escritorio. Miré, y me encontré con un autorretrato que había hecho un día que estaba muy aburrido y no sabía que dibujar.
- Es tuyo- deslicé mis manos por su cintura y lo abracé con fuerza, enterrando mi rostro en su cuello. Él me devolvió el abrazo, hundiendo sus dedos en mi pelo.
- Deberías pensar seguir arte. Sos realmente bueno- susurró.
- Lo voy a considerar- aseguré, ya que me gustaba mucho dibujar. Pero no iba a dejar de trabajar con mi papá. Si BaekHyun también estaba en el mundo de la moda, estaba seguro de que iba a ser interesante formar parte.
Me alejé levemente y fundí mis labios con los suyos, besándolo de la forma que siempre soñé, siendo correspondido con entusiasmo. Al parecer no era el único que había esperado eso con muchas ansias. Sonreí en el beso.
Sí, iba a ser interesante formar parte del mundo de la moda.