No sabía en qué momento habían llegado a ese extremo, era una locura, pero no importaba, Dae sólo podía pensar en lo bien que se sentía su piel junto a la de Seung Hyun.
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El día era caluroso y aburrido, por lo que Dae decidió ir al gimnasio. En la puerta se encontró con Seunghyun quien iba a ejercitarse, también. Se saludaron y entraron juntos al lugar. Ambos comenzaron a realizar los mismos ejercicios:, cinta, bicicleta, abdominales y durante cada ejercicio Dae no podía evitar mirar el cuerpo de Seung. Muy pocas veces éste lo mostraba y Dae no entendía porque su cuerpo era perfecto, fibroso y marcado.
Seung sentía la mirada de su compañero en todo momento y esto lo ponía muy nervioso, nunca había logrado tener una relación cercana con Dae, ya que siempre que estaban juntos los nervios lo invadían y una sensación extraña lo recorría, pero no podía descifrar que era.
Para ese momento se encontraban realizando pesas y Seung decidió dejar los nervios a un lado y mirar a su compañero. No estaba preparado para lo que vio. Dae se encontraba concentrado en su trabajo, con los ojos cerrados y sus brazos subían y bajaban marcando sus músculos, su remera había desaparecido hacia largo rato y su pecho junto con sus abdominales se veía muy tentado. En ese momento el menor abrió sus ojos y se encontró bajo la mirada lujuriosa de Seung. Éste lo esquivó y siguió con su trabajo, ambos se quedaron callados y algo incómodos.
Se sentían extraños y el calor no colaboraba con sus cuerpos. Al terminar todos los ejercicios Dae se estiró para alcanzar la botella de agua en el piso y al levantarse chocó contra el cuerpo del mayor, sintiendo todo su cuerpo. Ambos se quedaron estáticos por unos segundos mientras sentían una corriente eléctrica atravesar sus cuerpos hasta que se separaron rápidamente y cada uno se fue del lugar por su lado.
Dae, al llegar a su casa, estaba cansado, acalorado y frustrado, no podía creer que Seung despertara esa clase de sensaciones en él. Pasó el resto del día y a la noche, se encontraba pensando en su tarde con Seung, en su cuerpo, en su toque y se halló necesitando más de él.
Seung no estaba mejor, desde que había salido del lugar, la corriente eléctrica en su cuerpo no lo había abandonado y ansiaba el toque del menor.
Al día siguiente, ambos esperaban la hora para poder ir nuevamente al gimnasio, ninguno de los dos sabía si el otro iría o si la hora seria la misma, pero no les importó y partieron al lugar en el mismo horario del día anterior. Y ambos se alegraron al ver llegar al otro.
La rutina comenzó igual que el día anterior, sólo que esta vez el ambiente era distinto, la tensión era palpable y cada comentario estaba cargado de segundas intenciones. A cada momento alguno de los dos buscaba una excusa para tocar o rozar al otro, Dae chocaba contra el mayor y este aprovechaba para sostenerlo, Seung observaba al menor cada vez que podía y no esquivaba su mirada.
Esta rutina continuo por varias semanas, y siempre volvían a sus casas frustrados y necesitando más. Si se encontraban en algún otro lugar apenas se saludaban y se miraban de reojo.
Llegó el día de Seung y Dae estaba invitado, por supuesto, a la fiesta, pero antes habían acordado verse en el gimnasio.
Los domingos, el lugar estaba prácticamente desierto, excepto por ellos y algunas pocas personas que sólo iban por una hora. Cuando se encontraron Dae, le deseo un feliz cumpleaños, pero Seung espera más que un saludo.
- ¿De verdad esperas que me conforme con ese saludo?
- Pues, ¿Qué más quieres?
- No sé, un abrazo o me podrías cantar el feliz cumpleaños. ¡Vamos merezco un buen regalo!
Ante estas sugerencias Dae decidió que estaba cansado de tantas idas y vueltas, de los toques inocentes y de siempre necesitar más, por lo que decidió arriesgarse. Abrazó efusivamente a Seung y cantó en su oído el “feliz cumpleaños” y no lo soltó hasta que hubo terminado, luego se separó solo un poco para mirar a los ojos del mayor y sonreírle mientras acercaba sus labios.
Seung estaba congelado, había esperado por eso desde el comienzo de ese extraño juego y ahora no sabía cómo reaccionar, lo único que sentía era el calor que desprendía el cuerpo de Dae entre sus brazos. Y al no saber qué hacer decidió dejarse llevar. Cerró sus ojos y el ansiado toque llegó.
Los labios del menor eran suaves y expertos. El mayor respondió a ese beso con efusividad y total entrega, podrían haber estado allí por horas y no se habrían dado cuenta porque estaban perdidos en el otro.
Cuando se separaron ambos, se miraron y sonrieron, los dos sabían que querían más que ese simple beso, mucho más.
Llegaron a la casa del menor, ya que el camino era más corto y apenas entraron, Seung apoyó a Dae contra la puerta para besarlo duramente. Dae Sung acariciaba el cabello del mayor y suspiraba mientras sentía el cuerpo del otro contra el suyo. Seung bajó a su cuello y Dae comenzó a sacar la remera de este. Al no conseguirlo, lo empujó y se la sacó, mientras acariciaba su pecho. Así siguieron quitándose la ropa, hasta llegar a la habitación.
Seung tiró al menor sobre la cama y él quedo encima, besando su pecho. Este se movía debajo creando fricción entre sus miembros escondidos bajo la lycra del bóxer. Los gemidos comenzaron a llenar la habitación mientras Seung lamia el ombligo de Dae y este se retorcía de placer. Luego Seung bajó el bóxer de éste para acariciar su miembro y volvió a sus labios.
El menor pensó que era tiempo de reaccionar por lo que dejo abajo al mayor y comenzó y besar el cuello y acariciar sus hombros, su pecho, su abdomen. Y finalmente acaricio su miembro por encima de la tela para luego sacarla rápidamente.
Seung llevó sus dedos a su boca para lamerlos y luego los llevó a su entrada. El menor comenzó a gemir y moverse sobre Seung mientras acariciaba el miembro de este, finalmente Seung sacó sus dedos para penetrarlo fuertemente. Tardó unos segundos en acostumbrarse pero luego Dae comenzó a moverse sobre el mayor y este lo penetraba con fuerza y rapidez.
Seung llevó su mano al miembro de Dae para acariciarlo, este comenzó a gemir más alto y busco los labios del mayor. Se besaron lentamente y cuando se separaron, Seung dio una última embestida que logró llevarlos a ambos al orgasmo.
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Y allí se encontraban ambos, tendidos en la cama, abrazados y de vez en cuando se robaban uno que otro beso, disfrutando el cuerpo y el calor del otro.