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Una Loba por FlamerGirl

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Notas del fanfic:

Espero que les guste >.<!

Lo escribi, porque veo que no hay mucho de este couple TT-TT

A leer <3

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Odiaba toda aquella rutina. Al principio todo era pasión y diversión. Salían juntos a bares y bailaban hasta que el sol salía, para después, acabar la fiesta en su apartamento. En el apartamento de ambos.
A partir del momento en el que comenzaron a vivir juntos, todo fue de color rosa. Su padre la había felicitado por encontrar un hombre con el que compartir su vida y que a la vez fuese uno de los abogados más famosos del país.
Kim Jonghyun, su amigo de la infancia y después novio… pero algo había ido mal.

Sigilosa al pasar…
Sigilosa al pasar…
Esa loba es especial.
Mírala, caminar caminar.

¿Era normal que todas las noches llegara cansado a casa? ¿Qué le doliese la cabeza o la espalda?
Sacudió su cabeza mientras acababa de ponerse los converse negros que esa misma mañana se había comprado. Y lo irónico es que todo lo que hacia era por él.

Esa misma mañana había ido a comprar um disfraz sensual a una de las tiendas más caras. Lo había esperado vestido con ese pequeño conjunto de seda negra que más que tapar su cuerpo, provocaba con la vista. Y lo que había conseguido había sido un beso en la mejilla y un "Buenas noches Kibum".

¿Quién no ha querido a una diosa licántropa,
en el ardor de una noche romántica?
Mis aullidos son el llamado.
Yo quiero un lobo domesticado.

Sabía que lo que estaba a punto de hacer estaría mal, muy mal… pero ya no aguantaba más aquello. Necesitaba algo que Jonghyun no le daba, echaba de menos la pasión desenfrenada y la adrenalina recorriendo su cuerpo.
No había soportado más. Le había puesto las cartas sobre la mesa y se lo había dejado todo claro. Habían acabado discutiendo a gritos y echándose en cara todos los problemas que habían tenido. Su padre, el buffet de abogados, la compañía Kim y alguna que otra aventura por parte de Jonghyun.

Guardó un par de billetes en el bolsillo trasero de su pantalón y comprobó que el castaño seguía durmiendo, roncando profundamente y murmurando un par de cosas en sueños.
Abrió la puerta del apartamento y caminó sigilosa hasta llegar al ascensor. Bajar los doce pisos por las escaleras seria una locura.

El portero siquiera se dio cuenta de su salida. Dormía con la cabeza apoyada en sus brazos y fingiendo mirar las pantallas de televisión por donde se veían las imágenes de las cámaras instaladas en los pasillos y el ascensor.
Salió a la calle y suspiró cuando el aire tibio golpeó su rostro, desordenando sus cabellos.
Levantó una mano, llamando a uno de los tantos taxis que pasaban por ahí a las altas horas de la noche.

Por fin he encontrado un remedio infalible que borre del todo la culpa.
No pienso quedarme a tu lado mirando la tele y oyendo disculpas.
La vida me ha dado un hambre voraz y tú apenas me das caramelos,
me voy con mis piernas y mi juventud por ahí aunque te maten los celos

No era la primera noche que recurría al mismo bar, bebiendo una copa y olvidándose de todo lo que le rondaba la cabeza.
Pero esta vez era diferente. Ya no iba como un hombre comprometido. Esta vez celebraba su reciente soltería. Hacia apenas unos minutos que había roto con Jonghyun y pensaba celebrar su recién adquirida libertad.

Agradeció la alta temperatura del local, ya que ni siquiera había cogido una chaqueta al salir. Se miró en uno de los reflejos de los tantos cristales que había en las paredes.
Una camisa negra y con un hombro al aire y unos pantalones muy ajustados del mismo color. El conjunto se lo había regalado su compañera de trabajo y no había dudado en ponérselo aquella noche.
La tela era como de plástico, pero en realidad era elástica, ajustándose por completo a su figura.

Una loba en el armario
Tiene ganas de salir
Deja que se coma el barrio
Antes de irte a dormir

Levantó la mano, llamando la atención del camarero y pidiendo una copa. El chico se la sirvió y le guiñó el ojo, en un descarado intento de coqueteo.
El le sonrió de una forma amable pero dándole a entender que no le interesaba. Dio un gran trago a su cubata y buscó una mesa en algún rincón. Se sentó cerca de la ventana, ojeando a la gente que entraba y salía del bar y la que había por la calle.

Notó una mano en su hombro y se giró, encontrándose con unos ojos marrones y unos cabellos del mismo color de sus ojos. Sonrió al darse cuenta de quien se trataba, su compañero de trabajo y prometido de su mejor amiga.

-Me sorprende verte sin tu novio. – Onew se sentó frente a el, sonriéndole de oreja a oreja.
-Jonghyun y yo aclaramos nuestras diferencias. – Se expresó. Después de todo, tanto él como los otros compañeros de trabajo estaban al tanto de todo lo que ocurría entre ellos dos.
-¿Y?
-Se acabó.

Llevó su copa a sus labios y dio otro sorbo. Agradeció que Onew no le diera palabras de compasión o de ánimo. No las necesitaba. Se sentía libre, mejor de lo que había estado en años y eso él lo sabia.

-¿Y tu que haces aquí?
-Salí con unos amigos. – Sacudió la cabeza. – Me encontré con Joon y los demás y decidimos salir un rato para ponernos al día.

Conocía a aquellos chicos. Eran los compañeros de facultad de Onew. Los había conocido cuando el y Jonghyun habían coincidido con ellos en un bar. Recordaba a Taemin, Jaejoong y uno con cara de vago… un tal Junsu. Aunque dudaba haber acertado con los nombres.
El mayor se levantó y le cogió la mano, tirando de el para llevárselo de aquella solitaria mesa. Lo arrastró hasta dentro de la pista y lo empujó hacia una de las mesas que había junto a la barra.

Tengo tacones de aguja magnética
Para dejar a la manada frenética
La luna llena como una fruta
No da consejos ni los escucha

-¡Hey! ¡Miren a quien encontré!

Onew le dio un pequeño empujón, sentándolo en una de las sillas libres frente a cinco hombres mayores que el, o eso creia. Se sintió incomodo de repente y observado.
Taemin le dedico una amplia sonrisa y lo saludó.

-Cuanto tiempo… - Comentó. - ¿Y Jjong?
-… Jonghyun y yo ya no salimos.

Para el rubio, no pasó inadvertida la expresión alegre de aquel muchacho.

-A Jaejoong y Junsu ya los conoces. – El Onew se interpuso entre el y Taemin, obligándolo a enfocar su atención en los otros hombres e ignorar a su amigo. – Ellos son Woohyun y Minho.

Una corriente eléctrica recorrió su espalda el ver aquellos ojos negros. Grandes y penetrantes que lo atrapaban sin que pudiese apartar la mirada. Se sentía absorbido por ellos, como si toda voluntad se hubiese perdido y él lo controlara.
Notó sus piernas temblar y agradeció mentalmente el estar sentada.

La noche pasó rápido. Entre risas y copas fue conociendo a los amigos de Onew. Fue conociendo sobre aquellos chicos, pero sobre Minho no había oído nada, aunque tampoco le había preguntado. Había estado evitando su mirada durante toda la noche, a pesar de notar como el pelinegro le clavaba la mirada y le hacia un pequeño escáner de arriba abajo.

Se levantó de su silla y fue a por otra copa, ignorando los comentarios que aquellos chicos le hacían sobre pedírsela a un camarero e ir ellos a traérselo.
Le apetecía estirar las piernas y aprovecharía para ir al baño y refrescarse un poco.
Cruzó la pista de baile, entreteniéndose en mover sus caderas al compás de la música mientras caminaba. Notó unas manos en su cintura y se giró rápidamente, como si el roce le hubiese provocado una especie de calambre.

Sus ojos negros volvieron a atraparlo, y esta vez no solo sus ojos. Notó el firme agarre que sus manos tenían sobre su cintura y como lo apretaba contra la de él.

-¿Bailas?

Una palabra tan simple como aquella que consiguió dejarlo muda. Nunca había escuchado una voz tan sensual… Dios… ese hombre era una provocación andante.
Le dio la espalda, no queriendo sentirse la presa. Movió sus caderas y notó como el agarre en su cintura se apretaba. Sentía al chico en su espalda, rozando su torso contra el y bailando a su compás. Levantó los brazos, llevándolos a su cabeza y apartándose el flequillo de la cara. Comenzaba a tener calor y el hecho de que Minho estuviese tras el no ayudaba.

Una de las manos del menor ascendió desde su cintura por su estomago, deslizándose entre su pecho, sin llegar a tocarlo y alcanzando su cuello. Rozó su barbilla y acarició su quijada.

Llevo conmigo un radar especial para localizar solteros
Si acaso me meto en aprietos también llevo el número de los bomberos
ni tipos muy lindos ni divos ni niños ricos yo se lo que quiero
pasarla muy bien y portarme muy mal en los brazos de algún caballero

No sabía como habían llegado hasta aquel punto. De un momento a otro se vio en el apartamento del Choi, siendo prácticamente devorado contra la pared.
Notó sus hábiles manos en su cuello, acariciándolo mientras introducía su lengua dentro de su boca.
Key lo cogió de la camisa, apegándolo aun más a el y sintiendo la asfixia al ser apretado contra aquel cuerpo y la fría pared. Lo tomó de las piernas y lo levantó, obligándolo a que las enroscara en su baja cintura. El creciente bulto de su erección se apretaba contrala del rubio y un pequeño gruñido de satisfacción salió de la boca de ambos.

Sin bajarlo, lo llevó hasta el dormitorio, dejándolo caer sobre la cama y desabrochándose unos botones de la camisa, para sacársela de un girón y aposesionarse sobre el.
Por su parte, el rubio trataba de deshacerse de los pantalones del moreno mientras que Minho hacia lo mismo.
Lo escuchó reír cuando vio aquel conjunto y acercó sus labios a su cuello, buscando su oreja entre la oscuridad.

-¿Te costó mucho el traje? – Jadeó.
-A-algo… - Tartamudeó entre excitado y nervioso.
-Hmp… Una pena.

No entendió esas palabras hasta que el moreno lo desgarró de un tirón. Aquel salvajismo lo impresionó y consiguió excitarlo todavía más. Gritó cuando sintió los labios de Minho sobre su pecho. Succionando y mordiendo su piel.
Lo abrazó por la cintura con sus piernas, acercando sus sexos y rozándolos de una forma descarada.

Lo empujó, quedando el rubio encima y relamiéndose los labios ante el espectáculo. Nunca había visto un hombre así. Seria un delito compararlo con Jonghyun o con cualquier otro hombre, porque lo justo seria compararlo con algún modelo de Armani.
Lo besó en los labios, mordisqueándolos un poco y descendiendo por su cuello hasta su abdomen.

Lo escuchó gruñir cuando mordisqueó su pecho y dejó las marcas de sus dientes. Acarició su entrepierna, notando la dureza y las palpitaciones de impaciencia que emitía.
Le bajó los boxers lo suficiente como para liberarla de aquella presión y se posicionó sobre ella. Las manos del moreno agarraron la tela de su boxer y lo desgarró.

Lo miró a los ojos, negros y brillantes de pasión y lujuria. El pelinegro lo sujetó de las caderas y lo bajó de golpe, adentrándose en el de una sola estocada. El rubio gritó y arqueó su cuerpo por la brusquedad y el placer que había sentido.
Apoyó sus manos en su amplio pecho y comenzó a moverse en círculos, jadeando y apretando los dientes, reprimiendo los pequeños gritos y suspiros que querían surgir del fondo de su garganta.

Una loba en el armario
Tiene ganas de salir
Deja que se coma el barrio
Antes de irte a dormir

De un movimiento, el menor se levantó y lo agarró de la cintura, volteándolo y empujándolo contra el cabezal de la cama. El rubio gritó de dolor cuando se clavó el pequeño hierro metálico en la baja espalda. Se aferró a su cuello, abrazándolo y tratando de fundirse con él.
Las embestidas se hicieron más salvajes, casi provocadas por instinto animal. Ya no pudo acallar sus gritos y buscó sus labios, queriendo que él mismo lo acallara.

La petición silenciosa fue escuchada y Minho se adueñó de sus labios hinchados. Los mordió y tragó cada gemido que surgía de ellos.
Lo notó temblar. Se separó de el y lo miró fijamente, admirando su expresión al explotar y llegar al éxtasis. Su interior lo apretó en aquella estrecha cavidad y emitió unas pequeñas pulsaciones.

Siguió adentrándose en el de una forma brusca, llenándolo cada ves que lo hacia. Trató de levantarle una pierna y ponerla sobre sus hombros, pero se enredaron con la sabana y cayeron ambos al suelo de la cama.
A ambos les dolió el golpe y gritaron, pero no se detuvieron. Minho lo giró, obligándolo a que le diese la espalda y levantó su cadera, adentrándose nuevamente en el rubio. Key apoyó su frente en el piso y gritó. Nunca había sentido nada como aquello.

Una man del moreno se quedó en su cadera y la otra se aferró a uno de sus pezones, apretándolo y masajeándolo conforme la rapidez de aquella danza animal los dominaba. Volvió a sentir esa corriente eléctrica recorrer su espalda y su vientre se derritió, como puro fuego liquido.
Llegó al orgasmo nuevamente el tiempo que Minho se derramaba dentro de el.
Salio y se dejó caer en el suelo, cansado y tratando de normalizar su respiración. Key se irguió y se sentó sobre sus piernas, notando en aquel momento la frialdad del suelo. Buscó con los ojos su ropa y la encontró desperdigada por el suelo.
Su ropa interior estaba a trozos por la habitación y supo que seria imposible salvarla, ni siquiera le serviría coserla o llevarla a alguna tienda para que la repararan.

Aquellos fuertes brazos volvieron a rodearlo y lo atrajeron hacia aquel cuerpo de infarto. Se sintió enrojecer cuando lo apretó contra él y apoyó su barbilla en su cabeza. Fue como una orden para que se estuviese quieto y durmiera.

Cuando son casi la una la loba en celo saluda a la luna
Duda si andar por la calle o entrar en un bar a probar fortuna
Ya está sentada en su mesa y pone la mira en su próxima presa
Pobre del desprevenido que no se esperaba una de esas

Había esperado lo suficiente como para cerciorarse de que se había dormido. El cansancio hacia mella en su cuerpo y sus parpados le pesaban. Miró el reloj digital que había sobre la mesita y comprobó la hora. Dentro de dos horas tenía que presentarse en el trabajo…

Acabó de vestirse y echó un último vistazo al moreno. Seguía en el suelo, se había sentido incapaz de moverlo sin despertarlo y no quería eso. Odiaría tener que dar alguna explicación de su partida o simplemente tener alguna despedida con aquel chico.
Desde el primer momento en el que puso un pie en su apartamento supo que aquello solo seria un encuentro fugaz y único. No volvería a repetirse y seguramente, ni se verían en alguna otra ocasión.

En un acto de debilidad, cogió la manta que había a un lado de la cama y lo tapó, cubriendo su casi desnudez y despidiéndose con un pequeño beso en la frente.
Cogió sus zapatos y salió del departamento, intentando no hacer ruido para no despertarle. Llamó al ascensor y se metió dentro. Las puertas se cerraron para calzarse y arreglarse la ropa.
Miró el espejo que había tras el y comprobó que todo estaba en su sitio, pero se quedó boquiabierta. Su cuello y pecho estaban llenos de pequeñas marcas moradas y mordiscos.
Reprimió un gemido de frustración al pensar en como haría para ocultarlos y se pasó la mano por los cabellos.

Salió del ascensor y corrió a la calle, buscando un taxi y mirando el cielo. La luna llena empezaba a ocultarse y el sol aprecia asomar con timidez a lo lejos.

Sigilosa al pasar
Sigilosa al pasar
Esa loba es especial
Mírala caminar, caminar

Entró a su despacho y cerró la puerta de golpe. Había tenido que ir a casa a cambiarse y quitarse el olor a hombre y alcohol y permanecía en su cuerpo y para su sorpresa, Jonghyun lo había estado esperando con las maletas en la puerta.
Empezar el día con una discusión no era la mejor forma de hacerlo…
La puerta volvió a abrirse y entro su padre, tratando de no estrangularse con la corbata y mirándolo con enfado.

-¡Tu quieres matarme! – La acusó. - ¡Admítelo!
-Padre, yo…
-¡Has roto con Jonghyun! – El señor Kim se llevó las manos a la cara, frustrado y dolido. - ¿Sabes lo difícil que es encontrar a un hombre de su altura?
-¿Así que lo que te preocupa es su posición? – El rubio se cruzó de brazos y se sentó en su escritorio.
-¡Me preocupo por ti! – Se exaltó. – No quiero que acabes como tu hermano, yendo de cama en cama…
-Se cuidarme solo. – Frunció el ceño. – Y si Ren actúa de esa forma, tal vez sea en un acto rebelde contra ti. – Le espetó. – Recuerda que quisiste casarlo con aquel raro…
-¡Era uno de los hombres más ricos de la región! – Se defendió.
-¡Y tenia veinte años más que el! – Le reprocho. - ¡No intentes controlarme como hacías con el.
-¡Soy tu padre! ¡Te ordeno que vuelvas con Jonghyun!
-¡Deja de controlarme!

La puerta del despacho se cerró y ambos Kim miraron al intruso. Un hombre trajeado, con la corbata perfectamente anudada a su cuello. Labios gruesos y piel bronceada. Nariz perfecta y ojos oscuros. Lo reconoció al instante…

-¿Interrumpo? – Preguntó.
-Para nada señor Choi. – El mayor caminó hasta él y le extendió la mano. – Kim Soo, me avisaron de su visita pero le esperaba más temprano.
-Se me pegaron las sabanas…

Aquello lo dijo mientras miraba fijamente al rubio. Key enrojeció y bajó con lentitud disimulado de su escritorio, rezando para que la tierra se abriera bajo sus pies y se lo tragara entera.
No puso atención a la conversación. Solo de vez en cuando captaba palabras como "inversiones" o "nosotros nos haremos cargo".

-Key es el encargado de esta planta. – El mayor invitó al moreno a sentarse frente a su hijo. – Estoy seguro de que se podrán entender y llegaran a un acuerdo.

Salió del despacho y los dejó solos. El silencio reinó durante unos segundos en los que Key evitó por todos los medios mirarle, fingiendo que en realidad revisaba unos documentos.
El chico carraspeó, llamando su atención y el rubio se paralizó, levantando su vista hasta enfocar sus ojos en los del moreno con algo de temor.

-Así que tu padre esta enfadado porque dejaste a tu pareja…
-No e-es su p-problema. – Tartamudeó. – Si no he escuchado, lo que usted y su compañía necesita es inversiones. – Tomó un papel y lo ojeó hasta dar con lo que buscaba. – El tema del capital veo que no le causa inconvenientes pero hay un pequeño fallo en…
-¿Por qué me tapaste con la manta?
-¿Un café?

Deja que se coma el barrio
Antes de irte a dormir

El rubio se levantó nervioso y caminó hasta una parte del despacho, donde una pequeña mesa estaba ocupada por una cafetera y un par de tazas. Sirvió un café y dio un pequeño sorbo, tratando de hacer tiempo para encararlo nueva mente. Las piernas comenzaban a temblarle como lo habían hecho la primera vez que lo vio y rezó para no caerse al suelo.
Casi se desmaya cuando se giró y se vio acorralado por aquel hombre. Le quitó la taza y la dejó sobre la mesa, apegándose aun más a Key e impidiéndole cualquier huida.

-¿Por qué me tapaste con la manta? – Volvió a preguntar.
-Y-yo… no quería que cogieses… frío. – Susurró.

Aquella inocente respuesta consiguió sacarle una sonrisa al alto. Sus labios se curvaron de lado y cogió una de las manos del rubio. Las acarició en la palma y las subió a su altura, dejando un pequeño beso en la parte interna de su muñeca.

-Tengo marcas de tus uñas por toda la espalda. – Aquella declaración hizo que el rubio enrojeciera y su rostro pareciese un tomate maduro. – Y marcas de dientes por el cuello y el pecho…

Le acarició el enrojecido rostro, llevando su dedo pulgar hasta los deseables labios del mayor  y acariciándolos. Entreabrió sus labios y vio como se acercaba peligrosamente a el, hasta poder notar su calido aliento sobre su boca.

-Eres una loba…

Acarició sus labios con los contrarios de una forma lenta y los mordisqueó de una forma juguetona. Lo miró, sonrojado y acorralado, con la respiración acelerada y todo por él.
No se resistió más y lo atrajo, apretándolo contra su cuerpo y besándolo con vehemencia, de una forma animal y apasionada que el rubio respondió.
Su padre tenia razón… llegarían a entenderse.

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Notas finales:

¿Les gusto? o.o?

waaa..!! Espero que si :)!!

Nos veremos >.<


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