-Está bien. Como digas Hades-respondió Athena por los dos.
-Esperen un momento…no le he dado la buena noticia a Minos. Estoy seguro que saltará de alegría-comentó el malvado y lujurioso Dios del Averno.
-Qué Zeus se apiade de mí e impida esta boda-rogó el dorado mentalmente.
-Pandora…-llamó el peli negro.
-Sí. Señor Hades-respondió la chica. Acaba de ingresar a la sala por mandato de su deidad.
-Pandora. Avisa a Minos y dile que venga inmediatamente.
-Por supuesto. Con su permiso-exclamó educadamente al mismo tiempo que se retiraba de la misma forma en la que hubo entrado.
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Los miserables cinco minutos que el más fuerte de los tres jueces se tardó en llegar, fueron insuficientes para Albafica. No asimilaba la espantosa idea de tener que unir su vida, para siempre, a la de ese odioso, ocioso y depravado espectro. Maldecía una y otra vez, desde el fondo de su alma haber aceptado semejante responsabilidad. Creyó poder soportarlo. Imaginaba que el rival de su diosa escogería a Aiacos o Radhamanthys, pero nunca a Minos. No sabía el porqué, pero el peli plateado no le caía. No negaba que era muy fuerte, obstinado, engreído, egoísta y un maldito desgraciado.
-Mandó usted a llamar Señor Hades???-preguntó el juez.
-Así es. Como podrás ver Athena misma se dignó en venir tan solo para convencerme de formar una “Alianza de Paz”. Y antes de que me preguntes cualquier cosa te mandé a llamar porque tú formaras parte de ese trato. Te casaras con Albafica de Piscis; su unión será la representación simbólica del fin de las guerras santas y por tanto, el convenio de paz entre ambos mundos…-murmuró el hermano de Poseidón.
-Pues si es así. Realicemos la ceremonia de inmediato-contestó el espectro con evidente felicidad. Su rostro mostraba una sonrisita cínica, perversa.
-Jajaja…sabía que te pondrías como un idiota de alegría. Ahora podrás follarte a ese caballero las veces que quieras-soltó Hades haciendo sonrojar notoriamente al peli celeste.
-Cof, cof, cof…Hades, por favor deja de decir esas cosas tan vergonzosas y prepara todo lo necesario…-dijo Sasha, defendiendo a su valiente custodio de tan embarazosa situación.
-Athena. No necesitamos nada. Solo basta con que ambos “novios” se paren enfrente de aquel altar, se toman de la mano, digan sus votos, pronuncie unas cuantas palabras y chachachacha…están casados.
-Albafica, Minos, tómense de las manos, caminen hasta el altar que empezaremos con lo acordado-ordenó la diosa.
Ninguno de los dos se movió. No sabían que hacer. Minos estaba emocionado. Podría poseer ese bello cuerpo cuando quisiera, cuando se le pegara la regalada gana; tendría todo el derecho del mundo ya que sería su esposo. Por su parte Fica sentía su sonrojo, quemaba sus mejillas, un escalofrío lo recorrió cuando una mano intrusa, ajena se posó sobre su extremidad superior derecha. Aquel gesto lo confundió demasiado, que sin poder reaccionar a tiempo, no notó el preciso instante en que Hades balbuceaba un montón de cosas, ni siquiera cuando preguntó:
-Albafica aceptas como tu legítimo esposo a Minos para amarlo y respetarlo hasta que la muerte los separé??
-…-No respondió. Seguía sumido en sus pensamientos.
Continuará…