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Alianza de Paz por amorosa

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Notas del capitulo:

ufff...hace mucho que no continuaba este fic.

ojalá les guste.

 

 

Poco a poco empezaba a recobrar la consciencia. La cabeza le dolía, le era casi imposible abrir los ojos debido al dolor. Sentía el calor de un cuerpo junto al suyo, unos potentes brazos abrazando fuertemente su cintura…que significaba aquello??, quién estaba a su lado cuidándolo??... ese olor…Minos??, qué hacía su esposo ahí abrazándolo?? Sí, era él, estaba cien por ciento seguro. Aquel aroma embriagante solo lo había sentido las veces que el juez lo poseía con una pasión desbordante, delirante. La esencia de su cuerpo era única e inconfundible pese a que había sido un espectro. Un inesperado calor se posó en sus mejillas y no necesitó mirarse en un espejo para saber que estaba sonrojado; un precioso matiz escarlata cubría la pálida tez de sus pómulos. Intentó girar la cabeza para encarar al hombre que lo estaba cuidando pero lo único que consiguió fue que su cabeza doliera más, sacándole un gemido lastimero. No podía por más que quisiese hacer ningún movimiento brusco pues el solo intentarlo le taladraba toda la cabeza, en especial aquella parte golpeada y un poco hinchada a causa del impacto.

 

-Albafica…estás bien???...¡Qué bueno que ya despertaste! Estaba preocupado y…- exclamó tras despertar al sentir el ligero movimiento de cabeza de su amado. Sí, acababa de deducir hace apenas unos minutos que aquel extraño sentimiento que lo invadía por dentro cada vez que se encontraba cerca de ese hermoso cuerpo era nada más y nada menos que el sentimiento llamado amor… ¿Qué era el amor? Pues, siempre creyó que el amor era una estupidez, algo pasajero que te hacía sufrir, algo banal y distractivo, como para pasarla bien teniendo una noche de buen sexo y nada más; eso era todo, pero ahora pensaba distinto. El conocer a Albafica había logrado cambiar en su corazón algo muy importante, ya no era frío, ahora brillaba de luz, era cálido, todo su ser cambió, sus emociones y formas de pensar…y todo gracias al AMOR!!

 

-Espera un minuto…te oí decir que estabas preocupado??-preguntó el hermoso un poco curioso por el extraño semblante y comportamiento de Minos.

 

-Sí, verdad, estaba preocupado porque…-no pudo continuar. Sentía un nudo en la garganta y que toda su cara (hasta las orejas) ardía en llama viva por lo sonrojado que estaba. Un precioso color escarlata intenso cubría la parte de ambos pómulos. Por más que pensaba que aquello completamente estúpido, no pudo evitar que sus mejillas mostraran su repentina vergüenza.

-Por qué??- lo incitó a completar la frase.

 

-Porque te amo!!-lo gritó, lo dijo y al instante sintió como si un peso se le hubiera quitado de encima.

 

Albafica quedó perplejo. Jamás de los jamases pensó escuchar esa frase. Su vida había sido tan solitaria que  a veces deseaba estar muerto, deseaba nunca haber nacido para tener este destino; sin embargo, rechazaba esos pensamientos en cuanto recordaba que era un santo de Athena, uno de los más fuertes por su alto rango como caballero de oro. Su vida era esencial para proteger la paz del mundo, salvar a la humanidad y a la diosa Athena.

 

-Yo…-intentó hablar más, sin embargo, una intrusa boca se posó sobre la suya haciéndolo callar.

 

Ese contacto no tuvo por qué haber ocurrido pero no deseaba oírlo, simplemente no podía. Dolía demasiado enterarse que no era correspondido y aún más si era su propio amado quien se lo gritaba en la cara.

 

Esos labios tan experimentados lo besaban con hambruna pero se podía percibir una gran calidez, un sentimiento que hacía distinto aquel beso en comparación a los otros que había recibido por parte de la misma persona. Ya no se sentía solo deseo y lujuria, sino se notaba claramente el amor. Al parecer, el  ex juez del inframundo verdaderamente estaba enamorado de él. Eso en vez de alegrarlo lo asustó. Nunca en su vida había sido amado por nadie, ni siquiera por Lugonis que fue como su padre. La falta de aire los hizo separarse.

 

-Este…yo…

 

-Sabes…mejor no digas nada…-cortó de un modo extraño, no fue tajante ni hiriente, sino más bien dolido y nostálgico.

 

-…-Albafica no dijo nada; simplemente se limitó a observar como el otro se levantaba de la cama y se metía al baño dejándolo solo. Pensó que no debió de haber rechazado los sentimientos de Minos pero es que él no podía asegurar nada. Si bien sabía que el ex espectro le gustaba, no estaba seguro de quererlo y lo más importante…de amarlo.

 

Su cabeza aun palpitaba con dolor, uno que se juntó con el de su barriga rugiendo de hambre. No hubo probado bocado desde que pasara una excitante noche con su esposo.

 

-Minos…puedes traerme algo de comer por favor??-preguntó sin siquiera pensarlo.

 

-Y por qué mejor no vas tú??-le respondieron.

 

-Porque siento que me estoy muriendo. Me duele mucho la cabeza.-fue todo lo que argumentó.

 

-Está bien!!-exclamó el peli plateado al mismo tiempo que salía del baño.

 

Mientras el hermoso apoyó nuevamente la cabeza en la almohada, Grifo se dirigió a la cocina, bajando las escaleras perezosamente, flojera. En su mente guardadas  se encontraban las imágenes de cuando se le declaró a Alba-chan hace algunos momentos, y eso, de su mente, jamás podrían borrarlo. Ya se encontraba cerca de la cocina cuando un furioso golpeteo como llamado  de puerta lo hizo detenerse. No tenía humor como para soportar alguna idiotez causada por gente estúpida que no hacía más que perder el tiempo en cosas simples. Furioso se acercó a la puerta y tras abrirla, grande fue su sorpresa al encontrar a su ex-amante y mejor “amigo” parado, con maletas de viaje en mano y una mirada llena de enojo, ira, bronca y decepción.

 

-Pero qué dichosos los ojos que te ven Aiacos…-ironizó Minos con una mueca de hastío.

 

-No puedo decir lo mismo. Hoy en la mañana vine y…¿por qué no me abrían?. Estuve más de media hora esperando a que uno de ustedes se dignara en atender amablemente a su nuevo huésped.

 

-Para empezar, en la mañana estábamos durmiendo muuuuy agotados por tan excitante nochecita que pasamos, y en segundo lugar…como que huésped??...Qué te traes entre manos e maldito??

 

-El único maldito aquí eres tú.-contestó como si nada- Por otro lado, seré su huésped hasta que el Señor Hades me ordene retirarme, me ha mandado a vigilarlos.

 

-Waaaaaa…-quejándose-…tú no me vas a dejar que folle con mi bella flor tranquilamente-dejó salir olvidándose completamente que el juez de Garuda fue alguna vez uno de sus amantes más “candentes”.

 

-¡¿Qué?! Acaso estas diciéndome que pensabas revolcarte con ese en mi presencia?? Qué tiene ese que no tenga yo?? Acaso es mejor que yo en la cama??-reclamó ofendido, con el orgullo pendiente de un hilo.

 

-Claro que es mejor que tú. Es mucho más sensual, más tímido, más inocente y a decir verdad…más estrecho.

 

-Idiota!! Qué no se te olvide que fuimos amantes, que fui yo quién te enseñó todas las artes de seducción y la experticia, experiencia que ahora posees; es por eso, que tú me perteneces a mí, yo fui el primero que tocó tu piel, que te besó y acarició, que te dio cariño cuando todos los demás espectros te trababan peor que una basura, un inútil, un despojo viviente…

 

-jajajaja, no me hagas reír. Yo no soy de nadie, me acuesto con quien se me da la gana; además, mi corazón ya tiene propietario…-una sonrisa iluminó su rostro cuando pronunció la última palabra.

 

Sin nada más que decir, ni reclamar, Aiacos se dejó conducir al interior de la casa. Justamente, y para suerte suya, se encontraba al fondo del pasillo del segundo piso, al lado de la habitación matrimonial.

 

-Ya veré cuando me la pagues todas Minos de Grifo. Te vas a arrepentir de haberme despreciado y humillado como amante. Te juro que suplicarás mi perdón de rodillas...!!-se prometió mentalmente al mismo tiempo que entraba a aquel diminuto cuarto en comparación con el que tenía en el inframundo.

 

-Ponte cómodo…-se oyó por el pasillo la voz del peli plateado mientras se dirigía a la cocina.

 

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Esto no podía ser. La refrigeradora en la cocina estaba vacía, solo una jamonada de pollo y un pan rancio fue lo que encontró. Resignado, los tomó los juntó y salió un pan con jamonada. Caminó de regreso, ascendiendo las escalinatas, imaginándose la reacción de Albafica cuando le dijese que Aiacos se quedaría por tiempo indefinido en su casa…

 

-Se armará Troya-murmuró para sí, recordando las muchas veces que Garuda habló mal de la florecilla y como su esposo habló pestes del peli azul tras haberse conocido en muy malas circunstancias luego de ser revividos por Hades y Athena respectivamente.

 

 

Continuará…

Notas finales:

cuidense mucho.

nos leemos en la conti.


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