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A New Friend? por WwA

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Notas del capitulo:

Bueno, he aquí el siguiente... Espero sea de su agrado y disculpen el retraso~...

 

P.d.: ¡Gracias a todas las hermosas personitas que me apoyan con sus RW! ¡Hacen a esta humilde autora muy feliz! (;n;)♥

Capítulo 9.

Enchanté.

 

 

Aparté las sábanas al momento en que la luz del amanecer había comenzado a filtrarse a través de la ventana.

–Hi...roki...-san –le oí murmurar entre sueños–.

Sonreí levemente y él se removió a mí lado.

Tan hermoso.

–Buenos días –susurré, plantando un beso suave en su frente–.

Hice ademán de levantarme y entonces despertó, sentándose en la cama con su espalda apoyada en el respaldo.

Se rascó los ojos como queriendo espantar el sueño y me miró adormecido.

–Buenos días, Hiroki-san –bostezó perezosamente y una pequeña lagrimilla descendió por su mejilla–.

–Buenos días, Hotaru –reiteré, saliendo de la cama–. ¿Has dormido bien?

–S–Sí –respondió avergonzado–.

–Bien, entonces démonos prisa o se nos hará tarde.

–S–Sí –afirmó, haciendo a un lado las sábanas azules de mi cama, abandonándola segundos luego–.

Lo miré un segundo.

–¿Está bien tu cuerpo? –Pregunté–.

Hotaru no hizo más que mirar al piso, totalmente avergonzado por mi inesperada pregunta.

–E–Estoy bien –murmuró, sin apartar la vista del suelo–.

Me acerqué hasta él, tomé su mentón y planté un beso en su mejilla.

–Me alegra saber que no fui tan brusco –respondí–.

El sólo afirmó, sonrojado hasta más no poder.

Como me encantaba eso de él, hasta la más mínima cosa, la más mínima reacción de su parte no dejaba de fascinarme.

 

Abandoné la alcoba, encaminándome hasta el baño, lavé mi rostro y cepillé mis dientes, dándome una breve ducha, pasando a regresar a la habitación por mi uniforme, el cual, supuse, debía encontrarse arrugado.

 

–Ya puedes usar el baño, Hotaru –avisé, entrando al cuarto–.

–S–sí –murmuró, mirándome durante algunos segundos para luego apartar la vista, avergonzado–.

El que llevara sólo una toalla cubriéndome la cintura parecía haberlo incomodado.

–«Que tierno» –pensé para mis adentros, soltando una leve risita–.

Hotaru sólo salió rápidamente de la habitación hacia el cuarto de baño, dejándome solo.

 

Me vestí con mi uniforme, guardando luego todo lo que necesitaría ese día en el bolso. Estaba ya listo para irme pero Hotaru aún no salía, entonces comencé a ordenar la habitación, tomando la ropa que había tirado el día anterior alrededor de esta en el momento en que me dejé llevar por la euforia.

Lo habíamos hecho...

Creía poder sentir aún todo del día anterior...

Sus leves jadeos, su entrecortada respiración, el sonido de su voz al decir mi nombre, su piel, sus sonrojadas mejillas, sus gemidos...

Todo lo que me provocaba con el simple hecho de verlo así... Extasiado y el saber que todo era por mí.

 

Suspiré pesadamente.

–Debes calmarte, Hiroki –me dije a mi mismo, terminando de acomodar la alcoba–. Aún es muy temprano…

¿Era buena idea ser así de... ¿intenso??

¿Qué tal si se cansa de mí alguna vez por ello?

¿Llegaría a pasar?

¿Es posible?

Después de todo el ser humano al verse presionado tiende a huir...

–Vaya, no sabía que querer a alguien podía llegar a ser tan abrumador... –Pensé para mí en voz alta–.

–¿Hiroki-san? –Llamó a mis espaldas desde la puerta–.

–¿Sí? –Respondí, dando media vuelta para así poder mirarlo–.

Estaba sonrojado, tal y como se había ido. Aunque ya había pasado algún tiempo, ¿había pasado algo?

¿Me había escuchado mientras hablaba conmigo mismo?

Debía dejar de exponer en voz alta mis pensamientos.

–¿Sucede algo? Estás algo rojo, ¿te sientes bien? –Pregunté preocupado, aunque mi voz lo dejase ver poco–.

Me acerqué hasta él y rocé su mejilla con mi mano, pegando luego nuestras frentes, lo que provocó un respingo nervioso de su parte.

–No parece que tengas fiebre –informé–. ¿Estás bien?

–Ah... Yo... sí –parecía dudar–.

–¿Sucedió algo que te haga estar tan nervioso?

Miró al suelo, comenzando a jugar con sus manos.

–Bien... pues yo... verás... Fue que... de verdad fue sólo porque era necesario que... –murmuró un motón de palabras a las que no les vi demasiado sentido–.

Entonces caí en cuenta de qué podía ser.

Después de todo, yo lo había invitado sin antes avisar, así que era obvio que no venía preparado.

Me acerqué con parsimonia hasta su rostro y lo besé, recorriendo su boca con mi lengua, provocando que húmedos sonidos llenaran la habitación.

–Ah... ¿Hiroki...-san? –Jadeo–.

–Hummm –farfullé–, justo como había pensado... Sabe a menta...

Hotaru no hizo más que sonrojarse gravemente.

–Ya veo porque estabas tan nervioso –comenté–.

–L–Lo siento –susurró, bajando el rostro–.

–¿Creíste que me molestaría por eso? –Pregunté–.

Hotaru tembló ligeramente, estaba realmente nervioso.

–No tienes que preocuparte –aseguré, abrazándolo contra mí–. Puedes usar mis cosas si quieres, no me molestaré por ello, aunque he de admitir, me impresiona que hayas usado mi cepillo –murmuré risiblemente–.

–Pero –dije luego–, esto sólo te lo podría permitir a ti ¿eres consciente de eso?

Hotaru sólo me observó y sin decir nada asintió, con una leve sonrisa tímida en sus labios.

–«Eres increíble en tantos sentidos... Hotaru…»

 

 

Salimos de la casa, en dirección a la escuela, con paso lento y en completo silencio, aunque no resultaba incomodo para nada.

Estaba todo tranquilo hasta que... Mei…

–¡Hiroookiiiiii! –exclamó saliendo de su casa apresuradamente–.

–Mei –suspiré–.

–¿Qué clase de reacción es esa? –Se quejó–.

–La que tu provocas, por supuesto –afirmé–.

–¡Hiroki, eres horrible! –chilló–. Oh –dijo de repente, como dándose cuenta de algo–. Hotaru–chan, buenos días –deseó Mei con una sonrisa maliciosa–.

–Buenos días, Yoshida-san –respondió el aludido secamente, haciendo un gran énfasis en su apellido–.

Aquí iba de nuevo.

Traté de reconfortar a Hotaru tomando discretamente su mano, aunque esto lo sorprendió por un momento no se opuso al contacto y al momento en que nuestras miradas se encontraron le dediqué una sonrisa.

Esperaba que eso ayudase a aligerar el ambiente, aunque en realidad sólo quería besarlo y dejarle en claro que yo era sólo suyo, que no necesitaba sentirse inseguro.

Pero, no podía negar que sus celos me hacían sentir valorado, de alguna forma...

 

El camino a la escuela fue llenado por la charla de Mei, hablando sin parar sobre todo lo que hacía en la escuela y sobre lo bien que la habían recibido, que tenía una nueva amiga… y algunas otras cosas a las que no le presté mayor atención, la verdad, estaba más concentrado en Hotaru que en cualquier otra cosa… Y es que… con el parecía que no necesitaba de nada más…

 

 

Durante la primera clase del día, tuvimos una introducción de un nuevo compañero.

«¡Uno más! » –fue lo único que pude pensar cuando la puerta sonó mientras mi cabeza reposaba entre mis brazos y la profesora Shizuka exclamó un «Oh, veo que ya has llegado. Pasa, pasa». Situación que me causó un claro sentimiento de déjà vu, los que, por cierto, parecían ser muy frecuentes-.

–Bien, chicos –dijo Shizuka, intentando atraer nuestra atención –aunque conmigo nunca funcionaba.– luego de que la persona de la que se tratase había entrado al aula–. El será su nuevo compañero de clases, sed amables con él y ponedlo al tanto de las materias.

–«Por favor. ¿Acaso no saben decir algo más?» –Ese pensamiento inundó mi mente al momento en que Shizuka terminó su última frase–.

–Mi nombre es Mercier Jean Baptiste, por favor cuiden de mi –dijo luego el ¿nuevo?–.

Por su acento y su nombre no era difícil adivinar que era extranjero, eso y los múltiples susurros de las chicas que llenaron la habitación, dejaron saber que no sólo era extranjero sino que también –según ellas– bastante bien parecido.

–Muy bien, Mercier-kun, toma el asiento disponible al final de la fila detrás de Komachi-kun –indicó la profesora. Exclamando luego: –¡Komachi Hiroki-kun! ¡Levántate!

«Dios, Dios...» –murmuré para mis adentros, levantando mi rostro de su lugar–.

Dándome una vista de cómo pasaba Mercier, caminando lenta y elegantemente hasta su nuevo lugar. Hasta que sus grises ojos se fijaron en Hotaru, obteniendo un brillo completamente nuevo.

Hotaru? –Pronunció, sin, al parecer, poder creer lo que decía–.

Jean Baptiste –murmuró el aludido como respuesta–.

Hotaru! Tu m’as manqué! –Exclamó en su idioma natal–.

Moi aussi, Jean Baptiste –contestó Hotaru, con menos euforia–.

C’est une agréable surprise –dijo luego–.

Siendo interrumpido al momento por la profesora.

–¿Mercier-kun? ¿Sucede algo? –Preguntó Shizuka, ajena a la plática que mantenía Mercier con Hotaru–.

Non –murmuró, llevando la vista en dirección a la profesora–. Quiero decir, no –rectificó, con una media sonrisa. Llevando su cuerpo hasta su lugar, dejándose caer en el mismo–.

 

Mercier era del tipo que obviamente sería famoso entre las chicas. Alto, acuerpado, rubio, de ojos grises y audaces, y –lo que por supuesto no podía faltar– un marcado acento francés. Para darle más perfección, había sido elegido como estudiante de transferencia debido a sus excelentes calificaciones y su –no tan alabable– capacidad para hablar japonés. Aunque obviamente su currículum vitae no terminaba allí, había, también, que sumarle algunos otros idiomas además del japonés, como el italiano, alemán, inglés, español y algunos más, además, obviamente, del francés.

 

Como había supuesto, pronto su presencia se hizo notar. Las chicas, al momento en que sonó el timbre del descanso para el almuerzo, no perdieron tiempo para poner toda su atención en Mercier. Invitándolo a que compartiese su tiempo con ellas, justo como había sucedido con Hotaru. La diferencia era que Mercier les daba su atención, Hotaru había preferido ignorarlas.

Por mi parte, sólo ignoré la escena y tomé a Hotaru, llevándolo rápidamente hasta nuestro lugar debajo del roble.

Ante las prisas Hotaru me miró sorprendido.

–¿Sucede algo? –Preguntó, aún impresionado; luego de verme devorar el bento–.

–No exactamente –respondí con poco buen humor–.

–Hummm, ¿qué es lo que te tiene así, Hiroki-san?

–Bien, si yo le dijese a Mei que la he extrañado, es seguro que eso te pondría de buen humor –acoté con tono irónico–.

–¿Entendiste lo que Jean Baptiste y yo dijimos? –Inquirió, verdaderamente sorprendido–. ¡Espera! ¡Más importante aún! ¿¡Estás celoso, Hiroki-san!? –Exclamó, con una sonrisa que ni siquiera se molestó en tratar de ocultar–.

–Bien, creo que no necesitas que lo diga –murmuré insatisfecho–. Y, sí, entendí lo que se dijeron, aunque allá sido por poco.

Cerré la caja de bento con su tapa, la cual estaba totalmente vacía sobre mis piernas.

Estaba tan celoso de una simple frase que era casi impensable y eso sólo me ayudaba a confirmar lo que ya sabía. Hotaru significaba mucho o, más bien, significaba todo para mí.

–Hiroki-san –llamó Hotaru–.

–¿Sí?

–No tienes que estar celoso de Jean Baptiste –musitó–. Fue sólo alguien que conocí hace mucho tiempo...

–Hummm... –farfullé, poco convencido–.

Ahora sus palabras me habían hecho saber algo más.

–«¿Qué tanto me puedo jactar de que te conozco?» –Pensé–.Supongo que en realidad no sé nada –murmuré en voz baja, causando que Hotaru me mirase muy atentamente con aires de sorpresa–.

–¿Uh? ¿Sobre qué no sabes nada, Hiroki-san? –Preguntó–.

Y antes de que pudiese responder, se presentó ante nosotros una enorme silueta.

–«Hoy debe ser el día de los déjà vu» –pensé. Bufando con ironía, dado que  nuestro invitado era francés; así como la frase que rondaba mi mente esa mañana–.

–Hotaru –llamó–.

–¿Jean Baptiste?

–Que agradable sorpresa encontrarte aquí, Hotaru –comentó, sentándose junto a la persona a la que destinaba toda su atención–.

–Se podría decir que sí –respondió Hotaru–.

–Hace tanto que no te veía. ¿Cuánto ha sido? ¿Cuatro años? ¡Oh, cómo te he echado de menos! –Murmuró, tomando las manos de Hotaru y plantando un beso en su dorso–.

Aclaré mi garganta, buscando llamar su atención y mi joven acompañante no hizo más que soltarse de su agarre y mirarme incomodo.

–Jean Baptiste, él es Komachi Hiroki-san –presentó, señalándome con su mano–. Hiroki-san, él –indicó al francés– es Mercier Jean Baptiste.

Enchanté, Mercier –dije, tendiéndole una mano como muestra de cortesía–.

Mercier me miró sorprendido y luego sólo sonrió.

Enchanté, Hiroki –murmuró, tomando mi mano y estrechándola fuertemente–.

Le dediqué una última mirada antes de centrar mi atención en Hotaru.

 

«Espero que mis dudas no sean ciertas» –fue lo último que pude pensar antes de levantarme junto con Hotaru y mi nuevo amigo, devuelta al aula de clases–.

 

 

Notas finales:

Gracias por leer♥.


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