Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

A New Friend? por WwA

[Reviews - 40]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

 

Okey, aquí está el capítulo 11.

Lamento la demora, es que no quedaba como quería D: -se excusa-.

Pero, hoy luego de leer unos fanfics de Sora-sempai -momento de publicidad- por fin pude editarlo y que quedara bien -dentro de lo que cabe.

Espero, sinceramente, que el capítulo sea de vuestro agrado.

Y, aprovecho para agradecer a aquellas personitas que se toman su tiempo para dejarme un RW (~>w<)~♥, no se imaginan cuánto me conmueve saber que os gusta lo que escribo (;n;).

 

Bueno, sin más que agregar, disfruten el capítulo.

 

Capítulo 11.

You’re Only Mine.

 

 

«Esto… es una broma… ¿cierto…?».

«¿Qué carajos está pasando?» –fue lo único que pude pensar–.

Justo antes de que un absoluto sentimiento de enojo se apoderara de mí, ligado a los celos y un inmenso dolor que se abrió paso a través de todo mí ser.

 

Cerré mis ojos un par de segundos, intentando procesar la muy detestable escena que se desarrollaba frente a mí.

Me sentía absolutamente confundido con respecto a Hotaru. Todo aquello que creí haber construido… no, que creí que habíamos construido, ambos, durante nuestro poco tiempo, juntos, creía que había significado algo…

Entonces, caí en cuenta de lo imbécil que estaba siendo y, lo tuve aún más claro en el mismo momento en que Mercier me dedicó una mirada de triunfo absoluto mientras sus labios estaban aún sobre los de Hotaru y sus manos sostenían fuertemente las del pequeño.

 

–No seas idiota, Hiroki –dije entre dientes, abriéndome paso dentro del aula con un fuerte portazo–.

Caminé a grandes zancadas hasta estar cerca de ambos. Tomé a Hotaru por un brazo con fuerza, liberándolo del agarre de Mercier y dejándolo oculto detrás de mí.

–Serás gilipollas –musité con ira, hablándome más a mi mismo que a nadie más–.

–¡Eh! –Se quejó Mercier cuando rompí el contacto que tenía con Hotaru, mirándome enfadado–.

–De «¡eh!», nada, imbécil –refuté y, en un acto totalmente salvaje y contrario a mí, le propiné un fuerte golpe en el estomago, causando su caída inmediata–.

Le dediqué un último vistazo a Mercier; tendido en el suelo con sus brazos alrededor de su abdomen y sus piernas contraídas cerca de su cuerpo, yacía de lado con un marcado gesto de dolor surcando su rostro mientras, a duras penas, lograba regresar el aire a su cuerpo.

«La verdad, te mereces mucho más pero, no vales mi tiempo» –pensé mirándolo altivo, tomando mi bolso y el de Hotaru en un brazo y la mano de éste último antes de salir del aula arrastrándonos a ambos fuera del terreno de la escuela en dirección a mi casa–.

 

A medio camino, casi como si intentase evaluar si estaba enojado o no, Hotaru murmuró mi nombre, sin embargo, aun conociendo sus preocupaciones, no dije nada a su llamado, me dediqué únicamente a seguir el camino que tenía frente a mí.

Hotaru guardó silencio en los minutos restantes, y la atmosfera entre nosotros comenzó a tensarse. Aunque conmigo absteniéndome totalmente del habla y con Hotaru intentado leer mi estado de ánimo… no era para menos.

Aceleré el paso cuando estuvimos cerca de mi hogar, obligando a mi acompañante a apresurar su marcha, quién, debido a su baja estatura, me seguía con torpeza.

Cuando, por fin, llegamos hasta mi puerta, procedí a llevarnos a ambos hasta el interior de la casa, donde me permití soltar la mano de Hotaru.

 

Suspiré, cansadamente y removí mis zapatos, acomodándolos en la entrada. Subí a mi alcoba y dejé ambos bolsos a un lado de mi escritorio, bajando nuevamente para encontrarme con Hotaru que me esperaba con una mirada nerviosa y entristecida, sentado en el último escalón de las escaleras.

–Hiroki-san –se atrevió a decir, luego de haber tragado con fuerza–.

–¿Sí, Hotaru? –Respondí con una indiferencia que hasta a mí me sorprendió ser capaz de usar en ese momento, dada la forma en cómo me sentía. Una mezcla de gran tristeza y enojo arremolinándose dentro de mí–.

–¿Estás… –dejó la pregunta a medias, pensando, tal vez, que no era adecuada o, más bien, demasiado obvia–.

Se levantó de su lugar al verme acercarme, sin apartar su mirada de la mía. Aún, estando tan nervioso como se hallaba.

¿Qué pensaba que iba a pasar o a hacerle?

Acaso, ¿lo estaba asustando?

Creo que sí, aunque eso era por mucho lo que menos quería… provocarle miedo.

 

Me paré frente a él, sin apartar la vista, sin pretender intimidarlo, sólo buscando no perderme de ninguna de sus expresiones; con ese semblante en particular que no dejaba saber en qué pensaba o qué sentía.

–Hotaru –murmuré, degustando su nombre–.

El aludido me observó en silencio, casi como diciéndome que estaba escuchándome.

–Dime, Hotaru –susurré mientras acariciaba su rostro con la yema de mis dedos–. Explícame, ¿qué sucedió? –me encontraba rogando, aún cuando mi voz no cooperara conmigo. Deseaba saber desesperadamente que no había sido traicionado, que aquel beso no había sido correspondido. Que no me había equivocado al traerlo conmigo–.

Hotaru sólo se limitó a mirarme, aún más nervioso, si es que era posible.

Imaginé enseguida la sensación que debía recorrer su cuerpo.

Quien nos viera pensaría que estaba molestando al pequeño frente a mí. Aunque no fuese el caso; hasta a mi me daba aquella impresión desagradable.

 

Dejé de tocarlo y esperé pacientemente por su respuesta, dejando que los minutos pasaran hasta que fuese capaz de responder a mi sencilla pregunta.

Hotaru se aferró a la pared que tenía a sus espaldas dando la impresión de que sin ella no hubiese podido permanecer en pie y, al fin, luego de lo que me pareció una eternidad murmuró:

–Estábamos hablando, como normalmente solemos hacerlo –su voz era un susurro y había desviado la vista–… Sin embargo, luego de algunos minutos, Jean-Baptiste, comenzó a actuar… diferente… extraño…

Esperé, nuevamente, sin decir nada y un momento después continuó:

–Comenzó a hablar de ti, Hiroki-san. Diciéndome que él ya sabía lo que yo sentía por ti.

Respiró profundamente y limpió su rostro, oculto tras su cabello. Había comenzado a llorar.

Apreté fuertemente la mandíbula, limitándome a escucharlo. Tratando de guardar la calma en ese momento. No deseaba darle más razones para que se sintiese aún más intimidado.

–Me dijo –susurró luego– que él dudaba que tú te sintieses igual que yo y un montón de cosas más a las que no le quise prestar atención, luego de eso y, así como si nada, me besó –explicó, limpiándose nuevamente las lágrimas con su mirada hundida en la alfombrada escalera, huyéndome–.

Azoté fuertemente la pared con mi puño, obligando, ante la impresión, a que Hotaru me mirase.

Tomé su mentón con mi mano libre y lo besé, un beso casto al principio que fui tornando a cada segundo más profundo.

Hotaru parecía contrariado pero no se negó ni opuso resistencia alguna y, para ser sincero, aquello me salvó de muchas maneras.

Nos dejé caer a ambos hasta el suelo, sin querer separarme de los labios del castaño que robaba mis pensamientos y me hacía sentir.

El beso terminó, con ambos jadeando.

Con él en un estado confuso por mis acciones.

Lo sabía aun cuando no había dicho nada.

 

Lo observé, encontrando mi mirada con la suya. Me sentía triste, furioso y de algunas otras formas que no entendí de qué se trataban.

¿Cómo se había atrevido siquiera a hablar sobre cómo me sentía sin siquiera conocerme? Ese ser despreciable jamás entendería como yo me sentía con respecto a Hotaru.

Me aferré al pequeño cuerpo delante de mí, buscando aliviar mis emociones.

Incluso en este punto, yo no había llegado a comprender la intensidad con la que quería a Hotaru. No había logrado comprender que… ese chico había logrado conquistarme por completo. Entonces, ¿qué podría saber él respecto a mí?

 

Hotaru me rodeó con sus pequeños brazos, brindándome una ligera sensación de calidez que me tranquilizaba poco a poco.

Respiré con pesadez, sintiendo como mi agitado corazón apaciguaba su frenético correr de manera progresiva, hasta el punto en que latía lenta pero fuertemente; logrando sacudir mi cuerpo casi imperceptiblemente.

–Lo siento –logré decir luego de algunos minutos; tras haber logrado calmar la ansiedad que me recorría–. Te he asustado, ¿cierto? –Murmuré, mirando al pequeño delante de mí–.

Hotaru asintió levemente.

–Lo siento –volví a decir–. No quise… no era mi intención… –intenté excusarme ante mi patética actitud de antes–.

El volvió a negar.

–Sé que no, Hiroki-san –murmuró, tomando mi rostro entre sus manos–. Es sólo que no es usual verte enojado –sonrió con tristeza, dejando su mirada sobre la mía–.

Lo abracé de nuevo, con ternura y besé su frente.

–Lo siento –volví a decir–. Pero, tienes razón, no es usual verme molesto... La verdad es que muy pocas cosas lo logran...

–Hummm... –Hotaru asintió, sopesando mis palabras–. Creo que entiendo –susurro–.

Segundos después me sonrió y planto un beso leve en mis labios.

–Lo siento –murmuró, para mi sorpresa–.

Enrede mis manos en su cabello y pegue nuestras frentes.

–¿Por qué te disculpas? –Inquirí– no ha sido culpa tuya...

–No –respondió, haciendo un poco de espacio entre ambos–, puede que no pero, debí ser más cuidadoso... Y, además lamento que hayas resultado herido...

–Venga –reí– pero si no me han golpeado ni una vez –afirmé, casi jactándome–.

–No hablo de herido de esa forma, Hiroki-san –negó, mirándome con serenidad– si no de aquí –señalo mi pecho con su dedo índice, justo a la altura del corazón–, y eso es lo que más lamento...

Sentí una pequeña opresión en mi pecho y me abrace de nuevo a él.

–«Hotaru… ¿cómo puede ser que me conozcas mejor que yo mismo? ¿Cómo puedes llegar a entenderme de esa forma?»

Sonreí al pensar en lo mucho que había aprendido en el corto tiempo que habíamos estado juntos. Como había aprendido más acerca de mis emociones, acerca de mí…

 

Me levanté del lugar y tomé la mano de Hotaru para ayudarlo a levantarse. Caminamos escaleras arriba, hasta mi habitación; dónde nos acotamos en mi cama, uno junto al otro. Permitiéndome sentir la calidez que su cuerpo me brindaba lo estreché contra mí. Olfateé su cabello y me deleité con su aroma. Enredé mis dedos en  él y besé su frente, la comisura de sus ojos, sus mejillas, su nariz, su mentón…

Mis labios trazaron su rostro con ternura, hasta llegar a su boca; dónde repartí cortos besos que sólo lograban dejarme con ganas de mucho más.

–Hotaru… –susurré, parando mi lluvia de besos–.

–¿Hummm? –Murmuró como respuesta, dejándome apreciar el verde de sus ojos al fijar su vista sobre mí –.

–Te quiero, nunca lo dudes –susurré–.

–Lo sé, Hiroki-san. Yo también te quiero –respondió con una hermosa sonrisa–.

–Sé que esto sonará tonto a este punto… –dudé unos instantes, casi como arrepintiéndome de lo que estaba por decir–… pero, quiero estar totalmente seguro… no, creo que lo que quiero es hacerlo más «formal»…

–¿Qué? –Inquirió, sin entender, mirándome atentamente–.

Suspiré, dudando dentro de mí. Debía ser lo más tonto que podría llegar a decir, dadas las circunstancias…

–Yo, verás… –Aspiré, casi como tomando coraje aunque no fuese necesario para lo que diría–. Hotaru –lo miré fijamente–… ¿saldrías conmigo?

Hotaru sonrió y soltó una leve carcajada por lo bajo.

–Hiroki-san –pronunció, divertido; logrando causarme una leve sensación de calor en el rostro–… Me encantaría –me dedicó una nueva sonrisa y plantó un leve beso en mi mejilla–. Aunque te tomó bastante tiempo proponerte –parecía quejarse, aunque aquello me resultaba divertido, de cierta forma–, y pensar que ha sido incluso después de hacer cosas «H».

Lo apreté contra mí y reí.

Tenía razón.

–Hotaru –susurré–… quiero que lo tengas claro…

–¿Hummm?

–Desde ahora, desde este justo momento eres solo mío. ¿Entiendes? –Indiqué tajante, besando brevemente su boca–.

Hotaru se sonrojó, aunque no entendí realmente el porqué se sentiría avergonzado, no podía quejarme; se pegó a mí y soltó una leve carcajada antes de mirarme, sonreír y decirme:

–Hiroki-san, tú también eres mío y sólo mío.

–No podría pertenecer a nadie más –afirmé–. Nadie más logra agitarme de esta manera y dudo que eso pase.

–Así lo espero, Hiroki-san –indicó, abrazándose fuertemente a mí, escondiendo su carita en mi pecho–.

Lo apretujé aún más contra mí y acaricié su cabello con mi nariz; degustando nuevamente su aroma.

–Hotaru –articulé difícilmente–…, cuanto te quiero, Hotaru… no lo dudes nunca –hundí mi rostro en su cabello, sintiéndome aliviado al pensar en que todo lo que había ocurrido nos había acercado un poco más–.

–Hiroki-san –susurró aún con su carita oculta en mi pecho–, tú tampoco dudes nunca de mis sentimientos, Hiroki-san, yo realmente, realmente te quiero un montón.

Besé la corona de su cabeza y sonreí, realmente movido por sus palabras…

 

 

Notas finales:

Thanks for reading me♣.

Se you soon♥.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).