Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

A New Friend? por WwA

[Reviews - 40]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola, holaa. Lamento muchísimo la demora de éste capítulo. Sinceramente aún no logro comprender porqué me he demorado tanto, y aún más porque el capítulo es realmente corto ._.'


Aunque viendo como han transcurrido mis semanas logro hacerme la idea -hace memoria-. Gott, sí, estuve tonteando mucho @.@. Aunque para qué negarlo disfruté stalkar a mis comentaristas ;n; -uno de sus pasatiempos favoritos-.

Diidi-chan tiene un fic encantador -según mi humilde opinión- que me mantuvo ocupada durante días *^*/. Y sigo esperando la continuación >w<♥.

Bueno, bueno, sin más que decir...

Please, enjoy.

Capítulo 13.

Take Care of Him

 

 

–¿Cuánto tiempo lleváis saliendo vosotros dos? –Miyuki-san nos examinó, intercaladamente, con la seriedad marcando sus hermosas facciones–.

Apreté mis cubiertos al tener la leve sospecha de que podría dejarlos caer y vi de soslayo a Hotaru, quien sólo pudo dedicarme una expresión de obvia sorpresa.

La sala estaba sumida en un silencio que se fue tornando tenso, o, más bien, incómodo a cada segundo que pasaba y yo no aportaba respuesta alguna.

Mizuki-san y Takeshi-san aguardaban en espera de los que Miyuki-san pensaba hacer, fuese lo que fuese, limitándose a ser simples espectadores.

–¿Hiroki-kun? –La madre de Hotaru llamó mi atención nuevamente, insistiendo impaciente por mi contesta–.

–Ma… –Hotaru quiso decir algo pero lo detuve–.

Aspiré un poco, me aclaré la garganta, y dejé ambos cubiertos acomodados sobre la mesa. Miré a Miyuki-san una vez que había logrado recuperar la compostura.

–Hoy es 25… ¿no? –Dije seriamente–… Hoy hace dos meses desde que comenzamos a salir –declaré, firmemente–.

Hotaru parecía verdaderamente impresionado por mis palabras y, aunque no entendí el por qué, lo estaba, se podría decir que incluso un poco más que Mizuki-san; ambos no pudieron hacer más que no perder de vista a Miyuki-san y a mí, con un notable sonrojo decorando sus níveas mejillas y una ligera expresión de asombro.

Miyuki-san, por su parte, se quedó en absoluto silencio, sin decir nada ni expresar mucho más en su rostro.

–H-Hiro… ki-san –oí susurrar a Hotaru, sin embargo no pude o, más bien, no quise voltear. Por alguna razón la dura mirada de Miyuki-san era algo que sentía debía soportar sin rehuirle; hasta que fuese ella la que decidiese romper el contacto visual–.

–Veo que tienes agallas, Hiroki, o, mejor dicho, tienes una verdadera falta de vergüenza –dijo, por fin, rompiendo el silencio; clavando aún más su intimidante vista sobre mí–. Mira que admitir que estáis saliendo, en mi propia cara, incluso –acotó, casi como acusándome de un acto totalmente desvergonzado o vulgar–.

–Ha sido usted quien ha preguntado –respondí, sinceramente–. ¿Esperaba, acaso, que lo negase todo, aún cuando fuese verdad? –Inquirí y, sin esperar alguna palabra de su parte, continué diciendo:– Eso no podría ser; jamás podría mentir a esa pregunta, sin importar quién sea el que la hace.

–Hummm… –murmuró con sorna y una expresión aún más dura marcó su rostro; levantó una ceja y alzando su barbilla me miró, altiva–. ¿Y eso sería debido a? –Preguntó con severidad–.

–Es simple –contesté–… No me avergüenzo de quererle.

–Ya –afirmó–. Y, ¿tú crees que sólo por eso yo accederé a vuestra relación, así como así? –Por primera vez frunció el ceño y pude sentir cuan densa era su determinación a rechazarme como pareja de Hotaru–.

–Nunca esperé que fuese sencillo –admití–. ¿Cree que no soy consciente de la posición en la que me encuentro? –Pregunté y ella acentuó la intensidad de su ceño fruncido–. No soy idiota –comenté–, sé muy bien que mi relación difícilmente será aceptada pero, ¿qué puedo decir a eso? No puedo evitar sentirme como me siento con respecto a Hotaru. Yo no me enamoré de su género sino de la increíble y maravillosa persona que es –me mantuve calmado, tanto que incluso me pareció sorprendente. Sostenerle la mirada a Miyuki-san no era tan sencillo, sobre todo cuando sus ojos expresaban un profundo desprecio–.

Takeshi-san, luego de mis palabras, se aclaró la garganta; la primera cosa que hacía desde el comienzo de la cena, por cierto. Miyuki-san volteó a verlo, rompiendo por fin el contacto visual entre nos; dejó de fruncir el entrecejo.

–¿Estás -ya- satisfecha con eso o necesitas que Hiroki diga algo más? –No entendí a qué se refería con aquella frase pero, de igual modo, lo agradecía. Estaba defendiéndome–.

Me dedicó una sonrisa ladina y luego vio a su esposa, ésta no hizo más que relajar su semblante y suspirar, casi como decepcionada.

–Sí, sí… –murmuró, abanicando con su mano–. Sinceramente, no pensé que sería tan capaz como para decir tales cosas, por todos los cielos –me sonrió con malicia y no pude hacer más que desviar la mirada… algo avergonzado–. Creí que podría disfrutar un poco más… Lo aceptó demasiado pronto…

–¿M-Mamá? –Hotaru la llamó–.

–Hotaru –ella pronunció su nombre recobrando ese tono melodioso y calmado que tanto la caracterizaba. El aludido no hizo más que esperar a que continuase; ella le sonrió con dulzura–, no te preocupes y, tú –me señaló y me dedicó una sonrisa también–, tampoco tienes de qué preocuparte, Hiroki-kun.

–¿Papá? –Hotaru parecía buscar una explicación en su padre ya que, Miyuki-san no había aclarado ninguna de sus dudas–.

Takeshi-san rió, divertido.

–Tu madre sólo quería divertirse un rato, Hotaru –explicó con una sonrisa decorando su rostro–. Lo siento mucho, Hiroki. Supongo que ha de haber sido difícil aguantar a Miyuki.

Lo observé con detenimiento y luego a Miyuki-san.

–Madre… ¿p-por qué tuviste que hacer todo esto? –Hotaru titubeó un poco, logrando que su voz no sonase tan imponente como de seguro deseaba–.

–¿Una prueba? –Pregunté–.

–Hummm… –Miyuki-san volvió a sonreír, supuse que había acertado en mis suposiciones–… Algo así –admitió–, aunque el asunto principal era entretenerme, también quise probarte un poco.

Sonreí, entendiendo un poco más el carácter de Miyuki-san.

–Ya veo –acoté–.

–Lo hiciste muy bien, Hiroki-kun –admitió Miyuki–. La verdad es que no esperaba que fuese así de atrevido ni que tuvieses sentimientos tan profundos por mi querido Hotaru –le dedicó una expresión de cariño a éste último y prosiguió diciendo:– Por favor, Hiroki-kun, continúa cuidando de él –pidió; su voz llevaba un dejo amable, maternal–.

–Cuento contigo, Hiroki –Takeshi-san, volvió a sonreír y yo simplemente no podía terminar de creer lo que sucedía–.

Hotaru se levanto de la silla, apoyando sus manos sobre la mesa, con un marcado rubor en sus mejillas.

–Mamá, papá… –algunas lágrimas se agruparon en sus ojos verdes–, ¿esto quiere decir que…?

–Sí, Hotaru –respondieron ambos al unísono, levantándose de sus asientos. Takeshi-san pasó uno de sus brazos sobre los hombros de Miyuki-san y con su otra mano tomo ambas de ésta–. Si te hace feliz, te damos nuestra aprobación para que salgas con Hiroki-kun –se sonrieron con amor y Miyuki-san recostó su cabeza sobre el hombro de Takeshi-san–.

Hotaru dejó caer las lágrimas que contenía. No pude más que levantarme y abrazarlo. Escondió su rostro en mi pecho y pasó sus brazos alrededor de mi cintura.

Mizuki-san, quien había estado en completo silencio hasta ahora, se levantó también de su asiento, me dedicó un asentimiento.

–Por favor cuida bien de él, Hiroki-kun. Es mi único y querido hermano menor; te lo encargo –se sonrojó ligeramente y se dirigió al otro lado de la mesa, hasta quedar cerca de sus padres–.

«Vaya –pensé–, pero que tarde…» –volví la vista a Hotaru, había logrado calmarse un poco–.

 

Luego de aquella escena, la cena continuó con un ambiente más animado; Hotaru y su familia charlaban alegremente, llenando el comedor de murmullos y risas, alguno que otro grito colérico y avergonzado del pequeño y las sonoras carcajadas de Miyuki-san al lograr molestar a su hijo.

Eché un vistazo a mí alrededor, de alguna manera aquel panorama me llenaba de comodidad. Ciertamente, la familia era totalmente lo opuesto a lo que hubiese imaginado pero, aunque no eran nada formales como había esperado, esto no estaba nada mal. Era obvia la buena relación que llevaban entre sí y lo mucho que se querían los unos a los otros. Durante un momento, en el mismo instante en el que, luego de que habían retirado los platos, Takeshi-san revolvía los cabellos de Hotaru y Miyuki-san le dedicaba una jovial sonrisa, no pude evitar sentirme algo melancólico.

«¿Cuándo fue la última vez que mi madre me sonrió? Ó, mejor dicho, ¿cuándo fue la última vez que los vi?» –Para mi sorpresa me encontré a mi mismo haciéndome aquellas preguntas. Supuse que era debido a que ya que provenía de una familia un poco... complicada, ver a una llena de tanto regocijo me hacía sentir algo parecido a la envidia–.

Aunque no podía quejarme, si las cosas no hubiesen ocurrido como hasta ahora, probablemente yo no hubiese conocido a Hotaru.

Miré a mi amante, estaba sonriendo alegremente mientras continuaba su charla.

«Si tú no fueses como eres y yo no estuviese como estoy, creo que no tendría la dicha de sentirme como me siento» –pensé, mientras sonreía para mis adentros–.

–Hiroki-kun... –Miyuki-san me llamó; despertándome de mis pensamientos–.

–¿Sí? –Respondí al instante–.

–Te decía que si deseabas quedarte esta noche.

–Ah, si no es un inconveniente –contesté–.

–No, por supuesto que no –negó amablemente–... Y, no seas tan formal, considera nuestra casa como tuya, Hiroki-kun. ¿Cierto, papá? –Hizo un ademán hacía Takeshi-san y éste sólo rió, asintiendo–.

–Eres más que bienvenido, muchacho –comentó luego–.

 

La velada terminó alrededor de las 10. Cada quién deseo buenas noches al llegar al segundo piso y se fueron a sus respectivas habitaciones. Aunque, luego de algunos momento, cuando Hotaru y yo estábamos en su habitación, Miyuki-san llegó con un pijama totalmente nuevo.

La miré sorprendido.

–Los pijamas de Hotaru, dudo mucho que te queden –aclaró, ante mi desconcierto–.

–N-No tenía que molestarse –murmuré–.

–No es molestia Hiroki-kun –respondió, extendiendo la bolsa de compras–.

La tomé y asentí.

–No te sientas incomodado, no ha sido molestia –reiteró–. Lo hice porque quise además, ya eres como de la familia –soltó una pequeña risita y salió de la habitación, cerrando la puerta suavemente tras de sí–.

Me quedé durante algunos segundos mirando al vacío, hasta que sentí a Hotaru halar la manga de mi camisa.

–¿Sí? –Pregunté, girando mi rostro hacia él–.

–¿Sucede algo malo, Hiroki-san? –Sus ojos escrutaban los míos, llenos de preocupación–.

–No –negué y le dediqué una leve sonrisa–, no sucede nada.

–¿Te sientes mal por la pijama? –Inquirió–.

–No, no es eso –negué nuevamente–. Es sólo que no suelen hacer estas cosas por mí –aclaré–. Se me hace un poco raro, eso es todo…

–H-Hiroki-san –Hotaru tenía los ojos llenos de lágrimas, de nuevo–.

–¿Hotaru, por qué lloras? –Dejé a un lado la bolsa y acuné su rostro entre mis manos–.

–H-Hiroki-san –sollozó y se abrazó a mí–.

No pude más que acariciar sus cabellos al no saber qué decir. No entendía exactamente por qué lloraba ésta vez.

 

Algunos momentos después, Hotaru había insistido en que tomase una ducha. A pesar de lo mucho que le insistí con que no era necesario, que prefería quedarme con él y hacerle compañía hasta que estuviese bien. Él obstinadamente me llevó hasta el cuarto de baño.

–Toma una ducha si no, no podrás dormir conmigo esta noche –ordenó para mi sorpresa–.

–Entiendo, entiendo –acepté–. Tomaré una ducha pero, cuando salga, espero que ya estés bien –besé su frente y me dispuse a tomar una ducha–.

 

Para cuando salí de la ducha, Hotaru había logrado calmarse. Y se encontraba ensimismado en sus pensamientos.

Parecía cavilar sobre algo que lo hacía sentir triste pues una expresión de pesar surcaba su rostro.

–¿Hotaru? –Me acerqué a él, sentándome a su lado en el balcón de su habitación–.

–¿Has terminado de ducharte, Hiroki-san? –Volteó su rostro hacia mí; su expresión melancólica provocaba que mi corazón se encogiera–.

–Ya he terminado –respondí–. Aunque, ¿ha sido a propósito que sólo lleve el pantalón del pijama? –Inquirí, Hotaru rió un poco y acaricié su mejilla con mi palma –.

Ladeó su cabeza, buscando el contacto y posó su mano sobre la mía. Dejó caer su mirada sobre mí.

–¿Qué sucede, Hotaru? –Le pregunté al tiempo en que posaba ambas manos en su rostro y me arrodillaba frente a él–.

–No –murmuró–... N-No sucede nada, es sólo que, Hi-Hiroki-san cuando dijiste que nadie hacía esas cosas por ti y-yo... me sentí... tan triste... –comenzó a sollozar mientras sus hermosos ojos verdes se llenaban de lágrimas una vez más–.

–Hotaru –lo llamé con un dejo calmado de voz–, no llores por ello –rogué, besé sus húmedas mejillas y lo abracé–. No llores por eso.

–N-No pude evitarlo, Hiroki-san –lloró con su rostro en mi pecho y sus manos sosteniéndose a mis brazos–. ¿E-Es que no te sentías sólo? –Preguntó, levantando su mirada, viéndome directamente con sus orbes sumidas en mares–.

–Ya no es así, porque te tengo a ti –admití–. Gracias a ti puedo decir que no me siento solo, así que no llores más por lo que fue, soy feliz ahora que estás conmigo –me observó, sorprendido. Secó sus mejillas con el dorso de su mano y me sonrió–. Así está mejor –acoté, besando su frente–.

–Te quiero tanto, Hiroki-san –confesó–.

–Y yo a ti te quiero también –susurré–, tanto... como nunca creí que fuese capaz de querer a alguien.

Hotaru tomó mis mejillas y recorrió el camino hasta mi cabello, enredando sus dedos en éste que se encontraba aún húmedo por la ducha; segundos después me besó, amoldando mis labios con los suyos. Correspondí su beso inmediatamente, gustoso; pasando mis manos por su cintura, acercándolo aún más a mí.

–Te quiero –murmuró una vez más sobre mi boca–… Te quiero, Hiroki-san.

Inhalé lentamente y volví a besarlo.

–Te quiero, Hotaru. Te quiero mucho.

 

Al terminar aquella sesión de besos a la luz de la luna, Hotaru fue y tomó una ducha, aunque no sin antes pedirme que lo esperase en su cama.

Me acosté en el enorme colchón y él entró al baño.

Durante los minutos que pasaron me entretuve mirando fijamente el techo a oscuras –había apagado la bombilla por lo que la única luz que había era la que entraba por los ventanales del balcón–.

Suspiré y mordí mi labio inferior, un habito que había desarrollado de niño cuando me sentía frustrado.

¿Por qué de todos los momentos tenía que ser justamente ahora que pensase en mis padres?

 

–¿Hiroki-san? –Hotaru salió del baño ya vestido con un pantalón de pijama y una franelilla a juego–.

–¿Sí? –Respondí mientras lo observaba secar su cabello–.

–¿Estás bien?

–Estoy bien –mentí, sentándome en el borde de la cama–.

–Hummm… –murmuró inseguro y dejó la toalla a un lado, extendida–.

–¿Quieres dormir ya? –Pregunté–.

–Sí –susurró y extendí mi mano para que él la tomase–.

Nos acomodamos en su enorme cama.

–Hasta mañana, Hotaru –dije, acercándolo a mí–.

–Hasta mañana, Hiroki-san –deseó, descansando su cabeza sobre mi brazo–.

Notas finales:

Bueno, eso es todo por hoy. Os juro que procuraré apresurarme más con el siguiente ;n;

Y, por cierto, si veís algún error no dudéis en hacermelo saber~. Se os agradecería mucho nwn/.

 

Gracias por leer♥.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).