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A New Friend? por WwA

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Notas del capitulo:

Holaaaaaaaaaaaa, ¿qué tal andan? Espero que les esté yendo de maravilla nwn♥.

 

Bueno, aquí les traigo el último capítulo de A New Friend? Creo que esta vez no me demoré tanto e.eU.
Espero, sinceramente, que lo disfruten y, les agradesco a todos por haberme acompañado en esta mi primera historia ;n; y por haber seguido el desarrollo de estos dos 8(>w<)8

Y, como posdata, éste será el último capítulo de la serie peeero, no será el último capítulo que publicaré de ellos dos -3-. Tendrá un par de extras...

Bueno, sin más que agregar, disfruten.

Capítulo 15.


I Never Think…


 


 


«¿Qué… qué hacen aquí?» –Musité–.


Mis padres, ambos, se encontraban en mi habitación… Mamá estaba llorando abrazada a mi almohada y mi padre intentaba reconfortarla.


–¿Mamá, por qué lloras? –Elevé un poco mi tono de voz y fue en ese momento cuando ella se percató de mi llegada–.


Sus ojos castaños, que estaban sumidos en llanto, se iluminaron al verme. Lanzó mi almohada a un lado y corrió hasta mí, abrazándome y llorando con más fuerza aún.


–¡Hirokii! –Sollozó con su rostro hundido en mi cuello–.


–¿Papá? –Lo miré y el alivio se pudo palpar en sus duras facciones–. ¿Qué sucede? ¿Por qué lloras, madre? –La aparté un poco de mí y ella intentó calmarse–.


Sniff, sniff –era lo único que se escuchaba en la habitación mientras yo esperaba por una respuesta–.


 


Pasaron algunos minutos antes de que mi madre se calmara lo suficiente para poder hablar. Me senté junto a ella en la cama mientras mi padre nos veía de pie.


–¿Estás mejor? –Pregunté y ella asintió–. Ahora, ¿me dirás que sucedió? ¿Por qué llorabas? –Inquirí con calma–.


Mi madre frunció el ceño con aparente molestia.


–¿Y todavía lo preguntas? –Me golpeo el pecho con sus (ahora) pequeñas manos–.


En algún momento había crecido tanto como para que mi madre pareciese chiquita a mi lado.


–¿¡Cómo te atreves a irte todo un día sin dejar siquiera una nota!? –Reclamó y, antes de que pudiese decir nada, prosiguió:– ¡No tienes ni la mínima idea de lo preocupados que estábamos cuando entramos a tu habitación y no estabas! –Sus ojos cafés se volvieron a llenar de lágrimas–. Nadie sabía nada de dónde podrías estar… ni siquiera Mei supo responderme y no podíamos llamar a la policía porque no han pasado 48 horas –sollozó de nuevo y tomó mi almohada, comenzando a golpearme con ella–.


–Lo siento –dije mientras ella seguía golpeándome–.


Mi padre tomó ambas manos de mi madre, deteniendo su ataque en mi contra.


–Kaede –le llamó con aquella voz tan calmada que lo caracterizaba, sin embargo, mi madre siguió intentando golpearme–… Kaede –le volvió a nombrar y esta vez mi madre hizo caso a mi padre–.


Mi padre le soltó y ella lo abrazó.


–¡Hayato, dile… dile cuanto nos hizo preocupar por ser tan inconsciente! –Mi madre me señaló con el rostro hundido en el abdomen de mi padre, gimoteando–.


–Kaede, por favor, no le reclames  tanto, también tenemos parte de la culpa de todo esto –mi padre suspiró, cansado y me miró–. Lamentamos mucho no darte la atención que deberíamos –se disculpó, repentinamente y aquello me cayó como agua fría–.


Me estremecí ante sus palabras y sentí como mi corazón palpitaba dolorosamente.


Mi madre se secó las lágrimas y me miró también, separándose de mi padre.


–Lo siento, Hiroki, sniff… ¿podrás perdonarme? –Rogó y yo no pude más que abrazarla–.


Nunca había llegado a pensar cuán importante era para mí, mi relación con mis padres. Después de todo ellos nunca habían sido malos conmigo, yo no les guardaba rencor; sólo habían estado demasiado ocupados.


–Los quiero –admití– y, lamento haberlos hecho preocupar…


Los brazos de mi madre me rodearon con fuerza y pude sentir como mi camisa se humedecía con sus cálidas lágrimas.


–L-Lo siento… Hiroki, lo sie-ento tanto… –se disculpó una y otra vez–. Sniff, prometo… prometo que no volveré a ser tan desatenta, Hiroki… aunque ahora sea tarde para querer enmendarlo todo… sniff… –limpió sus mejillas con el dorso de su mano y yo la solté–.


–No sólo ella –dijo luego mi padre–. Yo también debo ponerle más atención a mi hijo.


Tomé el mentón de mi madre entre mis manos, acunando su cara y fijé mi mirada sobre la suya.


–No, mamá, no es tarde y, estaré más que feliz de aceptar su atención –sonreí para ambos; sin embargo, el llanto parecía no querer parar–.


Mi madre sonrió aliviada y mi padre relajó su semblante; nos abrazó a mi madre y a mí, fuertemente.


 


Luego de que mi madre apaciguase su llanto, salimos a la cocina. Eran alrededor de las siete de la noche así que, comenzamos a preparar algo para comer. Mi padre nos veía a mi madre y a mí, desde la barra para el desayuno. Mientras preparábamos la cena, logramos conversar tranquilamente.


Sobre su trabajo, la escuela, mis notas y sobre si ya sabía qué quería elegir para la universidad.


Ambos sabían que con mis notas sobresalientes podía aspirar a cualquier carrera y, estaba seguro, me apoyarían en lo que eligiese.


 


Tomamos la cena en el comedor una vez estuvo lista y continuamos charlando de manera apacible. Cuando terminamos cada uno se fue a su respectiva habitación, luego de desear buenas noches.


Me lancé a la cama, sintiéndome un poco más relajado y, pensé un poco sobre las cosas. Parecían estar mejorando, aunque… aún no podía alegrarme del todo… Ya que… quedaba un asunto por concluir…


 


 


¡Buongiorno! –Mi madre me saludó desde la estufa cuando entré en la cocina–.


Me sobresalté al verla con un delantal, preparando el desayuno.


–¿Mamá, no tienes trabajo hoy? –La miré confundido y luego noté a mi padre, sentando en la barra de desayuno, tomando un café humeante mientras leía el periódico–. ¿Papá?


–Buenos días, Hiroki –saludó cordial, levantando la vista del periódico–. ¿Has dormido bien? –Sonrió y tomó un sorbo de su bebida caliente–.


–Sí, ¿qué hay de ti? –Lo miré extrañado y él sólo se limitó a afirmar a mi pregunta–.


–He dormido bien, gracias –dejó su tasa en la barra y le dio vuelta al periódico–.


Sentía estar alucinando ¿Había entrado a una dimensión paralela o algo así? No lo sabía pero… disfrutaría de la compañía de mis padres tanto como me fuese posible.


–¿Comerás? –Mi madre sirvió unas tostadas con huevo y beicon en la barra–.


–Seguro –me senté a la derecha de mi padre y comencé a comer lo que se me había servido–.


Minutos después un vaso de jugo de naranja recién exprimido y sin azúcar me era dispuesto junto a mi plato.


 


–Gracias por la comida –dije al terminar y llevé mi plato al fregadero, subí a mi habitación, tomé mi bolso y bajé de nuevo–.


–¿Ya te vas, Hiroki? –Mi madre asomó al recibidor y yo afirmé–.


–Ya me voy –comenté, llevando mi cuerpo fuera de la casa–.


–Que te vaya bien –mi madre sonrió con un ademán de despedida y yo cerré la puerta tras de mí–.


 


Aspiré el aire de la mañana y me encaminé a la escuela sintiéndome mucho mejor que el día de ayer.


–¿Hiroki? –Mei salió de su casa, topándose conmigo–.


–Mei –asentí–.


–¿Dónde estabas ayer? –Me miró con picardía y comenzó a caminar a mi lado–. Tus padres estaban preocupados por ti. Dijeron que no dejaste ni siquiera una nota –sus labios se curvaron en una sonrisa maliciosa–.


–Estaba por ahí –respondí, alzándome de hombros. Intentando restarle importancia al asunto–.


–Hummm –susurró, divertida–… ya puedo imaginar dónde queda exactamente ese «por ahí».


Haciendo énfasis en lo último, rió para sí y me miró satisfecha.


–¿Y tú, Mei? –Cuestioné sin apartar la vista del camino–. ¿Dónde has estado estos días? No he podido verte últimamente.


–Oh, Hiroki, ¿es que me has extrañado? –Me observo con expresión rebosante de felicidad y luego respondió:– He estado por ahí, también…


La miré de soslayo y, sin poderlo resistir me atreví a decir:


–¿Ese «por ahí», está relacionado con Itoshiki?


Mei se detuvo un momento y luego de lanzar una sonora carcajada, continuó caminando a mi lado.


–¿Qué resulta tan gracioso? –Dije sin comprender la causa de su risa–.


–Hiroki –tocó mi brazo un momento, logrando que la mirara–… te has vuelto muy perceptivo… –me sonrió y yo no supe más que asentir, sintiéndome un poco confuso–.


 


–¡Hirokiiiiii-saaann! –Hotaru se acercó a prisas cuando nos vio a Mei y a mí entrar por el enorme portón de la escuela–.


–Buenos días, Hotaru –deseé cuando estuvo lo suficientemente cerca–.


Good Morning~ –Mei saludó cordialmente y luego se fue de nuestro lado, corriendo a su encuentro con Itoshiki–.


Hotaru parecía confundido y yo sólo pude acariciar sus cabellos.


–¿Qué tal estás hoy? –Le dije, apartando mi mano de su cabeza–.


–Bien –sonrió ampliamente–. ¿Y tú, Hiroki-san? ¿Te sientes mejor?


–«Oh, lo notó» –sonreí ladino y afirmé–. Estoy bien.


 


 


 


Los días pasaron con rapidez y pronto, sería la semana de exámenes. Hotaru y yo nos quedábamos hasta tarde en la biblioteca de la escuela, estudiando. Luego yo lo acompañaba en el camino de regreso.


Llegaba a casa cerca de las ocho, treinta y, mis padres –quienes, ahora, solían llegar más temprano– estaban para recibirme junto con Sora. Claro que había días en los que simplemente no se podía evitar y su llegada se retrasaba pero, no podía quejarme… lograba verlos más seguido.


–Ya llegué –anuncié, cerrando la puerta tras de mí y en ese instante apareció Sora para recibirme, siendo seguida por mi madre–.


–Bienvenido de vuelta –me sonrió–.


De nuevo llevaba un delantal rojo con puntitos blancos y, su cabello negro iba en una cola de caballo.


–¿Qué hay de cenar? –Inquirí, olfateando el aire–.


Me contó que íbamos a comer un pollo-no-recuerdo-qué ysobre cómo había estado practicando para que le quedase delicioso. Cuando terminó de prepararlo todo, mi padre bajó de la alcoba y se dispuso a la mesa; donde ya todo estaba servido. Comenzamos a comer en silencio.


Mi madre había hecho un gran trabajo, el pollo había quedado muy bien, el sabor era increíble.


–Hiroki –mi padre me llamó un poco antes de que la cena terminara–.


–¿Sí? –Lo miré, esperando por sus palabras–.


–Tu madre y yo –miró a mi madre por un momento y luego de que ella asintiera, volvió su vista a mí–, creemos que es necesario que lleves esto –alargó su mano hasta a mí, acercándome un teléfono celular color negro–.


Lo tomé de la mesa y, levantando la tapa, ojeé las opciones del celular.


–Ya tiene grabados nuestros números particulares y el de nuestra oficina. También nuestros correos –mi madre hablo con una sonrisa–… Puedes escribirnos cuando quieras.


–Hummm –afirmé–… Gracias –dije con un esbozo de sonrisa–.


Guardé el aparato en mi bolsillo y continuamos comiendo.


–Ah, y, sólo por si acaso, no olvides llevarlo siempre contigo y cargarlo –mi madre acercó la caja del producto–.


–Está bien –reí y posé sobre mi regazo la pequeña cajita–.


Terminada la cena, nos dispusimos a lavar los platos. Mi madre se encargaba de lavarlos, mi padre de enjuagarlos y yo de cercarlos y guardarlos; antes de darnos cuenta ya habíamos terminado y nos encontrábamos deseándonos buenas noches.


 


Aquellos días me hacían sentir tranquilo…


Me acomodé en mi cama y me dispuse a dormir, conciliando el sueño sin mucho esfuerzo.


 


 


La semana de exámenes había llegado antes de lo esperado y, así mismo, se había ido. Hotaru –quién había estado quejándose por tener que estudiar tanto–, logró pasar con excelentes notas al igual que yo.


Mei también logró excelentes resultados, al parecer había estado estudiando con Itoshiki.


Era viernes y aquel día de diciembre comenzaba nuestro descanso de navidad. Hacía bastante frío, las calles estaban llenas de nieve y era víspera de navidad.


–Hotaru, ¿me acompañas a casa hoy? –Le pedí–.


Ese día había decidido presentarlo ante mis padres e incluso había hablado sobre ello con Miyuki-san –quien no pasó mis nervios por alto y decidió prudente tener una charla conmigo–. Luego de darle a conocer mis planes ella se había emocionado por completo y, adelantándose a cualquier situación, me dijo: «No te preocupes, si la tienes difícil, puedes venir a quedarte con nosotros. Estaríamos encantados de recibirte». Yo no pude más que agradecer su oferta y esperar que no fuese ese el caso.


–Sí, por supuesto –dijo animado, frotando su nariz roja a causa del frío–.


A pesar de lo abrigado que iba –con una chaqueta gruesa azul, una bufanda del mismo tono, unas orejeras y guantes violetas–, el frío aún podía en su contra. Yo sólo llevaba una gabardina negra por debajo de la rodilla y una bufanda roja –cortesía de mi madre– pero, aquello era más que suficiente; no tiritaba ni nada parecido y mi nariz no estaba roja.


–¿Vamos? –Sonreí y el aire al momento en que pronuncié aquellas palabras salió en forma de vapor–.


Nos pusimos en camino a mi casa que, suerte para Hotaru, no quedaba muy lejos.


 


–Ya llegué –anuncié mientras cruzaba el umbral y me quitaba la bufanda–.


–Ah, Hiroki, la cena estará pronto. ¿Ayudarías a tu padre a colocar la mesa? –Mi madre habló desde la cocina–.


–Sí, mamá pero, traigo a alguien conmigo –anuncié, mientras veía a Hotaru quitarse las orejeras y agradeciendo la calidez de la casa–.


–Está bien, sólo coloca otro plato.


–Buenas noches, Hiroki –dijo mi padre, saliendo a recibirnos–. Oh, buenas noches para ti también –comentó al percatarse de la presencia de Hotaru a mi lado–.


–Buenas noches –susurró éste con un rubor en sus mejillas–.


Terminamos de guardar la ropa en el closet y fuimos hasta el comedor, colocando los platos en su lugar. Minutos más tarde mi madre ya tenía la cena lista y entró con el plato principal humeante hasta la mesa, colocándolo en el medio de esta. La ayudé trayendo los demás plato y nos dispusimos a comer.


–Buen provecho a todos –mi madre sonrió y todos deseamos lo mismo–.


Empezamos a comer en silencio y luego de unos momentos mi madre no pudo abstenerse a preguntar:


–Y, dime, ¿cuál es tu nombre? –Miró a Hotaru con una radiante sonrisa–.


–M-Me llamo Ten'ō Hotaru –murmuró, sin querer levantar la vista de su plato y con el rostro rojo como un tomate–.


Estaba más que claro lo nervioso que estaba por conocer a mis padres.


–Oh, lo siento –me disculpé–… Madre, padre el es Ten'ō Hotaru. Hotaru, ella es mi madre, Komachi Kaede y, él es mi padre, Komachi Hayato.


–Un placer –dijo mi madre–.


–Es un gusto conocerte, muchacho –dijo mi padre–.


–Es la primera vez que nuestro hijo nos presenta un amigo –mi madre contó feliz y yo la miré–.


Me aclaré la garganta y dejé los cubiertos descansar sobre la mesa.


–Madre, padre –ambos me observaron, pacientes–, quería presentarles formalmente a Hotaru el día de hoy y que supiesen que… él y yo estamos saliendo… –dejé las palabras vagar por el aire mientras esperaba la reacción  de mis padres–.


Fuese cual fuese… estaría listo para afrontarlo pero, jamás hubiese imaginado que las cosas resultarían como lo hicieron…


La primera reacción vino de mi madre quien sólo atinó a taparse la boca avergonzada al dejar escapar una risilla. La miré ceñudo al no entender el porqué de su reacción.


–¿Dirás algo? –Pregunté, incitando por una respuesta–.


Miró de reojo a mi padre y este asintió, alzándose de hombros.


–Hiroki, tu padre y yo ya sabíamos de vuestra relación –frunció los labios ahogando una risita–.


–¿Cómo? –Inquirí, algo sorprendido–.


Mi madre exhalo y con toda la calma que pudo contestó:


–Todas las noches, tu padre y yo, al llegar a casa vamos a tu habitación y te deseamos buenas noches… –no añadió nada más pero, fue más que suficiente para saber cómo se habían enterado–. No pensé, es decir, no pensamos que te animases tan pronto a contárnoslo pero… me… nos alegra de sobremanera que confíes en nosotros…


Hotaru se sonrojó, aún más que antes y continuó comiendo en silencio.


–¿Hotaru-chan? –Mi madre lo llamó y el aludido levantó la vista con el sonrojo delineando su rostro–.


–¿S-Sí? –Murmuró nervioso–.


–Por favor, cuida de Hiroki a partir de ahora –le dedicó una sonrisa sincera–.


Hotaru miró a mi padre, buscando alguna reacción de su parte. Éste lo miró y asintió con una media sonrisa.


–G-Gracias por aceptarme… c-como la pareja de su h-hijo –frunció los labios y mis padres sólo asintieron–.


 


Aquella noche, había quedado realmente impresionado ante la comprensión de mis padres. Jamás pensé que algo como aquello fuese suceder y, menos a mí pero… lo agradecía.


Conocer a Hotaru aquel día de verano lo cambió todo… cambió mi vida y, sobre todo, me cambió a mí. Jamás hubiese pensado en enamorarme, en poder mejorar mi relación con mis padres, en sonreír de la manera en que lo hacía… antes de conocerlo.


Jamás creí que todo aquello sucedería cuando sólo lo consideraba un nuevo amigo… pero, ahora no podía más que maravillarme por el desenlace de las cosas, agradecerlo todo… y, esperar ansioso por todo lo que vendría en el futuro.


 


 

Notas finales:

Minna, gracias por leer nwn♥.


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