Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

A New Friend? por WwA

[Reviews - 40]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Bien, he aquí, el nuevo capítulo. Espero lo disfruten.

Capítulo 7.

Date.

 

 

Miré mi reloj por enésima vez, levantando luego la vista y divisando una pequeña figura afeminada correr con muchas ganas hasta el lugar donde me encontraba.

–Hotaru, llegas tarde –avisé a la persona frente a mí, que respiraba agitadamente, con sus manos apoyadas sobre sus rodillas–.

Gomenasai, Hiroki-san ­–lloró, luciendo verdaderamente arrepentido–. Mi madre me entretuvo antes de salir. Perdóname –pidió, retomando la compostura, aunque su respiración seguía siendo ligeramente forzosa–.

–Está bien –dije. Abrazándolo cariñosamente–. Lo importante es que estés aquí –Hotaru sonrió a mis palabras y correspondió mi abrazo–. ¿Vamos? –Pregunté soltándolo–.

Nos encontrábamos en el centro comercial al que habíamos ido la última vez Mei y yo. Mei, mi amiga de la infancia, la razón de celos infundados de Hotaru y la razón de que ahora fuésemos más que amigos.

–¿Qué te gustaría ver, Hotaru? –Pregunté–.

Habíamos ido allí con la sola meta de tener una cita.

–No lo sé –respondió–. Mejor veamos primero qué hay en cartelera.

Asentí y ambos caminamos hasta el área del cine para formarnos y  poder comprar nuestros boletos.

 

–Bien, dime ahora, ¿qué te gustaría ver? –Inquirí, mirando fijamente la pantalla que enunciaba las películas disponibles–.

Déjame Entrar, DiDi Hollywood, Trash, Jackass, Mystikal, Biutiful, When You're Strange, Franklyn, A Woman, A Gun and Noodle Shop, Tron: The legacy, Agnosia, La posesión de Emma Evans, Pesadilla en Elm Street…

–Hotaru, deja de citarlas y elige una –pedí–.

–Ammm, bien ¿qué tal Cirque Du Freak? –Me miró dudoso, sin saber realmente qué elegir–.

–Bien, veamos  Cirque Du Freak –accedí–. Dos boletos, por favor –ordené, entre tanta duda nuestro turno había llegado–.

–Aquí tiene, que disfrute su función –deseó la cajera mientras tomaba el dinero de mi mano y me entregaba ambos boletos junto con la factura–.

–Gracias –dije y salimos de la fila–.

 

–Bien, quedan diez minutos para la función. ¿Vamos por las palomitas y el refresco? –Miré a Hotaru. Parecía algo distraído o, más bien, nervioso–.

–Sí –afirmó fervientemente y caminamos hasta la nueva fila–.

Nos tomó sólo un par de minutos avanzar para pedir un combo grande y poder entrar a la sala a esperar por la función.

Mientras esperábamos Hotaru se revolvía incómodo en el asiento constantemente, ansioso.

–¿Qué tienes? –Murmuré–.

–N–Nada –respondió–.

–¿Estás seguro? –Fruncí el seño, era de lo más obvio que algo le pasaba ¿por qué se empeñaba en ocultármelo a mí?–.

–Sólo estoy impaciente por la película es todo –contestó con una sonrisa nerviosa–.

–Hummm –Farfullé insatisfecho–… Bien, de todas formas, ya va a empezar… –una vez dije eso, las luces de la sala se apagaron y, automáticamente, la pantalla comenzó a rodar el intro que siempre se proporcionaba con algunos trailers y una que otra propaganda. Finalmente la película comenzó.

Miré de reojo a Hotaru, parecía más calmado ahora, fue entonces que pude relajarme y ver la película tranquilamente.

 

Luego de unos diez minutos de película, volví a mirar a Hotaru. Estaba nervioso de nuevo mirando mi mano, posada en el descanso del asiento.

Que adorable era.

Tomé su mano, entrelazándola con la mía, fijando la vista en la pantalla con una media sonrisa de autocomplacencia. Ahora entendía porque en esos programas norteamericanos esto siempre debía suceder, la sensación de tomarle la mano era reconfortante, cálida. Me gustaba la sensación que me producía tener nuestros dedos entrelazados.

 

Luego de la película, él y yo entramos un rato a la sala de juegos, donde duramos más tiempo del esperado mientras competíamos en las distintas mesas y juegos que allí se encontraban por ver quién le ganaba a quién. Aunque al final, yo gané en casi todo.

Comimos una pizza en el área de comidas del centro comercial y conversamos una rato más antes de irnos.

 

–¿Te ha gustado el día de hoy? –Pregunté mientras caminábamos de regreso, en dirección a la casa de Hotaru–.

–Sí –sonrió ampliamente con un ligero rubor en sus mejillas–.

–Me alegra oír eso –murmuré, más para mí que para nadie más–.

–¿Y a ti, Hiroki-san? ¿Te ha gustado?

–Sí, pero me ha gustado más el estar contigo –susurré contra su oído, causando un ligero respingo de su parte–.

–A mí también me ha gustado –admitió, desviando la mirada avergonzado–.

Sonreí ligeramente, estos momentos con él me hacían inmensamente feliz. Tenerlo conmigo, verlo sonrojarse por casi cualquier cosa que yo haga, sus hermoso ojos olivos mirándome y su boca esbozando una tímida sonrisa; no pensé que esas cosas tan simples podían hacer que me sintiese de esta forma.

 

Llegamos a su… casa. Una enorme ¿mansión era la palabra adecuada?, aunque siempre me pareció más bien un palacio. Demasiado exagerado; demasiado grande. No importaba las veces que fuese, no podría llegar a acostumbrarme del todo. Me abrumaba tanta ostentosidad.

–¿Quieres pasar un momento, Hiroki-san? –Ofreció cuando llegamos a la puerta de la casa–.

–Seguro –acepté y crucé el umbral, siguiéndolo hasta su habitación–.

El salió segundos después, excusándose un momento.

Miré a mi alrededor detenidamente, su cuarto era más... normal, desentonando un poco con la extravagancia de la lujosa casa. Sólo una cama, una pequeña mesa de noche, un ordenador, una T.V., un estante con muchos libros y distinto volúmenes de enciclopedias y una mesa de té en medio de la habitación.

Luego de algunos momentos salí hasta el balcón.

–Una hermosa vista –afirmé al ver el jardín junto a un firmamento estrellado y la luna en lo alto–.

–Hiroki-san, ¿te apetece un jugo? –Preguntó Hotaru, entrando en la habitación, dejando una bandeja con una jarra de jugo de naranja y unas galletas sobre la mesa de té–.

–Me encantaría –respondí, acercándome a su encuentro, sentándome a su lado en la mesa–.

Me sirvió un vaso y me ofreció para comer.

–Gracias –dije amablemente, tomando el vaso entre mis manos y dando una probada a la bebida–.

–A ti –susurró–. Fue un día maravilloso –sonrió y se abalanzó sobre mí, abrazándome fuertemente–.

Correspondí su gesto, dejando, como pude, de lado el vaso para sostenerlo mejor.

–Te Quiero, Hiroki-san –murmuró, claramente en mi oído–.

–Yo también, Te Quiero, Hotaru –susurré, estrechándolo aún más contra mí–.

Con un leve esfuerzo, me senté, con él sobre mi regazo. Me miró distraído durante algunos segundos.

–¿Puedo? –Pregunté, acercando mi rostro al suyo con lentitud–.

El avergonzado sólo asintió.

–No necesitas preguntar –comentó, estrujando la tela de mi camisa con sus manos contra mi pecho–.

Sonreí sinceramente, este pequeño me estaba conquistando cada vez más y, lo que era peor, parecía no ser consciente de ello.

–Ay, Hotaru –dije contra sus labios, besándolo suavemente, amoldando mis labios a los suyos–.

Entorné mis ojos, dejándome llevar por la corriente de sensaciones que me provocaba, rodeé con mis manos su pequeña cintura y lo atraje aún más a mí, sin querer perderme de ninguna sensación. Su pecho subía y bajaba lentamente contra el mío y sus manos temblaban en mi pecho. Provocándome.

Profundicé un poco más el beso, haciéndolo más rápido, más pasional. Dándome paso a explorar su húmeda cavidad con mi lengua. Hotaru suspiró, extasiado y se aferró aún más a mí, pasando sus brazos hasta mi cuello como queriendo eliminar cualquier espacio existente entre nosotros.

Al final, la falta de oxígeno nos obligó a separarnos. Hotaru estaba agitado, con el rostro sonrojado y sus labios color cereza muy brillantes.

–Creo que debo irme –avisé, dando un beso fugaz a sus labios–.

–Te acompaño a la entrada –ofreció y yo negué con un gesto–.

–No quiero que te vean así –admití, la sola idea de que alguien además de mi lo viese me hacía arder de celos–. Te veré pronto –dije y le di un último beso antes de salir por la puerta en dirección a mi hogar–.

–Adiós –susurró, agitando su mano como despedida–.

 

Salí de la casa de Hotaru con un leve suspiro, tenerlo unas cuantas horas conmigo no era suficiente o, al menos, no me parecía suficiente.

Era como si desde el justo momento en que reconocí cómo me sentía con respecto a él todo lo que era, había cambiado. Y de hecho podría jurar que era así.

Quería al pequeño sólo para mí, a todas horas, a cada minuto, a cada segundo del día. Quería amanecer con él a mi lado sonriéndome y dándome un «buenos días», al tiempo que me regalaba un beso.

Y, es que era eso.

Lo quería.

 

Llegué a casa y ordené mis zapatos. Luego de avisar un «ya estoy en casa», me di cuenta de que no había nadie, como de costumbre. Sólo el pequeño Sora salió a recibirme, dando una lánguida caricia a mi pierna.

–Hola, Sora –sonreí, acariciando su frente–.

Subí luego escaleras arriba y me adentré en el cuarto de baño, el día de hoy había sido ligeramente agotador, en comparación a cualquier otro día en el que simplemente no hacía nada. Necesitaba un baño.

 

Dejé llenando la bañera con agua caliente y fui hasta mi habitación, elegí un pantalón de pijama y tome mi toalla, regresando luego al cuarto de baño.

Rápidamente me desnudé y me metí en la tina, sintiendo como el agua me abrazaba y me relajaba.

 

Divagué sobre todo lo que había pasado en el día mientras me bañaba, recordando cómo había surgido la idea de la cita con Hotaru, fue en su habitación, unos tres días antes. Había insistido en que fuese a su casa a visitarlo, sus padres se habían ido de viaje, del cual por cierto parecían aún no regresar, y nos encontrábamos hablando plácidamente, tirados en el piso de su alcoba. Hubo una pequeña pausa de silencio y luego de la nada y con mucha euforia se levanto del lugar donde se encontraba.

 

–Hiroki-san, ¿podemos ir a una cita? –Preguntó, totalmente sonrojado, sin dejar su emoción de lado–.

Lo miré detenidamente, clavando mi mirada sobre la suya durante algunos momentos, logrando incomodarlo con mi silencio.

–Seguro –acepté, sin más, oyéndolo soltar todo el aire retenido–.

Era tan obvio, estaba nervioso por la propuesta y pensaba que mi silencio significaría un rechazo. Molestarlo resultaba realmente fácil, realmente divertido.

Sonreí socarrón y el infló sus mejillas, mostrándome su descontento.

–Hirokii-saan, no te burles de mí –pidió, totalmente enfadado–.

–No me burlo –mentí–.

–Sé que lo haces, se cruzó de brazos y se dejó caer hasta el suelo, sentándose de espaldas a mí–.

Me levanté de mi lugar y lo abracé por detrás.

–Hotaru –susurré contra su oído, exhalando tanto aire como pude contra su piel–.

Se estremeció entre mis brazos, con sus mejillas coloradas.

–¿Qué? –Preguntó de mala manera, seguía enojado aún–.

–No te enojes –rogué, mi voz ahora cooperaba más conmigo al momento de querer decir algo–.

–No te burles de mí, entonces –exigió, exasperado–.

Tomé su rostro entre mis manos y lo obligué a mirarme.

–Imposible –negué–.

El me observó incrédulo y musitó un:

–¿¡Por qué!?

–Porque me encantan tus reacciones –dije, siendo más serio de lo necesario–.

–Pero no me gusta –susurró–.

–Pero, a mí sí –declaré, atrapando su boca entre la mía en un lánguido beso húmedo–.

Hotaru suspiro cuando nos separamos y me observó, ya no estaba enojado. Besé su frente suavemente.

–Por cierto –comenté, luego–. ¿Hay alguna razón por la que quieras ir a una cita conmigo? –Inquirí–.

Una vez más la sangre corría hasta el rostro de Hotaru, coloreando de carmín sus mejillas e incluso sus orejas.

–¿Hummm? –Insistí, al no ver respuesta de su parte–.

–Pues… no es nada en especial… –murmuró, jugueteando con sus dedos en señal de nervosismo; tampoco me miraba directamente–.

–Bien, eso dices, pero parece que sí hay un motivo –acoté–. ¿Me lo dirás?

–Bien, es… que… verás –comenzó a tartamudear–.

Esperé pacientemente por su respuesta, hasta que finalmente murmuró, muy, muy bajito:

–Es que no quiero que esa chica sea la única que haya tenido una cita contigo –bajó la vista aún más, causando que sus ojos quedasen ocultos por su cabello castaño–.

Dios, Dios, ¿podrías ser más adorable? No dudaría en que cabe la posibilidad, después de todo, aún no terminaba de conocerlo por completo.

Se me escapó una risita y Hotaru levanto la vista y me observó con el seño fruncido. Podía entender a la perfección esa mirada que me dedicaba, diciéndome «no te burles de mí, Hiroki–san».

Lo atraje hasta mí una vez más, besándolo con pasión y aprisionándolo entre mis brazos firmemente, pero sin ser brusco. Sonreí contra su boca cuando el beso terminó. Hotaru estaba realmente confundido.

–No es lo que crees –murmuré contra sus labios, sin querer aumentar el espacio entre nosotros–. Sólo estoy feliz –expliqué, alzándome de hombros–.

–¿P–por qué? –Preguntó, extrañado–.

–Porque estás celoso de Mei –indiqué–. Eso me hace feliz, por alguna razón, aunque tal vez es porque te quiero y tus celos me hacen sentir apreciado –completé, sonriendo–.

El sólo asintió, avergonzado.

–Bien, entonces –dije, liberándolo de mis brazos y acostándome a su lado–. ¿Cuándo vamos a esa cita? –Pregunté–.

–¿C–Cuando puedes? –Respondió nerviosamente, mirándome desde arriba, dado que estaba sentado a mi lado–.

–Cuando quieras…

 

Suspiré. Un suspiro de alegría.

¿Esos realmente existían?

No lo sabía, pero así lo sentí.

La sonrisa en mis labios me indicaba aquello, así que, si no era por tristeza ni por melancolía, debía ser simple felicidad.

 

Me acomode en la bañera y termine de salir de allí, comenzaba a arrugarme.

Me sequé y me coloqué el pantalón de pijama, yendo hasta mi habitación y dejándome caer en la cama.

–Ay, Hotaru –murmuré en voz alta para mí, con una tonta sonrisa en mi rostro–.

Sólo de pensarlo era suficiente para hacerme sonreír.

–Buenas noches, Hotaru –susurré–. Te quiero…

 

 

Notas finales:

Si han llegado hasta acá, muchas gracias por leer -hace una reverencia-. Espero veros pronto.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).