Capítulo 8.5
Our First Night.
–… huirías de mí –susurró, había dicho algo más pero, no alcancé a entenderlo del todo–.
Sin embargo no pude contestar, sus labios devoraron los míos en el justo instante en que aquella frase fue pronunciada.
–Ngh… –un gemido se ahogó entre besos, mientras sus cálidas manos recorrían la piel de mi torso desnudo, tocándome delicadamente–.
–Hotaru… –murmuró contra mi oído, mordiendo ligeramente el lóbulo de mí oreja mientras sus manos no dejaban de acariciarme; como si intentase grabar la sensación de mi piel contra la suya–.
–Hiro… ki…-san –tartamudeé con dificultad, cuando sentí sus caricias en mi pecho, en un par de lugares en particular que nunca los había sabido tan sensibles–.
–Hummm –sonrió maliciosamente y llevó sus labios hasta mis ya duros botones de piel; pasando su lengua sobre ellos, pellizcando y mordiendo–… No sabía que eras tan sensible, Hotaru… –dijo divertido–.
Le encantaba burlarse de mí. Lo sabía mejor que nadie, sin embargo, no dije nada, sólo pude sentir como el calor en mi rostro aumentaba y mi voz no podía ser controlada.
–Ah… Hiro… ki-san… –dije con dificultad mientras mis manos se enredaban en su suave cabello rubio–.
Era extraña la sensación que el placer me provocaba; me hacía perderme en mí mismo. Me hacía olvidarme de todo. Era como si en ese momento sólo fuésemos él y yo. No había nadie más; no había nada más, sólo nuestros cuerpos tocándose; sólo nosotros sintiéndonos el uno al otro.
Respiraba agitada e irregularmente, ya estaba más que excitado para el momento en que sus manos comenzaron a bajar mis pantalones. Lenta y tortuosamente.
Me sentí muy avergonzado al verlo. Mi rostro debía ser una exposición de distintos tonos de rojo; además de eso no podía dejar de jadear mientras él sólo hacía, con aquella tranquilidad que lo caracterizaba.
Luego de tirar mis pantalones, hasta quién sabe dónde, fue por mi ropa interior, ya para entonces era más que obvio el estado en que me encontraba. Tendido en su cama, con sólo una prenda de ropa, con la respiración agitada y la cara sonrojada. Por no hablar del bulto que se mostraba en mi entrepierna.
De nuevo, sonrió de manera maliciosa, mirándome atentamente como queriendo grabar aquella escena en su memoria para siempre.
–Hiro… ki-san…, n-no mires… –pedí avergonzado, doblando mis piernas intentando «ocultarlo» de su curiosa vista–.
Aquellas palabras parecían sólo haberlo incitado más, su sonrisa se ensanchó y acercó su rostro a mi oído para decirme:
–No seas tímido, Hotaru –su aliento cálido chocó contra mi piel, su lengua recorrió mi cuello y sus labios procedían a dejar pequeñas marcas en mi pecho–… eres tan hermoso.
Llevé mis manos hasta los botones de su camisa y comencé a desabrocharlos con un poco de torpeza, fui una tras otro, hasta dejarla totalmente abierta, la deslicé sobre sus hombros y fue a parar a algún lugar de la cama. Toqué su piel descubierta, se sentía tan… caliente.
Recorrí con mis dedos todo el camino desde su pecho hasta el final de su abdomen… y, por alguna razón, me sentí tímido al tocarlo de aquella manera.
Su mirada estaba fija sobre mí, sus ojos de aquel singular color ámbar parecían no querer perderse de ninguno de mis movimientos. Tomó mi mano, besándola y luego llevó sus labios hasta los míos, dándome nuevamente de aquellos besos lánguidos a los que jamás podría resistirme; de aquellos besos que lograban quitarme el aliento.
Me levanté con un poco de dificultad, sentándome sobre él, rodeándolo con mis brazos alrededor de su cuello y mis piernas atadas a sus caderas pudiendo sentir en aquella posición su erección contra mí. Ante el sentimiento de querer «verlo», intenté llevar mis manos hasta su cinturón para desabrocharlo pero, Hiroki me acostó lentamente sobre la cama una vez más, buscó a tientas en la pequeña mesita junto a su cama y sacó una botellita de lo que consideré como loción, humedeció sus dedos en ella y los llevó hasta mi trasero colocando un dedo en aquel lugar.
–Dime si te duele y me detendré enseguida –susurró, introduciendo lo que imaginé era su dedo índice dentro de mí–.
–Ngh... –Jadeé, la sensación que me daba era totalmente… extraña–.
Su dedo se movía lentamente, trazando pequeños semicírculos, intentando dilatarme.
–¿Duele, Hotaru? –Susurró en pregunta mientras un segundo dedo penetraba en mi interior repitiendo el mismo proceso–.
–N-No… –Negué con la voz en un hilo–.
Hiroki se acercó hasta mí y, con sus dedos aún debtro, comenzó a besarme, a lamer mi cuello, a dejar pequeñas marcas a lo largo de la piel de mi torso.
–Ah... –Mi cabeza se inclinó hacia atrás y gemí, cuando un tercer dedo entró y un punto específico en mi interior fue tocado–.
–Así que es aquí –murmuró, dando un nuevo roce en aquel punto tan sensible–.
–Ah… ha… ah… –estrujé las sábanas con fuerza mientras el continuaba con aquel masaje, en el que, en algún punto, un cuarto dedo había tomado lugar–… Hi… roki…-san…
Mi voz llenaba la habitación, no podía contenerla. Todos mis sentidos parecían haberse desvanecido, dejando sólo las sensaciones que en aquel momento él me provocaba.
–Lo siento, Hotaru –susurró, sacando sus dedos de mí–… No puedo aguantarlo más –declaró, rompiendo un paquetito plateado que había tomado de su bolsillo–. Si duele sólo dime y me detendré, ¿está bien? –Me miró fijamente a los ojos y yo no pude más que asentir, permitiéndole proceder a sumergirse dentro de mí, lentamente–.
Podía sentirlo a la perfección, entrando con lentitud. Mi interior se sentía estrecho, no se comparaba en nada a sus dedos, aquello era diferente, era como si me llenase por completo.
Jadeé cuando entró totalmente dentro de mí.
–Ho… taru –Hiroki decía mi nombre, con la respiración entrecortada–, ¿estás bien? –Preguntó inseguro y preocupado por la posibilidad de hacerme daño–.
–Es… toy… bien… –susurré, abrazándome a él–.
Unió nuestros labios en un nuevo beso, profundo y necesitado.
–Me moveré lentamente… –informó, cuando mi cuerpo se hubo acostumbrado a él–.
Yo asentí al no poder hacer mucho más y el comenzó con un lento vaivén; exquisito y tortuoso.
–Ah… ha… ah… –gemí–… Hi… ro… ki… –tartamudeé, torpemente debido a mi irregular respiración–.
El aludido me tomo entre sus brazos, sentándome sobre sí mismo, lamiendo mi cuello, mordiendo, besándome intensamente.
Sus manos me recorrieron una vez más y comenzaron a masajear mi virilidad, causándome una sensación de éxtasis totalmente desconocida hasta ese momento.
Sentí una pequeña descarga recorrerme, mientras él me tocaba; mientras no dejaba de sumergirse una y otra vez dentro de mí.
–Hi… roki… -san, ya… ah… no… puedo… ha –intenté decir al tiempo que me aferraba a su espalda–.
–Hotaru –susurró, volviendo a tomar mis labios–.
Mi cuerpo no pudo soportarlo mucho más, mi espalda se arqueó y no pude más que gemir, pude sentirlo a él también, apretando la mandíbula mientras llegaba al clímax al igual que yo.
Ambos respirábamos entrecortadamente. Cansados y sudados nos acostamos, abrazados, sintiendo el calor del cuerpo contrario.
–Hiroki… -san –susurré, besándolo una vez más–… Te quiero…
–Yo también te quiero, Hotaru –correspondió, estrechándome contra su cuerpo cálido–.
Sus ojos ambarinos, me dedicaron una mirada enternecida. Me abracé aún más a él y, sin notarlo, caí en sueños entre sus brazos.