Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

A New Friend? por WwA

[Reviews - 40]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Bueno, he aquí el capítulo dos. Espero no se les haga muy aburrido -eso que lo revisé unas 4 veces, aunque no termina de convencerme.

Bien, espero que disfrutéis el capítulo.

Capítulo 2.

Mess.

 

 

–¡Buenos días, Hiroki-san! –Exclamó desde la entrada de la escuela, corriendo emocionado en dirección a donde yo me encontraba–.

–Bueno días, Ten’ō –respondí con desgane–.

Ten’ō Hotaru, ha estado conmigo, digo, en la escuela desde hace ya una semana. Semana que no ha sido demasiado placentera para mí. El chico ha ido y venido conmigo, me ha preparado el almuerzo diligentemente –aún no he “admitido” que cocina delicioso– y no se despega de mi hasta que es hora de regresar a casa.

–¿Cómo estás hoy, Hiroki-san? –Me preguntó más calmado, luego de encontrarse a mi lado–.

–Estoy bien –alcé mis hombros–. ¿Y tú? –Me interesé sólo por tratar de ser cortés–.

–Estoy bien –respondió con una sonrisa–.

¿Cómo lograba ser tan agradable con alguien –tan repelente– como yo? Era obvio que no encontraría respuesta si no preguntaba pero encontré tonta mi duda.

–¿Hiciste los deberes de la clase de Misaki-sensei, Hiroki-san? –Preguntó Ten’ō, desconectándome de mis pensamientos–.

–¿Uh? –dije con cierto desconcierto–. Ah, sí, los hice.

–¿¡En serio!? –Exclamó dejando caer su boca de la impresión–.

–No seas escandaloso, Ten’ō –exigí–. Sí, los hice. Aunque te sorprenda.

–N-no, es simplemente que no luces como un estudiante demasiado aplicado –explicó, dando excusas a sus pensamientos–.

–¿Eres justo como los demás? –Inquirí, fijando mi mirada sobre la suya–.

–¿A-a qué te refieres con eso?

Detuve en seco mi caminata, habíamos llegado a los bebederos de la escuela mientras dábamos charla.

–Me refiero a que si vas juzgando a la gente por la forma en cómo lucen –indiqué–.

No dijo nada.

Estuve a punto de acotar algo más justo en el momento en que él respondió diciendo:

–No es que vaya juzgando, es simplemente que, como todos, me creo una imagen basado en el aspecto de cada uno.

–¿Intentas justificarte? –Inquirí sin sonar molesto, pero usando ese tono monótono que me caracterizaba–.

–No. Sólo te estoy aclarando mi punto de vista –explicó, siendo firme–.

–Entiendo –musité–. Vamos ahora, se nos hará tarde si demoramos demasiado en este lugar.

–Está bien –aceptó, sonriendo otra vez–.

¿Es que nada lograba molestarle?

Seguimos todo el recorrido en silencio, hasta llegar al salón. Ubicado en el segundo piso de la escuela, el salón 3-A; Sí, estábamos en el tercer año de preparatoria. Y, nos quedaba prácticamente nada para graduarnos y empezar la universidad -o trabajar, dependiendo de cada quién-.

–Ten’ō-san –lo llamó Misaki-sensei, nos encontrábamos justo frente a las puertas del aula–.

–¿Sí, Misaki-sensei?–Dijo el aludido, volteándose a ver al profesor–.

–Verás, necesito que alguien que me ayude con el libro de registros el día de hoy ¿podrás?

–S-seguro –afirmó Ten’ō, sin verse muy animado–.

–Bien, deberás irlo a buscar a última hora al salón de profesores, no lo olvides –indicó Misaki, haciéndose paso entre nosotros, entrando al salón de clases–.

–¿Estás seguro que deseas hacerlo? –Le pregunté. Dios, me estaba preocupando por el de nuevo–.

–Sí, pero… ¿podrías ayudarme? –rogó–.

–Y debería hacerlo… ¿por?

–Por favor, Hiroki-san –rogó, con sus grandes ojos castaños cristalizados–.

¿Estaba actuando o realmente era así?

–¿Para qué me necesitas? –cedí–.

¿Desde cuándo era tan condescendiente? ¿Qué me estaba sucediendo?

–Verás es que nunca he llenado un libro de registros –explicó, bajando su cabeza–.

–Bien, me quedaré un par de minutos y te ayudaré ¿vale? Pero no pidas más.

–¡Gracias, Hiroki-san!

–Sí, sí –insistí, fatigado. Tratando de mantener mi compostura–. Ahora vamos, Misaki está mirando.

–Vamos –repitió, pasando dentro–.

Cada uno ocupó su lugar correspondiente y Misaki comenzó su explicación. Al final de la clase, pidió a Ten’ō que le ayudase con los cuadernos de cada uno.

Y, como algo extraño, me vi implicado, teniendo que ayudarle a llevar los cuadernos hasta la sala de profesores.

–Perdona que moleste con favores tan a menudo –susurró, triste–.

–Está todo bien –dije–.

«ESTÁ TODO BIEN»

¿De dónde salieron esas palabras?

–¿En serio? –Contestó, con su rostro iluminado–.

Mis ojos se abrieron impresionados. Este niño no ocultaba para nada sus emociones.

Carraspeé, intentando aclarar mi garganta.

–Sí –musité, saliendo del aula de profesores y agradeciendo que sólo estuviésemos él y yo en ese justo momento–.

–Ne, Hiroki-san –me llamó–.

Me había seguido cuando salí del aula de maestros.

–Dime –dije algo cansado–.

–¿Vamos a tomar el almuerzo?

–Seguro –acoté, encogiéndome de hombros y caminando hasta el árbol que me prestaba su sombra en tardes como las que estaba viviendo ahora–.

Para mi suerte, Ten’ō no dijo nada más en todo el camino hasta el roble y, al llegar sólo me entregó la caja de almuerzo sin decir nada más.

El silencio entre nosotros nunca solía durar demasiado, así que cuando terminaron las clases y él no dijo nada, comencé a incomodarme.

–¿Pasa algo malo? –Le pregunté cuando sólo quedábamos él y yo en el aula, todos los demás habían corrido a sus actividades de club o simplemente se habían marchado–.

–No sucede nada –contestó secamente–.

–¿Estás seguro?

–¿Desde cuándo eso te preocupa? –Inquirió, sorprendiéndome–.

No pude decir nada, no se me ocurría un porque para mi preocupación. Es decir, yo nunca me había preocupado por nadie más además de mí, así que ¿qué me estaba sucediendo?

–Tienes razón –acoté–. No es de mi incumbencia después de todo.

Ante mis palabras Ten’ō sólo frunció los labios, reteniéndose de decir algo más.

Estaba a punto de irme cuando tomo mi mano, evitando mi huida.

–Por favor, ayúdame con el libro de registros –suplicó–.

Lucía avergonzado y sus manos temblaban ligeramente… Me dieron ganas de abrazarlo…

¿En qué estaba pensando? Me regañé a mí mismo y suspiré.

–Por supuesto que te ayudaré, te lo prometí después de todo –murmuré–.

El soltó mi mano y sonrió.

–Gracias –exclamó, saliendo del aula a buscar la libreta–.

Me quedé observándole mientras corría de un aula a otra y pensando en lo imbécil que me sentía al querer sostener su mano de nuevo.

–«¿Qué está pasando conmigo?»

 –Lamento haberte hecho retrasar tanto, Hiroki-san –se disculpó, mientras caminábamos a las puertas de la escuela–.

–No importa –contesté, encogiéndome de hombros–.

–No, no, si lo hace y, otra vez, gracias por ayudarme, sin ti no hubiese sabido que debía hacer.

–Está bien –dije, dándole una pequeña palmada en la corona de su cabeza, retirando, luego, mi mano inmediatamente–.

Ten’ō sonrió, ajeno a mis pensamientos.

–Bien –dijo cuando llegamos a las puertas de la escuela–. Hasta mañana, Hiroki-san –levantó su mano en forma de despedida y se alejo–.

–Hasta mañana, Ten'ō –susurré–.

Viéndole correr a toda prisa, me sentía estúpido de nuevo. Pero no me moví hasta no dejar de ver su pequeña silueta. Hasta que se vio obligado a cruzar una esquina yo no di media vuelta para empezar mi camino a casa.

Suspiré y alcé la vista al cielo.

–¿Qué es esto que siento? –Pregunté al firmamento teñido de un suave naranja con purpura–.

Ya era la hora del atardecer, nunca me había tomado tanto llegar a casa, pero eso no era algo por lo que mi madre se preocupara.

El camino hasta casa se me hizo demasiado corto ese día.

Y al llegar, acomodé mis zapatos y avisé un “Estoy de vuelta”. Para luego dirigirme a mi habitación y empezar con mis deberes.

Nunca había sido demasiado inteligente pero lograba ser aplicado, lo que era un gran contraste entre mi perezosa personalidad y mis esfuerzos en la escuela. Mi promedio era uno de los mejores. Era el primer puesto en cuanto a las puntuaciones en los exámenes, lo que todos siempre se cuestionaban y no dejaban nunca de pensar que era porque hacía trampas.

Una vez, de hecho, avisaron a mis padres. Ellos diligentemente fueron a ver el porqué de los reclamos y una vez el sensei les dejó saber “su” sospecha ellos, simplemente, se echaron a reír a grandes carcajadas. Cuando terminaron lo único que dijeron antes de irse fue:

–¿Usted le ha visto en esas? –la primera en hablar fue mi madre, una hermosa mujer bastante conservada de cabello largo y negro, con grandes curvaturas y ojos castaños de mirada desafiante–.

El sensei murmuró algo así como un “n-no” muy tímido.

–Pero –quiso excusarse–, nunca es demasiado aplicado en clases y tener un promedio como ese es imposible para alguien como él.

–Hummm… –murmuró mi padre, un hombre de aura hostil que, en realidad, era bastante amable, de gran tamaño y cabello ligeramente grisáceo–, así que ahora también cuestiona la inteligencia de mi hijo.

–Y-yo… –el sensei comenzó a tartamudear y no pudo decir más cuando mi madre dio un golpe con su palma a la mesa–.

–Llámenos cuando de verdad ocurra algo con nuestro hijo, ¿entendió? –el sensei asintió levemente y mi madre salió con mi padre del aula, ambos bastante satisfechos–.

Luego de ese episodio entendí que todos juzgan por la apariencia de cada uno, algo que resultaba bastante estúpido ya que si no te tomabas el tiempo de conocer a una persona ¿cómo ibas a ser capaz de hablar de ella?

Luego comprendí la infinita estupidez de las masas y su gran habilidad para hundir a personas con poca credibilidad en ellas misma. Yo, por suerte, siempre fui indiferente.

Con mis tareas terminadas, bajé a la cocina por algo de cenar.

Suspiré al abrir el refrigerador y tomé una manzana, con una pequeña mordida cerré el refri y me dirigí de nuevo a mi cuarto.

Mi casa estaba completamente sola, en ese momento sólo estábamos Sora –un pequeño gatito que había adoptado– y yo. Esa atmosfera era siempre la que me rodeaba, el silencio irrumpido sólo por los suaves ronroneos de un gato y, algunas veces, una T.V. encendida. Ellos había sido mi única compañía durante los últimos cinco años.

Mi madre y mi padre estaban siempre trabajando para poder pagar las cuentas y yo, simplemente no me molestaba por reclamar su atención. No me sentía apto para algo como eso.

Cuando sólo quedaba el corazón de la manzana, bajé de nuevo, me deshice de los restos y me encaminé a la sala. Acomodándome en el sofá en forma de "u". Descansando mis ojos, hasta quedar profundamente dormido.

 

 

Notas finales:

Si han llegado hasta acá, gracias por leer.

 

P.d.: No tenía idea que los reviews hacía tan feliz a una autora. Gracias.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).