Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

A New Friend? por WwA

[Reviews - 40]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Otro nuevo capítulo -espero este resulte mejor que el anterior, personalmente al segundo no le encontré mucho objeto -se lamenta- debí esforzarme más lo sé -llora dramáricamente-, bueno, como sea, dejando el drama de lado, espero lo disfruten.

­

­Capítulo 3.

Travel.

 

 

–¡Hirokiiiiiiiii-saaaaaannnnnnnn! –Exclamó Ten'ō mientras caminaba en dirección a él–.

– Ten’ō, no chilles –pedí, sin mostrarme inmutado–.

Nos encontrábamos en una parada de autobús de la ciudad. Era el primer día de las vacaciones de verano y, de alguna forma, había hecho planes con Ten'ō para ir a la casa de campo de su familia en las montañas. El hecho había ocurrido mientras almorzábamos en la escuela. Quedaban un día antes de las vacaciones y, como siempre, Ten'ō se hallaba avivando la conversación.

–Nee, Hiroki-san, irás ¿cierto? –Murmuró, mientras yo me encontraba absorto masticando el bento que él mismo me había preparado, y dedicaba poca atención a sus palabras–.

–¿Uh? Ah, sí –afirmé, sin saber a qué se refería exactamente. Algo muy imprudente–.

–Bien, entonces nos vemos mañana –contestó, muy satisfecho con una enorme sonrisa adornando su rostro–.

–¿Mañana? ¡Espera! ¿De qué hablas? –Respondí, dándole mayor importancia a sus frases–.

–De ir a la casa de campo en las montañas –sonrió–. Acabas de aceptar ir ¿o no estabas escuchando cuándo te hablaba? –Sus ojos se cristalizaron con esas palabras–.

No entendía cómo lograba ser tan dramático.

–Sí, sí. Te escuchaba –mentí, en un intento de evitar que todo pasara a mayores–. ¿Dónde te encuentro mañana?

–En la parada de autobuses. Ya sabes la que está por…–

Y así fue como terminé en una parada de buses en un día tan caluroso.

–Ahora, ¿qué autobús nos dejará a donde sea que vamos? –Pregunté, luego de algunos minutos de espera–.

–Oh, no. Esperamos un auto –contestó casi inmediatamente–.

–¿De quién?

–De mi familia.

–Ya veo.

Lo miré de reojo mientras seguíamos esperando, se balanceaba de adelante hacia atrás ligeramente con todo el cuerpo. Era justo el tipo de persona hiperactiva que nunca podía dejar de moverse. No importaba el momento, el lugar, las circunstancias. Siempre debía hacer algo.

–¡Ah! Ya viene –comentó una vez que un BMW cruzó una esquina en dirección a nosotros–.

–¿Es ese? –Murmuré, intentando contener la poca emoción que se creaba dentro de mí–.

–Sí –asintió–.

 El automóvil se acercó, dejándome detallarlo una vez frente a mí. Era completamente negro, un Berlina, perteneciente a la serie 7, de modelos BMW. Tan hermoso...

 –¡Oye, Hiroki-san! –Gritó Ten'ō, sacándome de mis ensoñaciones–.

–Dime –contesté–.

–Trae tu maleta. No te quedes allí sólo mirando el auto –ordenó–.

No pude imaginar lo tonto que debía de verme observando el auto.

–Ya voy –murmuré, ligeramente avergonzado, con una leve mueca de disgusto en mi rostro que intentaba sofocar mi bochorno–.

 Di vuelta para tomar mis maletas, viendo como un hombre de unos treinta y tantos se bajaba del lado del conductor y abría el maletero del móvil para que yo guardase mis cosas.

 –Gracias –agradecí, cuando tomo mi maleta y la guardó–.

No dijo nada sólo asintió, cerrando con un golpe la parte trasera del coche y volviendo a su asiento.

–¡Apresúrate, Hiroki-san! –chilló Ten'ō desde los asientos traseros–.

–Sí, sí –dije y me monté a su lado, permitiendo que comenzara el viaje–.

El coche arrancó en cuanto estuve dentro. Y, mientras Ten'ō se encargaba de romper el silencio, yo me dedicaba a detallar el interior del vehículo detalladamente.

Tenía asientos de cuero negro totalmente intactos. De haber sido un Audi, habría enloquecido.
Desde pequeño siempre me han gustado los autos, por alguna razón que desconozco y, siempre me veía imaginándome siendo un piloto de F1. Pero claro ese sueño desapareció con el tiempo, dejando sólo la pasión por los coches.

–¿Cuánto nos tomará llegar? –Pregunté en cuanto mi euforia aminoró y Ten'ō dejo de hablar, ya habíamos salido de la ciudad en ese momento–.

–Un par de horas –respondió, ido– espero que no sea un inconveniente –completó luego con una media sonrisa–.

–No, no lo es –negué y volteé mi rostro a la ventana, buscando disfrutar el paisaje y así evitar mirar fijamente a mi acompañante. Del lado derecho, donde yo iba, había una gran vista a las montañas.

Oí un leve suspiro a mi lado e intenté hacer caso omiso de ello. Aunque no fuese tan sencillo, Ten'ō parecía afectarme de sobremanera y el sólo pensar que estuviese triste lograba turbarme.

–¿Ten... –di vuelta a mirarlo, justo cuando su cabeza cayó suavemente sobre mi hombro–.

Dios, sólo había pasado media hora de viaje ¿cómo podía estar dormido si se veía tan enérgico?

Bueno, al menos eso me hacía pensar que el suspiro era debido al cansancio.

–Dios... ¿qué haré contigo? –Susurré y acomodé unos pocos mechones que habían caído sobre su rostro durmiente–.

 

 

–Hirokii-saan... –susurró suavemente–.

–¿Hmmm? –musité–.

–Ya llegamos, despierta –rió divertido–.

Desperté por completo y me acomodé en el asiento del auto. Me había quedado dormido sin darme cuenta. Que vergonzoso.

Un sinuoso camino nos guiaba a lo que parecía la entrada de la casa. El paisaje era bastante hermoso, lleno de plantas de todo tipo.

 Luego de algunos minutos, el coche se detuvo frente a una enorme casa. A mi anfitrión no le tomó ni dos segundos bajarse del auto.

–Apresúrate, Hiroki-san –insistió Ten'ō, mientras se acercaba con rapidez a la entrada de la casa–.

–Las maletas –indiqué al bajarme, señalando el maletero del coche–.

–¡Déjalas, Tanaka-san se hará cargo de llevarlas dentro! Así que, ¡ven ahora!

Acaso, ¿me estaba ordenando?

Me encaminé en dirección a él. Con pasos lentos. El me miró impaciente, hubiese jurado que de poder me habría lanzado un zapato.

–Hiroookiiiiiii-saaaaannnnn –chilló, una vez más–.

Lo miré inexpresivo. Sin decir nada.

–Apreesssuuuuúraaaateeee –arrastró las palabras con impaciencia–. Vaaaamooooossss, apressuuuuraaaateeeee.

Me estaba ordenando. No sé para qué tanta prisa.

–Bien –murmuró cuando estuvo a su lado– ¡Vamos! –Me tomó de la mano y me arrastró dentro de la casa–.

–Con su permiso –murmuré cuando cruzamos el umbral, dejándome llevar por la euforia del joven de cabellos castaños–.

–¡Ah! ¿¡Hotaru-chan!? –Exclamó una señora un tanto mayor cuando nos vio llegar–.

–¡Obaa-chan! –Dijo soltándome de su agarre, corriendo en dirección a la señora de cabello de un rubio cenizo y ojos de color avellana–.

–¡Hotaru-chan! –la señora volvió a repetir, Ten'ō la estrecho en un abrazo, el cual ella correspondió–.

Luego de algunos segundos, después de saludarse se separaron y la señora me miró.

–¿Quién es el joven que te acompaña, Hotaru-chan? –preguntó, curiosa–.

–¡Ah! Disculpa. Obaa-chan, el es Hiroki Komachi-san –sonrió–. Hiroki-san, ella es Ten'ō Amaya.

–Mi nombre es Komachi Hiroki –dije con una leve reverencia–, es un gusto conocerle.

–Lo mismo digo, Komachi-kun. Es un gusto, soy Ten'ō Amaya, la abuela de Hotaru –se presentó dando una leve sonrisa–. Por favor, cuida de mi pequeño.

Asentí ligeramente, afirmando a sus palabras.

–Por favor, pasen a la cocina. Estaba terminando de preparar un pastel de fresas ¿gustan con un poco de té? –ofreció amablemente–.

–¡Ah! ¡Me encantaría, Obaa-chan! –Ten'ō estaba prácticamente saltando de la felicidad–. ¿Quieres un poco tu también, Hiroki-san?

–Para serte sincero, no me gustan mucho las cosas muy dulces –contesté, más para mí que para nadie más–.

–Eso es una sorpresa –comentó la señora Ten'ō–. Pero, no rechazaras una taza de té ¿o sí?

–Estaría feliz de aceptarla si no lleva mucha azúcar –acepté, inexpresivo–.

La señora rió un poco y nos invito de nuevo a la cocina.

Nos sentamos en una pequeña mesa de madera, mientras esperábamos que la señora nos sirviese.

–Tomen –indicó con una cálida sonrisa, mientras colocaba unas tazas de té sobre la mesa justo frente a nosotros–.

–Gracias.
–Gracias, Obaa-chan –dijimos Ten'ō y yo al unísono–.

Dejo, además un par de platos, uno con un trozo de pastel de fresas y otro con dango.

–Dijiste que no te gusta las cosas, pero el chichi dango no lo es mucho.

La miré, un poco sorprendido.

–No los he probado pero... –tomé un palillo y procedí a probar–.

Lo mastiqué, mientras ella me miraba expectante. Se parecía mucho a Ten'ō en ese aspecto. Aunque guardaban muchos más rasgos en común –aunque no físicos, precisamente– si se le observaba con atención. Como su incesante ánimo y su permanente sonrisa. Ambos bastante amables –aunque de formas un poco distintas–.

–¿Qué tal? –Preguntó con curiosidad. Un rasgo más–.

–Está... bueno... –susurré–.

–Me alegra que te guste –sonrió–.

Asentí, dejando ver mi compuesto rostro sin expresión. 

La abuela resultaba ser bastante agradable, duramos unas horas hablando con ella. Aunque yo no era muy hablador. Nos habló un poco sobre ella. Resultaba ser muy culta. Le encantaba la lectura en sus ratos libres –los cuales eran frecuentes–, era amante de la literatura clásica y la filosofía.

En sus mejores años había impartido clases en una prestigiosa universidad, cosa que disfrutaba mucho pero que tuvo que dejar. Se había jubilado.

–Bueno, chicos. Vayan un rato a disfrutar del aire fresco de la tarde. No quiero seguirlos aburriendo con mi charla –dijo luego de un leve suspiro–.

–Por supuesto que no –negué–. Ha sido un placer hablar con usted.

–Vaya –sonrió, ocultando parte de su boca con su mano–. Muchas gracias.

Asentí levemente.

–Bien, seguiremos en otra ocasión, entonces –afirmó–. Ahora vayan a pasear un rato.

Ten'ō y yo dejamos nuestros asientos y desocupamos la mesa, dejando los platos y las tazas en el fregadero.

–Regresaremos pronto, Obaa-chan –avisó Ten'ō, antes de salir–.

–Vayan con cuidado.

 

 

Seguí a Ten'ō, durante algunos minutos, en completo silencio. Me limitaba a admirar el paisaje montañoso que se mostraba frente a nosotros mientras caminábamos. Era simplemente tranquilizador. Lejos del bullicio constante de la ciudad, con una ligera brisa. Era una buena forma de pasar las vacaciones. Sobre todo por el clima. Definitivamente el clima de montaña era ideal. Incluso en verano era agradable.

Nos detuvimos en una pendiente, aunque lejos del borde.

–¿Te alegras de haber venido conmigo, Hiroki-san? –Inquirió mi acompañante luego de algunos minutos, sorprendiéndome–.

–Hummm... –murmuré sin inmutarme, que bueno era para esconder mis emociones–.

–Esa no es una respuesta –refutó, claramente insatisfecho–.

–No me quejo –dije al final–.

Ten'ō bufó. Algo que también me sorprendió.

–Bien, si quieres oírlo... –Posó su mirada sobre la mía, había estado observando el paisaje todo este tiempo. Me observó expectante–. Tendrás que esperar al final del viaje –completé–.

–¿¡Eh!? ¿¡Por queé!? –chilló–.

Dios.

–Porque, hasta entonces, sabré si me he arrepentido o no.

–Entiendo... –susurró, afectado–.

–«Deberías acostumbrarte pronto a mi sinceridad, no es bueno que te afecte tanto. Y no es bueno… que me afectes tanto».

–¿Hiroki-san? –me miró confundido–.

–¿Sí?

–¿Por qué me observas tanto?

–Nada especial –contesté apartando la vista–.

«¿Qué está pasando conmigo?»

–Bien –se encogió de hombros y observó de nuevo el ambiente montañoso–.

No pude evitar mirarlo de reojo. Su perfil delicado, como de costumbre. Piel ligeramente tostada, cabello castaño, ojos verdes, labios rosas.

Ese pequeño llego a descontrolar mi vida con su energética personalidad. Lo peor de todo, era que yo me dejaba arrastrar por él. Era… como un pequeño y fuerte huracán…

–No me canso de esta vista –comentó con cierta nostalgia en la voz, luego de algunos minutos, sin mirarme–.

–No creo que alguien pueda hacerlo –respondí–.

–Supongo que, quien no sepa apreciarla, se aburriría fácilmente.

–Hummm… –murmuré–. Tienes razón… No todos saben apreciar las cosas por su verdadero valor.

Suspiró.

–¿Regresamos? –Dijo, algo perturbado–.

–Si deseas regresar…

–¿Hay algo que desees hacer, Hiroki-san?

–Nada en particular –respondí, indiferente–.

–Hiroki, ¿te molesta estar conmigo? –Preguntó tristemente, con su mirada cristalizada–.

No sabía que tan seriamente debía tomar sus palabras, después de todo el era el rey del drama.

–No…, no realmente… –musité–.

–¿Qué clase de respuesta es esa? –se quejó–. Es sí o no… Así de simple…

–¿Estás bien? –Ahí iba de nuevo, preocupándome por él–.

–No, no lo creo –lloró–.

–Yo… –

–No necesitas decir nada, Hiroki-san –susurró, sufridamente–… No es tu culpa. Soy yo el que exige demasiado.

No lograba entender nada… ¿Por qué con él todo era tan complicado?

– Yo ¿hice algo malo? –no pude evitar sonar tan monótono–.

El negó.

–No hiciste nada, Hiroki-san –sonrió–. Eres un buen amigo, no te sientas mal.

¿Éramos amigos?

¿Tenía un nuevo amigo?

¿Por qué me sentía tan triste por que dijera eso?

–¿Hay alguna razón por la que yo te agrado? –Inquirí sin pensar–.

–¿Hummm? –lucía sorprendido por mis palabras–.Supongo que tu personalidad –respondió luego de meditar un par de segundos–.

– Eso… ¿hablas en serio?

–Sí –afirmó con seguridad y un leve asentimiento–. Tu aparente indiferencia a todo, resulta interesante. Aunque si las personas te conocieran sabrías que no eres indiferente, en realidad de das mucha atención a las cosas –rió, marcando un pequeño hoyuelo en su mejilla derecha–.

–Es la primera vez que escucho eso… –comenté–.

–… Espero ser el único en notarlo –respondió en un susurro–.

–¿Qué?

–Nada –negó–. ¿Regresamos?

Afirmé, algo confundido. No sabía si eran ideas mías o él realmente estaba comportándose... diferente.

Cuando llegamos a la casa, Amaya-san nos recibió junto a su esposo, Ten'ō Yuuki. El abuelo por alguna razón extraña me recordaba Dong Zhuo. Aunque no importaba, al igual que la abuela, resultaba ser una a persona inteligente, amable y bastante habladora.

Unas horas más tarde, después de una larga conversación, pasamos a cenar. El ama de llaves –cuyo nombre creo que era Kyoko–, se encargó de servir la mesa. La comida fue tomada en silencio y al final –luego de darnos las buenas noches–, los abuelos se fueron a su habitación.

–Por aquí, Hiroki-san –señalo el camino, guiándome a través del segundo piso. Hasta la habitación donde dormiríamos–.

–Ya voy –respondí, siguiéndolo lentamente–.

–Tsk, siempre tan lento –se quejó, rodando los ojos con impaciencia–.

–No es que sea lento, es que tú tienes demasiada energía…

–Suenas como un viejo, Hiroki-san –rió, muy divertido–. Como sea, apresúrate.

–No me ordenes... tanto.

–Vale, pero trata de apurarte un poco.

–No prometo nada... –el rió de nuevo y terminó de mostrarme el camino. Una pequeña habitación, arriba a la derecha, la cuarta puerta–.

¿Estaba eso bien? ¿Dormir juntos en una misma habitación era algo que los amigos hacen? ¿No?

Por alguna razón ese asunto daba vueltas en mi cabeza, desde que Ten'ō había dicho que compartiríamos un cuarto. Me sentía raro de sólo imaginarme la escena… Y, no entendía porque…

Suspiré cansadamente.

–Supongo que debe ser el cansancio…

 

 

Notas finales:

Waa, si habeís llegado hasta aquí, infinitas gracias -hace una reverencia-. Hasta pronto...


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).