Gokudera abrió sus ojos con lentitud, sentía su cuerpo pesado, aun así trato de incorporarse. Se llevo una mano a la cabeza al sentir un pequeño mareo así que cerro los ojos para intentar calmarse y no porque intentara no topar su mirada con la del moreno que le observaba con expresión seria sentado en una silla a un lado de la cama.
Solo se escuchaba el golpeteo de la lluvia contra la ventana y la tensión lo embargó.
-Al fin despertaste… y ya recuperaste algo de color en tus mejillas… ya no estas helado…-Habló por fin Yamamoto llevando una mano al rostro del peliplateado, el leve roce hizo al albino abrir sus ojos mas de la cuenta y apartar de un manotazo la mano del otro.
-¡No me toques!-Gritó completamente alterado, pero de inmediato volvió en sí viendo la expresión de desconcierto del moreno. Respiró profundamente y apartó la mirada, no debía actuar así, se había esforzado demasiado para caer ahora, no podía perder el control en esos momentos y tirar todo a la basura. Frunció el ceño tratando de no pensar demasiado, aquel sujeto ni siquiera era un cliente como para que tuviera siquiera que considerarlo, pero estando donde estaba no podía dejar de sentir el mismo miedo de siempre.
-¿Así le agradeces a la persona que te trajo amablemente a su cuarto y te presta su cama?-La expresión del beisbolista volvía a ser la misma sonriente y despreocupada de cuando se presentó en la terraza. Gokudera se mordió el labio, odiaba realmente como aquel maniático deportista actuaba de forma tan feliz, riendo como un idiota y teniéndolo todo fácil en la vida.
-Tu amabilidad me enferma, debiste haberme dejado tirado ahí, tarde o temprano esos bastardos me encontrarían…
-¿Eso es lo que realmente hubieras preferido?
-Idiota…-Chistó el ojiverde ante la carcajada del pelinegro-No te entiendo ¿Acaso no te causo repugnancia? ¿No cambió tu expresión acaso cuando te dije que me acostaba con hombres por dinero? Y no olvides la cachetada…
-Ya basta…-Interrumpió Yamamoto agarrándole de la camisa y atrayéndolo hacia sí, no se le paso desapercibido el hecho de que al instante el cuerpo del chico se tensó para luego comenzar a temblar ligeramente- Eres solo un niño, no me importa esa retorcida personalidad tuya de lobo solitario que va por su cuenta sin depender de nadie, no puedo quedarme de brazos cruzados viendo como te autodestruyes…Si quieres acostarte con hombres ¡Hazlo! ¡Pero que sea porque tú deseas hacerlo! Aunque…Para ser alguien que dice acostarse con hombres tan fácilmente ¿No es raro que con un simple roce te pongas a temblar y te asustes de tal forma?-El pelinegro soltó al chico que no se movió ni un centímetro, mantenía sus puños demasiado apretados como tratando de auto controlarse, mordiéndose el labio con demasiada urgencia y sus ojos verdes brillosos que parecían tratar a toda costa de no derramar lagrimas. Todo en el ocultaba un profundo terror observando el lugar. Yamamoto no entendía, era demasiado contrario al carácter temperamental que poseía cuando le conoció horas antes- ¿Es porque estas en mi cama y yo estoy demasiado cerca de ti? ¿Por eso tienes miedo?
Gokudera no pudo seguir aguantando, se llevo una mano a la cara mientras sus lágrimas empapaban su pálido rostro.
-Jamás…jamás me acosté con alguien-Susurró dejando al mayor perplejo.
-No entiendo…-La confesión había tomado por sorpresa al beisbolista y su cerebro no pensaba con claridad, el peliplata soltó una leve carcajada al escucharle.
-Eso debe ser porque en tu cabeza no debe haber mas que ese estúpido deporte…-Yamamoto se rascó la mejilla titubeante, no tenia idea de lo que debía hacer en ese momento- Soy virgen…-Explico sonrojándose-Ellos…mis jefes…simplemente me miran, me observan como si yo fuera un raro objeto de sus galerías, me acarician de ves en cuando y cuando comienzan a tocarme mas de lo normal es porque el mirarme ya no les es suficiente…entonces huyó como siempre y buscó a otro bastardo con los mismos fetiches raros…
-¡Pero aquellos sujetos dijeron que tu te acostabas con su jefe!
-Es lo lógico, nadie pensaría que dos personas encerradas en la misma habitación por horas no tienen ese tipo de relación y a los jefes les gusta que piensen así…Les engrandece el ego…
- ¿Por qué?-El ojimiel llevó su mano a la mejilla del albino de forma inconsciente, para su sorpresa el menor no retrocedió ni explotó de forma agresiva- ¿Por qué si no te gusta esto y escapas ante la mínima señal de peligro sigues haciéndolo? ¿Acaso lo que sucedió en tu hogar es peor a que algún día un hombre abuse de ti? Si no es así regresa a casa, Gokudera…y si no puedes…quédate conmigo, yo me hare cargo de ti, así que por favor…no regreses con los hombres de antes…
Yamamoto no comprendía porque decía todo aquello, solo sabia que protegería al chico que tenia en frente suyo sin importar que, no quería perderlo, no quería verlo herido, no quería que siguiera con esa vida, eso era lo que le gritaba su corazón. Se avergonzó al darse cuenta de sus sentimientos bajando la mirada.
-Realmente tu amabilidad va mas allá de todo, eres un idiota…No digas tales cosas si no me vas a ver a la cara…-El albino intento hacer que el otro le viera haciendo mas potente el sonrojo del moreno, al no lograr su cometido simplemente frunció el ceño-Si ya te arrepentiste de tus palabras no hay problema, he escuchado miles de promesas así que estoy acostumbrado a que no se cumplan. Ni que fuera a decidir quedarme al lado de alguien como tú…
-¡Lo digo en serio!
-¡¿Por qué?! ¡¿Por qué demonios harías eso por mí?! ¡Deja tu estúpida amabilidad a un lado, incluso tu debes saber que lo que dices no tiene sentido! ¡No tienes el como ni los motivos para cuidar de mi! ¡No soy nada tuyo!
-¡Los tengo!-Gritó a toda voz dejando al otro desconcertado y confundido, Yamamoto aun luchaba por quitarse la vergüenza al aclarar lo que sentía dentro suyo, por eso debía expresarse con claridad y ser directo. El era simple, andar con rodeos no era lo suyo, solo que no podía pensar con claridad cuando miraba aquellas brillantes y tristes esmeraldas que eran los ojos del otro- Tengo diecisiete, aun me falta para ser un completo adulto, lo sé, pero trabajo en el restaurant de sushi de mi padre el cual después heredaré, no soy solo bueno en el beisbol como dije antes, puedo mantenerte, por lo tanto si tengo los medios como para cuidar de ti…-Hablaba de forma entrecortada hasta que el peliplata comenzó a reír a carcajadas.
-¿Qué payasadas estas diciendo, maniático del beisbol? Solo escúchate, hablas como si estuvieras pidiéndome matrimonio… ¿Qué es eso de mantenerme? No tienes que hacerlo, idiota. Así que sigue con tu vida de sano deportista y cumple tus tontos sueños…
-Te amo…
-¡¿Eh?!-Gokudera no reaccionó, permaneció observando la cara del chico que tenia en frente y solo pudo soltar un suspiro de fastidio-¡No seas estúpido! ¡Nos acabamos de conocer, no puedes terminar amándome en cosa de minutos, es ridículo! ¡Apuesto que nunca antes te habías fijado en alguien por estar inmerso en ese jueguito tuyo!-Advirtió que era verdad al ver la expresión del moreno, meneo la cabeza negativamente y chistó-¡Solo eres un torpe adolescente al que se le alborotaron las hormonas! ¡Tú no me amas y nunca me amaras!
-¡Tal ves tengas razón! En lo primero…-Comenzó a decir apenado dando la razón al albino que asentía- Nunca me había fijado en nadie antes y nunca lo necesite, por eso…el que me haya fijado en ti es especial, siempre recuerdo lo que mi padre dice “si crees que es la persona adecuada para ti, no la dejes ir” .A lo mejor mi amor no esta completo ahora, pero estoy seguro de que no importa cuanto pase, te seguiré queriendo y con mas intensidad porque eres mi único y no deseo soltarte…
Hayato quedó sin palabras, nunca había escuchado una confesión mas tierna e ingenua que aquella, todo lo que había escuchado hasta ahora solo le provocaba nauseas. Se sentía hipnotizado como si estuviera en una especie de sueño infantil, en cuanto sintió sus mejillas arder y que sus pensamientos se convertían en el deseo de una pacifica familia feliz apartó los ojos asustado.
Apagó la luz de la pequeña lámpara de la mesita, la única que les iluminaba aquella noche para quedar solo alumbrados por los escaso rayos de luna que atravesaban la ventana. No quería poder verle claramente y hubiera deseado que la lluvia golpeara con mas fuerza el vidrio, así tampoco tendría que escuchar como los latidos de su corazón se intensificaban.
-No deberías sentir eso por mí, no deberías aceptarme tan fácilmente, no mereces quedar hundido junto a mi en este podrido mundo…Puede que no me haya acostado con nadie, pero estoy envuelto en suciedad de todos modos. No puedo regresar a casa, no ahora…No puedo quedarme contigo tampoco, así que no desees estar conmigo, no desees cuidarme, al final terminaras mal, así que lo mejor es que me vaya, lo mejor para ti y para mi es que regrese con esos bastardos- Gokudera se levanto de la cama, pero antes de dar un solo paso su muñeca fue retenida por un fuerte agarre.
-No es mejor para nadie, Gokudera. Yo te protegeré, lo juró, no me importa tener que esforzarme el doble, lo hare con tal de tenerte a mi lado. Esta es mi determinación…-No intento zafarse, los ojos del deportista le mostraban lo decidido que estaba y mas que rogarle que se quedara, era como si le obligara a hacerlo.
Nunca se había acercado a otro hombre por voluntad propia, sin sentir asco, pero esta ves era distinto, deseaba sentir el calor del otro como suyo propio, con un suspiro se sentó a horcajadas sobre el moreno ante la completa sorpresa de este, le miro a los ojos unos segundos mientras rozaba con sus dedos el rostro del mayor, aun con la poca luz podía notar el sonrojo de sus mejillas. Aproximo su rostro lo suficiente como para sentir el aliento del pelinegro para luego apoyar su mejilla contra la otra rodeándole el cuello con sus brazos. Por primera vez no sentía miedo de la cercanía de alguien.
-Ya me tienes, ahora cumple tu promesa y no me sueltes…-Susurró...