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En una noche de lluvia por Hanabi Angel

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Notas del capitulo:

Y a llegado el final de esta historia, no quise cortar este capitulo en varios porque simplemente seguí escribiendo. Estaba falta de motivación, no quería pasarla al pc, fue una suerte que esta historia ya estuviera lista hace meses, porque si no, lo mas probable es que con mi desgana no la habría terminado, me di las fuerzas para hacerlo eso si, espero les guste…y si no…que se le va a hacer *suspiro* no puedo caer mas bajo creo yo…T.T, gracias por seguirme y querer leerme, un abrazo gigantenorme! Y sobretodo a aquellos que me brindan ánimos escribiéndome comentarios alentadores, gracias a ellos escribo con ganas de hacer feliz a los q aman al 8059, un beso…

Yamamoto había hecho malabares para lograr entrar nuevamente al hotel a pesar de estar totalmente mojado y de cargar el cuerpo empapado e inconsciente de un joven peliplateado. Le habían permitido llegar directamente a los pasillos donde se encontraban los ascensores para así no armar revuelo y no agitar y preocupar a los invitados por su inusual espectáculo y pertenecer a los Vongola le ayudo bastante, sonrió para si, las cosas le estaban yendo bien hasta el momento, pero ahora comenzaba a preguntarse de donde sacaría un médico, Gokudera no se veía muy bien y perdería mucho tiempo en buscar ayuda. Primero llegaría a su habitación y le quitaría esas inservibles ropas para luego acostarlo y que así recuperara algo de color en sus pálidas mejillas. Estaba preocupado, estrecho con un poco más de fuerza al frágil albino, el trayecto no era tan largo, sin embargo sentía que el elevador se demoraba más de la cuenta y comenzaba a darse cuenta de un pequeño detalle que no tomo en consideración mientras pensaba en como tratar al desmayado pianista ¿Qué pasaría si se encontraba con los que andaban con Hayato? No podría empezar una pelea en esas condiciones, no quería dejar a un lado al menor y menos ahora que más lo necesitaba. Comenzó a impacientarse, tal vez lo mejor seria tomar las escaleras…

-¿Me puedes decir muchacho a dónde llevas a Hayato?- Yamamoto abrió los ojos sorprendido al escuchar la voz masculina a su espalda, quizás el mismo habría traído la mala suerte al pensar demasiado, deseó por un segundo seguir siendo aquel adolescente despreocupado de hace algunos años, pero ese ya no era el caso. Volteó encontrándose  cara a cara con un hombre que parecía de muy mal humor mientras le observaba de arriba a abajo. Yamamoto se mordió el labio conteniéndose de hacer cualquier cosa, debía estudiar la situación antes de actuar.

-¿Quién es usted y que quiere?- Preguntó a la defensiva.

-Estoy seguro de haber sido yo quien  pregunto primero, pero esta bien, perdono tu rudeza ,muchacho, no estoy de mucho humor esta noche para ponerme a discutir con un niño, he estado buscando a ese terco chico que cargas desde hace horas, así que ya estoy bastante cansado. Le permití acompañarme con la condición de que no se alejara y es lo primero que hace, aunque debí haberlo previsto, fue mi error…Ahora hazme el favor de entregármelo, joven guardián de los Vongola…-Yamamoto se tensó, el sujeto se sentía de un nivel diferente y sabia que el era un guardián y a que familia pertenecía. Retrocedió un paso instintivamente al ver como el hombre estiraba sus brazos esperando recibir al peliplata.

-¿Es usted su jefe?

-¿Su jefe?- El mayor le vio unos segundos para luego sonreír y cruzarse de brazos pensativo- Dada la clase de fiesta en la que estamos eso es lo mas lógico de pensar, pero…bueno, no importa ¿Qué harías si yo fuera  el jefe de Hayato, joven espadachín?

-Todo dependería de que clase de jefe sea…-El sujeto alzo una ceja- ¡Debe saber que Gokudera no es ningún objeto para su deleite!-Gritó de forma amenazante, pero lo único que recibió fue una carcajada acompañada de aplausos.

-En eso estamos de acuerdo, Yamamoto Takeshi…Ya que aquello salió de tu boca, no debo preocuparme por repetírtelo, recuerda que Hayato sigue siendo menor de edad…

-¡¿Cómo es que sabe tanto de mi…?!- Preguntó exaltado y levemente sonrojado el pelinegro.

-Mi hijo llega a casa después de años diciéndome “un idiota me dijo que regresara con ustedes o si no el mismo se dedicaría a cuidarme” ¿Tu crees que después de eso yo no lo investigaría?

-¡¿Su hijo…?! ¡¿Hayato volvió a su casa…?!  ¡¿Usted es su…?!- Yamamoto sintió que era una información demasiado importante y su corazón comenzaba a latir demasiado rápido, su terco peliplata había vuelto a su hogar y abandonado esa horrible vida de la cual quería arrancarlo la vez que lo conoció. Sintió que la felicidad era demasiada, aunque egoístamente el hubiera preferido cuidarlo personalmente.

-De verdad eres alguien especial…-Rió el hombre-Yo soy el padre del chico que cargas. Dar contigo fue fácil, le diste tu nombre a uno de los bastardos que trabajaban junto a mi hijo, uno bastante desagradable por cierto…-El hombre hizo una mueca mientras el moreno hacia memoria, era verdad, cuando detuvo el golpe de aquel sujeto que trato de golpear al albino por no acceder a acostarse con su jefe, este le pidió su nombre y además de entregárselo le dijo que venia acompañado de Sawada Iemitsu, había dado todas las pistas claves para dar con su paradero…-Te he estado vigilando desde hace tres años, observaba como crecías y aumentabas tu fuerza gracias a la determinación de buscar a Hayato…No te hice la tarea fácil ¿Verdad?-El guardián le miro perplejo a lo que el mayor solo sonrió-Mi hijo necesitaba un buen castigo, además no habría servido de nada que lo encontraras tan rápido, quería ver con mis propios ojos  hasta donde podías llegar por el y déjame decirte, Yamamoto Takeshi…terminaste superando mis expectativas, no te rendiste en ningún momento y te volviste alguien que puede protegerlo de cualquier bastardo y de el mismo…Supongo que puedo encargarte a Hayato por el momento…cuídalo mucho y …esta vez no lo sueltes…

-No lo haré…-El espadachín sentía como si estuviera en un hermoso sueño, algo demasiado irreal por lo que no podía reaccionar totalmente, lloraría de la pura felicidad que lo embargaba. El hombre le dedico una sonrisa paternal, aquel reconocimiento por parte del hombre que trajo al mundo al terco chico que amaba debía corresponderlo  y sabia que lo haría-¡Gracias por confiar en mi!

-Al contrario, muchacho. Gracias a ti por traérmelo de regreso y por sacar a ese imprudente del agua…Tu le brindaste de tu luz, lo llenaste de ella, estoy seguro que no quería que te unieras a la mafia porque tenia miedo de oscurecerte, pero creo que es algo bastante difícil de hacer, además…no veo a mejor persona protegiéndolo a el  y a los Vongola…Ahora ve a tu cuarto, ya mande a un médico para que revise a Hayato en cuanto llegues…

-¡Muchas gracias!- Dijo Yamamoto antes de despedirse y colocar un pie en el elevador.

-No es nada, es mi responsabilidad después de todo…y por cierto, no te preocupes por los jefes que alguna vez tuvo mi hijo…ya me encargue de ellos…- Fue lo último que escucho del hombre y al voltear rápidamente, vio como sus ojos verdes brillaban emocionados como recordando algo realmente aterrador, pero agradablemente bueno para el y junto a la sonrisa Yamamoto solo pudo estremecerse antes de que la puerta se cerrara, definitivamente no quería hacer enojar a su suegro…

--

 

Tsuna corrió hacia la habitación de su guardián de la lluvia. Había dado con la información de que tanto Gokudera como su familia se encontraban en el hotel, pero justo cuando iba a darle la noticia a su amigo, notó que este no estaba por ningún lado al igual que el menor. Ahora llamaba desesperadamente a su puerta, era el ultimo lugar que le quedaba por buscar y no entendía porque no lo había hecho antes, el moreno le abrió mirándole realmente preocupado al verle tan agitado.

-Estaba preocupado, esta situación y saber que Gokudera se encontraba en la fiesta, ¡Tenia que contártelo de inmediato, pero al no encontrarte…!

-¡Lo  siento mucho, Tsuna! Lo olvide por completo, lo que me sucedió fue…la verdad es que…-Hablaba de forma entrecortada Yamamoto con una sonrisa avergonzada mientras el castaño le miraba confundido, pero no alcanzó a explicar nada porque una figura  se aproximo de detrás del Vongola empujándolo hacia el interior del cuarto con una leve carcajada.

-Vaya desconsiderado es mi hijo ¿No crees?- Sawada Iemitsu cerro la puerta tras de si con una sonrisa- Los dos no se ven hace tres años y tu los interrumpes como si nada, es de sentido común pensar que se están comportando como una pareja de conejos encerrados aquí…

El sonido de una prolongada tos junto con un leve quejido hizo al pelicastaño voltear hacia la dirección del sonido donde su padre  se dirigía .Vio como un joven peliplata se encontraba durmiendo en la cama del moreno.

-¡¿Encontraste a Gokudera?!-Preguntó entusiasmado y feliz, pero de pronto, al entender el significado de las palabras de su padre se sonrojo por completo-¡Lo siento, Yamamoto! ¡No lo sabia! ¡Lamento tanto haber interrumpido…!- Su padre rió a carcajadas al ver a su hijo tan apenado. Ya se encontraba sentado a un lado del albino notando que respiraba con un poco de dificultad. Yamamoto solo se rascaba la mejilla tratando de calmar a su amigo.

-Era broma, Tsuna…-El mayor habló haciendo enojar a su hijo por su comentario anterior-Yamamoto es todo un caballero. Por supuesto que no haría nada indecente en su primera cita…-El turno de sonrojarse fue del moreno, aquella frase le llego directo y le hacia sentirse un tanto mal. Sawada Iemitsu parecía ver a través suyo, no le extrañaba que hace años conociera exactamente la situación por la que pasó y lo que hicieron ellos dos cuando se llevo al menor a su habitación esa noche de lluvia antes de que Gokudera desapareciera, pero su vergüenza se esfumó al ver como el rubio tocaba la frente del peliplata y fruncía el ceño. Antes de que tocaran a su puerta estaba plenamente enfocado en seguir las indicaciones de aquel singular medico- Tiene bastante fiebre ¿Qué dijo el doctor?

-Que no atendía hombres y que tenía muy mal gusto al escoger a Hayato en vez de una mujer bien dotada…-Iemitsu estalló en una carcajada.

-Ese Shamal jamás cambiara…

-Pero después le reviso, le inyecto algo y dijo que debía reposar y que yo debía encargarme de su resfriado…

-¡¿Por qué Gokudera  esta así, Yamamoto?!

-Solo fue un pequeño accidente, no te preocupes Tsuna, ya todo esta bien ahora…

-¡¿Accidente?! Se suponía que su encuentro debía ser perfecto, yo te ayudaría, pero…- El castaño se llevo una mano a la cara frustrado, pero Yamamoto le puso una mano en el hombro dándole a entender que no había nada por lo cual sentirse mal, Gokudera estaba ahí, junto a ellos y todo era a causa del fruto de sus esfuerzos.

-Yamamoto dio un gran espectáculo salvando a Gokudera de las profundidades del mar, no puedo imaginar un mejor comienzo para su historia de amor, incluso su padre le acepto. Todo resulto bien según yo lo veo, así que no hay razón para caras largas, hijo. Además con Gokudera Hayato ya tienes a tu lado a tu guardián de la tormenta…

-¡¿Qué?!- Tanto Tsunanoshi como el espadachín quedaron perplejos al escuchar aquello y ver como su padre sacaba un anillo de su bolsillo y se lo colocaba al dormido chico-¡No obligues a la gente a convertirse en guardianes, papá!

-He querido que Gokudera sea tu guardián desde hace años, pero por culpa del trabajo de este pequeño, me fue difícil dar con el y convertirlo. El motivo de venir hace tres años hasta aquí fue para encontrarme con el, alejarlo de su actual jefe y hacerlo parte de los Vongola, sin embargo tuve que esperar a que el asunto de los tortolitos se arreglara, era un asunto delicado después de todo y creo que fue lo mejor. No era mi idea que Yamamoto se encontrara con el bombardero, ni siquiera me lo imagine-Sonrió de lado- Me sorprendí  mucho, nunca espere que se enamoraran  e hicieras lo imposible para todos, cambiaste al chico, Yamamoto, hiciste que volviera a su casa y dejara ese maldito trabajo. No me importó esperar estos tres años para dar con la tormenta nuevamente, me gane con eso un perfecto guardián de la lluvia, uno digno de confianza…

-¡Aunque  creas que Gokudera es perfecto para el puesto de guardián no puedes ponerle solo el anillo, primero debes preguntarle si quiere! ¡Esto no tiene nada que ver con la relación de Yamamoto y Gokudera!

-¿No lo sabias, Tsuna? Este chico te admira, apuesto que si lo hubieras encontrado antes y le pedias que volviera con Yamamoto sin importar lo que el sintiera en ese momento, el habría aceptado sin vacilar…-Tsuna abrió los ojos sorprendido-Pero era mejor que todo se solucionara gracias al esfuerzo y sacrificio de ambos ¿No es así, Yamamoto Takeshi?- El aludido escuchaba atentamente con una expresión ligeramente seria, Iemitsu sonrió. Por supuesto que el moreno por mucho que amara al albino no habría aceptado aquello, por esa misma razón se había dado la vuelta y retrocedió cuando el peliplata le dijo que todo había sido un juego y que le dejara solo, a pesar de que era una mentira y que el mismo se había dicho que lo arrancaría de quien fuera reteniéndolo a su lado sin importarle lo que el menor sentía. El rubio adoraba la pareja que formaban esos dos, era algo único y que volvía lo imposible en algo real. Dejó a un lado sus divagaciones  y se concentro en su hijo que no parecía entender porque Gokudera ya le conocía-  Tu no debes recordar, Tsuna. Sucedió hace años cuando recién estabas comenzando a entrenar para convertirte en el nuevo jefe de los Vongola, apenas tenias catorce años. Una familia dirigió un ataque hacia ti y cuando estuvieron a punto de perder huyeron dejando a un pequeño niño para que se encargara de retrasarte mientras los otros escapaban aunque ellos sabían que no podría ganarte.  Tu anulaste todas sus bombas y te acercaste a el, pero en su desesperación una de sus ultimas bombas cayo al suelo junto a sus pies y estuvo a punto de estallarle, sin embargo tu lo protegiste a pesar de ser tu enemigo, le salvaste la vida y eso para el es verdaderamente preciado…

-Lo recuerdo…-Murmuro Tsuna sonrojándose- Le deje ir porque no creí que el tuviera culpa de algo… El se veía tan feliz por ello…

-Créeme que el más feliz fue el bastardo del jefe que tenia en esos momentos al ver al niño con el que quería acostarse regresar sano y salvo…

-¡Papá!- Reclamo Tsuna al ver como el moreno apretaba los puños.

-No te frustres, Yamamoto. Tu mejor que nadie debe saber que Gokudera no se dejo tocar más de la cuenta por nadie…hasta que te conoció a ti…el pasado es pasado, ahora debes luchar por tu futuro y proteger lo que tienes bajo tu cuidado, para eso has estado luchando todos estos años. Tu anillo y este chico acostado en tu cama lo demuestran, son prueba de tu sacrificio…-Los ojos del pelinegro brillaron-Bien, nosotros no vamos ahora, he dejado a tu padre mucho tiempo solo, de seguro se molestara cuando le diga que vine a visitar al lindo novio de su hijo y no lo invité- Bromeó y el espadachín rio llevándose una mano  a la cabeza- Dicen que el amor cura toda así que bríndale mucho para que así Gokudera se recupere- El hombre se dirigió hacia la puerta junto a su hijo.

-Me alegro que finalmente se hayan encontrado, Yamamoto. Lamento haber tardado tanto…-Bajo la mirada pero ante la negativa de su amigo volvió a sonreír- Llámame si necesitas cualquier cosa ¡Hasta mañana!

-Gracias, Tsuna, de verdad…- Ambos sonrieron antes que el castaño siguiera su camino tras su padre y el cerrara la puerta. Suspiró, ahora solo estaba el y Gokudera en la habitación. Se aproximo al albino agachándose a un lado de la cama y le observo dormir, los años le habían vuelto mucho más hermoso  y sus ojos no podían dejar de admirarlo. Cuando le vio en la playa luego de que pensó que jamás le volvería a ver creyó que su corazón se detendría, que ya estaba loco y que veía ilusiones, a pesar de las condiciones en la que estaba el pianista, su estado con aquellas esmeraldas melancólicas a punto de llorar, empapado bajo la lluvia con la ropa traslucida y apegada a su piel no hacia más que invitarlo a devorarlo a besos. Hubiera deseado un mejor reencuentro, lejos de una posible muerte por ahogamiento, pero eso era pedir mucho. Sonrió al ver el anillo que resplandecía con fuerza en el dedo de su pianista, el era una perfecta tormenta de eso no había duda.

Se levantó a pesar de que hubiera preferido verle toda la noche dormir, pero eso no era lo mejor ya que al día siguiente debía cuidarlo y debía estar en perfecta condición. Le cambio el paño húmedo de su frente y le acaricio el cabello. Dormiría en el sofá, no quería abusar de la confianza por mucho que ambos se hubieran declarado su amor, pero el firme agarre de una mano evito que se dirigiera a su destino.

-¿A dónde crees que vas cuando esta es tu cama, idiota?- Gokudera intentó incorporarse con dificultad mientras tosía y respiraba a duras penas.

-Vuelve a recostarte, Hayato…-Yamamoto trato de que el ojiverde volviera a poner su cabeza en la almohada, pero solo recibió un manotazo.

-¡No te atrevas a mirarme con lástima! ¡Yo me busque esto así que es mi problema!- El albino se destapo notando que solo llevaba encima una camiseta que claramente no era suya ya que le quedaba bastante holgada, se sonrojó abrazándose así mismo- ¿Qué hora es? Debo marcharme…

-¡¿Qué?! ¡No puedes!-El moreno se le abalanzó abrazándole con fuerza por la cintura a lo que el peliplata reaccionó tratando de alejarlo fastidiado.

-¡No me sofoques, bastardo! ¡¿Qué diablos pretendes?!

-¡No quiero dejarte ir! ¡No puedes culparme por pensar que al mirar hacia otro lado tú desaparecerás! Tarde tres años en encontrarte…Esta vez no soportare ni un solo día tu ausencia…-Gokudera dejo de forcejear y respiró profundo.

-¿Recuerdas lo que te dije cuando me sacaste del agua?- El pelinegro asintió, le había dicho que le amaba y que durante su ausencia deseó siempre estar a su lado, se relajó  aspirando el aroma del menor, era una sensación realmente placentera y no quería separarse nunca. Ahora  el albino era suyo y confiaba ciegamente en su amor-¿Entonces porque rayos tienes miedo, idiota? Ya debes saber que te mentí cuando me encontraste esta noche al llegar a la terraza, para mi no fue un juego, me enamore de ti, por eso regresé a casa.  No estoy aquí con ningún bastardo pervertido ni me he acostado con nadie aparte de ti. Esta vez vine acompañando a mi familia y no creo que a mi padre le agrade que me reporte a estas horas…-Susurro lo ultimo casi para si mismo mordiéndose el labio inferior- Hace tres años me fui sin despedirme de ti porque no habría podido hacerlo, si te decía que te haría caso y volvería a casa, tal vez, al mirarte a la cara no habría podido hacerlo. En ese entonces yo no era más que un estorbo que no te haría bien en nada, lo mejor fue haber desaparecido de tu vida aunque en el proceso hiciera añicos mi corazón…Así que suéltame, no me iré de tu lado, solamente veré a mi padre y le explicare…-Gokudera dudo avergonzándose, lo más probable era que su padre lo encerrara en una torre y castrara al mayor, se llevo una mano a la cabeza mareado, no sabia que hacer, pero ante su sorpresa, Yamamoto rió.

-Tu padre ya me dio autorización para jugar contigo, Hayato…

-¡¿Eh?!

-Me encontré con tu padre cuando te traía inconsciente a mi habitación, me explicó tus razones y el como considero que yo era adecuado para ti al verme sacarte del agua, chico imprudente…-El moreno considero apropiado no revelarle que el padre del chico le investigó y siguió durante esos años evitando que su encuentro ocurriera antes. Todo para que los dos maduraran y se hicieran mucho más fuertes. Gokudera enrojeció  por completo al escucharle.- Así que ya me había enterado que habías sido un buen niño y me habías hecho caso. Sabía que eso era lo correcto, aunque yo hubiera preferido cuidarte y que te quedaras conmigo como mi adorable y pequeña esposa…Pero como te portaste bien estos años no me negaron tu mano…

-¡No me trates como un niño, idiota!- Gritó desviando el rostro.

-Para mi sigues siendo un delicado, frágil y hermoso niño, ya sabes…soy mayor que tu…

-Y según recuerdo eso no te detuvo de tener sexo conmigo, bastardo…-Yamamoto sonrió soltándole de la cintura y sentándose a su lado en la cama, la proximidad creada llenaba de  escalofríos al peliplata y la morena  mano que rozaba su mejilla no hacia sino aumentar el calor que sentía producto no solo de la fiebre.

-No fue sexo, hicimos  el amor, Hayato- Susurró al oído del bombardero haciéndolo gemir al morderle ligeramente la oreja- Pensaba quedarme al margen esta noche ya que estas enfermo, pero ya no puedo resistirme…Quiero que seas mío otra vez, ahora mismo…- Gokudera le miro alzando la barbilla lentamente, sus labios entreabiertos eran una clara invitación que el espadachín aceptaría con dulzura. El recuerdo de su primer beso venia a su mente, fue tan perfecto como el de aquella vez, al igual que el sabor que ofrecía su boca  en esos instantes y las caricias temblorosas que le daba al rodear sus brazos en su cuello.

El albino observó al pelinegro quien le tumbó delicadamente  sobre la cama. Notó como aquella nueva e imponente aura rodeaba su cuerpo. Yamamoto le sonrió  y aquella sonrisa le hizo sentir que aunque ahora el hombre que tenia frente suyo le adelantara tres años en madures, determinación y fuerza, aun seguía siendo aquel amable chico que encontró una noche de lluvia en la terraza de aquel mismo hotel, seguía siendo suave y tranquilizador, incluso cuando sus caricias fueran tan intensas y llenas de pasión, el sentimiento de ser tratado con dulzura no desaparecía y las ganas de llorar le embargaron. Ser tomado nuevamente por aquel despreocupado beisbolista fue todo lo que soñó ese tiempo de separación. Gimió al sentir las manos del moreno deslizarse bajo su ropa, arqueándose contra el otro mientras este aprovechaba de robarle un apasionado beso. Sus cuerpos ardientes se rozaban no deseando otra cosa más que ser uno solo.

 Gokudera sintió por primera vez la diferencia de edad al contrario de la primera vez que se conocieron, en verdad ahora parecía un niño en brazos de un maniático que le devoraba haciéndolo suyo con enérgicas embestidas.  Simplemente dejo fluir su voz aferrándose con todas sus fuerzas al cuello del pelinegro que gozaba más de la cuenta con un cuerpo que deseó continuamente en sus sueños y que ya no era infantil, su larga abstinencia no le permitía controlarse y los quejidos del menor le arrancaban el uso de la razón excitándolo aun más.

-Yama…maldición…no tan duro…no pue…-Jadeó el albino siendo silenciado por una mordida del ojimiel.

-Esto solo es el principio de lo que te puedo dar, Hayato-Susurró penetrando con aun más fuerza, haciendo temblar por completo al ojiverde cuyas lágrimas no dejaban de rodar por sus sonrojadas mejillas- No llores…por favor. Es solo que estoy muy feliz de estar dentro tuyo…- Yamamoto besó los ojos firmemente cerrados del pianista arrancándole un profundo gemido.

-Bastardo ¿Has estado practicando o algo así? -Gokudera jaló del negro cabello, su tono al preguntarle aquello hizo entender al moreno que podía continuar.

-Solo contigo, en mis sueños, Hayato…Jamás lo haría con otra persona ¿De verdad puedo seguir? ¿Podrás aguantar?- Otro tirón de su cabellera provocó una suave carcajada del guardián de la lluvia.

-¡No te creas tanto, idiota pervertido! ¡No soy un patético debilu…!-Gokudera lanzó un grito ahogado al comenzar una nueva ola de pasión desenfrenada por parte de su amante, trataba a pesar de todo, de seguir el ritmo del espadachín moviéndose junto a el de la misma forma, pero esa noche el mayor era el que tomaba el  control, aunque de todos modos no le importaba demasiado, quería dejarse llevar por ese doloroso placer toda la eternidad si era preciso, aprisionarlo contra su cuerpo y gemir su nombre como un desquiciado todas las noches a partir de esta, pero nunca se lo admitiría abiertamente. Sonrió al pensarlo, el idiota se lo merecía por someterlo de tal forma.

Yamamoto cayó tembloroso sobre la agotada tormenta que luchaba por seguir respirando cuando su esencia fue finalmente vertida en el interior de este. Había sido todo un egoísta desvergonzado tomando de tal forma aquel delicado cuerpo, aún  sabiendo en que condiciones estaba, pero no pudo aguantarse, su blanca y sedosa piel eran una tentación difícil de superar. Su lucha interna por esperar hasta la recuperación del de cabellos blancos había cedido cuando probó nuevamente, luego de tres largos años, aquellos dulces y suaves labios. Se levantó con cuidado observando al menor que entrecerraba sus ojos. Le besó la frente y le acarició la coloreada mejilla para luego sonreír.

-¿Estas bien?-Gokudera frunció el ceño.

-¡¿Tu qué crees, maniático insaciable?!-Gritó furioso, pero todo su enojo se convirtió en una mueca de dolor al tratar de incorporarse terminando nuevamente acostado en un ovillo- Un vaso de agua…-Susurró ruborizándose hasta las orejas.

Yamamoto fue en su búsqueda con una sonrisa de oreja a oreja, nadie creería que hace solo segundos cayó agotado sobre el pecho del peliplateado. Chistó fastidiado ¿Qué clase de humano era ese idiota? Maldijo la prolongada abstinencia  del moreno que ahora solo le causaba punzadas de dolor mientras veía como amanecía. A duras penas trató de alcanzar la mesita de noche sin dejar de quejarse, abrió el cajón y comenzó a rebuscar en su interior. Yamamoto se le acercó con una botella de agua en su mano.

-Lo siento, Hayato. Yo no fumo…

-Maldito deportista…- Murmuró aunque ya tenia claro que jamás encontraría lo que buscaba, pero era mejor intentarlo que nada. Resopló conformándose solo con el agua que le ofrecía el otro al extenderle la botella. El guardián rio suavemente ante su enojo.

-Pensé que creías que al unirme a este “oscuro y podrido mundo” yo dejaría el beisbol…-Gokudera le miró de reojo mientras bebía.

-Aun en la mafia estaba seguro que tú no dejarías ese tonto juego tuyo, en realidad lo intuía, sin embargo no quería que formaras parte de este mundo, aunque…los Vongola son diferentes…- Yamamoto se carcajeó.

-Parece que me conoces muy bien…

-Al contrario, no se nada de ti…

-Es verdad…-Le dio la razón rozándole la mejilla con los dedos.

-Aun así te amo…-el pelinegro le abrazo gentilmente.

-Gracias por eso. Yo también te amo, mi terco pianista mafioso, mi chico imprudente y autodestructivo. A partir de hoy tendremos todo el tiempo para conocernos y aprender mucho más el uno del otro, sobre todo ahora que nuestros destinos se unieron aun más…-Gokudera miro confundido al más alto cuando este dejo de estrecharlo en sus brazos, pero su desconcierto paso a asombro cuando el mayor entrelazo una de sus manos con la del albino haciendo que este viera  el brillo de un anillo en uno de sus dedos-¿Lo notaste?

-¿Esto es…?

-El anillo del guardián de la tormenta de los Vongola- Yamamoto se enterneció al ver las hermosas esmeraldas llenarse de lágrimas de felicidad. El peliplata se cubrió el rostro ocultándolo en el pecho del beisbolista mientras  soltaba sollozos involuntarios-¿Tan feliz te hace ser el guardián de Tsuna? Así que es verdad eso de que le guardas mucho aprecio…me pondré celoso, Hayato…

-I…diota- Sollozó tratando de controlar su llanto, Yamamoto simplemente sonrió acariciándole el cabello con su mano libre entre tanto la otra era firmemente sujeta por la del bombardero.

-He aprendido mucho de ti en ese corto tiempo. Se que eres lo bastante fuerte como para convertirte en un guardián. Me siento orgulloso de amar a alguien como tu, mi tormenta…También se que eres lo suficientemente orgulloso y determinado como para aguantar una noche completa de sexo a pesar de no estar en las condiciones optimas y solo para que no te digan que eres débil…tan imprudente…-Un grito frustrado fue lo que recibió por aquel comentario. Evitó reírse intentando apartar un poco el avergonzado rostro del ojiverde. Le secó las lágrimas que empapaban sus mejillas y se las besó suavemente. Algo en su interior le aseguraba que no importaba lo que sucediera en el futuro, sus manos seguirían entrelazadas, conectándolos por toda la eternidad.

Notas finales:

¿Qué les pareció el final? Espero que hayan quedado con ganas de mas porque a pesar de que mi mente dio por terminada la historia, la condenada igual siguió maquinando y mi mano no dejo de escribir totalmente inspirada, recuerdo aquellos días de motivación con nostalgia *otro suspiro* así que hay un capitulo final bonus jajajaja y si creen que ya estaba bien con este capitulo, bueno…no lo lean, no obligo a nadie…

Gracias por leerme hasta ahora, espero sus comentarios. Un abrazo especial a aquellos que se encuentren tristes, preocupados o abatidos porque yo también lo estoy ¡ANIMO! De todos modos debo buscar el lado positivo de la vida sino me regañan T.T jajajaja, quiero comer algo rico XP…estoy divagando, espero no demorar con el próximo capitulo si es que lo quieren leer, ABRAZO!!!!


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