Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

En una noche de lluvia por Hanabi Angel

[Reviews - 35]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

-¿De verdad estás bien? ¿Estás seguro de querer levantarte?- Preguntaba angustiado Yamamoto a un peliplateado que repentinamente había cambiaba de actitud, levantándose y vistiéndose a toda prisa.

-¡¿Con quién crees que hablas, idiota?! ¡Por supuesto que estoy bien!- Mentía descaradamente tratando de no darle la cara para que así no distinguiera las muecas que soltaba de vez en cuando al moverse bruscamente, pero estaba demasiado feliz. La noticia de que ahora era un guardián Vongola y que por fin estaba con Yamamoto luego de tres años lo llenaba de energía, por eso deseaba salir en busca de aire fresco y calmar un poco sus revoluciones- Lo de anoche no fue para tanto…-Susurró sonrojándose- Puedo perfectamente ir a dar una vuelta por el hotel…

-¿Quieres…que te acompañe?-El albino dio un respingo ante la pregunta, chistando fastidiado.

-¡Te dije que no desaparecería! ¡No te me pegues tanto y no me trates como un niño que necesita protección!- Protestó con el ceño fruncido ante el suspiro frustrado del moreno. Entendía al menor, pero sus deseos de no soltarlo nunca se desbordaban y luchaban contra los de dejarle espacio para acostumbrarse a los acontecimientos ocurridos. El reencuentro, el accidente y el hecho de que ahora fuera un guardián eran cosas que necesitaban tiempo. Sabia que salir era una posibilidad de calmar todos los impulsos que comenzaban a nacerle. Además, el que el menor no hubiera descansado como se debía era su culpa, por lo que no podía reclamarle.-Regresaré pronto, deportista…-Se despidió Gokudera posando su mano sobre la mejilla del japonés con una ligera sonrisa, ruborizando al mayor que también sonrió.

-No hagas nada imprudente…

-¡Que no me trates como un niño, maldición!- Gritó antes de cerrar la puerta escuchando las risa despreocupada del pelinegro con una mueca. Era increíble como en tan poco tiempo aquel idiota, que no sabia más que jugar beisbol, maduró hasta el punto de convertirse en alguien capaz de protegerlo completamente. Comprendía el porque su padre le dejo bajo su cuidado, su determinación era algo que se apreciaba con tan solo verle a los ojos, poseía una voluntad y tenacidad inquebrantable, que junto a la tranquilidad que emitía, era imposible no confiar en el.

Recordaba la expresión en el rostro de su progenitor cuando le conto que había vuelto porque un idiota le dijo que lo hiciera. Ahora le hacia esbozar una sonrisa, pero en aquel entonces, con el corazón roto no podía más que llorar. Definitivamente no quería volver a separarse del beisbolista.

Llego a la terraza recibiendo la suave llovizna en su rostro. Sonrió, comparado a lo de anoche aquello no era nada y continúo avanzando hasta apoyarse en la barandilla para contemplar aquel paisaje que tanto le gustaba. La tranquilidad era total. Demasiado temprano como para que cualquiera de los trasnochados asistentes a la fiesta de anoche aparecieran por ahí. Respiró profundo. El no sentía haber avanzado tanto en esos años como Yamamoto, supuso que fue porque el había abandonado las esperanzas de encontrarlo de nuevo cuando el moreno seguía luchando. Tres años y tan solo había aprendido una pequeña lección de no seguir autodestruyéndose, lección que había mandado al demonio al intentar ahogarse en el mar. No era de extrañarse que el espadachín le trataba como un pequeño imprudente.

-¿Gokudera? ¿Eres en verdad tu?- El albino se volteó atónito al escuchar aquella voz. Un elegante hombre de mediana edad se le acercó con una gran sonrisa al contemplar su rostro.- De verdad eres tu, como no podría reconocer esas bellas esmeraldas tuyas ¿Cuántos años han pasado? Ah, de verdad no has cambiado nada, mi bello ángel pianista. Solo tú madrugarías con tal de observar pacíficamente el paisaje que ofrece este lugar. Tan contrario a tu temperamento…pero tu siempre fuiste increíblemente especial…y hermoso…-El bombardero no podía reaccionar a la distancia que lo separaba de aquel hombre, su cuerpo no respondía, en verdad no quería creer que aquel sujeto estuviera tan cerca suyo, mirándole con ojos vivaces y maliciosos mientras le cogía la mano para luego besársela lentamente-Sabes a gloria- El albino sintió nauseas-Eres como una dulce fruta madura…Fue una gran lástima que en el tiempo que trabajaste para mi aun fueras un niño, por eso no te toqué, pero observarte crecer era mi deleite, así que…¿Por qué huiste cuando estábamos a punto de llegar a la mejor parte, mi pequeño bombardero?- Susurró apretando con fuerza la mano del peliplata, atrayéndolo y ejerciendo presión contra su cuerpo. Un gemido involuntario se le escapó al menor, haciendo sonreír aun más al hombre que empujaba con más intensidad la espalda de la tormenta contra la baranda, arrinconándolo-Siempre quise escuchar tus melodiosos gemidos…-Aspiró el aroma del blanco cabello antes de que el chico le empujara alejándolo.

-¡Aléjate de mi, bastardo!-Gritó jadeante y con las mejillas rojas, se le hacia difícil respirar. Recordaba entonces que debía estar manteniendo reposo como el pervertido de Shamal le había recomendado. Había pasado demasiado tiempo desde la última vez que su cuerpo experimentaba el terror de encontrarse demasiado próximo a un hombre. Yamamoto y su familia habían borrado ese temor.

-Unos años atrás habrías sonreído y con una sola mirada te hubieras dejado desear aun más, dejando a tus jefes aun más excitados…Así que es verdad que escapaste  del profundo agujero donde te habías sumergido. Todos decían que era imposible tomarte porque podías oler el aroma del deseo irrefrenable y huías, pero aun así te contrataban con la esperanza de que por algún milagro no huyeras de sus manos, la tentación era demasiado grande como para no correr el riesgo de que al final desaparecieras sin haberte saboreado.-El hombre se paso la lengua por sus labios. Gokudera desvió el rostro cerrando con impotencia sus ojos-Puede  que tu padre se haya encargado de sacarle los ojos a casi la mayoría de los que te desvirgaron en sus mentes, deseando que en vez de que tocaras el piano, los tocaras a ellos con tus suaves dedos. Un acto elogiable viniendo de un padre, tal vez yo habría hecho lo mismo si no estuviera tan podrido, pero borrar por completo el pasado es imposible, mi adorado niño. Siempre encontraras a alguien como yo que te reconozca y quede perdido en tus resplandecientes esmeraldas, en busca de lo que antes ofrecías. No pueden encerrarte para toda la eternidad ¿Verdad? Incluso ahora, fue un acto muy atrevido el haber asistido a esta fiesta, es la prueba de que no pueden atarte…Seria un desperdicio…Aunque por supuesto, es tu opción dejar lo que antes hacías, nadie puede quitártela. Así que  puedes seguir el camino que quieras, pequeño, encontrar un nuevo jefe y escoger que tipo de habilidades brindarle. Incluso, encontrar a alguien a quien amar y entregarte a esa persona. A partir de aquí te reconocerán como el habilidoso bombardero que eres, de eso no hay duda, pero… ¿cuánto durara esa admiración cuando se enteren que antes no eras más que un jovencito que se desnudaba para viejos con fetiches pervertidos?-El albino apretó los dientes con furia, por alguna razón las palabras de ese viejo le calaban hasta lo más hondo de su ser- Los recuerdos de aquellas miradas lujuriosas te perseguirán como garras tras su presa, si es que ya no lo hacen y te ensuciaran a cada paso que des al tratar de escapar ¿Quién estaría dispuesto a mancharse junto a ti? ¿O es que no te importa mancillar a los que te acepten a su lado?- Gokudera abrió los ojos de golpe, tocando de inmediato su reciente adquirido anillo, se mordió el labio, las ganas de llorar le superaban. No quería ensuciar a nadie, no quería ser la maldita fruta podrida y mucho menos perjudicar a la Vongola y al décimo. No quería que su egoísmo al tratar de pertenecer a algo arruinara lo que más valoraba.

-Yo…no es verdad…tu…mientes…-Balbuceó sin encontrarle sentido a lo que trataba de decir. Aquello no era más que un deseo de su alma, que todo lo que su ex jefe decía fueran mentiras.

-Mi bello pianista, eres tan inocente y puro a pesar de lo que demuestras. Tu mejor que nadie sabes que lo que digo no es mentira- El mafioso extendió sus brazos ante la sorpresa del ojiverde- Puedes venir conmigo si lo que quieres es no lastimar a los demás, a mi no me importa mancharme a tu lado, al final lograré volver tu mancha de un color tan oscuro que nadie notara que es suciedad…- Hayato comenzó a caminar hacia aquellos brazos provocando una sonrisa de triunfo en los labios ajenos, pero en su euforia por casi poseer lo que deseaba, el sujeto no pudo reaccionar a la fría y despectiva mirada junto al furioso puñetazo que le dirigió el menor directo a la cara, dejándolo tendido e inconsciente en el suelo. Gokudera retrocedió hasta chocar con la barandilla, cayendo sentado sobre las mojadas baldosas. Miró su mano, el brillo del anillo deslumbraba, lo cegaba, demasiada luz para solo el. Se lo quitó arrojándolo a un lado.

Se cubrió el rostro con sus manos tratando de no sollozar, pero sus lágrimas eran tan tercas como el. Era patético, ya era suficiente con que la fina llovizna le empapara como para que su llanto le mojara también, además…tenia que regresar con Yamamoto, ya había transcurrido demasiado tiempo, no quería que pensara que nuevamente había escapado, pero no podía moverse y aunque pudiera, presentarse así…de forma tan miserable y totalmente abatido. En verdad era un completo inútil que no merecía la luz de otros.

 

Tsunayoshi abrió lentamente la puerta que conectaba a la terraza luego de ver caer al hombre producto del feroz golpe que le había propiciado el peliplata. Sintió alivio de el haber sido el que escuchó la conversación entre ellos dos, si a el le costó reprimirse de no interferir, para Yamamoto y su determinación de proteger al pianista, habría sido imposible, estallando a pesar de la calma que siempre demostraba. Sonaba realmente egoísta el que estando presenciando la escena, no hubiera hecho algo para apoyar a su nuevo guardián, pero esa era algo que Gokudera debía superar y ninguna palabra externa le habría ayudado a pensar con más claridad. Caminó hasta el inmóvil bombardero que definitivamente no le oyó cuando tomo el anillo del suelo y luego se apoyo en la barandilla.

-Ya veo porque te gusta tanto estar aquí, la vista es magnifica, Gokudera-kun…-Notó como el aludido se sobresaltaba viéndole de reojo, sonrojándose al instante y ocultando nuevamente su rostro. El pelicastaño sonrió.- Lo malo es que de donde estas, no se puede apreciar el paisaje ¿No lo crees? ¿Qué tal si te pones de pie y…?- Sawada alcanzó justo a tiempo a cogerle la muñeca al menor que al ponerse en pie intentaba salir corriendo de ahí- Creí que te agradaba…Me dijeron que te habías puesto realmente feliz  por ser parte de la familia…

-¡No merezco ser su guardián, décimo! ¡No puedo permitir que mi pasado lo deshonre!- Gritó, intentando no mostrarle su avergonzada cara. Lo peor que podía ocurrir era que la persona que mas admiraba le viera demostrando tal debilidad.

-Si eres digno o no, eso es algo que decido yo. Y no estoy de acuerdo contigo en que no merezcas ser mi guardián. No puedo creer que alguien que acaba de derrotar a su pasado de tal forma, me diga que nos va a deshonrar, no lo tolerare, Gokudera-kun. Mientras tú quieras salir adelante, nosotros te apoyaremos, porque este es el presente y avanzamos todos juntos en busca de un mejor futuro, así que…No vuelvas a tirar tu felicidad al suelo…-Tsuna coloco nuevamente el anillo donde pertenecía, sonriendo.

-Décimo…usted solo me acepta porque tiene un gran corazón…-Sollozó.

-Te acepto porque eres digno de ser aceptado, nadie podrá cambiar nuestros sentimientos, ni siquiera alguien como el hombre que esta durmiendo en el suelo. Realmente creo que soy yo el que no merece a alguien que llora de felicidad tan solo por ser mi guardián. Me hizo pensar que si para ti es tan importante, yo debía esforzarme aun más y convertir esta familia en algo de lo que todos estemos orgullosos. De verdad que me sentí muy motivado, también motivaste a mi guardián de la lluvia a mejorar, ahora es un adulto digno de confianza. Nos has hecho crecer, no creo que a eso se le pueda llamar “ensuciar a alguien”. Y Yamamoto no se habría enamorado de ti si no fueras una gran persona, Gokudera-kun…

-¡Solo se enamoró de mi porque es un maniático idiota! ¡Y en lo único que le ayude fue en hacer crecer su estúpida obstinación por mi!- Exclamó frustrado haciendo reír al castaño.

-¿Y no fue acaso su ingenuidad y torpeza lo que hizo que te enamoraras profundamente de el?

-Eso es…-Tartamudeó ruborizado.

-Lo amaste porque tanta oscuridad te había cegado y el, con su torpe amabilidad te hizo volver a ver el mundo, te mostro un camino por el cual no era necesario que siguieras solo. Un camino por el cual aun sigues aunque no te des cuenta, incluso cuando te alejaste de el continuaste en el sendero, firmemente atado a Yamamoto, por eso es que fue posible el encuentro de ayer, sus destinos estaban unidos y creo que aunque tardara mil años, su reencuentro era inevitable. Por eso no debes dejarte abatir, Gokudera-kun. Esta no es más que una prueba para fortalecer aun más su lazo, un lazo realmente fuerte porque creo que no hay nadie más en este mundo que lo ame tanto como tu y ya debes saber que Yamamoto siente exactamente lo mismo por ti-Gokudera se tambaleaba aturdido, una mezcla de sentimientos que no entendía del todo comenzaban a desbordarse lentamente. El sentimiento de no estar solo y tener amigos le llenaba de una manera cálida, como sumergirse a una tina de agua caliente luego de estar demasiado tiempo esperando en el frio. Se abrazo así mismo, no quería que aquella sensación desapareciera, era exactamente igual a aquella ocasión en que conoció por primera vez al pelicastaño, a pesar de haber sido un enemigo el le había protegido, dejándole marchar. Había pensado entonces que los Vongola eran gente fabulosa, pero demasiado inaccesibles para un chico como el. Y ahora…Realmente era increíble que estuviera de pie a un lado del décimo y que poseyera un anillo- Ya sabes, Gokudera-kun…si estas triste o tienes algún problema no dudes en acudir a mi, es mi deber como jefe cuidar de mis guardianes, pero más como amigo el proteger sus sentimientos…-El albino se secó las lagrimas y esbozó una gran sonrisa.

-¡Hayato…! ¡¿Tsuna?!- El llamado de Yamamoto les hizo a ambos voltear a verlo. El moreno les miro unos segundos para luego respirar aliviado- Así que estaban los dos aquí, me estaba preocupando…- El pianista frunció el ceño, aquel idiota no entendía que no volvería a huir de su lado, pero su enfado se esfumo al instante en que el mayor le sonrió como un niño que ve algo que realmente adora. Se mordió el labio tratando de controlar sus emociones.

-Perdóname, Yamamoto…Fue mi culpa, yo lo distraje, pero ya estábamos pensando en regresar. Es solo llovizna, sin embargo ya estoy todo mojado y me estoy congelando…-Tsuna se adelanto hacia su guardián empujándolo hacia el interior, pero este se quedo parado mirando hacia el suelo, donde se encontraba un hombre  inconsciente. Tsuna suspiro resignado al ver su expresión cuando sus ojos pasaron del desconocido al peliplateado. El rostro del menor decía claramente y con letras mayúsculas que había estado llorando.

-¿Quién es este…?- Yamamoto no pudo terminar su pregunta ya que Gokudera se había lanzado a sus brazos dejándolo sorprendido.

-No te preocupes, déjalo ahí. Solamente es alguien a quien no le alcanzaron a arrancar los ojos…-El moreno abrió los ojos  totalmente confundido al escuchar las palabras del pelicastaño-Me adelantaré, después iré a buscarlos a tu cuarto…-Tsunayoshi se despidió colocando una mano en el hombro del pelinegro. Antes de desaparecer, sonrió viendo como su amigo le quitaba su mirada interrogante de encima para posar sus ojos sobre el chico que le abrazaba firmemente.

-¿Por qué lloraste?

-¡No llore, idiota!-Gritó dejando de ocultar su rostro del beisbolista- Solo es la llovizna que empapo mi cara…-Susurró lo ultimo, sonrojándose aun más  y apartando un poco la mirada. Yamamoto no pudo evitar reír levemente, era una gran mentira, pero su tormenta parecía estar bien ahora, lo mejor era no preocuparse como decía Tsuna, además, ser abrazado por Hayato era verdaderamente placentero.

-Con lo complicado que se me hizo conseguirte ropa que te quedara bien y ahora nuevamente estas mojado…- Acaricio la mejilla del peliplateado quien cerro los ojos relajándose.

-Idiota…Lo único que hiciste fue ir a mi habitación y tomar mi ropa- Gokudera se alegro de que el espadachín pasara del hombre al que noqueó, no quería estancarse en cosas del pasado que le causaban dolor, aunque eso fuera escapar. Simplemente quería huir hacia el futuro, con el hombre al que sujetaba con fuerza y que le amaba sin importarle su pasado ni lo que había hecho.

-Pero fue realmente vergonzoso darle la cara a tu padre luego de semejante noche…-Rió pasándose la mano por la cabeza despreocupadamente-El bombardero le soltó de inmediato, atónito e incapaz de articular palabra. No sabia si sentía más vergüenza o enfado, pero de todos modos cualquiera que fuera, sentía que de todos modos debía golpear al idiota que tenia enfrente.- Tranquilo, tranquilo… ¿crees que le iba a decir lo que te hice?-Yamamoto se rascó la mejilla divertido al ver que la furia en el menor se acrecentaba- Solamente me preguntó si estabas bien…Yo le contesté que estando conmigo siempre estarías bien…

-¡Maldito bastardo engreído! – El japonés le atrajo nuevamente hacia el, sonriendo mientras el chico forcejeaba frunciendo el ceño.

-Pero es la verdad, Hayato. Yo siempre haré que estés bien, solo tienes que permanecer a mi lado y te protegeré…-Gokudera dejó de luchar, el deportista no tenia que decirle todo eso, el ya lo sabia, la seguridad era absoluta cuando estaba a su lado. Había convertido su negro cielo en uno brillante y lleno de rayos de sol, que incluso con lluvia no perdía su luz. Lentamente rodeó el cuello del beisbolista con sus brazos, obligándolo a inclinarse. Sus labios casi se rosaban cuando sonrió.

-¿No te importa teñirte de negro? ¿Puedes soportar el peso de mi pasado?-El ojimiel suspiró.

-¿Qué tengo que hacer para que comprendas que no me importa y que por estar contigo aguantaría lo que fuera?

-Solo tienes que decirme unas palabras y repetírmelas hasta grabármelas como fuego en la piel ¿Puedes hacerlo, maniático? Si lo haces, ya no me importara de que maldito color te tiñas…

-Te amo- Susurró Yamamoto, besándole los labios con dulzura- Y aunque me convierta en un demonio, siempre seguiré siendo ante tus ojos, el obstinado deportista, amante del beisbol, del cual te enamoraste. Siempre seré el idiota que te haga sonreír…- Se miraron unos segundos antes de que la tormenta chistara apartando su vista.

-Eso espero, idiota…-Dijo tomándole la mano mientras le conducía hacia el interior del hotel. Definitivamente le amaba de una forma que jamás creyó hacerlo y si al final el demonio surgía, no importaba, el le haría vivir en el mismo paraíso.

Notas finales:

Ahora si que es el final, me costo bastante escribir este capitulo a pesar de que ya lo tenia escrito a mano, es que lo cambie casi todo :P y nuevamente las ganas de escribir en el computador se me habían ido bien lejos, no me animaba, pero hice un esfuerzo porque el 8059 se lo merece, espero les haya gustado…x.x…gracias por leerme y muchas gracias a los que me comentan y con eso me suben enormemente los ánimos, sobretodo a mi que soy tan fácil de desmotivar y deprimirse, les quiero mucho por seguir junto a mi…muchas gracias de verdad, un gran abrazo!!!! Viva el 8059!!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).