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La Rosa Amarilla(fic con Dragon no Shiryu ) por gen_sagitagemini

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Notas del capitulo:

Hola a todos los lectores n_n, disculpen que tardé en subir el siguiente capitulo, pero andaba estresada y preocupada, mi amiga y yo agradecemos mucho sus comentarios y su visita, esperamos que le siguente capi les sea de su agrado y que comenten nos gusta saber sus respuestas.

Era de noche cuando el de mirada jade se presentó en la casa de Piscis, unos minutos antes de la hora en que éste terminaría su entrenamiento e iría a buscarlo a la casa de Libra.

El sueco apareció en poco tiempo a la entrada de su templo, y vaya que se había arreglado. Iba vestido de la forma más elegante: que Dohko había visto nunca, de un color negro tan intenso, que resaltaba su increíblemente clara piel y sus ojos y cabellos azules parecían el mismísimo cielo bendecido por los dioses.

Sus jades no pueden evitar observar y quedarse con la boca abierta, y después sentirse un poco incómodo por la forma en que él mismo iba vestido, tan sencillo al lado de su elegante rosa azul.

Albafica sonrió con al ver la expresión de su bella rosa y se acercó despacio.

-Dohko- murmuró tranquilamente -luces bien-

El santo de Libra abrió los ojos de par en par. No esperaba esa respuesta de alguien vestido tan elegante, que parecía que visitaría al mismísimo Zeus.

-No… no tanto como tú, Albafica- sonrió

Albafica se acercó a su oído sin rozarlo

-Ven, hay algo que me gustaría que vieras-

El homologo no necesitó escuchar una palabra más para seguir al santo de Piscis. Llegaron hasta la parte trasera del jardín, en donde estaban las rosas venenosas que se dirigían a la sala del patriarca. El invitado echó un rápido vistazo, y en pocos segundos notó algo que resaltaba cual blanco en negro, cual amarillo en rojo. La hermosa rosa amarilla en medio del jardín de Piscis.

-Albafica… tu…- sonrió alegremente, al parecer, el caballero del doceavo templo de verdad había apreciado el regalo que le dio una noche atrás.

-Si, así es, está con mis rosas ahora… se ve muy hermosa ahí, dándole vida a todas esas rosas tristes… como tu compañía me la ha dado a mi- añadió sonrojándose sin poder evitarlo. Dio la vuelta a su rostro para que el venido de china no advirtiera el color escarlata en sus mejillas.

Dohko se quedó atónito, tanto, que no pudo sino tomar la mano de Albafica y conducirlo a su acostumbrado paseo, sin soltarlo ni por un instante, intentando asimilar las palabras que había escuchado y sonriendo involuntariamente a causa de tan dichosa alegría.

El joven apretaba la mano del caballero de Libra, sin poder ocultar su nerviosismo, no sólo por sentir el contacto del hombre que lo acompañaba, un calor humano que hacía mucho tiempo no sentía, sino porque además, sabía que ningún otro calor humano le haría sentir lo mismo, no importaba si se tratara de la mismísima diosa Athena, nada era igual a estar con Dohko, ya nada sería lo mismo, y eso, quizá, era lo mejor que le hubiera podido suceder.

Se dirigieron a la salida del santuario, esperando ambos no encontrarse con Shion de Aries, y, a juzgar por la mirada que todos los caballeros les lanzaban, era evidente que un tercero saldría sobrando.

 

Llegaron a la casa de Aries, respirando aliviados de que no se lo encontraran.

Pasaron al pueblo visitando todo lo posible, la noche les daba un escenario increíble alumbrado solo por las luces de las hermosas estrellas intercaladas entre azules claros, rosas y blancas, era algo romántico.

En todo el camino no dejaron de tomarse de las mano.

Mejor dicho Dohko era quien no soltaba al sueco, pero ni en cuenta ya que su calidez era lo mejor que le pudo pasar.

Dohko fue a un puesto de florería, a comprar ahora todo un ramo de esas rosas amarillas, mientras que Alba compraba un vino para la cena de esta noche en la casa de libra.

Las pagó y las ocultó detrás de su espalda.

Alba se percató que el de libra andaba algo extraño como misterioso, lo dejó pasar.

Se dirigieron al santuario anhelando que Aries siguiera ausente.

Nike se encontraba de su lado Shion seguía con el patriarca, casi corrieron para el templo de la balanza.

El peli rojizo invito al peli celeste a sentarse en lo que el acomodaba la mesa para que pudieran cenar, discretamente acomodó el ramo de rosas en el asiento del de Suecia sujetadas por un listón rojo, todo en el comedor lucia de una manera muy romántica.

Pequeñas velas blancas en forma de rosa blanca, la vajilla color crema, servilletas blancas amarradas con un listón amarillo. La rosa amarilla enserio que se esmeró en organizar y prepararlo todo para que quedara acorde con su invitado.

La cena romántica no estaba contemplada pero digamos que se dio la oportunidad para hacerla aunque fuera de improvisto, agradecía tener una vajilla decente.

El venido de Suecia ya entraba en una especie de ansiedad porque su amigo dohko ya tardaba mucho.

-. Dohko todo bien ahí dentro?

-. Si, tu no te preocupes ya casi termino.- grito desde el otro extremo.

-. Bien

No espero demasiado después de diez minutos el de libra le dijo que pasara al comedor.

No creía ver lo que tenía enfrente, no sabe que le impresionaba más: la mesa arreglada para dos con pétalos blancos y amarillos mezclados dando un dúo dinámico perfectamente contrastado, las velas de rosa blanca, ver a Dohko vestido de manera formal pero provocativa luciendo un pantalón ceñido color crema y una camisa como dorada nacarada, o precioso ramo de botones de flores amarillas en su asiento amarrado con un brillante listón escarlata.

Simplemente se quedo con la boca algo abierta y los ojos desorbitantes no pudo creer ver tanta meticulosidad y precisión en las cosas en un lapso corto de tiempo.

Acaso el caballero de libra era un todólogo arréglalo todo??

Cuándo tuvo el tiempo para organizar algo semejante??

Cuándo fue que compro el ramo de botones de rosas que ni pareció verlo??

 

-Dohko, esto es… impresionante- se quedó mirándolo, sin poder creer lo atractivo que se veía arreglado de esa manera.

-Más impresionante es estar contigo, Albafica- libra sonrió y lo condujo hasta la mesa.

El caballero de los peces gemelos tomó las rosas y las olfateó maravillado con el dulce aroma que desprendían.

El caballero de Libra lo invitó a sentarse.

La cena estaba, por demás, deliciosa, pero el caballero de Piscis no le quitaba la vista a su compañero de armas. Y es que jamás se imaginó que uno de los templos que pertenecían al santuario de Athena, fuera a convertirse en un lugar tan hermoso y con tan excelente compañía.

Dohko apenas podía concentrarse. Sabía que el anfitrión debía ser, por demás, atento y caballeroso, pero se sentía torpe en el instante en que Albafica le clavaba su hermosa mirada, y estaba seguro que en cualquier momento dejaría caer la vajilla completa con la comida dentro.

Una vez que estuvo sentado frente a el, sirvió el delicioso vino que el caballero de Piscis había elegido. Se entretuvieron hablando durante largo rato, sin cansarse, animándose cada vez más a abrir sus almas al que estaba sentado enfrente.

-Dohko… debo decir- Albafica comenzó a sentir el nerviosismo correr por sus venas -esto me ha dejado impresionado… esta cena fue… mucho más de lo que yo esperaba-

-¿De verdad?- Dohko jaló su silla para sentarse al lado de su amigo -todo fue especialmente hecho para ti-

-Las velas, tu elegante forma de vestir, las rosas que me compraste… la forma en que arreglaste la cena… todo es hermoso-

-Albafica, todo esto es para ti, para estar a tu altura, debía ser hermoso-

El caballero de Piscis sintió de nuevo el calor sobre su rostro y su piel enrojeciéndose sin poder controlarlo.

-Y bueno… en qué… ¿en qué momento compraste las flores?- preguntó intentando desviar un poco el tema antes de que su corazón terminara por salirse de su lugar. En definitiva, lo que sentía ya no era normal, no era simple amistad, y en algún momento, tendría que aceptarlo

-Eso es un pequeño secreto- Dohko le sonrió y se acercó a él -gracias por venir, Albafica-

-Gracias a ti por invitarme… todo esto es tan… hermoso, tan alegre, y…-

-…tan…- Dohko dudó unos instantes -¿romántico?-

El caballero de Piscis apretó con fuerza el ramo de flores y se sonrojó de una manera tan hermosa, que Dohko apenas podía contenerse. Un beso suyo era lo que deseaba, un beso y podría morir en paz.

-Eh… bueno, yo…-

-Eres muy hermoso, … perdona que te lo diga de esa forma, pero eres tan bello, que no puedo contenerme- colocó un dedo debajo de su mentón -y cuando te sonrojas, te ves más hermoso todavía, aunque no parezca posible… eres como una bella rosa azul… destacas entre todas las flores de tu jardín, porque eres la más bella de todas ellas-

El discípulo de Lugonis  se quedó sin palabras, luego, tartamudeó sintiendo que su corazón estallaría, al igual que sus ideas.

-Dohko- suspiró. Su aliento envició, como un letal veneno prohibido, al caballero de Libra, y como una abeja sedienta de beber el néctar de una flor, se acercó despacio al caballero de Piscis, cerró los ojos, y depositó un suave y delicado beso, acariciando los labios aterciopelados del doceavo caballero, bebiendo su esencia muy despacio, disfrutando de su sabor, de su perfume, y Alba le correspondió. Movió titubeante los labios, apenas degustando el tan ansiado sabor de Dohko, de su rosa amarilla, tan dulce, como el olor de las flores que el santo de la séptima casa le había regalado.

No obstante, abrió los ojos de golpe y se apartó velozmente de su rostro

-Dohko… no debes acercarte a…-

El caballero de Libra, oídos sordos a la razón, tomó entre sus manos el rostro de Albafica y lo llevó de nuevo al suyo. Lo besó nuevamente, con avidez, como deseando que aquello nunca terminara, y cediendo a todos los deseos de su alma, abrió la boca e introdujo la lengua, saboreando y explorando cada recoveco de la boca del caballero de Piscis.

Albafica abrió los ojos de par en par, pero sin poder reprimirse más, sin poder ocultar más su necesidad de ser amado, los cerró de nuevo y abrazó por el cuello al caballero de Libra, profundizando el beso y explorando también la boca demandante que lo invitaba a lo que parecía prohibido, debido a su condición supuestamente peligrosa. Y lo besó, lo besó como jamás creyó besar a nadie.

Dohko, al sentir a Albafica corresponderle de esa manera, sintió que la sangre le hervía y su cuerpo se debilitaba, la alegría no cabía en su pecho, y devolvió con ansiedad, casi con desesperación, las caricias que los labios de la rosa mas letal le proporcionaban, le demandaban ser devueltas.

 

Pudo ser efecto del vino, pero las caricias suaves y tímidas aumentaron de tonalidad, albafica metió sus manos por debajo de la camisa de dohko alzándola hasta medio cuerpo, si la sangre del de libra ya hervía en estos momentos ya sentía que se empezaba a evaporar por tan altas temperaturas en que se tornaba su cuerpo.

Se separaron por la falta de aire chocando sus alientos calientes sobre sus caras, la frente e dohko pegada a la de albafica, los dos con los ojos cerrados temiendo que el momento solo fuera un cruel sueño, pero para fortuna de ambos no era así. Por esa ocasión alba fue ahora quien empezó el bombardeo de besos, no se reprimiría esta vez, sus deseos por amar y que lo amen lo perdieron, ahora lo del veneno de su cuerpo pasó al final de su mente.

La temperatura empieza a subir.

El cuerpo níveo de picis empezaba a sufrir espasmos confortantes , corrientes eléctricas asaltaban su espina dorsal llegando al cerebro perdiendo completamente la cordura y sus sentidos siendo ofuscados.

La corriente empezó a hacer estragos en su entrepierna, sus manos ambiciosas no dejaban de tocar cada parte que podía, emitió un sonido de disgusto pues la ropa empezaba a estorbarle, no lo dejaba indagar a gusto.

Con su boca aun pegada al de libra desabrochaba tranquilamente su camisas hasta quitársela y dejarla en el suelo.

 

Dohko, preso del deseo por tener entre sus brazos el bello cuerpo del sueco, y sorprendido por el atrevimiento casi pecaminoso de Piscis, comenzó a desabrocharse su propia camisa, no obstante, sintió las traviesa manos del amante hermoso despojarlo de ella y amontonarla despacio junto a su ropa. No lograba contenerse, su cuerpo comenzó a reaccionar ante las caricias de Piscis y él mismo fue quien atrajo el níveo cuerpo hacia el suyo, rozando las ya endurecidas entrepiernas de amos, y gimiendo por lo bajo con el roce de las manos de Albafica de Piscis. Llevó su mano hasta el elegante pantalón negro de su acompañante, y en un movimiento titubeante, suspirando de placer, bajó el cierre de la cremallera y metió una impaciente mano a la hombría del doceavo caballero, quedando sorprendido con la fuerza con la que ésta se levantaba pidiendo ser atendida. Los demandantes besos no cesaban, presos de la desesperación por ser correspondidos. Atrajo al de cabellos cielo pegándolo aún más a su cuerpo, con el brazo libre, rodeando su exquisita cintura  y cediendo ante sus deseos. Los pocos centímetros que se alejaba de su cuerpo le parecían eternos. El tiempo se detuvo. Comenzó a proporcionar suaves caricias a la entrepierna de Alba, por encima de la prenda que quedaba, deleitándose con la intimidad que se erguía sólo con recibir el roce de sus caricias.

Calmosamente esa piel blanca característica de picis tomó color a uno bermejo; ¡si que tenia sangre en sus venas!, ese color lo demostraba. Y Su compañero no se quedaba atrás.

Los sonidos de su boca salen sin control gracias a los masajes que le dedicaba libra, su corazón latía mas y mas rápido, ya no eran sonidos sino gemidos que de a poco se tomaban ahogados, el placer y amor combinados exquisitamente.

Picis no se quiso quedarse atrás e igual a su interlocutor le desabrochó el pantalón crema dejándose caer a los pies.

Le fue dificultoso separarse de esa detentora enredadera boca del de la séptima casa que lo atrapa y no lo deja ir; pero un pequeño libido se despabiló en su ser por ver ese torso marcado y moreno en contraposición a su piel.

Se arrepintió. Con una especie de cara de desasosiego se ruborizó luciendo terriblemente inocente y deseable, su mirada indiscreta viajó a la entrepierna del de cabello corto dejando ver su preponderante elevación, pidiendo con afán de ser atendida.

Bajo la mirada con pena, ahora veía la suya, se asustó, su glande también mostraba las mimas condiciones, su cuerpo irreflexivo se amedrentó.

A partir de ahí ya no sabía que hacer se encontraba en total inhibición.

El caballero e libra vio su miedo, tal vez era pérfido pensar que ver en estado a picis le encantaba pero era toda su combinación en si lo que lo enloquecía, se enamoro demasiado, causando una hendidura en sumo profunda en su corazón que todo desde su miedo hasta su desasosiego le parecía adorable y deseable.

Acorto la distancia y lo abrazo sobreprotectoramente diciéndole que no temiera que nunca en la vida le haría daño a su hermosa rosa azul.

 

El hermoso sonrió avergonzado, y se aferró al cuerpo de Dohko

-Mi hermosa rosa amarilla- suspiró a su oído, asentándole un escalofrío con su embriagador aliento.

Libra, como si los labios de Picis fueran una mina de oro, de la que hubiera que tomar todo cuanto antes, volvió a cubrirlo de besos apasionada y cariñosamente. Sin poder esperar un segundo más, terminó de despojarlo de sus prendas y se despojó de las suyas. Luego, sintiendo que la noche los devoraba, lo condujo a la habitación donde descansaba, lentamente, sin dejar de besarlo. Una vez dentro, la avidez y la sed de los labios del acompañante, los condujo a una excitante lucha bajo las sábanas por saber quién sería el vencedor de la noche y plantaría su semilla dentro del otro, marcándolo así de por vida, dejando una huella imborrable en su alma.

Al final, Dohko se dejó vencer, deseaba estar en los brazos de ese hombre y sentirse suyo, de su amada rosa de jardín, lo más hermoso que había visto.

Alba descansaba sobre su cuerpo y el caballero de Libra sentía estar a punto de colapsar. Cuando sintió en su cuello los besos del caballero de Piscis cerró los ojos intentando recuperar el aliento y se aferró a su perfecta espalda. No quería dañar la delicada piel de su hombre, así que procuró ser sutil con sus caricias. Pronto, el santo cesó y Dohko sintió su mirada en los ojos. Lo observó también, estupefacto, ambos jadeantes de placer, el ojos de jade bebiendo del néctar prohibido, de la letal rosa más hermosa.

Alba posó su frente sobre la de Dohko y el santo de la séptima casa sintió las traviesas y níveas manos bajar por su perfecto torso, acariciando cada rincón, llegando hasta su hombría. No pudo reprimir un gemido cuando Albafica de Piscis le proporcionó caricias a las que cedió gustoso.

-Albafica… mi bello hombre… - suspiró entrecortadamente mientras se aferraba a sus brazos y escondía su rostro en el cuello de su amante.

El joven piciniano continuó con su tarea, acariciando todo aquello que reclamaba atención,  y que reaccionaba firmemente, endureciéndose.

El chino emitía suaves sonidos de su garganta, que salían apenas con el poco aliento que le quedaba.

Era, sin duda, la tortura más exquisita que había probado nunca, sentir su cuerpo excitarse como jamás creyó, a manos del caballero de Piscis, sin poder hacer nada mas que ceder y corresponder como pudiera a sus caricias.

El de piel morena tocaba el cielo estando en los brazos de su hombre hermoso, poco a poco sus caricias se encendían dando paso al amor mezclado con lujuria.

Alba bajo sus manos y estrujo con fuerza el fuerte y firme trasero encendiendo a su amante dando un grito de suma complacencia.

Marcó con su saliva un camino con besos hasta llegar al ombligo, llego a su entrepierna, su respiración toco su sensibilizado glande, el de libra arqueo la espalda y hecho la cabeza hacia atrás, picis quiso verlo contorsionarse así mas veces, entonces beso la punta de su pene empezando a lamerlo en círculos, prácticamente libra se convulsionado, alzaba las caderas para poder tener un contacto mas profuso, picis tampoco aguanto y lo engullo hasta el tope.

Saboreaba como si fuera el único alimento que probaría, el de la séptima casa enterró sus dedos en la sedosa y brillante cabellera del peli cielo, marcando las estocadas.

-. ahh ahh ahh alba no te ..detengas , sigue ..sigue .- se oían entre jadeos.

Dohko se volvía loco, perdía el sentido. El santo hermoso se sentía dichoso de que el caballero de Libra gimiera su nombre de esa manera. Su nombre y sólo suyo. Se deleitaba torturando cariñosamente a su hombre, su rosa amarilla. Escuchó a Dohko casi gritar su nombre mientras sentía sus dedos enredarse entre sus finos cabellos. Se detuvo un momento para volver a lamer el glande de su amante y esta vez la erección se tornó más dolorosa y dura. El asiatico gemía por el placer y la tortura que su hombre le proporcionaba. Jadeaba sin fuerza, y sintió el clímax cerca.

-Albafica voy a… derramarme- le dijo Dohko entrecortadamente

-Eso espero- murmuro el caballero de Piscis y succionó con más fuerza hasta que la semilla de Dohko fue expulsada con fuerza de su interior, en medio de fuertes gemidos.

-Ahhhh, Albafica… que rico- Dohko aún no soltaba las sábanas y su miembro palpitante no podía terminar de expulsarlo todo. Unos instantes después, se corrió por completo y suspiró aliviado. En verdad había sido agotador. Albafica lo observó sensual y provocativamente y subió de nuevo hasta sus labios.

-¿Qué te pareció?- le preguntó con la boca sobre sus labios, moviéndose de arriba a abajo, masturbando sus entrepiernas.

-Mmmm… ahhh- el menor emitía ruiditos y gemidos suaves que terminaban por encender aún más la pasión del santo de piscis. Comenzó a suspirar con fuerza y a jadear, intentando contener su deseo.

-Dohko-  sintió la entrepierna de Libra levantarse de nuevo con potencia. -Ahh…- jadeó descontrolado.

El menor sintió sobre su cuerpo la potente erección de Albafica. Las caricias que le daba y la forma que tenía de marcarlo como suyo en la cama, era única. El cuerpo del santo de libra no tardó mucho en reaccionar de nuevo ante semejantes gemidos y estímulos por parte de su amante.

Sintió que unas gotas perladas resbalaban por su rostro, su cuerpo se movía impaciente al ritmo de Albafica, hasta que el estímulo fue tal que el santo de piscis tuvo que contenerse para no dejarse ir tan rápidamente.

-Albafica- suspiró el caballero de libra a los oídos del pelo celeste -hazme tuyo… hazme el amor- le pidió mordiéndose los labios e intentando no demostrar lo ansioso que estaba por sentir el largo miembro de Albafica moverse dentro suyo. El oji azul no lo pensó dos veces antes de besar el cuello y deslizar sus manos por su torso. Dohko gimió al sentir las traviesas y excitantes caricias que recorrían de nuevo sus glúteos, presionando de forma demandante y acercando los delgados dedos hasta la entrada del librano.

El santo de libra también bajó sus manos hasta el trasero de Albafica y comenzó a presionarlo, arrancándole a Piscis un gemido desesperado. Presionó con fuerza, atrayéndolo hacia su cuerpo todo lo que podía.

-Así Albafica- gemía en voz baja -ahh muy bien… así- le dijo al sentir  el glande de Piscis rozar con su estrecha entrada. Sintió un ligero dolor cuando uno de los dedos de Albafica se introdujeron en su entrada, seguido de otro, y otro más. Cambió su expresión y apretó los dientes. Sintió un fuerte dolor recorrer toda su espalda pero aguantó. Escuchaba los suaves gemidos de Alba y se ahogaba en deseo, la desesperación por sentirse suyo comenzó a invadirlo. Finalmente, el caballero de piscis sacó los dedos y se acomodó entre sus piernas. Comenzó a penetrarlo suavemente, jadeando de placer y sonrojándose como pocas veces.

Libra sintió la diferencia entre los dedos y la entrepierna del de los peces gemelos. Gimió de dolor y se aferró a su torso, ocultando su rostro entre sus cabellos. Poco a poco, comenzó a moverse para hacer la penetración más profunda. Era doloroso, pero algo le decía que en poco tiempo estaría disfrutando tanto como su hombre, además, ver al santo de la doceava casa, el hombre más hermoso que había visto en la vida, sonrojarse y expresar tan intenso placer en su rostro. Se deleitaba viendo el hermoso rostro de Albafica desgarrarse de placer, moviéndose con erotismo en un vaivén pronunciado.

-¿Estás bien mi rosa amarilla?- escuchó pronunciar entre jadeos de los hermosos labios rojizos. Sintió que se moría, Fika estaba al pendiente suyo, lo hizo sentir especial, sintió que se desprendía, en medio de tanto placer y tanto amor que ya sentía por el caballero de piscis en cuestión de horas.

-Si… ahh, así Alba… - comenzó a sentir un intenso placer asentarse. El caballero de Piscis había dado en el blanco y muy acertadamente, porque ahora el punto g del caballero de libra era constantemente estimulado en medio de los penetrantes y apasionados gemidos que ambos emitían.Fika se movía con rapidez, como si quisiera saciarse hasta la última gota del veneno más prohibido.

 

Picis se apoderaba con desesperación de ese sabroso cuerpo, Dohko era el hombre mas deseable y tierno del mundo, nunca conocería a otro que se le iguale, sus embestidas dictaban frenesí, intensidad, candor, amor y muchas emociones mas que el vocabulario no alcanzaba para decirlas.

Dohko pudo sentir como la próstata golpeteaba sus bien formado trasero, su cuerpo en cada remate se endurecía, el esfínter succionaba mas el glande de albafica apretando con primorosa enajenación.

Su palabras sonaron delirantes, falta para llegar a la cumbre de la danza del amor.

El sueco agarró animoso el falo del chino y lo masturba con una pericia digna de todo un veterano.

- Ahhhhhhhhhhhh que ceñido eres...mi hermosa..rosa .- mi voz se oye agitada y ronca.

- No te detengas...ahhhhhhh.....sigue así así ahh

Con el onanismo se marcaron las danzas del amor y la ansia de ser uno del otro, el apetito sexual se palpaba con sus cuerpos sucumbir a la ambición de sentirse amados y correspondidos.

La aspiración de uno era no dejar de sentir el amor profesado ni separarse del cuerpo que yace abajo del suyo.

La aspiración del otro era que le interés de picis no menguara por ese complejo de sangre, muerte y dolor, que saliera adelante por ese sentimiento que se demostraban con cada pertenencia que se daba, su corazón su alma, todo se entregaba en ese momento lleno de adoración y apego.

Dohko seria solidarista con albafica porque le importaba, pero sería clara su predilección, pues es el primer hombre en su vida.

 

El santo de las rosas se movía sobre el cuerpo de su rosa amarilla, suspiraba sin fuerzas y jadeaba sin aliento.

-Albaf, ahhh, hazme el amor- gemía el caballero de Libra -ahh si… sii, dioses!!!!- se aferró a su espalda -ahhh- a ratos, gritos de dolor salían de sus labios, y es que aquella estrechez era muy apretada para el miembro de Albafica de Piscis, y los movimiento bruscos le provocaban dolorosas punzadas. El caballero de Piscis aminoró la velocidad, pero sin dejar de disfrutar el estrecho cuerpo que lo envolvía de forma tan deliciosa. Dohko abría las piernas instintivamente y movía la cabeza a ambos lados, gimiendo y sintiendo que enloquecería en cualquier momento. los hábiles movimientos hacían que su entrepierna y su virginal entrada llegaran a un punto en el placer impresionante.

-Albafica- suspiraba enredando sus piernas con mayor fuerza y ayudando con una de sus manos a que lo masturbara con toda la rapidez posible.

-Ahhh.. sí, así, mi bella rosa…. ¡¡si!!-

Comenzó a moverse al ritmo de de su rosa mortifera, ayudándolo con el vaivén, haciendo más profunda y placentera la penetración. Sentía que se correría pronto. Apretaba sus brazos, enredaba sus dedos entre sus cabellos. De pronto, apartaba los mojados mechones azules del rostro de Alabfica para ver sus ojos y su expresión tan sonrojada y placentera. El de Piscis le preguntaba con la mirada si estaba disfrutando, y sonreía aliviado y excitado al ver  a Dohko sudar, jadear y gemir de esa manera su nombre, bajo sus brazos, retorciéndose entre ellos. De un momento a otro, el caballero de Libra abrió las piernas y sintió como su semen caliente inundaba ambos cuerpos con fuerza, ensuciando a su amado.

-Ahhhh Albafica!!!… te amo- suspiró aliviado mientras sintió cómo las embestidas del doceavo caballero aceleraban y lo escuchaba jadear y suspirar. Sintió su hinchado miembro dentro suyo, sabiendo que pronto se correría.

-. Dohko ahhhhhhhhh- y alba se corrió en su interior cayendo pesado sobre le cuerpo del chino.

Tratando de recuperar su respiración, ambos hombres quedaron abrazados, ya no podían decir mas, lo demostraron de sobremanera con acto de completo amor.

-Dohko, que seremos ahora_?- pregunta inquieto

- Ahora soy tu pareja, mi amada rosa ,soy tu pareja y ni tu veneno me podrá separar de tu lado nada.

Se sonroja, la verdad ya ni el podía ni quería separarse del chino, ya no importaba el maldito veneno de su sangre, ahora se dedicaría a ser feliz.

- crees que debamos decirles a los demás?

- Por mi lo grito a los 4 vientos, pero que es lo que tu quieres?

- Tal vez mantenerlo en secreto un tiempo, quiero disfrutar mas así de ti.

-De acuerdo, mi hermosa flor.- besos suave sus labios.

Se quedaron dormidos hasta la mañana siguiente para despertarse con una estupenda compañía, en un momentos les agarra la vergüenza del pudor, pero recordando su fogosa noche les paso. Fueron a desayunar al pueblo con ropas normales pasando desapercibidos bueno mas bien el nuevo santo de libra.

 


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