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Adulterio por Strange Angel

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- Tom… - sollozaba desde la cama – dime que no es cierto Tom…

- Perdóname, perdóname fui un idiota – suplicó arrodillado a mi lado

- ¿Por qué…? ¿Por qué nos hiciste esto? – me abrazó conteniendo mis lágrimas en su hombro

- Lo lamento, no quise lastimarte – lloraba conmigo – no sé por qué lo hice…

- Bill, tienes que comer algo – acarició mi cabello haciéndome tensar

- …

- Amor – se sentó frente a mí sobre el césped, acariciando mis manos entre las suyas

- El Sol no me calienta – susurré

- ¿Quieres una manta?

- ¿Qué tan miserable soy que el Sol no me calienta? – las lágrimas ya no surcaban mis mejillas, se habían agotado hacían ya varias noches

- Bill… - acarició mi rostro

- No me toques – retiró su mano lentamente

- Debo ir a trabajar – dijo mientras yo arrancaba pequeños trozos de césped - ¿quieres que te traiga algo?

- Creo que el Sol se averió…

- Volveré por la tarde, te amo

Cubrí mis oídos rápidamente y cerré los ojos con fuerza. Pronto pude volver a la normalidad, una vez que él se había ido. Miré mi mano bajo el rayo del Sol. La sentía tan fría y tiesa. ¿Sería que el Sol estaba averiado o soy yo quien está averiado?

Me levanté y caminé hasta la cocina, demasiado brillante; fui a la sala, demasiado espacio; llegué a nuestra habitación… demasiado dolor. Me dejé caer sobre el suelo, recargado en la pared del pasillo. Todo se sentía tan monótono, tan triste y frío. Era como estar viviendo en un libro que una vez terminado vuelve a empezar, o peor, como vivir en una pintura, donde todo está perpetuamente estacionado.

- ¿Cuándo fue la última vez que comiste algo decente? – preguntó Tom friendo un poco de pollo

- ¿Es más atractivo que yo? – ignoré su pregunta anterior

- Bill – suspiró cansado – creí que podíamos seguir adelante

- ¿Se maquilla? ¿Se viste mejor?

- Fue un error, ¿de acuerdo? – me sujetó por los hombros

- ¿Qué te hizo preferirlo?

Cerró los ojos dejándome ver su fatiga tanto emocional como física, sirvió un vaso de leche y colocó el pollo en un plato frente a mí.

- Te veo más tarde – besó mi frente antes de irse

Me quedé ahí, mirando la inmensidad de la mesa hasta que el pollo estuvo frío. Después de mucho, tomé un trozo del alimento entre mis dedos y lo llevé a mi boca. Frío, grasoso y sin sabor, fui comiéndolo poco a poco. Había perdido todo animo por comer, pero sabía que no podría vivir así para siempre, después de todo, morir era lo último que quería, a pesar de todo lo sucedido.

Estaba por terminar el vaso de leche cuando alguien tocó a la puerta. Dudé en abrir puesto que el único que entraba y salía de la casa era Tom y él tenía sus propias llaves. Al final me decidí y abrí lentamente, dejándome ver no más de lo estrictamente necesario.

En la entrada se encontraba un chico que bien podía tener mi edad, vestía unos jeans oscuros y una playera blanca con unos garabatos en gris que no me molesté en analizar.

- Buenos días, Bill – aquel extraño sabía mi nombre y yo, sin conocerle, sabía quien era

- Tom no está… - susurré

- No es a Tom a quien vine a ver

- …

- ¿Puedo pasar?

Dudoso, abrí la puerta dejando a aquel destructor de vidas entrar en el que alguna vez había sido mi hogar. Caminamos hasta la sala y nos sentamos uno frente al otro.

- ¿Qué más quieres de mí? – de pronto sentí la sangre correr de nuevo por mis venas – te llevaste a mi prometido y con él mi vida, ¿qué más quieres quitarme?

- Yo también lo perdí todo, ¿sabes? – sonrió amargamente – creí que lo dejaría todo por mí y yo lo dejé todo por él – suspiró – al final te eligió a ti

- Y aún así no me es un consuelo

- Lo sé

- ¿A qué viniste?

- Creo que  necesitaba conocerte, necesitaba ver contra quien perdí…

- Supongo que debes estar decepcionado, pero no te preocupes, no siempre me veo así de patético

- Eso espero – rió sin ganas – me voy, cuida bien de Tom

- Lo haré

Caminaba hacia la salida mientras yo le seguía a considerable distancia cuando se detuvo en seco con la mano en el pomo de la puerta.

- ¿Cómo vivir con alguien que mintió? – giró para mirarme - ¿lo sabes, Bill?

No me dio oportunidad de contestar y simplemente salió de la casa.

Dos semanas habían pasado desde que él vino. Le comenté a Tom y solo logré alterarlo. Prometió que no se acercaría nunca más a nosotros pero eso es algo que yo ya suponía. Sin promesas, yo sabía que él no deseaba volver a vernos.

- Quiero salir – dije mientras Tom arreglaba su corbata

- ¿Salir? – me miró sorprendido – claro, ¿a dónde? – sonrió esperanzado a lo que me limité a encoger los hombros - ¿quieres ir por un trago esta noche?

- Café – musité jugando con las sábanas

- Iremos por café entonces – sonrió tiernamente

De nuevo, salió a trabajar y yo me quedé en casa, sin embargo, esta vez decidí arreglarme y prepararme para volver a mi vida de antes. Después de todo, no podía dejar que algo como un simple error de Tom cambiase mi vida para siempre.

El día pasó más rápido de lo que hubiese deseado y pronto Tom estaba de vuelta. En cuanto llegó, se cambió de ropa y me tomó de la mano para caminar hasta el café que estaba a solo unas calles. Hacía mucho tiempo no lo veía tan entusiasmado, quizá era esto lo que necesitábamos.

Pronto estábamos en el café y Tom pedía lo que siempre bebíamos mientras yo esperaba en una mesa garabateando con mi dedo en ella.

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No pude evitar mirarlo fijamente cuando pagó, el muchacho de la caja que le atendió era sumamente sonriente y amigable. Tom recibió los cafés y pagó con una sonrisa igual de amistosa. ¿Sería que también le había atraído aquel chico? ¿Estaría pensando en él? ¿Buscaría algún momento para volverle a ver sin que yo les molestara?

Caminaba hacia nuestra mesa cuando una chica tropezó con él.

- Lo lamento – se disculpó apenada

- No hay problema – rió comprensivo

¿Y ella? ¿También le gustarán las mujeres? ¿Cómo saberlo?

Se sentó frente a mí en la mesa cuando otro chico se acercó a nosotros.

- ¿Está ocupada esta silla? – preguntó señalando un asiento vacío en nuestra mesa

- No, adelante – respondió Tom con cortesía

- Gracias

Ese chico se parecía a aquel que había cambiado mi percepción de Tom. ¿Estaría él pensando en aquel muchacho? ¿Pensaría en este chico? ¿Cuántas veces piensa en mí su hay tantas otras personas en su camino?

¿Cómo vivir con alguien que mintió?

Lo recordé de repente.

- ¿Cómo? – susurré

- ¿Qué dices? – me miró sonriente como si hubiese dicho algo tierno

- Simplemente no se puede – respondí su mirada con una serena pero decidida – No puedes

- ¿A qué te refieres? – preguntó esta vez algo más consternado

- ¿Cómo vivir con alguien que mintió? – pregunté mirándole a los ojos - ¿Cómo se hace, Tom?

- No… - musitó sabiendo a qué me refería – Bill, dime que no es cierto…

- No se puede, ¿cierto?

- Podemos intentarlo – sus ojos se humedecieron y yo negué lentamente con la cabeza

- Podríamos hacer tanta cosas en la vida, pero yo dudaré por siempre – sonreí con dolor en el corazón – dudaré cuando compres un café y el de la caja te sonría, dudaré cuando alguien tropiece contigo o te pida una silla, incluso dudaré cuando salgas a trabajar…

- Bill…

- Tú plantaste esa semilla, deberías saber que la semilla de la duda es la que más rápido y más grande florece

- ¿Jamás podrás perdonarme…?

- Yo ya te he perdonado, pero mi mente no deja a mi corazón olvidar… - respiré profundo poniéndome en pie – adiós, amor

Y así, sin más, besé su mejilla y salí sólo por la puerta que no mucho antes nos había visto entrar juntos. ¿A dónde iba? No lo sé, solo sé que no volvería a dudar.


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