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Olvidadizo. por Cerezza

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Notas del fanfic:

TÍTULO: Olvidadizo.

AUTOR: Cerezza.

GÉNERO: Friendship.

ADVERTENCIA: OOC gravísimo, Mal uso de guiones, Formato de rol.

CLASIFICACIÓN: Pg-10.

FANDOM: Kuroko no Basket.

PERSONAJE PRINCIPAL: Takao Kazunari.

PAREJA: Ninguna. Si se busca entre líneas y se usa imaginación, se puede ver algo de MidoTaka. 

RESUMEN: Takao y el olvido de un cumpleaños.

DISCLAIMER: Personajes pertenecientes a Fujimaki Tadatoshi y asociados. 

Notas del capitulo:

Prueba de Rol para Takao Kazunari que creo que fallaré y/o abandonaré. 
¡Tadá!

CAPITULO ÚNICO.

 

El cielo estaba ya oscuro cuando un pitido rítmico lo despertó sin piedad.

Cuando lo escuchó nuevamente, se dio el trabajo de identificarlo entre sueños como el tono de alerta de mensaje recibido que tenía configurado en su keitai y aún más dormido que despierto, estiró la mano hacia la mesita de noche para cogerlo y revisarlo.

Asesinaría a la osada persona capaz de interrumpir su ritual nocturno. Peor aún sería si el motivo era una tontería como un aviso comercial o el horóscopo diario por mensajería al cual se había inscrito por petición de su compañero peliverde. Y por petición, realmente quería decir que fue obligado.

Takao gruñó roncamente y amortiguó el sonido en la almohada, cuando frotó su rostro fuertemente contra ella, mientras sus dedos tanteaban torpes la superficie de madera repleta de cosas. Esquivó una caja de pañuelos, su GBA  y la novela que debía leer para realizar un proyecto de la clase de historia; sin embargo, no corrió con tanta suerte y su primitiva búsqueda ocasionó el vuelco de un vaso con agua que tenía por costumbre dejar allí y, para rematar, la caída del móvil sobre ella.

Cuando lo sintió resbalar se enderezó rápidamente, pateando con fuerza las mantas que parecían apresarlo, lanzándose casi al instante fuera de la cama para rescatar el pequeño aparatito electrónico. Si volvía a estropear un keitai, tenía la ligera sospecha que lo pagaría con su vida.

Hastiado y sabiendo que le costaría infinidad volver a dormir, deslizó la tapa, esperando saber la causa de la primera desgracia del día… o de la noche, a la par que empapaba el agua que formaba una notoria poza sobre la alfombra verde oliva.

Arqueó una ceja al notar que era un mensaje de su compañero de equipo. Y elevó la otra al leer lo que estaba escrito en bonitos kanjis.    

De: Shin-chan

Fecha: Julio, 07. 00:00:20 am.

Takao, tengo 17. [End]

 

— ¿Eh? — masculló suavemente, pasándose una mano por la cabeza para desperezarse. Bostezó y se rascó la mejilla pensando una y otra vez cómo interpretar las palabras del famoso peliverde, pero lamentablemente, no les encontraba mucho sentido.

Curioso, se preguntó qué cosa realmente significaría el mensaje. Debía ser algo importante: Midorima no era un real fanático del uso de keitai y el haberlo ocupado era casi un acontecimiento. ¿Pero qué querría decir? ¿Diecisiete qué? ¿Objetos de la suerte? ¿Balones? ¿Gatos?.

Bostezó otra vez y ni siquiera se cubrió la boca. No estaba Shin-chan por ahí para regañarlo por tal comportamiento descuidado y falto de modales como acostumbraba a decir.

Se echó en la cama nuevamente, cubriéndose completamente con las mantas y escribió una rápida respuesta riendo entre dientes, pero aún así los párpados le pesaban tanto que apenas pudo terminarlo. Apretó la techa send y casi al instante se durmió.

Para: Shin-chan.

Fecha: Julio, 17. 00:05:15 am.

¿17? ¿17 qué? ¿17 vendas nuevas? ^^V [End]

 

 

— ¡Años! ¡Años! ¡Años, años, años, años, años! ¡Cumplía diecisiete años!

Takao iba camino a la escuela, jugando con una manzana roja, su desayuno, y dándose de tanto en tanto unos golpecitos en la frente. Repetía como una mantra el descubrimiento que había hecho segundos después de despertar y echarle una mirada al calendario que tenía la fecha del día de hoy destacada con bolígrafo color naranja. Al instante había chillado, causando que su madre llegara corriendo a preguntarle qué ocurría y en cuanto le pidió de rodillas faltar a clases, la respuesta de la mujer fue llevarlo arrastrando hacia el baño tirándolo de la oreja. Ante eso, Takao no tuvo muchas ganas de pedírselo de nuevo. Así que ahí iba, caminando cabizbajo, resignado a lo que le esperaría al atravesar las altas rejas de entrada de Shutoku. Porque había que ser sincero, si Midorima era un caso al natural, no tenía el suficiente valor para imaginárselo resentido y posiblemente ofendido.

Vio nuevamente el mensaje en su keitai y la respuesta que había enviado. Y obviamente no existía réplica a la misma, notó algo afligido dando un largo suspiro después de patear una piedra en el camino.

Quizás le diría que sólo estaba bromeando. Eso era algo común en él, pero estaba el ligero detalle que no tenía nada para comprobar sus palabras: un regalo cualquiera habría sido un muy buen chivo expiatorio para su estado. Total, lo que le diera a Midorima sería completamente rechazado fuese bueno, malo, caro, útil o antiguo. No existía forma en este mundo de darle en el gusto a aquel hombre. Y Takao lo había comprobado una buena cantidad de veces.

Pensar así lo animaba de cierta forma, hasta que se dio cuenta que sólo intentaba justificarse a sí mismo por su olvido. ¡Bah…! ¡Aquello era horrible! Más aún porque Midorima sí le había hecho un presente en el mes de Noviembre. Aún cuando lo había negado con todas sus fuerzas y dicho que sólo había oído accidentalmente cual sería el ítem de la suerte de los del signo Escorpión.

Palpó en su chaqueta escolar el prendedor con adornos de colores que reposaba desde ese día en su pecho y una sonrisa media tonta tomó posesión de su rostro. Un adorno de vestir, había dicho sin mirarlo el shooting guard, simulando que estaba muy entretenido leyendo.

 

— ¡Ow~~~! — se lamentó relajando los hombros y agachando la cabeza de tal forma que faltaba poco para que continuara su recorrido arrastrándose, pero de pronto una idea apareció en su cabeza — ¡Eso es! ¡Oha-Asa me salvará! ¡Sí, sí, sí~~~! — gritó haciendo ademanes torpes para sacar el keitai de su bolsillo trasero y activar la aplicación de la radio para escuchar el ridículo programa, todo eso sin perder su desayuno en el intento.

Cuando estaba casi haciendo la danza del triunfo en plena calle, reparó en varios pares de ojos que lo observaban acusadoramente por su comportamiento. Sonrojado, se puso los audífonos en las orejas y, metiéndose las manos en los bolsillos, avanzó a paso acelerado continuando su camino. Casi no le habría importado, pero ahora que lo recordaba había gritado como un loco. Y [i]casi[/i] maldijo a Midorima y su inoportuno cumpleaños, pero se frenó a tiempo cuando escuchó la voz característica de Oha-Asa.

 

(…)De preferencia roja. Bueno y eso fue el horóscopo para los Cáncer. Seguimos con los del signo Leo que el dí-…

Falto realmente poco para que Takao tomara su móvil y lo azotara contra el piso. El rostro furioso de su madre imaginado fue un buen tranquilizante para su arranque de furia. Así que resignado volvió a guardar el aparato en su bolsillo.

Ahora sí que no existía escapatoria. Era casi un muerto en vida. Si Oha-Asa no pudo ayudarlo, era debido a fuerzas más allá de las terrenales. Simple y llanamente no había solución a su problema, no se podía ir en contra del destino y éste había dicho que olvidara el cumpleaños de Midorima. De paso le había regalado la fantástica oportunidad de tragar su enojo y, peor aún, su tsunderismo.

¿Eh? ¿Dijo Destino? ¡¿Qué?! Si hasta se parecía el peliverde en sus peores monólogos sobre la suerte. ¡Wah~! Al final aquella cosa era pegajosa. Entonces, ¿Ahora andaría pendiente de lo que rezaba Oha-Asa y llevaría colgando mil y un objetos ridículos e inútiles sólo porque se supone le darían suerte?

Un escalofrío lo recorrió de pies a cabeza al sólo pensar en eso. Y cuando iba a gritar por su suerte, por muy irónico que sonara, una mano pesada se posó sobre su hombro derecho.

Takao se congeló al instante. El peso, la calidez y el poder de esa extremidad solamente podían tener un dueño: Midorima. Y cuando giró el rostro para verlo, estaba sudando a mares con una sonrisa nerviosa instalada en los labios.

 

Ohayou~ Shin-chan — balbuceó entrecortadamente intentado que todo fuera como un día común y corriente. Quizás, sólo quizás… Midorima también olvidara que era su cumpleaños.

El peliverde lo miró con fijeza y Takao sintió que su escrutinio era mucho más poderoso que el de todos los días. Comenzó a maldecir mentalmente y eso le impidió oír lo que su compañero le decía.

¿Eso es para mí?, logró entenderle después del quinto intento de hacer conversación. Para no perder la costumbre, Takao nuevamente arqueo una ceja y confundido le preguntó con acciones a que se refería, hasta que rodando los ojos el otro tomó su mano donde reposaba su refrescante desayuno.

¿La manzana? ¿Por qué demonios Midorima se preocupaba por una manzana? Pero ya que la pedía, le daría eso por mientras.

— Sí, sí, sí~~~ Es para ti, Shin-chan. ¿Te gusta? — estaba tentando a su suerte, pero ya qué más daba. ¿Pensó en suerte nuevamente? Era oficial: estaba jodido.

De soslayo vio que el famoso shooting guard sacaba una cosa de su bolso de estudios, que resultó ser una manzana verde, la cual dejó distraídamente abandonada en manos de un estudiante cualquiera que pasó junto a ellos.

Takao observó sus acciones con las cejas alzadas. No podía estar más curioso por todo lo que pasaba allí, pero no estaba en posición de preguntar, así que se limitó a seguir a su amigo, pero manteniendo una distancia prudente.

 

En mi casa no habían rojas y donde las venden estaba cerrado aún. Pensaba que mi suerte iba a estar a medias, pero con esto puedo gozar completamente de ella nanodayo. Arigatou, Takao.

 

¿Eh? ¿Hablaba de las manzanas aún?

 

— No te preocupes. Tenía la sospecha que sería necesaria de ese color — se aventuró a decir. Sí, sabía que mentir estaba mal, pero situaciones desesperadas, requerían medidas de igual calibre. O como decía su madre, el fin justifica los medios. ¿Ahora sabía refranes? ¡Ow~! Pero bueno, aprovechando la situación, ¿Decirle feliz cumpleaños estaría mal? — Shin-chan fel-…

 

Detuvo sus palabras cuando el otro se giró en cientochenta grados para encararlo, mirándolo fijamente con sus ojos de tormenta. Takao dio un respingo de sorpresa, pero se relajó un poco al oír las palabras del otro: Tú hermano ha vuelto a meterse en tu móvil y contestó uno de mis mensajes. Deberías ser más cuidadoso con tus cosas, nanodayo.

— Lo tendré en mente, Shin-chan. ¿Qué tal si por la tarde vamos a comer algo? — y antes que el otro contestará se apresuró a agregar — Yo pedaleo y pago.

 

 


-    

Notas finales:

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