Our history
by Lawlie
“Por esas personas que, para bien o para mal, cambian el rumbo de nuestras vidas.”
Prólogo
Las paredes que siempre mancilladas por los posters de una adolescencia más alocada y banal ahora tenían un aire más desolador, más lejano y ajeno; de una vida que se desarrolló hace ya un siglo y que no tenía nada que ver con la persona que hoy –en una fría noche de diciembre a vísperas de año nuevo- se encontraba tumbada sobre el colchón de plaza y media y con las sábanas revueltas en el aroma de quien ya sabe perdido. Y, de repente y sin aviso previo, todo aquello que consideró perfecto, importante y divertido había perdido su sentido y relevancia desde hace un par de semanas; semanas en las cuales su cuerpo atlético y blanco como la cal no había probado más bocado que las nueces que a veces su madre le dejaba casi por descuido en la mesita del florero al lado de la puerta de su habitación.
Catorce días y once horas era el tiempo exacto en que acabó aquella historia que se comenzó a escribir a pulso de sangre en su vida de amante empedernido. No lo había visto venir, y tal vez aquel fue su más craso error: el confiarse de los sentimientos de quien solo iba a ser una aventura más de la larga lista en el historial de sus conquistas pasajeras. Irónico y repetido, el mismo error de todas las historias de amor que acaba por matar el ego del típico Don Juan. Pero su vida nunca había sido tan sencilla como aquellas en las que se pintan a un galán adinerado, cuyos elogios repartidos a diestra y siniestra eran más falsos que un perro de dos cabezas. No, él, para comenzar, era un joven de orígenes humildes que aún se preservaban en la actualidad; él, a diferencia y horror de otros, no soltaba caritativamente elogios, sino que tenía la desfachatez y la delicadeza de comenzar su presentación con un “soy todo un pendejo”, así nadie podría reclamarle nada jamás, porque él, a pesar de todo, es un hombre honesto. La honestidad, una virtud de doble filo a la cual él supo sacarle ventaja, pero que luego le costó más caro de lo que alguna vez si quiera imaginó.
Insistir y explayarse en más virtudes y defectos sería una pérdida de tiempo y de espacio, porque lo más probable es que nadie entienda a qué se refiere con solo mencionarlo. Esta historia de amor, de locura, de aventura, de pasión y de dolor comenzó hace ocho meses y medio en una cálida mañana de abril, cuando aún los rayos de sol eran lo suficientemente cálidos para resguardar del frío a todos aquellos friolentos caminantes, cuando aún la vida era mera existencia y él creía conocer las palabras felicidad, libertad y dolor. Que Dios libre a todos aquellos que desconocen el verdadero significado de amar, porque no hay dolor ni placer más grande que aquel que atañe al corazón.