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Angeles por Kaede_Sakuragi

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Ángeles
Kaede Sakuragi

Soy un demonio, uno de los que fueron desterrados por tener alma, por tener sentimientos.
Un demonio al cual la desgracia lo sigue a todos lados. Mi forma humana me deja andar entre los mortales, puedo ver cómo ellos viven y sonríen a la vida. Tontos Humanos, si vieran cómo las sombras del infierno los siguen para llevarse sus almas, no se sentirían alegres...

Camino por un parque -siempre me ha gustado-, se extiende por lo menos como cinco cuadras a la redonda, es realmente grande...

Los árboles son grandes y frondosos, el viento los hace susurrar cosas que los mortales no entienden. Yo sonrío, sé sus secretos. Las criaturas que habitan este lugar me observan, se esconden, tienen miedo que los ataque: justa razón, me tengo que alimentar... jejejeje

Veo cómo un simple muchacho inocente se encuentra a un costado de la gran cascada que hay prácticamente en el medio del parque. ¿Qué hará a esta hora?, ya es media noche. La luna ilumina su cabello de color rojizo. Voltea... mira mis ojos y percato que tiene un tatuaje de un dragón en su mejilla izquierda... sin titubear saca una enorme espada... me ataca.

Esquivo su ataque pero llega a herirme el brazo derecho... sonrío...

- Mikel – le digo mientras me arrodillo frente a él con una sonrisa maliciosa – Tanto tiempo ... mi querido ángel... – vuelvo a sonreír, veo cómo sus ojos amarillos brillan de furia.
- No vuelvas a llamarme de esa forma – agita su espada para darme la última estocada, pero soy más rápido, él lo sabe, y adivina mis movimientos. Su espada es enterrada en mi pecho – Es tu fin, demonio!!! – el sonríe, pero yo lo hago mas, me mira desconcertado.
- De ambos – le digo mientras lo abrazo y caemos a un pequeño precipicio, entre las rocas.

La noche se vuelve negra, la luna es cubierta por nubes negras, nubes de tormenta. Nubes de furia.

Despierto con un dolor punzante en mi pecho, observo, veo una gran mancha oscura en él, trato de mover mi brazo pero algo lo aprisiona. Mikel. Lo sostengo con mi brazo izquierdo, protegiéndolo, él está desmayado. Su rostro muestra una pequeña línea oscura, igual a la de mi pecho, sangre. Miro a mi alrededor y veo cómo la cascada queda lejos, caímos en una parte del inmenso bosque, donde los humanos no se atreven entrar, el miedo a perderse. Trato de levantarme y me doy cuenta que mis alas están extendidas, mis hermosas plumas negras están manchadas de sangre por el impacto, ahora entiendo por qué aun estamos vivos. Amortiguaron la caída. Vuelvo a ver al ángel, y me pregunto por qué lo he protegido, él ha intentado matarme desde hace mucho tiempo.

Levanto su cuerpo, depositando su cabeza en mi pecho herido, lo llevo cerca de una saliente de agua, entre las rocas, aun me sorprendo que este inmenso bosque se encuentre en una ciudad. Limpio sus heridas, y lo cubro con mi abrigo, el frío de la noche se vuelve más duro. Me siento cerca de él pero a la vez con distancia, perdió su espada pero no su Hoz.

Cierro los ojos, los recuerdos invaden mi mente.

Estar entre amigos, con mi hermano, mi amiga y todos aquellos que alguna vez me quisieron. Sonrío irónicamente, no puedo creer que todo eso me hubiera pasado.

Recuerdo haber encontrado a Mikel, en uno de los parajes más lejanos, lejos de los mortales, su belleza era única, me caía bien, lo llegué a querer, como él a mí, pero nos distanciamos, nos perdimos, nos abandonamos.

Pero lo peor para mí fue llegar a conocer otro ángel, uno en particular, uno que no era igual a los demás. En principio no quise meterme mucho con él, pero su atracción me era imposible de ignorar. Tenía varios hijos, en especial una niña muy joven, que me vio como algo más ante sus ojos. Esa niña era muy sonriente, inocencia pura, muy luchadora, persistente, era digna de aquel ángel.

Recordé el rostro de mi hermano muerto, el único ser al cual le daba mi vida, mi alma, al único ser que me fue arrebatado de entre mis brazos, por aquel mensajero, aquel que busca las almas de los muertos. Recuerdo haber peleado, y haber perdido. Juré nunca más tratar de lastimar a nadie, pero nunca pude cumplir esa promesa.

Como demonio no puedo vivir en un lugar donde los Ángeles habitan, pero lo hice. Descubrí muchas cosas allí, descubrí muchos amigos, compañeros y rivales. Encontré a una amiga, una humana hecha demonio, muy alegre, capaz de manipular espíritus a su manera. Me sentía bien con ella, pero traicioné su confianza como a todos aquellos que me conocieron.

Me enamoré de aquel ángel, aquel al cual protegían todos aquellos que lo rodeaban, me advirtieron mil veces, y mil veces les juré no lastimarlo, pero... soy un demonio, mi sangre es más fuerte...

Ese ángel me cautivó, fue su ser, su esencia. Empezamos a vernos, a querernos, y amarnos.

Nos conocimos un día, donde había una celebración, un conocido me había invitado, no tenía nada que hacer. Allí estaba. Ese ser que con sólo verlo, me quedé perplejo. Su cabello largo, sus ojos claros, su fino cuerpo. …l me miró intrigado, me observó. Me estudió. Oh, cómo temí en ese momento que me descubriera ante los demás. Pero no lo hizo. Pasó el día... pasó la noche... nos encontramos hablando de todo, bajo la luna nueva... Sin previo aviso lo besé... no pude aguantar... lo amaba desde el mismo momento que lo vi. Mi sorpresa fue ser correspondido.

Poco a poco nuestros cuerpos se fueron uniendo, buscando el calor del otro. Lo recosté en el suelo, sobre la hierba, era tarde, sólo nosotros y la luna estábamos allí. Lo hice mío, lo hice eterno. Pero la desgracia volvió a cubrirme. Volvió por otra víctima, se lo llevó a él, al ángel que tanto amé. Me encontré manchado por su sangre, con su cuerpo inerte en mis brazos, con la daga con la cual dio su último suspiro.

Allí frente a mí, su cuerpo me miraba con la más bella de sus sonrisas, la más cálida que recuerdo. Pero también me encontré con las miradas de desprecio, de rencor, de ira, de muerte. Salí del lugar, de la aldea. Corrí lo más que pude, pero al final regresaba al mismo lugar, a ese lago donde por primera vez fue mío.

Caí rendido, caí con mis manos en mi rostro, caí llorando de dolor. Mi cuerpo temblaba de angustia, hasta que sentí unos brazos cálidos, unos cabellos largos, con aroma a sakuras, que me envolvían. Me encontré entregándome a ese ser, a la muerte, que tanto me acariciaba, que tanto me deseaba. Pero caí de repente, sentí voces, sentí golpes, al abrir mis ojos, allí estaba. La humana convertida en demonio, luchando por salvar mi desgraciada alma. Sonreí, sonreí melancólicamente. Nadie antes lo había hecho.

Verla luchar contra la Bella muerte, fue como ver que un dragón peleara con un tigre. Cuando pude abrir mis ojos, ella se encontraba entre mis brazos. Sonreía, con una caricia, con una lágrima, me llevó lo más lejos del reino. Usando todo su poder espiritual. Desapareciendo con el alba.

Siento un ruido cercano, el ángel ha despertado. Me mira con tanto odio, que sólo sonrío.

- Nunca negaré que me encantan esos ojos dorados.
- Maldito!!! – se dirige a mí con dificultad, pero con su hoz en alto. Yo sólo cierro mis ojos, esperando el golpe. Pero sólo siento calidez.

Abro mis ojos, allí está, mi dulce ángel, mi pequeño. Sonrío dulcemente.

- Ven ... te mostraré un bello lugar – susurra a mi oído. Sólo siento mi cuerpo relajarse, hasta no llegar a sentirlo más.

Mikel observa ese cuerpo inerte del demonio. Suspira fastidiado, había acabado con aquel asesino del Dios de la Muerte. Se da vuelta y recoge su espada, mira hacia arriba y observa el empinado precipicio.

- Uff... estaré toda la noche y parte del día para salir de aquí... – cuando está por subir se percata de algo - ...Cómo demonios????... - se da vuelta observando el cuerpo de Enjouji. Mira asombrado, las alas de este están rotas - ...Por qué???... Por qué me salvaste???? - mira la luna, las estrellas parecieran que brillan más. Entre ellas, se percata de dos, las más sobresalientes, las más hermosas. De la nada cae una pluma blanca. Se da vuelta, y empieza a subir, de a poco. El viento de la noche no lo afecta, lleva el abrigo del demonio, y la pluma consigo.



daisuke_krad@hotmail.com

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