En la soledad de aquel lugar, el viento meciéndose al compás de una hermosa canción, los pétalos de Sakura perfumando el ambiente, los rayos del sol iluminando a través de la ventana, así, con ese ambiente de calidez fue como el misterioso chico de cabello castaño y ojos verdes se le confeso…
-Te amo…senpai-
Allí todo cambio, el destino decidió hacer su jugarreta, logró que su corazón por primera vez latiera más rápido que antes.
Y ahora el tiempo comenzó a pasar lenta y dolorosamente, 1 día se convirtió en 2, se completó una semana pero el movimiento del reloj no se detuvo, y para cuando se dio cuenta, ya solo faltaban 3 días para que el mes se cumpliera.
Saga nunca en su vida pensó que llegaría a extrañar tanto a alguien, él no creía que alguna vez se hallaría desesperado al ver el tiempo que pasaba sin ver a esa persona, cuán importante se había vuelto Ritsu en su vida.
Tenía en sus manos un libro abierto, más sin embargo no leía ni una sola de las letras plasmadas en sus hojas, su atención se centraba en el árbol de Sakura. Quería… ¡No! Necesitaba verlo, necesitaba ver aquellos ojos verdes llenos de agradable dulzura, esa tímida sonrisa que siempre estaba acompañada de un sonrojo en el rostro del chico, su suave voz, anhelaba enredar sus manos entre esa sedosa cabellera castaña, necesitaba sentir su blanca y suave piel rozar la suya, escuchar de los labios de Ritsu una explicación ¿Por qué Ritsu le había encestado una patada en el rostro para después huir sin decirle nada?
-¿Qué le pasó? ¿Por qué no viene?-El golpeteó de su zapato contra el suelo se intensificó
Siempre disfrutó del silencio y de la tranquila soledad al momento de leer un libro, pero ahora odiaba ese ambiente, detestaba alzar la vista y no encontrarse con el menor, como extrañaba conversar con el castaño sobre sus gustos en común, claro, Ritsu siempre parecía estar a punto de derretirse como un helado en pleno verano solo por conversar con él, pero esas tiernas expresiones le fascinaban, sentía que era la única persona con derecho a disfrutar de esa personalidad que emanaba Ritsu.
-¡Hey muchacho!-Un hombre llamó la atención de Masamune, al parecer era un profesor-¡Ah! ¿Qué voy a hacer contigo? Siempre haces lo mismo, te vas tarde a casa…aunque, ahora que lo pienso bien ¿Dónde está ese amigo tuyo? Hace días que no lo veo por aquí, parece que le gusta mucho leer, ¿Ha enfermado?-
-No sé dónde está-Fue la contestación de Saga mientras cerraba el libro.
-¿Discutieron?-Dedujo el profesor, pero no recibió respuesta por parte del pelinegro-No te desanimes así muchacho, ese chico parece ser bastante sentimental, ya verás que las cosas volverán a ser como antes, solo dale tiempo para que entre en razón, ahora hazme un favor y vete a casa, ya es bastante tarde y debo cerrar la biblioteca-
-Solo un minuto más-
Aquel profesor pudo notar la profunda tristeza en los ojos del adolescente, normalmente siempre que se dirigía a Saga era para ordenarle que se retirara a casa, solo que esta vez, por alguna razón había querido decirle aquellas palabras, el muchacho siempre mantenía una mirada fría, pero desde la ausencia del castaño de ojos verdes pudo notar un cambio de actitud, se notaba desesperado, como si faltara poco para que llorara y gritara de rabia.
-Lo siento muchacho-Se acercó a Saga y lo ayudó a levantarse de aquella silla-Llévate el libro a casa-Saga impuso fuerza para que lo sacara de la biblioteca. El profesor dio un largo suspiró, “debe estarla pasando muy mal sin su mejor amigo, ojala las cosas se arreglen entre ellos, en verdad estima a ese niño como para querer esperarlo sabiendo que no vendrá a estas horas” pensó el profesor al ver lo decaído que estaba el joven alumno-Él no vendrá hoy…tal vez mañana lo hará, por ahora tú tienes que ir a casa-
¿De verdad volvería?
Quería aferrarse a esa pequeña esperanza de volverlo a ver, ya no sabía dónde más buscar, no lo encontraba en ninguno de los salones del instituto, por más que llegara temprano o lo tarde que se fuera del instituto, nada servía, no lograba localizarlo, tampoco sabía quiénes eran sus amigos, en la dirección se negaban a darle datos sobre otro alumno, y para colmo de males, no sabía siquiera donde vivía, nunca vio ni por asomo su casa.
¿Por qué le hacía eso?
Porque con una sonrisa, con un reflejo a través de sus esmeraldas, porque con palabras dichas entre tartamudeos lo había sacado de la oscuridad si de todas maneras se marcharía, dejándolo igual o peor que antes, dolía más y más.
¿En qué mundo paralelo el amor se demuestra huyendo?
¿Qué clase de amor era ese? Irse sin decir nada, solo atravesando la puerta sin mirar atrás, sin decir mínimo un “Lo siento, no podemos estar juntos…adiós”.
-Ir a casa-Dijo con un toque de ironía, ese lugar en donde había crecido era de todo menos un hogar. Un estrepitoso sonido hiso que mirara a la entrada del edificio escolar, estaba lloviendo-Ir a la casa con esta lluvia será todo un fastidio-
¿Qué hacía esperándolo con una sombrilla? ¿Acaso no estaba herido por todas esas crueles palabras? ¿Era masoquista o algo parecido? ¡Uf! Este chico en verdad era extraño, aun después de tanta frialdad seguía esperando pacientemente, aun con ilusión.
-P…pensé que tal vez senpai no traería paraguas-Se aventuró a decir con calma-¡Lo siento! Sé que no es de mi incumbencia. Si tienes un paraguas entonces me iré-
-¿No estas molesto por las cosas que dije?-
-No, incluso yo se que es desagradable-Ritsu inmediatamente oculto su rostro de Saga-¡Es mi culpa! ¡Lo siento mucho!-
-¿Por qué te gusto tanto?-
Necesitaba escucharlo.
-¡Si te lo digo tomaría demasiado tiempo!-¿Hablaba enserio? ¿Qué tan difícil era dar una explicación?-¡Al menos serían 3 días!-
“Eso si es demasiado…” Pensó Saga. ¿Tan difícil era explicar el amor?
-E…Ehmm…senpai…-De esa suave voz llamándole estaba por escuchar palabras tan nobles-Escucharé todo lo que tengas que decir, así que puedes hablar conmigo-
El castaño hablaba desde el fondo de su alma, con todo el amor que podía profesarle a Saga.
-¿Qué?-
-Si es por mi culpa…¡Lo siento!-No paraba de sorprenderse ¡¿De que rayos se estaba disculpando?!-Pero… últimamente, te he visto muy afligido. Eso… me hiso preguntarme si había algo que yo podía hacer para cambiarlo-
“¿Afligido?” Saga no podía despegar la mirada de su acompañante “¿De que está hablando?
-¿Y crees que hablarlo resolverá algo?-
-P…puede que no resuelva nada, pero al menos te da la oportunidad de…sacar algo de esa frustración de tú cuerpo-
-¿Eh?-
-Y esperaba que al menos pudiera ayudarte a sentirte algo mejor…-
En ese momento Saga no sabía que pensar o que decir para seguir esa conversación, estaba confundido por la reciente acción de Ritsu, lo mejor sería cambiar de tema.
-¿Y tú bolso?-
-¡Ah!...Está en casa-
-¿Casa?-
-¡Si!-Respondió rápidamente el castaño, mirándolo directamente por unos segundos antes de volver a observar el suelo-Comenzó a llover cuando llegué a casa, así que regrese-
¿Había regresado por él?
-Dame el paraguas-
Se lo entregó entre un mar de nerviosismo, y salieron del edificio escolar. Saga siempre pensó que las personas que te brindaban algún tipo de ayuda solo estaban esperando el momento oportuno para cobrarlo, sin embargo, Ritsu parecía ser una excepción a ello, Ritsu solo se dedicaba a mostrarle cuanto era su amor, sin importarle solo recibir insultos a cambio, probablemente eso era todo, sin un propósito siniestro, sin un plan, dando sin recibir, un amor tan puro que nada ni nadie era capaz de opacarlo.
Abrió el paraguas que Ritsu le había dado tiempo atrás, ese objeto tan sencillo traía a su memoria esos fugaces pero hermosos recuerdos, le devolvía el rostro de su primer amor, por breves segundos podía tocar ese pedacito de cielo que disfrutó, por un momento nada dolía, incluso una leve sonrisa se formaba en su rostro, sus ojos brillaban como si sintiera que esa persona estaba a su lado.
-¿Y si no lo vuelvo a ver?-Con esas palabras cayó de en cuenta en su realidad, estaba solo-¿Qué haré?-
Todo era tan triste que incluso estaba llorando, lo supo porque casi por impulso llevó una de sus manos a su rostro. Cerró nuevamente el paraguas, empezó a caminar lentamente, como un muerto en vida, dejando que las finas gotas de agua empezaran a cubrir su cuerpo, porque ni con todas las fuerzas de su corazón podía cambiar la situación en la que se hallaba, quisiera impedir estas lagrimas brotar, pero no podía, aquellas gotas saladas caían rebeldes por sus mejillas.
Porque nada le quedaba, esa felicidad que sintió porque sabía que alguien lo amaba se estaba disipando, Saga se sentía como un tonto estúpido, mirando al cielo mientras las gotas de lluvia se confundían con sus lágrimas, esperando un milagro, una señal que le dijera que pronto volvería a verlo, que pronto se volvería a reflejar entre esas hermosas esmeraldas, que nuevamente podría estrecharlo entre sus brazos, que lo besaría con desesperación y que ese contacto en los labios sería devuelto con la misma intensidad, con el mismo anhelo, con el mismo amor.
Y ahora solo tenía un deseo, solo uno, deseaba volver a verlo, reencontrarse con él, estrecharlo entre sus brazos y no dejarlo ir nunca más, aferrarse a él y de esa manera que la herida se cerrara, que su corazón dejara de estar roto, hacer como que nunca se separaron, ser felices.