Sé que dije que después de la vez anterior no te volvería a hablar…o escribir. Pero he sucumbido a la tentación de escribirte otra vez.
Mi razón te ha etiquetado como un inmaduro. En mi corazón, sigues siendo mi mejor amigo… y es que uno no olvida a aquellos que te defienden ante todo, que siempre están ahí para apoyarte y quienes se ganan tu confianza. Tu partida me dejó con la duda, será que nos tratábamos de la forma en que lo hacíamos por tu confusión o tu confusión venía de la forma en que nos tratábamos? Para mi esa pregunta es lo mismo que preguntar “Quién vino primero? El huevo o la gallina?” Sospecho que al igual que la 2da pregunta, la mía jamás podrá ser contestada.
Quiero que sepas que confiaba en ti por encima de todos, inclusive por encima de mis mejores amigos. Confieso que todavía cuando tengo miedo, finjo que te escucho decirme que todo irá bien.
Quieres que te olvide o preferirías que luche por tu amistad, por lo menos? Recuerdo cómo luchaste por la mía, pasaste por encima de mis desaires, quebraste mi hielo, superaste mis barreras y llegaste a ocupar un puesto importante en mi corazón. No, no es sólo que estuviese enamorado de ti, es que eras mi mejor amigo.
Si tú saltas yo salto… No, si tú tratas de saltar yo te amarro al piso hasta que entres en razón. Siempre hacíamos lo que considerábamos mejor para el otro, no lo que al otro le gustaría que hiciésemos, o lo que nosotros mismos quisiéramos.
Otra cosa que jamás te dije, te admiro. Entre otras cosas, admiraba tu capacidad para sonreír. Sabes? Todavía hoy resuena entre mis oídos eso de “Si tú sonríes, yo no puedo evitar sonreír”. Ahora te entiendo, jamás había tratado de no sonreír a tu lado, pero últimamente cuando trato de hacerlo y me sonríes…es inevitable, mis labios forman una curva cuyos extremos apuntan hacia arriba. Claro, esto implica que cuando estoy sonriendo y veo en tu cara… mejor dicho, cuando no veo ni rastros de tu sonrisa en tu rostro, cualquier muestra de alegría abandona mis facciones.
Cosas que debí haber dicho, cosas que debí haber dicho, cosas que debí haber dicho.
Que te quería, que eras la persona en la que más confiaba, que eres increíble.
Cosas que desearía haber hecho, cosas que debería haber hecho, cosas que debería haber hecho.
Debí haberme esforzado un poquito más por hablar contigo desde un principio, quizás así nos hubiésemos ahorrado tantos problemas. Debí hacer más esfuerzos por salir contigo, por disfrutar nuestra amistad. Debí haber superado el miedo mucho antes.
Ignoro las cosas que a veces desearía no haber hecho, porque… no me arrepiento ni de un solo instante a tu lado. Y cada cosa que pasó, fue resultado de lo que habíamos hecho hasta el momento.
De verdad espero que no te hayas olvidado de mí.
Recuerda nuestras promesas.
Siempre contarás conmigo.
Y aprovecho el momento para dejarte algo bien en claro, puedes tomarlo como mi nueva promesa.
Si tú tratas de saltar, yo te amarro al piso hasta que entres en razón.
Si te sueltas del piso, te sujetaré hasta quedarme sin fuerza en los brazos.
Si me quedo sin fuerza en los brazos, te amarraré con mis piernas hasta que ya no pueda usarlas.
Si ya no puedo usar mis piernas, te morderé hasta que decidas no saltar.
Si me quedo sin dientes y tú aún quieres saltar…
Si aún quieres saltar
Siempre juntos, lo recuerdas?
Si después de todo, aún quieres saltar…
Si tú saltas, yo salto.