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Desde cuándo...? por cutebeast64

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Notas del fanfic:

Kuroko no Basket junto con todos sus personajes, son obra de Fujimaki-sensei, sin embargo, nadie me dijo que no podía escribir yaoi con ellos. Advierto sin embargo que hay una posibilidad de que haya quedado un OCC Kise… ya que poco escribo sobre él. Si están de acuerdo con eso, por favor prosigan.

Notas del capitulo:

Bueno, aquí estoy, la yo que solo prometió escribir AoKaga. Pero en vez de AoKagaes un KagaKi… mis más sinceras disculpas por eso, sin embargo, me parece que sus interacciones como pareja serían adorables y no pude resistir la tentación. Espero les guste, tenía ganas de escribir algo triste ya que la universidad me ha puesto muy mal, por favor, lean y tanto si les gusta como si no, asegúrense de dejar un comentario

¿Desde cuándo había cinco productos distintos para el cabello, cuatro jabones especializados y varias cremas humectantes en su baño? Él solamente usaba el champú simple y a veces equivocaba los cuatro jabones, lavándose el cuerpo con el de las manos y las manos con el de la cara. Tampoco había pensado jamás en usar cremas humectantes y varios de los tarritos de colores que se habían apoderado de su baño, eran completos misterios para él.

Sin embargo allí estaban. Al igual que aquella bonita ropa de marca que aparecía cada vez más en el interior de su armario o entre la ropa sucia que recogía para llevar a la lavandería. Tampoco sabía muy bien en que momento habían empezado a aparecer comidas dietéticas y cereales especiales entre las gavetas de la cocina, o desde cuándo en su recibidor se habían plantado tantos pares de zapatos diferentes –ninguno de ellos deportivos-.

Sin embargo, ninguna de esas cosas le molestaba realmente. No iba a negar que era un tanto desconcertante abrir la puerta detrás del espejo del baño para buscar un jabón o un tubito de pasta dental nueva y encontrar un montón de tarritos de humectantes, acondicionadores, cremas y demás. También era algo irritante llegar a la lavandería con un gran montón de ropa y descubrir que había una camisa, o quizás un pantalón con una gran advertencia de lavar en seco o de no usar detergente… Y sin duda había sido una molestia llegar dormido a la cocina y terminar sirviéndose un plato del cereal algo pastoso que habían puesto en su gaveta. Sin embargo, eran cosas menores. Se enojaría, gritaría y a veces incluso metería todas las cosas juntas en una gran maleta, amenazando con tirarlo todo a la calle de una vez por todas, pero al final siempre terminaría recomponiéndose y dejando que todo regresara al lugar que ya habían tomado.

Porque incluso si aquellas situaciones desconocidas le asaltaban cada tanto, despertando su tigre interno y haciéndolo saltar amenazante ante el causante de todo eso, también había pequeñas cosas que podrían calmarlo, hacerlo sentir como si realmente esa fuera su casa.

Porque si al llegar por la mañana después de haber trotado alrededor de la manzana, listo para tomarse una ducha, encontraba el secador de cabello aún conectado y el piso lleno de agua, al mismo tiempo encontraba un mensaje escrito en el espejo empañado y un abrazo cariñoso por la espalda. Porque cada camisa que llegaba perdida a su cesto de lavandería, significaba una prenda que le había quitado con sus propias manos. Y porque tener comida que no era suya en las alacenas, le permitía desayunar en compañía cada vez más seguido.

La casa vacía que había arrendado al llegar a Tokio y que nunca sintió, podría volverse un hogar, ahora estaba llena de una esencia luminosa y alegre que amaba con recelo. Cada una de esas cosas, que al principio le habían parecido fuera de lugar, era lo que hacía que ese apartamento fuese en alguna medida un hogar…

Y había algo más, algo que desde la cocina, haciendo el doble desayuno de domingo, podía ver con la iluminación amena de un sol mañanero. Ese “algo” que había empezado a formar parte de su casa desde un momento que no podía precisar con claridad, era sin duda lo más enigmático, misterioso, sorprendente y cautivador que había en su casa.

Un alero de cuerpo fuerte pero esbelto, con un cabello rubio muy fino cayendo sobre su hermoso rostro adormilado,acomodado como si se tratara de un minino sobre su cama, en la habitación del fondo del corredor, cubierto a medias por la desarreglada sábana de color azul claro, dejando a la vista casi todo su fino cuerpo de piel clara en el que algunas marcas de besos habían empezado a marcarse…

Aunque estaba allí y habían tantas pruebas de ello a su alrededor –como la ropa regada por el suelo que había levantado y doblado al levantarse hacía una media hora– seguía sin ser capaz de comprenderlo. El por qué alguien tan hermoso y popular como para haber podido elegir –literalmente– a cualquier chica de cualquier escuela para ser su novia, le había elegido precisamente a él. No debía ser por el atractivo o por el dinero, pues poco tenía él de ambas cosas y si fuese por algo como la habilidad, quizás el rubio hubiera preferido a alguien como Aomine –no que el moreno le hubiese seguido el juego, tan obsesionado con los pechos grandes como para siquiera voltear  ver a otro hombre–

Kagamicchi, tienes que dejar de complicarte tanto. Me gustas y eso es todo” Había sido la única contestación que el rubio le había dado cuando empezaron a salir y probablemente sería suficiente conformarse con esa respuesta, no era una chica para estarse debatiendo por cosas de ese talante después de todo.

Al principio era solo curiosidad, una curiosidad similar a la que hizo que aceptara salir con Kise en primera instancia, sin embargo, en la misma medida en que sus sentimientos se habían hecho más profundos, la pregunta por la razón se volvió el eje de su inseguridad.

Kagami-kun, no me parece necesario que te preocupes porKise-kun, él es como un parásito. Al contrario, consideraría más importante que pensaras en una manera de alejarte tú de él”Había dicho Kuroko con la crueldad habitual que se marcaba en sus inexpresivos ojos azules al referirse al rubio, haciéndole reír y decepcionarse al mismo tiempo. A parte de Kuroko poco conocía a las demás personas alrededor de Kise como para preguntarles algo de ese estilo. Era difícil entablar una conversación con Kasamatsu o siquiera acercarse al resto de los miembros de Kaijo, Midorima era un cretino, Aomine era un desgraciado, Murasakibara probablemente no le diría nada de utilidad y tendría suerte si salía vivo después de preguntarle algo a Akashi… Momoi era otra posibilidad, pero no sabía muy bien cómo hablar con chicas y tampoco sabía si ella estaría dispuesta a ayudarle, aunque era la mejor posibilidad que tenía hasta el momento.

-          Kagamicchi, huele bien… ¿Es el desayuno?- Dijo un adormilado Kise estirándose en la cama de una manera bastante sensual, inclinándose en el borde para recoger una camiseta que al haber quedado por debajo de la cama, había sido obviada por el pelirrojo para ponérsela.

-          Eh, sí, ya casi termino- Respondió apagando los fogones y sacando dos platos de las gavetas superiores para servir, levantando la mirada por un momento hacia el corredor, por el que venía caminando Kise- Espera ¿esa camiseta no es mía?

Era una camiseta roja oscura bastante simple que había comprado en Estados Unidos antes de ir a Japón, con un estampado desteñido que decía “Be free, loveisliberty and libertyisstrenght” aunque las letras eran casi inidentificables. Era de una talla muy alta, por lo que las mangas le llegaban al rubio casi hasta los codos y el borde hasta la mitad de la pierna. Sus ojos se desviaron por un momento hacia el cuello abierto de la camisa por el que alcanzaba a verse la clavícula del rubio, marcada por un moretón rojizo que él mismo le había hecho la noche anterior.

-          Jeje, sí, parece la que usaste ayer. Estaba debajo de la cama así que me la puse- dijo a modo de explicación estirando los brazos hacia arriba y bostezando. El borde de la camisa se levantó haciendo que los ojos de Kagami se distrajeran y sus mejillas se tornaran algo rojas.

No importaba cuantas veces hubiera estado con Kise, la visión de su cuerpo seguía siendo un estímulo demasiado grande para él y el rubio parecía saberlo, jugando a hacer cosas como esas y riendo suavemente al ver sus reacciones

-          Kagamicchi, eres muy tierno- Dijo bajando los brazos y corriendo por la sala para abrazar al pelirrojo por la espalda, en un gesto tierno y al mismo tiempo romántico, pasando sus brazos por encima de los hombros del ala-pívot.

-          ¡Oye, basta!… No hagas eso, estoy terminando de servir- Más apenado que enojado intentó sacudírselo de encima mientras servía la sopa de miso propia de un desayuno tradicional japonés

-          Uh, Kagamicchi no kechi*- Replicó haciendo un pequeño puchero y soltándolo, para dar un par de pasos largos que lo condujeran a la mesa y sentarse en el suelo con las piernas cruzadas, la camisa apenas si lo cubría

-          Sí, sí, lo que tú digas… ¿y en serio tienes que seguir poniendo -cchi?- Soltó con molestia al tiempo que dejaba los platos sobre la mesa y se sentaba también, justo frente al rubio y también con las piernas cruzadas

-          ¿Por qué no? Es un símbolo de mi aprecio por mi querido Ka-ga-mi-cchi- Indicó en tono juguetón, cogiendo los palillos para empezar a comer la guarnición de la sopa

-          No importa lo que digas, sigue siendo molesto de escuchar- espetó frunciendo las cejas y cogiendo los palillos con su mano izquierda para empezar a comer. Sin duda se había vuelto mucho más diestro que al empezar pero seguía cometiendo algunos fallos de vez en cuando, fallos de los que Kise se reiría

-          ¡¿Eh?! Kagamicchi que cruel, incluso cuando yo lo hago con tanto cariño- las réplicas de Kise eran siempre tan infantiles, inflando los mofletes y mirándole con aquellos hermosos ojos dorados

Desde el principio, Kagami había notado la belleza de Kise. De sus largas pestañas y sus finos ojos almendrados, su largo cabello rubio y su sonrisa algo estúpida, sin embargo, jamás había pensado que las cosas llegarían hasta allí.

-          ¿No tenías hoy una sesión de fotos?- recordó de repente al pensar en eso, dejando caer el pedazo de espinaca que difícilmente había cogido con los palillos

-          Ah, Kagamicchi, te acordaste- Sonrió luminosamente- Si, hoy será la sesión de fotos de la cadena deportiva de la que te conté ¿recuerdas? Será en el centro a la tarde, son los mismos fotógrafos del comercial de la colonia. Cuando salga la revista traeré una para ti

Esa era otra de las cosas que se había vuelto parte de su casa, las pilas de revistas y de álbumes de fotos que Kise seguía llevando cada vez que conseguía uno, y que guardaba con un cierto nivel de cuidado, asegurándose de que no hicieran estorbo y que de vez en cuando, cuando los exámenes finales o los entrenamientos les impedían encontrarse, ojeaba despreocupadamente.

-          ¿Vas a ir a llevarme?- Casi podía ver una colita de perro agitándose en el aire detrás del rubio mientras preguntaba aquello con entusiasmo

-          Ou, igual tengo que ir a comprar zapatillas nuevas- confirmó haciendo que el gesto de el rubio se hiciera aún más encantador-Por cierto Kise ¿tienes planes a la noche?

-          ¿En la noche?- el gesto de Kise se hizo algo más afilado- oh, que pervertido eres Kagamicchi, pero si tenemos otra sesión como la de anoche no vamos a rendir en el entrenamiento…

-          ¡Te equivocas, bakka!- Gritó rápidamente, sonrojado hasta las orejas- Solo, pensaba que podíamos ir a cine o algo, hoy es la última función de la película que querías ver ¿No? Claro que si tienes planes no te preocupes, podemos alquilarla luego

-          ¿Ehhh?Kagamicchi ¿En serio? – dijo apoyando ambas manos sobre la mesa y mirándole con sus hermosos ojos bien abiertos- ¿A cine? ¿Una cita? ¡Waiiii, claro que me encantaría! ¡Gracias, gracias! Podemos comer crepas a la salida

-          ¿Crepas? – Cuestionó levantando una ceja con inconformidad

-          Sí, crepas- el rubio infló los mofletes y entrecerrando los ojos le hizo un gesto de niño mimado- quiero comer crepas con Kagamicchi ¿Qué tiene de malo?

-          Así todo el mundo va a pensar que estamos saliendo-

-          ¿Y? Estamos saliendo ¿verdad? No veo cuál es el problema- Dejó los palillos sobre el plato vacío y se levantó con grácil destreza, en un movimiento tan hermoso como todo en él

-          Podemos ir a comer otra cosa…- intentó convencerlo. Realmente sentía que comer crepas era algo demasiado femenino como para que dos hombres de más de 1.90 como ellos, estuvieran haciéndolo

-          Quiero comer crepas- repitió dándole la espalda.Parecía molesto, sin embargo Kagami no lograba entender porqué

Caminando en pasos largos con aquella camisa gigante, Kise avanzó hasta el baño y dejando la puerta abierta, sujetó con ambas manos la parte de atrás de la camisa, quitándola en ese movimiento seco y masculino que tanto agradaba, dejando ver su espalda pálida de músculos bien marcados, con los costados ceñidos y los muslos bien formados. Kagami deslizó sus ojos rojos por la anatomía del rubio hasta que este volteó a verlo con un gesto agresivo, el mismo que tomaba últimamente al revisar su correo o su celular, por lo que recogiendo de inmediato los platos se alejó hacia la cocina para lavarlos. Escuchó el sonido de la cortina de plástico abriéndose, luego cerrándose y finalmente el de la ducha abierta.

Últimamente el número 7 tenía cambios de humor de ese estilo, pasando de alegre a molesto sin causa aparente, formándose en sus ojos dorados esa misma esencia salvaje que salía a flote cuando el alero de Kaijo entraba a la cancha. Y de la misma manera, sin previo aviso, regresaba a ser el mismo de antes, saliendo de la ducha con una toalla pequeña sobre la cintura y una en el cuello, sonrió ante la reacción de Kagami, dándole un beso cariñoso en los labios al pasar por su lado. Como si el enojo de hace unos momentos hubiera sido solo impresión del jugador de Seirin.

Se sentía bien bañarse escuchando el sonido del secador de cabello… No sabría cómo explicarlo si se lo hubieran pedido, pero ese sonido tenía una cierta nostalgia familiar, de tener a la persona querida tan cerca como para tocarla con solo estirar la mano.

Todo el tiempo que tenían libre lo perdieron absurdamente tratando de encontrar la ropa de Kise de maneras ineficientes e intercambiándose la ropa varias veces, como si ver la marca no fuera suficiente para definir de quién era cada prenda. Ese revuelo constante que se daba cada vez que Kise tenía una sesión de fotos, era para Kagami, tan divertido como molesto.

-          Almorcemos afuera- decidió Kagami al ver que se les había pasado el tiempo y el rubio estuvo de acuerdo

Se arreglaron rápidamente –más rápido Kagami que Kise– y después de asegurarse que llevaban todo lo que necesitaban salieron del apartamento.Kiselucía un pantalón negro ajustado, botas cafés altas, una camiseta estampada con un motivo de jaguar, una chaqueta negra, sombrero negro con cinta lila y gafas oscuras.Kagamipor otra parte, estaba muy casual, con un jersey ancho y zapatos deportivos.

La diferencia se hacía aún más notoria en la calle, donde las chicas suspiraban al ver a Kise y se preguntaban en voz alta, quién era el tipo mal vestido que andaba a su lado, sin embargo, el rubio rara vez se preocupaba por aquellas cosas y enganchándose del brazo de Kagami cuando podía, hablaba alegremente con él. Esos murmullos parecieron aumentar al entrar al espacioso famiresu** donde, sin prestarles atención, almorzaron entretenidos en la conversación sobre los partidos de AllStars y los exámenes finales.

Que digan lo que quieran, a mí me gusta Kagamicchi tal y como es” Había sido la respuesta del rubio cuando le había preguntado en una de sus primeras citas, si no le preocupaba lo que decían las personas de ellos y él lo había aceptado.

Al terminar el almuerzo Kise se apresuró al baño para lavarse los dientes y arreglarse el cabello, Kagami ya suponía lo que iba a hacer así que pagó y se cargó ambas maletas, una de cada hombro, mientras salía del sitio, sentándose justo afuera para esperar al rubio, quien se disculpó llamativamente por la demora y recuperando su maleta, reemprendió la marcha junto al pelirrojo.

-          ¿No te vas a despedir apropiadamente?- Preguntó Kise haciendo una cara de perrito al ver que el pelirrojo buscaba estrecharle la mano como si fueran amigos

-          E-eso estoy haciendo- trató de evadir bastante sonrojado

-          Ka-ga-mi-cchi, no seas malo- le regañó levemente frunciendo las cejas y haciendo un puchero, por lo que finalmente, intentando que el rubio llamara lo menos posible la atención, se inclinó hacia él y le dio un piquito en los labios, tras los cuál huyó rápidamente del sitio de la sesión de fotos.

Esa tarde Kagami fue a Shibuya, compró las zapatillas que necesitaba, encontró una revista deportiva en la que aparecía una entrevista a Kise de la que nunca había oído nombrar, comprándola en un impulso incomprensible. Un impulso que sentía al ver las caras solitarias que el as de Kaijou hacía cada vez más seguido, como si sintiera que algo se avecinaba… Porque inesperadamente, Kise era bastante susceptible hacia las grandes tragedias y los momentos definitivos.

Cuando revisó la hora ya era algo tarde y tuvo que correr hacia el sitio de encuentro. El sol ya había caído y adormilado se ocultaba en el horizonte, los altos edificios se iluminaban de rojo y una cálida luz inundaba todo, llenando el parque de largas sombras negras. Su ángel de cabello rubio estaba sentado sobre una de las barandas, de espaldas a él, vestido con una ropa bastante bonita, probablemente de la última sesión de fotos y miraba al cielo sobre el en tono despreocupado. Con una de sus manos tenía cogida la correa de la maleta que reposaba en el suelo y sus pies se movían juguetones, golpeando la barra de metal cada cierto tiempo.

-          Ou, Kise- Lo llamó una vez estuvo lo suficientemente cerca como para ser escuchado y el rubio se volteó rápidamente a verlo.

La mirada de aquellos hermosos ojos dorados era extraña, tanto que incluso si la rememorara infinitamente, probablemente no lograría comprenderla del todo. Era solitaria, triste, molesta, emocionada y por encima de todo eso, preocupada. Sus hermosos labios se curvaron un poco hacia arriba como si fuera a llorar y soltando la correa de la maleta, se volteó sobre la baranda, corriendo hacia él en un gesto impulsivo

-          Bakkagamicchi- chilló en ese tono al borde de las lágrimas con el que replicaba cada vez que Aomine o Kuroko se burlaban de él, golpeándolo de manera leve en el pecho con los puños apretados- ¿Sabes cuánto te estuve esperando? ¡Bakka, bakka!

-          ¿Por qué no llamaste?- inquirió recibiendo los golpes con calma

Kisese detuvo en seco como si no supiera que responder a eso, los hermosos ojos ocultos por los mechones rubios de cabello liso, sus puños cerrados quedaron apenas apoyados sobre el pecho de Kagami y después de unos momentos cayeron sin fuerza.Kise respiró pausadamente y sus labios se curvaron en una sonrisa, Kagami pensó que tal vez sus ojos no sonrieran de la misma manera e intento levantar su rostro, pero el rubio se alejó antes de que eso pasara.

-          Supongo que lo olvidé- dijo en un gesto infantil sacando la lengua al tiempo que volvía en un trote suave hacia el lugar donde había dejado la maleta, recogiéndola

-          Por cierto, esa ropa te sienta muy bien- afirmó con naturalidad haciendo que el rubio se alegrara de manera infantil y saltando hacia él le agradeciera por el cumplido, haciéndolo sonrojarse… Luego se engancharía a su brazo al tiempo quepreguntaba por el cine al que irían y de qué sabor sería la crepa que Kagami le había prometido.

Caminar juntos por la ciudad fría y oscura, en el punto exacto en que el día y la noche se fundían en un rojo apasionado que extendía románticamente las sombras de todo lo que existía por el suelo dorado, fue muy agradable y entretenido. Hablaron de muchas cosas, avanzando con pasos sincronizados y rozándose las manos cada vez que tenían la oportunidad. Se detuvieron en el cine, compraron las boletas y entraron por la puerta. La película ya había empezado y las luces estaban apagadas, riendo por lo bajo se apresuraron a subir las escaleras y buscar su puesto para no perderse nada más, tomándose de la mano en la seguridad que les daban las sombras del teatro. Habían comprado un perro caliente, palomitas de maíz y dos gaseosas, por lo que tuvieron que mantener el equilibrio con esfuerzo mientras pasaban entre la gente, disculpándose por las molestias.

Se sentaron en los últimos puestos y algo acelerados, se besaron torpemente en medio de las sombras, mientras buscaban con las manos, poner la comida en algún lugar donde no pudiese caerse. Al separarse, sintiendo aún el cálido vaho de la boca ajena contra sus labios y las cosquillas del cabello contra la piel, sonrieron estúpidamente y se dieron un piquito en la comisura de los labios antes de alejarse finalmente.

La película no fue ni buena ni mala, pero entre la deliciosa comida y el fugaz tomarse de las manos, tan prohibido como delicioso hicieron que la salida en sí misma fuera un éxito.

Al salir, haciendo bromas sobre las cosas que les habían parecido menos realistas, Kise divisó en la calle nocturna un puesto de crepas y arrastró a Kagami hasta él, obligándolo a comprar dos crepas, una de banano y chocolate, la otra de crema y fresa.

-          Gracias Kagamicchi- Si esa sonrisa pudiese mantenerse en sus recuerdos para siempre, no necesitaría recordar absolutamente nada más… Instintivamente acarició la mejilla del rubio y este, algo sonrojado desvió la mirada de manera tierna.

Tal vez porque Kise se comportaba un poco extraño o quizás por la sensación que le había dado la falsa sonrisa de Kise más temprano ese día, Kagami decidió acompañarlo hasta su casa, incluso cuando quedaba unas estaciones de metro antes de la suya.

-          ¡Kagamicchi, no es necesario, en serio! Incluso me llevaste a cine y me compraste una crepa, no hace falta- Se quejó agitando los brazos y apretando los labios. Casi parecía que fuese a ponerse a llorar

-          ¿Qué te pasa Kise? Normalmente estarías contento de que te acompañara ¿no?- No era su impresión, Kise se comportaba extraño

-          En serio, no es nada Kagamicchi- Se quejó con un tono de voz agudo- Es solo que me sabe mal hacer que me acompañes cuando no vas a poder entrar ni nada, mis hermanas solo van a molestar y…

-          ¿Y?- le interrumpió de manera dominante frunciendo las cejas- Quiero acompañarte

-          Pe…- en ese momento el celular de Kise empezó a sonar, con la melodía suave y de chica que tanto hacía reír a Kagami. Los ojos dorados se abrieron con sorpresa y metiendo la mano en el bolsillo, lo apagó sin mirar

-          Eso fue muy rudo ¿ni siquiera miras quién es?- Preguntó empujando al rubio contra la puerta de cristal del metro al que habían entrado, intentando meter la mano en el bolsillo del pantalón para encontrar el celular

-          No debe ser nada, seguro mi hermana está preocupada o algo- Insistió manteniéndolo a raya

-          Entonces deberías contestar y decirle que ya vas- Replicó haciendo un esfuerzo por alcanzar el celular

-          ¡Te digo que no!- replicó molesto empujándolo a un lado- No es nada por lo que Kagamicchi se tenga que preocupar…

-          ¿Estás diciendo que tu vida no es de mi incumbencia?- Estaba empezando a enojarse en serio

-          N… ¡No estoy diciendo eso!- Saltó inmediatamente el rubio- Tu sabes que yo no diría eso, es solo que…- de nuevo empezó a sonar el celular. Durante todo el día había estado sonando sin que el rubio lo respondiera y de nuevo, con una extraña ansiedad en los ojos, Kise colgó sin siquiera mirar de quien era

-          ¿Qué tienes? Ya llevas una semana actuando extraño- Se apresuró a decir, sus ojos rojos centelleando con una mezcla de ira e impotencia. ¿Por qué no quería hablarle de aquello que le molestaba? ¿Era acaso tan poco confiable? ¿O había algo más detrás de su silencio?

-          ¿Qué dices? Estoy bien, no pasa nada. Debes estar exagerando- Ya casi llegaban a la parada de Kise, el metro empezó a reducir la velocidad- Taiga…- había bajado el tono de su voz hasta convertirlo en un susurro y acercándose a su oído, aprovechando como la multitud se movía preguntó- ¿Me amas?

-          ¿A qué viene ese cambio de conversación?- Replicó sonrojado hasta las orejas, intentando apartarse, pero el rubio le apretó con fuerza

-          ¿Lo haces, Taiga?- Repitió en esa voz suave. Kagami quería ver su rostro, pero el rubio lo mantenía tan cerca que solo alcanzaba a sentir el olor de su cabello ¿Qué tipo de cara estaría haciendo?

-          ¿No es obvio?- decir ese tipo de cosas lo avergonzaba. Ya casi llegaban a la estación, la gente se movió acercándolos aún más entre ellos, el olor del cuello de Kise era delicioso

-          Quiero oírte decirlo. Yo te amo Taiga- Dijo en aquel murmullo que le hacía cosquillas en el oído y calentaba todo su cuerpo- Te amo

-          Yo… también te amo… Kise- dijo avergonzado

-          Kise no… Ryota- El metro paró, las puertas se abrirían en cualquier momento

-          Te amo Ryota- terminó de decir en el preciso momento en que las puertas se abrían y la gente empezaba a empujarse para salir, llevándose al rubio por delante. Intentó seguirlo, pero las manos del chico lo detuvieron en la puerta

Estaba sonriendo, pero no era esa la sonrisa que tanto amaba y tampoco era la sonrisa falsa que tenía en las sesiones de fotos, era una sonrisa que nunca había visto, una sonrisa solitaria, llena de tristeza…

Las puertas se cerraron firmemente y a través del cristal, pudo ver aún por unos segundos la hermosa sonrisa del rubio antes de que el metro volviera a ponerse en marcha y lo alejara definitivamente de allí.

Esa sería la última vez que lo vería. Lo supo en ese preciso instante, mientras el rubio le daba la espalda y se alejaba, pero no quiso aceptarlo. Se negó a creerlo, de la misma manera en que se negó a aceptar la realidad que todos conocían cuando la noticia de la muerte de aquel famoso modelo empezó a aparecer en todas las revistas, en todas las noticias…

Algunos decían que había sido una fan obsesiva, otros que había sido la venganza de algún jugador de basketball, pero nadie sabía la verdad. Lo único que permanecía, era el hecho de que él ya no estaba más allí, de que su sonrisa al igual que todo de él habían desaparecido para siempre.

Nadie usó el 7 de Kaijou por lo que restaba de la temporada y sobre su escritorio, un lirio blanco recordó a todos que el novato estrella ya no estaba más. Muchas chicas lloraron, e incluso la Generación de los Milagros dejó salir algunas lágrimas en el funeral… Momoi tirada por el suelo, rota en pedazos como una muñeca abandonada, Aomine rompiendo todo lo que se encontraba a su paso mientras intentaba negar que lloraba, Kuroko cubriéndose con la chaqueta para que nadie pudiese verlo…

Kagami no lloró.

No pudo hacerlo.

Incluso cuando era el que más debería haber sentido el suceso, no soltó ni una sola lágrima

¿Desde cuándo su baño estaba lleno de productos para el cuidado personal que nadie usaría?

¿Desde cuándo su armario estaba lleno de ropa que nadie se pondría?

¿Desde cuándo había zapatos en su vestíbulo que no pertenecían a nadie?

¿Desde cuándo su casa se sentía tan vacía, tan sola?

¿Desde cuándo cocinaba para dos cada viernes y sábado aunque nadie vendría, sin pensarlo siquiera y terminaba guardando lo que sobraba para el día siguiente?

¿Cuándo había sido la última vez que había escuchado el sonido del secador de cabello mientras se bañaba en las mañanas, o encontrado un mensajito escrito en el vapor del espejo?

¿Cuándo había sido la última vez que se había atrevido a abrir alguna revista de modelaje que acumulaban polvo en sus estantes?

¿Por qué no había sido capaz de terminar de abrir el paquete de correo que había llegado a su casa?

Ese paquete café oscuro que venía de la empresa de modelaje de Kise, rasgado desde una esquina, de manera que alcanzaba a verse la carátula colorida de la revista con las fotos de la sesión de esa última tarde, a la que venía adherida una pequeña carta escrita a mano que solo había logrado leer hasta la mitad.

Kagamicchi, ¿estás bien?” Empezaba la carta, con esa caligrafía algo descuidada pero bastante agradable del rubio “Probablemente no voy a poder entregarte esto en persona, incluso cuando te lo prometí, así que le pedí a mi hermana mayor que te lo enviara apenas llegara una copia a mi casa. Espero no te moleste demasiado. Lo siento. También lamento no haber podido estar al 100% contigo en esos últimos días, te causé molestias e inseguridades con mi actitud… Pero el hecho de que no siempre pudiera sonreír no quiere decir que no haya sido muy feliz en cada segundo que pasé contigo. ¡El hecho de que me invitaras a cine realmente me alegró mucho! No puedo esperar a la película, seguro será muy buena y las crepas estarán deliciosas, porque sé que terminarás comprándomelas. Tu que siempre eres tan bueno conmigo, sin importar que tan egoísta sea. Y si de pronto no pude demostrarte lo mucho que te amaba, lo siento…” En ese punto tuvo que detenerse, con un nudo en la garganta y un deseo de destrozar todo con sus propias manos…

Si tan solo lo hubiese acompañado… si tan solo le hubiese pedido que se quedara esa noche en su casa… si hubiera sabido que recibía llamadas violentas y que su casillero se llenaba de amenazas de muerte…

Pero… ¿Qué hubiera podido hacer si hubiera sabido de ello?

Por Kuroko se enteró de que sus padres habían intentado hablar con las autoridades sobre esos mensajes incluso antes del incidente, pero que nadie había prestado atención…

¿Qué hubiese podido hacer él entonces?

Kagami-kun… Guardar las cosas de un muerto no va a hacer que regrese a la vida” Le había dicho Kuroko… “No es saludable que lo hagas

Pero ¿cómo podría deshacerse de esas cosas? ¿Cómo se supone que tuviera el valor de levantar esos objetos y simplemente sacarlos de su casa, cuando eran lo último que quedaba de Kise?

Mientras sus cosas estuvieran allí aún quedaba la esperanza de que volviera, de que sus brazos pudieran abrazarlo y sus labios pudieran besarlo una vez más… Pero si se deshacía de eso ¿entonces que le quedaba?

Un armario vacío… un baño vacío… Un vacío aún más grande que aquel formado en su alma. No podría aguantarlo…

¿Desde hace cuánto despertaba llorando después de haber visto un sueño en el que aquel al que amaba estaba justo allí, besándole la frente, diciéndole que lo amaba y animándolo para sus próximos partidos?

¿Desde hace cuánto, había pensado que solo el suicidio podría solucionarlo todo?

-          No todavía, Kagamicchi- escucharía al intentar ahorcarse en la soledad de su habitación- Cuando sea el momento, yo vendré a buscarte

Y podría verlo, más hermoso que nunca, parado justo frente a él con una sonrisa de las que no había logrado ver en esos últimos días, vestido con un traje blanco y con unas alas brillantes en su espalda… Como el ángel que era… como el ángel que amaba. Y tendría que bajar y arrodillarse en el piso, derramando todas las lágrimas que no había conseguido dejar salir en el entierro y abrazándose de aquellas rodillas, pedirle que lo llevara consigo…

-          Aún tienes muchas cosas que hacer… Tienes que ser un jugador de Basket profesional y tienes que tener una familia, unos hijos preciosos… y vivir. ¿Ne, Kagamicchi? Así que no, todavía no puedo llevarte

Y se arrodillaría junto a él, y le besaría la frente, las mejillas, los labios, y le abrazaría con ese calor que había extrañado todo ese tiempo junto a su cama. Y le diría otra vez que lo amaba y que lo extrañaba tanto como podía

-          Y si cuando hayas cumplido todo eso, aún piensas en mí y me recuerdas… entonces vendré a buscarte…- Diría con esa sonrisa tan tierna, pero tan falsa… esa sonrisa que aseguraba “Te olvidarás antes de lo que crees”

-          Más te vale que estés listo porque voy a hacerlo todo antes de lo que te imaginas y en ese momento, no aceptaré retrasos de tu parte-

Y Kise abriría sus ojos desmesuradamente, sorprendido, conmovido, emocionado… sonreiría con ese gesto que Kagami amaba, ese gesto de perfecta alegría y unas lágrimas correrían por sus mejillas perfectas mientras se desvanecía en el aire

-          Claro, vendré de inmediato- murmuraría- te amo, Kagamicchi…

-          Te amo, Ryota- murmuraría y el sueño se acabaría

La promesa sin embargo, seguiría allí.

La carta seguía en el mismo lugar donde la había dejado después de fallar al intentar leerla, así que, respirando pesadamente y con los ojos adoloridos de tanto llorar, decidió hacer un nuevo intento

Kagamicchi ¿Cómo estás?” No podía volver a leerla desde el principio. Negó con la cabeza y buscó rápidamente el lugar en el que se había quedado “Tu que siempre eres tan bueno conmigo, sin importar que tan egoísta sea. Y si no pude demostrarte lo mucho que te amaba, lo siento mucho. Nunca fue mi intención que sucediera de esa manera. ¿Sabes? Es solo que no quería que resultaras herido por mi culpa. Los mensajes que me han estado llegando son realmente desagradables y molestos, contarte sobre ellos no tendría caso tampoco. Me han dicho que quieren matarme y que también te matarán si intentas interferir. Pero incluso si no lo hubieran especificado, no te hubiera dicho nada. Porque siento que en el momento final, que quizás sea esta misma noche, no habrá nada que ninguno de los dos podamos hacer. Y si realmente las cosas llegan hasta ese punto, no podría nunca perdonarme que salieras herido, que tuvieras que renunciar a tantas cosas que amas por mi culpa, el solo pensar que tuvieras que abandonar aquello que más amas por intentar inútilmente salvarme me hiere más que cualquier otra cosa. Si llegan a lastimarte, o incluso si alguien se enterara de que estuviste inmiscuido en una pelea, todos tus sueños terminarían allí. Por eso tampoco mencioné nada, porque incluso si te pidiera que no hicieras nada, con lo impulsivo que eres no serías capaz de hacerme caso ¿verdad?Terminarías intentando salvarme a costa tuya, diciendo que no importa, que lo haces por mi bien… ¿Pero qué felicidad podría darme el vivir y sonreír a costa de tus sueños, de tu vida? No puedo permitir que eso suceda, porque te amo demasiado como para verte perder lo que más adoras, como para ver que tu sonrisa desaparece y todo lo que te hace ser tú se esfuma por mi culpa. Así que no te preocupes, sin importar lo que pase esta noche, no tienes que culparte, todo lo decidí por mi propio egoísmo, sin consultarte y sin confiar en ti. Así que espero me perdones esta imprudencia mía y sigas jugando basket, amando lo que haces y sonriendo como siempre, hasta volverte profesional y tener una familia. Quiero verte feliz, quiero verte alcanzar tus sueños, por eso, me despido aquí, con esta carta para ti. Adiós y gracias, cada momento a tu lado ha sido grandioso, me has regalado tantos recuerdos maravillosos que no podría pedirte nada más. Sé que siempre te preguntaste porque estaba contigo, eso me parecía gracioso. Porque aunque no lo supieras, tú eras la única persona a la que podría haber amado; tú que siempre me observabas, tú que me halagarías con sinceridad, tu que vivías tan felizmente tu vida, que me enseñaste a vivir también, a sonreír de verdad, a agradecer el estar aquí, tú que me hiciste sentir que era importante. Aguantaste todos mis caprichos y me tratabas con cariño, tú que me diste tanto, que seas feliz por siempre, tanto como yo lo fui en el corto tiempo que estuvimos juntos. Te amo, mucho, mucho, mucho. Mi corazón siempre te pertenecerá, por siempre tuyo: RyotaKise

Apretó la hoja de papel hasta convertirla en una pequeña bola, las lágrimas que aún le quedaban corriendo por sus mejillas y cayendo sobre sus manos, intento lanzarla por la ventana, intentó tirarla a la basura… apretó los dientes y volvió a abrirla, estaba arrugada pero las letras aún era visibles…

“…tú que me diste tanto, que seas feliz por siempre, tanto como yo lo fui en el corto tiempo que estuvimos juntos”Kise realmente era un idiota, un gran idiota…

¿Desde cuándo las cosas que había amado se habían ido?

Ya todos creían que lo había superado. Ya no había ropa de marca en su armario, ni zapatos nuevos en su vestíbulo, ni productos que jamás usaría en su baño. Sin embargo, la esencia de Ryota seguía allí, junto con la promesa que había hecho.

Se había dado cuenta de que realmente no era importante desde cuando la curiosidad que había sentido se había convertido en amor, o desde cuando ir a la tumba del rubio se había convertido en una rutina más importante incluso que sus partidos de basketball. Lo que realmente importaba era ese sentimiento… el recordar que había existido una sonrisa más hermosa que la de los ángeles y que habían besos más dulces que cualquier alimento. Era la promesa de ese amor lo que realmente importaba.

Más te vale que no lo olvides, Kise, o me enojaré

Notas finales:

*literalmente significa tacaño, pero puede ser utilizado para referirse a un aguafiestas o en general, a alguien que no te deja hacer lo que te gustaría.

**Restaurante familiar, son muy comunes en Japón y se puede pedir todo tipo de comida

Raro lo sé, de hecho fui escribiendo sobre la marcha y debe parecer como si hubiera juntado pedazos de cosas con cinta industrial… jeje, espero que aún con todo eso les haya gustado aunque sea un poco y me agradezcan con un comentario ¿No? ¿Qué la pareja es muy rara y por eso no quieren? Vamos, apoyen el crack y quizás suba unos drabble con algunas escenas que dejé por fuera de este fic o escriba otro fic así, aunque eso depende de si dejan comentarios o no, muajajajaja. No importa si son críticas o quizás peticiones, si quieren escribirme cualquier cosa por favor dejen un comentario, puede que no los responda todos por culpa de la universidad, pero sin duda los leo y me hacen muy feliz. También hago mi mayor esfuerzo por escribir los fic que me han pedido pero cofcof, escribir lemon de Kuroko no Basket sigue siendo un poco imposible. Intentaré hacer algo de lime y quizás, para Julio ya tenga un lemon de AoKaga que me pidieron el año pasado y que se quedó en borradores (lo siento muchísimo) en fin, no olviden dejar un review para alegrar mi día e inspirarme a escribir aún más.

Cutebeast64 se despide


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