Partner For Life por deby

Siempre despertaba cansado. Estaba harto de la misma rutina. No sabía qué hacer, su vida ya no era la misma desde que él se fue.

Trató de levantarse para comenzar de nuevo su rutinaria mañana, pero no pudo; de repente, sintió que unas manos, que salían a través de las sábanas, lo retenían para que se quedara en la cama. Ya se imaginaba quién o quiénes podían ser. Sacó la sábana de un tirón y ahí los vio, sus hijos, Antonia y Hyun Woon, dormidos al lado derecho de la cama, lugar que su amado esposo solía ocupar antes del accidente. Siempre que tenían miedo iban a dormir con él a la cama, Kyuhyun no los sentía cuando entraban, pero eso ya se estaba haciendo costumbre por parte de los pequeños; nunca les preguntaba el por qué de sus pesadillas, a decir verdad, casi nunca hablaba con ellos.

¿Cuál era la razón? Muy simple: ellos eran los hijos de Yesung y el solo hecho de mirarlos le hacían recordar que su amado ya no estaba a su lado, le hacían recordar su desgracia. Se dedicó a mirarlos por unos momentos y sus ojos comenzaron a aguarse, así que prefirió levantarse e ir a tomarse una ducha, dejando a los pequeños aún dormidos en su cama, en la cama de Yesung.

Después de una larga ducha, decidió despertarlos, ellos tenían que ir al colegio, así que con mucha pereza la pequeña de ocho años se levantó primero, obligando al pequeño de seis a seguir sus pasos hacia la habitación para ponerse el uniforme escolar.

Desayunaron y esperaron a que su tía Ahra los fuera a buscar para llevarlos al colegio. Cuando se fueron, Kyuhyun se encerró en su cuarto y apoyado en la puerta se puso a llorar, siempre hacía eso cuando sus hijos salían rumbo a la escuela.

Habían pasado tres años desde que Yesung falleció y él ni siquiera pudo despedirse de su cuerpo. Sus suegros no dejaron que lo viera, ya que decían que el accidente que había tenido su hijo fue a causa de que él no lo había cuidado lo suficiente. Después de ese incidente, nunca más volvió a ver a la familia de su esposo, estos decidieron alejarlo de ella y, con él, a sus dos hijos, no querían tener ningún contacto con ellos, decían que haber dejado que Jong Woon se fuera con él había sido el peor error que jamás habían cometido.

No podía evitarlo, no podía evitar llorar cuando recordaba a Yesung, el recordar como la familia de este lo había echado sin compasión lo hacía entristecer más; él solo se culpaba, porque no pudo cuidar lo suficiente a ese hombre que con solo mirarlo lo dejaba anonado, él era especial. Él le había dado la felicidad que nunca antes había conocido, a pesar de ser un joven un poco cerrado a sus emociones, ante Kyuhyun dejaba salir ese ser lleno de amor y bondad que muy pocas personas habían llegado a conocer, por eso lo amaba.

Empezó a recordar esos momentos en los cuales él solía estar triste y Yesung siempre estaba a su lado para consolarlo, primero como amigo, después como novio y al final como el amor de su vida; también él estaba en sus momentos alegres, siempre estaba a su lado. Cuando le conoció lo único que hacía era molestarlo, burlarse de él, pero solo lo hacía para ocultar esa atracción inmediata que en su ser había despertado al ver por primera vez a una persona tan rara, tan especial.

Con el tiempo, Yesung se volvió una persona indispensable para él, cuando no estaba su vida se tornaba gris y opaca y solo el chico extraño podía lograr sacarlo de ese estado de amargura y soledad, llegando a ser su lámpara en la oscuridad.

Mientras recordaba esos momentos inolvidables, Kyuhyun se quedó dormido en el piso soñando con su amado hyung, como solía llamarle cuando aún eran amigos, olvidándose de ir a trabajar, pero eso no le importaba, la empresa era familiar así que no tenía ningún cuidado en faltar al trabajo por un día.

Llegó la tarde y Kyuhyun despertó debido a que alguien abría la puerta principal. Se levantó y se dirigió hacia la puerta de su habitación cuando alguien la abrió de golpe mientras gritaba frenéticamente:

- ¡Appa, appa, vi a omma! ¡vi a omma! - decía la pequeña Antonia agarrando la camisa de un sorprendido Kyuhyun obligándolo a ir hacia el living.

- ¡Espera de dónde sacaste esa idea! ¡¿Qué viste a tu omma?! - decía Kyu aún sin comprender.

- ¡Appa, es cierto yo vi a omma en la calle cuando estábamos con la tía Ahra haciendo las compras para poder cenar! - insistía la niña.

- ¿Es cierto eso, noona? - interrogó un incrédulo Kyuhyun.

- No sé, Kyu-ah, yo no vi a nadie.

- Appa, te estoy diciendo la verdad, la forma con la que caminaba es la misma que la de omma, tienes que creerme, yo sé lo que vi - dijo de nuevo la pequeña.

- Hija, de seguro lo confundiste con alguien más en la calle, omma ya no volverá - dijo Kyu molesto, a veces sus hijos decían cosas como esas y eso lo fastidiaba, ya que él también deseaba poder ver a Yesung con vida caminando por las calles como si nada, pero tenía que ser realista y no darle falsas esperanzas a sus hijos, aunque tenga que ser cruel para poder explicarles.

- ¡No es cierto! - dijo HyunWoon - yo le creo a noona, ella vio a omma. Appa, créele.

Kyuhyun ya no sabía qué hacer, detestaba hablar sobre ese asunto, le dolía recordarlo, sentía que la culpa de no haber protegido lo suficiente a su tesoro más preciado se lo comía por dentro, que devoraba su corazón, por eso prefería no hablar de aquello.

- ¡Appa, yo vi a omma! - djo decidida Antonia y de repente Kyu sintió algo encima de él, miró para todos lados y solo se encontró con la mirada de su hija. Una mirada que lo hizo estremecerse y sorprenderse, ya que él solo la había visto en una sola persona: Yesung. Solo Yesung tenía ese poder en la mirada, un poder que le reflejaba pureza y sinceridad en esos profundos ojos negros que por suerte su hija había heredado. No se había dado cuenta de ello antes, estaba tan encerrado en su mundo que había olvidado el gran parecido de los pequeños con su omma, así que decidió creer en las palabras de la niña.

- Esta bien, hija, te creo, - dijo ya derrotado ante esa profunda mirada - pero necesito saber dónde encontraste a omma, para poder buscarle.

A lo que la niña asintió muy contenta. Kyuhyun solo pensaba en que tenía que creerle a su hija, ya que si esa mirada nunca le había fallado antes, menos lo haría ahora; solo pensaba "Tengo que creerle".