Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Longing por LeylaRuki

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Espero poder cumplir las expectativas del desafío y que sea de su completo agrado.

El punto de esto es leerlo y que se confundan un poquito (aunque me queda la sensación que algo quedó mal pero no sé donde exactamente e_é) 

¡Qué disfruten! Ya no las entretengo más :D

I

 

 

Lo que más me atormenta, o más bien me repudia de mi pasado es que siempre fuimos tres: Kouyou, Yuu y yo. Nunca tuve la oportunidad de estar con él a solas, jamás podía mirarlo directamente de la manera en que yo quería, siempre tenía que asentir y callar lo que pensaba porque yo no era el indicado, nunca lo fui. Era y todavía es una impotencia por tener que ser el lame-botas de los tres, el último que se les unió tarde. El que encajaba pero que a la vez sobraba.

<< ¿A ti te gusta Yuu?>> Me preguntó una tarde Shima mientras salía de su casa, me quedé entre el umbral y el pavimento húmedo, teníamos unas lluvias inesperadas en la ciudad y lo único que quería en ese momento era ser arrastrado por el agua. Su pregunta había sonado más como una queja y con el poco orgullo que me quedaba, levanté la vista, lo miré fijamente y negué cualquier sentimiento que no fuese de amistad hacia Yuu.
Terminaba con una sensación muy extraña, como muriéndome a causa de beber veneno y sentir como todo tu interior se va desgarrando hasta que te inmoviliza y te deja inconsciente; excepto que yo seguía consciente, siempre lo estaba y podía sentirlo todo vívidamente, solo me faltaba morir de verdad. Shiroyama Yuu me hizo una mierda, un desconocido incluso para mí mismo, poco a poco para mi familia.

Yo no supe en qué momento se me metió a la cabeza, no sé si fue cuando comenzamos a encerrarnos los tres en mi habitación para masturbarnos con las revistas que llegaban a nuestro poder. No importaba de lo que fueran, siempre y cuando tuvieran a mujeres ahí. Siempre uno de los tres sacaba la opción de hacerlo, el punto es que al final yo terminaba insinuando todo para poder verlo, para poder ver como se tocaba, se endurecía, y terminaba sudando, gimiendo y eso me calentaba más, mucho más que las imágenes. Cuando se iban, yo recogía todo menos su lugar, en donde lo haya hecho con su mano terminaba por acostarme y respirar hasta sentir que él estaba conmigo, porque era la única la manera en que Shiroyama podía ser mío, a escondidas, arrastrándome por el suelo para sentir un poco de lo que dejaba. Era mío en mi mente, en mi mano, en mi esencia, pero jamás podía tenerlo. Lo admirada, por mucho tiempo lo hice y a Yuu también, ellos sabían desde un principio lo que querían para ellos, lo que deseaban y eso era ellos. En su futuro no había espacio para mí.

Yuu parecía tener un aura que se podía leer a leguas, el nombre Shima estaba impregnado a detalle con él. Es que no podía haber un Yuu sin Kouyou, ni un Kouyou sin Yuu. Y cuando parecía que me lo dejaban muy claro quería explotar y decirle en sus caras lo que sentía, quería besar a Yuu en los labios frente a todos y quería confesar todo lo que terminaba callando. Pero al final no quedaba más remedio que cerrar los ojos y fingir que no sentía nada.
Quizás lo sabían y pretendían no saber absolutamente nada, así era más fácil nuestra amistad, yo los miraba de lejos y anhelaba. Pero tampoco los juzgaba, hasta donde supe, ellos se criaron desde niños, pelearon, jugaron, crecieron, entrelazaron vidas y luego llegué yo.

De vuelta a Tokio, envuelto en una amistad con Yuu que se afianzó rápidamente. Hubiera deseado llegar a esos días, no era muy avispado para entender que él esperaba encontrarse a alguien como lo era Shima —que iba y venía a dos ciudades por su familia—, pero lo hacía y yo no me metía, simplemente no quise y no le veía como algo más. Entonces se volvieron a encontrar y yo me volví invisible, sin entender qué diablos hacía parado con ellos dos.

Con el tiempo llegué a prohibirme mirarlo a los ojos, las miradas delataban todo en cuestión de segundos. Algunas veces lo miraba bien a propósito para que me descubrieran pero no pasaba nunca.

<<A ti te gusta Yuu>> Me volvió a enfrentar Takashima un mes después.

<<Y dale con esas pendejadas. Que no me gusta ¿Qué no me entiendes cuando te hablo?>> Saltaba a la mínima. Pero a veces esos sentimientos por él se convertían en mi martirio. ¿Quién se creía Shiroyama para hacerme eso? ¿Para matarme cada vez que me llamaba “mejor amigo”? ¿Para revivirme?  Para luego rematarme y dejarlo en eso, en no aspirar a más de mejor amigo. En cuanto me proponía olvidarlos, dejarlos atrás, me desaparecía y no quería regresar hasta que ambos iban y se plantaban en mi casa para saber lo que me pasaba. Con el tiempo, nuestra amistad se convirtió en un ‘estira y afloja’ del que no podía salir. Hasta que me desaparecí por completo, sin decir nada. Sin verlos por una última vez, hasta que las ansias de besar a Yuu se fueron enterrando, hasta que mi arrepentimiento por mi partida comenzaba a mostrarme un lado más sano mentalmente para mí y dejando su recuerdo que se convirtió en solo eso, un recuerdo que me atormentaba rara vez y me hacía preguntar que había sido de sus vidas.

 

Fue entonces que su nombre volvió a mis oídos, después de pasar años sin siquiera pensar en él. Shiroyama Yuu, no podía ser otro más que él. Me tomó varios días pedirle a Akira que me diera su dirección y cuando lo hice él no quería dármela, se creía que iba para saber de que hablaba en las consultas pero eso me tenía sin cuidado. Una parte de mí deseaba que no me la diera, que me dijera en mi cara que no lo haría pero otra más grande era lo que más deseaba, poder verlo y nada más, aun si no me reconocía.
Me dije que no tocaría su puerta pero mi mano lo hizo involuntariamente, casi como si le estuviera pidiendo que me salvara de algo monstruoso. Abrió la puerta y me miró a los ojos, mi respiración prácticamente se había esfumado. Él no parecía reconocerme, seguro que por mi apariencia pensó que era un paciente más.

 

Quise abrazarlo.

 

 

 

 

 

 

La pregunta le llegó como una puñalada, casi como si esa persona supiese lo que había pasada en la mañana. Su primer instinto fue responder con un no rotundo y así lo hizo, su trabajo no consistía en hablar sobre él sino en escuchar a los demás y aunque no podía identificarse con él todavía, esperaba no hacerlo, jamás.

 

 

—¿De verdad no bromea? —Le preguntó su paciente levantándose del sillón, un tanto fuera de quicio—. ¿Nunca hizo lo que no debía por una persona? ¿Nunca ha sentido que extraña a esa persona especial todos los días que siente que se volverá loco? ¿Nunca ah tenido esa ruptura dolorosa donde no puede resistir tomar el teléfono, llamarle y desear desesperadamente la atención como solía ser? ¿No siente que todo su interior se licua lentamente cuando no le ve y no puede comunicarse? ¿No extraña? ¿No ama?

Ocultó una especie de pánico, un reflejo oscuro en su mirar que otros especialistas hubieran detectado en un segundo pero afortunadamente no estaba con ellos y esas preguntas le desgarraban de ansiedad. Vio como su paciente se dejaba caer desilusionado en el respaldo y mirada al techo, por un par de minutos su rostro se contrajo, casi lleno de cólera por no haber encontrado una respuesta que fuera válida.

—No, jamás —Mintió—. Pero no estamos hablando de mi señor…—Revisó la cabecera de su cuaderno—. Señor Suzuki.

—Pues yo he venido aquí por motivos de culpa, pero no quiero que le diga nada a nadie, no quiero terminar preso, soy maestro de primaria, no puedo dar mal ejemplo. Entiéndame por favor.

—Explíquese —Le pidió el analista, frunciendo inesperadamente el ceño y colocando una sonrisa intrigante en su rostro. A veces, en raras ocasiones, la primera cita solía ser emocionante y esa era una de esas.

 

 

 

 

 

 

Yuu Shiroyama odiaba cuando las conversaciones con Kouyou se volvían incómodas y se llenaban de silencio y de miradas que no se encontraban. Pero seguían en su misma posición. Yuu trataba de amenizar el ambiente con caricias y miradas tontas, como si no hubiera pasado nada, e igual eran correspondidas, pero por dentro, algo dentro de sí se esforzaba al máximo para no hacerse trizas en ese mismo lugar.

 

—¿Me entendiste? —La voz de Kouyou sonaba alejada y un tanto entrecortada—. Yuu, que me voy… me voy en dos días.

No quería seguir escuchándolo, pero esas simples palabras eran mucho para él, demasiado que sentía que le faltaba el oxigeno.

—¿Pero por qué? ¿A dónde? —Preguntó por segunda vez, ni siquiera recordaba haber hablado por primera vez.

—A Estados Unidos, ya lo he dicho desde hace tiempo.

—Pero es que no entiendo Shima—Yuu se aferró a su mano como si fuera el momento de la despedida—. No entiendo porque tienes que irte si las leyes americanas no son iguales que las de aquí. ¿Por qué te tienes que ir?

—Cariño, ya te había contado que era una beca por parte de mi trabajo para mejor mi inglés y completar mi carrera.

Se quedaron en silencio un buen rato. Sin mirarse fijamente a los ojos.

—¿Por qué no vienes conmigo? —Preguntó Kouyou, mordiéndose el labio inferior dándose cuenta que no conseguía nada pero al menos lo intentaba con preguntar.

—¿Pero cómo me pides eso? Yo no me puedo ir así de fácil.

—¿Y crees que yo sí? —Kouyou se sintió un tanto traicionado con ese comentario—. ¿Crees que para mí es fácil viajar al otro lado del mundo sabiendo que tú estás aquí, solo?

—¿Y qué te hace pensar que yo voy a dejar toda mi vida aquí para que tu vayas a estudiar lo que perfectamente puedes aprender en una academia de la ciudad? —Yuu contraatacó.

—Para por favor —Kouyou comenzaba a verse herido y sus ojos cafés se tornaban a su vez vidriosos—. No quiero irme y que terminemos o digamos algo de lo que después nos podamos arrepentir. Por favor así no.

—Pues no me parece justo que tomes estas decisiones sin siquiera pedir mi opinión.

—Yuu, tu sabes perfectamente que llevo buscando esta oportunidad desde hace años, tú más que nadie debe saber lo importante que es esto para mí, no me pidas que la deje porque no puedo hacerlo —Sus manos temblaban, sentía frío pero no había ninguna brisa, no sabía si era por la desesperación o el miedo, uno que en su principio no supo clasificar y que luego entendió perfectamente, era un miedo por tener que elegir, para él, Yuu era su todo y su nada, lo amaba desde quien sabe cuándo y simplemente sabía que ni alejándose podía olvidarse de él y tenía culpa por tener que partir tan pronto sin digerir él mismo la noticia.

—Lo siento y trato de entenderte pero es que está muy lejos… ¿Cuánto tiempo estarás fuera del país? —La respuesta que esperaba le tardó unos minutos en llegar y de esta sabría de cuánto sería su martirio.

—Un año, quizás un poco más —Alejó su vista.

—¡Un año! ¿Por qué no de una vez te quedas a vivir allá, te casa, tienes hijos y nos quitas los problemas de una vez? —No supo que su comentario ‘sarcástico’ había sonado muy alejado de su realidad, fueron palabras crueles que hicieron que el alma de Kouyou comenzara a desquebrajarse parte a parte. Su peor defecto era ser un vocinglero y no saber disculparse. Lo conocía perfectamente y si algo había mencionado toda su vida, era eso, viajar al extranjero y estudiar algo y en cuanto le llega la oportunidad él le daba la espalda. Pero tampoco se imaginó que sería más difícil llegar a ese momento.

—Vale, yo entiendo que tengas tu vida aquí, yo también, entiendo que quieras seguir tratando tus pacientes aquí y desde que nos mudamos te he apoyado, te ayudé y quizá esto suene a reproche, como si llevara un marcador pero solo te pido que me apoyes en esta ocasión ¿De verdad no lo puedes hacer sin tener que herirme? Porque te aclaro que una relación es de dos y el que deje el país no significa que te estoy dejando o que estoy huyendo de algo, sé que se necesita valor para quedarse en el lugar al que llamo hogar aunque eso signifique renunciar a lo que uno desea, pero requiere más valor dejarlo y alejarme de ti durante tanto tiempo para cumplir ¿Sí me vas entendiendo? —Muchas de las palabras ya le parecían repetitivas y ni siquiera estaba tomando consciencia de lo que hablaba, simplemente estaba dejando todo salir sin pensarlo, un verborrea de la que se le presentaba una vez cada década—. Pero ¿Sabes una cosa? Durante todo el trayecto a casa, toda la noche pensé en cómo decirte esto para que no reaccionaras así y te alegraras. Pensé en cómo y cuánto debo esforzarme para que tú te sintieras más orgulloso de mis logros. Eso es importante para mí. ¿Puedes entenderlo? Quiero tener la seguridad que después de este año tormentoso sigamos siendo una pareja. Joder, el psicólogo eres tú, no yo.

Yuu, a mitad de la charla se dejó caer en el sofá, retiró sus cabellos de la frente y borró el pequeño rastro de sudor que se le había acumulado. Trataba de mantener la cordura, estar sereno y no llorar más de la cuenta, sentía en el ambiente una tristeza y la sentía dentro de sí que no sabía cómo manejarla, era abrumadora. Kouyou se sentó a su lado al terminar, no quería que fuera una crisis, simplemente no quería.

—Lo siento, de verdad Kouyou. Sabes que no suelo medir mis palabras pero sabes perfectamente que quiero que ese “nosotros” siga en pie por mucho más tiempo —Se dio la vuelta y lo abrazó tan fuerte que no podía atrapar de vuelta su respiración. Kouyou era más alto que él, más cálido y lleno de vida y seguiría siendo suyo —Suelo ser un pelmazo en cuanto se trata de ti, yo solo te deseo la felicidad, que puedas cumplir lo que gustes, por favor deja de pedirme que no te apoyaré en esto porque no tienes que hacerlo, así de fácil, mi apoyo es incondicional. Yo no… yo no quiero que nos separemos, si eso llega a pasar te juro que me volveré loco, así como sé perfectamente que tu sin mí estarías igual.

—Yuu, tengo treinta años, treinta y quiero llorar —Se ahogó en sus brazos como hacía tiempo que no lo hacía.

—Si quieres hacerlo hazlo, estoy contigo.

Escuchó el corazón de Kouyou latir muy fuerte, casi le parecía tenerlo entre sus manos y entonces le llegó, era su Shima quien lo estaba pasando mal no él, tener que dejar todo, llevar consigo algunas pertenencias y ver como su antigua vida para a ser un simple recuerdo, una ausencia mientras que la nueva apila más ansiedad, conocimiento pero principalmente más soledad. Nunca se había sentido tanto como un imbécil, ya había bloqueado esos recuerdos de su mente. Conforme sus pensamientos se fueron hilvanando se percató que su renuencia se debía a los problemas que Shima tuvo antes; mudarse entre dos ciudades cada verano le producía un cambio muy drástico en su vida. Y como un adolescente con las hormonas fuera de lugar, un día simplemente le confesó lo que era obvio, no sintió vergüenza, tampoco miedo porque sabía que lo que sentían era al mutuo. Y ahora lo tenía tan frágil y que le amaba más de lo que realmente decía. Tenía que decírselo con más frecuencia. Aun siendo un buen psicólogo en cuanto se trataba de su relación era un perfecto imbécil.

 

 

 

 

—¿Podrías explicarme como era tu situación con tu ex pareja? —Shiroyama fue directo al grano, lo último que quería era tratar de indagar a la primera su relación con sus padres y los lazos afectivos, necesitaba saber primero que era el problema que los orillaba a consultarle para luego ir viendo cómo ayudarles.

—Mi ex me odia, lo sé —El señor Suzuki resumió en esa frase que quizás, más que interesante sería algo diferente a lo esperado. Suspiró y comenzó a anhelar casi con desesperación un filtro, tenía meses que no probaba ninguno pero después de verlo su ansiedad creció más—. No podía controlarme y siempre terminábamos de la misma manera y una tarde que no lograba hacer que despertara me di cuenta del daño que estaba causando. Quise morir porque no me dejaba, seguía a mi lado después de todo, y entonces sentía como si tuviera dos personalidades; porque quería que se quedara conmigo para siempre pero también quería que se esfumara de mi vida porque quizás, con el tiempo, lo iba a terminar matando y no quería eso.

—¿Y su ex novia alguna…?

—Novio, é-éramos novio y novio —Le corrigió.

—Lo siento, mi error —Carraspeó, era la primera vez que tenía un paciente homosexual—. ¿Su novio alguna vez llegó a hablar con alguien más acerca de lo que usted le hizo?

—No lo sé. Pero siento que mi interior se está drenando y yo no puedo hacer nada para regresar a lo que era. Le necesito, mucho, demasiado. Me estoy quemando tan fuerte que ya no siento el dolor, pero si siento los golpes, todos los golpes que le di y que en ese entonces parecía que no tenía alma y ahora que la tengo, sé lo mucho que lo destrocé. Necesito verlo una vez más, necesito saber que lo está haciendo bien.

 

—¿Cómo fue que los golpes comenzaron a ser una solución para ti?

—Fue algo que no esperábamos, ninguno de los dos. Pero simplemente pasó una vez y yo creí que jamás volvería a pasar. Cada relación tiene sus altos y bajos, pues la nuestra no iba por un buen momento. Siempre pensé que podía estar engañándome, que se burlaba de lo que me hacía para luego fingir que nuestra relación era ideal. Todo se fue a la borda cuando en una discusión perdí el control, perdimos el control pero él fue quien perdió. A pesar de todo lo que le hice, él jamás quiso devolverme un golpe a menos que fuera necesario. Tal vez me amaba demasiado o tal vez no me amaba nada.

Se recargó en el respaldo de la silla y dejó caer su cabeza hacia atrás. No sentía que realmente hubiera un final entre ellos dos. Cerró los ojos y para su tormento recreó las imágenes que tanto le destrozaban.

¿Por qué había bebido esa noche? Las palabras recorrían su cuerpo y hervían por querer salir pero una vez que tocaban sus labios no lo hacían, era casi imposible conseguir una manera para explicarse.
Y de pronto estaba solo, era él, su respiración y la voz de Takanori, su voz rota esquivando sus golpes. No lo necesitaba, nunca lo hizo, o al menos eso se trataba de convencer hasta la fecha; pero le amaba, perdía el sueño por su bienestar, a lo lejos, no podía ser de cerca. Necesitaba enredar sus cabellos entre sus dedos, verle sonreír para poder hacerlo él, para no perder el control. No podía articular ninguna palabra porque en sus puños todavía sentía la mandíbula de Takanori. Takanori, Takanori, Takanori ¿Cuántas veces más tenía que pensar en su nombre, en él y no sentirse tan miserable?

 

***

 

 

Cuando Shima entró a la habitación, Yuu se levantó de la cama y caminó hacía él, no lo miraba fijamente, no lloraba, no hacía nada pero por dentro era todo distinto, completamente roto. Su última noche que disfrutaban juntos y el reloj ya marcaban las dos de la mañana. Durante el día apenas cruzaron palabra ¿De verdad las cosas tenían que ir tan frías?

Yuu temblaba, casi como si fuera un hábito. Lo tomó del cuello, posando sus dedos ligeramente y dirigió sus labios a los del menor; un pequeño gemido escapó de su boca y casi creyó que era él quien lloraba cuando era al revés. Se encontró completamente destruido al estar juntos en la oscuridad, lo que sería la última noche. La respiración se volvió casi cortante e inexistente, pero en cuanto sus labios se tocaron quiso olvidar en ese mismo instante que se quedaría solo, totalmente solo. Y entonces buscó sus labios para besarlo hasta que su interior ardiera y desapareciera. Le acarició como si fuera la primera vez, interminablemente, hasta llegar a la cama y enredarse entre sus brazos.

 

 

 

Yuu se despertó con un malestar emocional, era la primera vez que amanecía sin Kouyou con la certeza que no lo vería por el resto del día, ni al siguiente, tampoco en una semana o dos; todo quedaba muy distante y nada a la vista. El solo pensamiento de la ausencia de su novio le ponía mal, entonces recordaba su cuerpo tensándose la noche anterior, las miradas ansiosas y aún enamoradas, caricias que serían las últimas, quería estar con él otra vez y correrse con su voz sin pensarlo dos veces, quería humedecer esos labios hasta que diera la mañana y luego seguir un poco más. Lo seguiría hasta el fin, pero una parte de él le aconsejaba que tenía que quedarse en la ciudad, en su país y era algo no podía ignorar.

La última noche ya parecía más bien un sueño del que necesitaba seguir aferrándose con demasiada insistencia, porque no quería convertirse en nada, quería recordar por lo que seguía en pie, así le costara mantenerse y así Kouyou no estuviera para ayudarlo. Y la despedida había sido aún más tormentosa, algo sencillo para no llamar la atención, sin un simple beso en los labios por temor a ser observados más de lo debido. En el fondo Yuu siempre había odiado eso, tener que esconderse como criminales, tener que aguantar que Kouyou no quisiera reconocer lo que era, le enloquecía porque lo sentía como una falta de respeto, como si después de tantos años juntos no le importaba nada. La ansiedad comenzaba a llegarle a ratos, no se quería ni solo y el rastro de los besos de Kouyou ya no se acogía entre los suyos como en horas anteriores, ahora solo quedaba un hormigueo latente que le advertía que pronto ya estaría completamente, se preguntaba si él se sentía de la misma manera en que él lo estaba.

Tenía hasta las dos de la tarde para que comenzaran a llegar uno a uno sus pacientes, los miércoles eran los días en los que programaba menos visitas, le gustaba relajarse exactamente a la mitad de la semana para que se pasase rápido pero después de dos días por su cuenta comenzaba a considerar la opción de duplicar los pacientes o conseguirse una mascota, cualquier cosa con tal mantenerse sereno.
Antes del mediodía el timbre ya estaba taladrando sus tímpanos sin parar, al abrir la puerta se encontró con un antigua amistad que no reconoció los primeros minutos. No le invitó a pasar y tampoco le habló hasta él le repitió su apodo, solo eso. Kai.

 

 

—¡¿Cómo has estado?! ¡Ha pasado tanto tiempo! Desapareciste de un día para otro que no supe que pensar, creí que te habías ido fuera del país.

—Hubiera querido tener dinero para salir de esta isla, pero ya ves que nunca hicimos nada bueno —Intentó bromear pero ni las sonrisas forzadas salían.

—Pues pasa, me has pillado en un ratito libre. Verás, soy psicólogo y atiendo los pacientes —Señaló el suelo con orgullo—, aquí mismo y empezarán a llegar uno a uno en un par de horas.

—¿O sea que estamos solos? —Preguntó el recién llegado bastante intrigado.

—Sí, aprovechemos —Yuu le hizo un lugar en el sofá y le pasó el mando a distancia, todavía no le ofrecía nada de beber pero verlo después de tanto tiempo le parecía casi irreal que él se comportaba con una personalidad que no encajaba con la suya pero jamás pensaría tenerlo frente a su puerta, estaba descolocado por su visita tan repentina pero al mismo tiempo estaba feliz, Kouyou fuera del país, casi sin amigos y de repente aparece Kai, al menos podía ocuparse en su trabajo y en él para que la próxima visita de Kouyou se llegara.

—¿Al final se dejaron tú y Kouyou? —Echó un vistazo sencillo al departamento para disimular—, me hubiera gustado verlo —Sabía que fingía al añadir la última frase, sí que le había extrañado pero en esos momentos era lo que menos le preocupaba.

—¡No! Seguimos juntos, pero… —Hizo una pequeña pausa—… hace poco se fue a Estados Unidos para aprender inglés. Se hizo abogado ¿Sabes?

—¡No jodas! ¿Cómo lo logró? —Soltó una carcajada que fue seguida por una de Yuu.

—Ni yo lo sé, sí era el más perdido de los tres.

—¿Cuándo regresa?

—¿Para quedarse? Dentro de un año, pero quedamos en que vendría de vacaciones en cuanto pudiera.

—Que mal, hubiera estado bien reunirnos los tres de nuevo —Añadió Kai—. ¿Lo extrañas?

—Sí, pero no hablemos de él, mejor cuéntame de tu vida ¿Qué has hecho desde que nos dejaste?

—Hace ya dos años comencé con mi propia academia de música, al principio, después de que me fui, aprendí a tocar la guitarra, pero luego descubrí lo relajante que es tocar la batería, así que me compré un equipo y aprendí por mi cuenta, estuve alrededor de un año en tres bandas distintas, cada una con ritmos distintos, para volverse loco. El tiempo que me quedaba, me mantuve en la universidad, aunque las bandas no pegaron muy bien gané experiencia. Y terminé por especializarme en música contemporánea. Luego trabajé de maestro de música, al principio era en escuelas primarias, luego en universidades e incluso estuve dando clases particulares de piano. Con el tiempo me di cuenta que no era suficiente, necesitaba más y creé la academia. ¡Ah! Hace una semana empecé a tener problemas con mi casero así que ando en busca de piso nuevo.

Yuu que no daba abasto con todo lo que había hecho, no esperó a ofrecerle algo que le costaría muy caro.

—¡Vente a vivir aquí!

—¿Perdón? —Entrecerró los ojos.

—Eso, si tienes problemas es mejor que te salgas de ahí y no le des más vueltas al asunto. Tengo dos habitaciones muertas de risa, ahora sin Kouyou me aburro más y sabes que nunca he sido una persona que sale mucho. De hecho siempre quise alquilar las habitaciones pasa sacar dinero extra pero a Kouyou le parecía mala idea con los pacientes entrando y saliendo.

—¿No le molestará que cuando llegue me encuentre?

—¿Para qué se va? Además, tú eres especial —Yuu sabía perfectamente lo que estaba haciendo, se estaba aferrando a Kai porque era lo único que le quedaba, se aferraba al pasado que quedaba todavía en trozos y tenía la esperanza de unirlos una vez que estuvieran los tres juntos. Sentía mucho aprecio hacia él pero de quererlo como el mejor amigo que alguna vez fue, le quedaba muy difícil de definirlo, pero no quería quedarse otra vez solo. De tan solo mirar todas esas paredes su vida se volvía complicada.

 

 

 

 

—Señor Suzuki no veo que avancemos. Si no quiere hablar del tema simplemente váyase. No pierda más su dinero y tampoco me haga perder más tiempo, como usted verá, hay pacientes que confían en lo que pasa dentro de estas paredes y usted no lo hace.

El aludido hizo un nudo con sus dedos que deshacía y unía por repetidas veces, era un manojo de nervios y aunque esa tarde había llegado decidido a hablar y portarse como las veces anteriores al final, el miedo le ganaba.

—Es que no puedo, lo siento mucho por tener que hacerle esto, de verdad que quiero mejorar pero es que… me da vergüenza, si hablo no podré mirarlo a los ojos. Ni a él.

—¿A su ex novio? —Inquirió el psicólogo.

—Sí; aunque tampoco puedo verlo la verdad.

—¿Usted le hizo algo?

Suzuki calló por una vez más pero asintió levemente y desvió todo su cuello y mirada para otro lado. Diluyó su mente en la pintura que había en un costado, no le había puesto atención ni una sola vez y ahora que lo hacía, encontraba una paz entre esos colores verdes del bosque, las lianas que atravesaban por todo el decorado sin control, al igual que todas las plantas y entonces, al final de todo eso, podía verde un destello de agua, un pequeño río que iba haciendo su camino.

—¿Señor Suzuki se encuentra bien?

—Sí… mejor —Agitó su cabeza para tratar de despejarla mejor.

—Hagamos algo, para poder lograr un progreso y que dé el primer paso en confianza quiero que haga algo —Se levantó de su asiento, se dirigió a un pequeño estante y sacó una libreta—. Escriba, todo lo que siente, lo que hizo con esa persona y lo que no, lo que piensa hacer con su vida. Todo póngalo aquí, cuando se llegue el tiempo de la siguiente cita, tráigalo, que no le importe si lo leo o no, solo deje salir todo. No hace falta que pongas fechas, si gustas solo el día pero necesito que lo hagas sin falta.

—¿Seguro que esto va a funcionar?

—¿Sigue con las desconfianzas? —Suspiró y por un segundo le dio una mirada desconocida y un tanto atemorizante.

—No es eso, bueno un poco pero… no me haga caso. Confíe usted en que lo haré y listo.

—Empezando desde hoy ¿Vale?

—Me parece bien, creo.

 

 

 

Jueves.

 

En una noche de tragos Takanori me hizo volar ¿Cursi, no? A veces me dan ganas de hacer un inventario de nuestra relación ¿Qué tenía planeado para él, para nosotros, para mí? Y sigo creyendo que en un principio era la felicidad, porque eso es lo que todas las parejas desean por todo el tiempo que estén juntos y nosotros no éramos la excepción pero las cosas dieron un giro que yo no podía controlar y Takanori menos.
Mi desventaja por así decirlo es que lo “convertí” en homosexual ¿Me explico? Él no siempre fue así, él estaba estudiando, tenía novia y estaba comprometido con una buena chica. Creo que estaría bueno remarcar que yo era el padrino de la boda, junto con la hermana de ella (Prefiero no decir su nombre, tan solo con Takanori me siento mal). Su novia era bella y gentil, estuvimos juntos en unas clases de la universidad hasta que me salí; ella te podía tratar como si fueras de la familia y no puedo negar que sentí lástima por ella cuando me di cuenta que Takanori era mucho más que mi mejor amigo. Por eso, sentía la urgencia de saber que no era el único que hacía eso, por eso pregunto sin cesar si alguien ha hecho algo parecido a mí, para saber que no es tan malo y esas cosas pasan ¿Está mal atormentarse?

Me dio una pena infinita con ella porque confió en mí hasta el último minuto y hay algo que no he mencionado todavía, antes que Takanori rompiera el compromiso, ella comenzaba a tener la sospecha que algo no iba bien, tenía casi la certeza que él la engañaba y me contaba sus preocupaciones porque creía que sacaría algo de información pero nunca lo hice, porque yo era el amante…

 

Viernes

 

No me ha gustado como ha quedado eso. ¿Ese siempre fue mi puesto? ¿El amante?  Me enfermo, parece mentira que después de este tiempo siga estancado en lo mismo.
Psicólogo, usted que me trata solo conocerá a Takanori a través de estas páginas, solo tendrá que confiar en mis palabras.

Quiero dejar en claro que el tiempo que estuvimos juntos le amé, y todavía lo hago, aunque sea a lo lejos, sin que él lo sepa. Lo amo sin poder mirarlo, ni tocarlo, sin saber cómo está. Siento esa urgencia por buscarlo y hacerle saber todo, sin embargo a pesar de que dejó su vida por mí, yo jamás confié en él completamente. Ese fue mi mayor problema, siempre estuve con la sospecha que me engañaba y peor, que lo hacía con mujeres ¿Cómo puedes competir con eso? ¿Desde cuándo yo lo había convertido todo en una competencia? Definitivamente me estaba enloqueciendo cada vez que se me desaparecía y tenía que tenerlo a la fuerza. Tenía que demostrarle lo mucho que lo quería para que no se fuera.

La primera vez que nos peleamos a golpes —literalmente—, fue hace poco más de un año y fue por malentendidos que se combinaron con alcohol. De esa tarde casi no recuerdo nada pero sé que yo le pegué primero y él no dudó en regresarlo, creo que después de todos esos años juntos y mis celos descontrolados terminé por cansarle y sé que en el fondo, él deseaba pegarme tanto o más que yo. Llegué a un punto donde respirar era doloroso y eso no es lo peor. No, porque despiertos y sobrios, éramos capaces de devolvernos los golpes, pero cuando estábamos bien, salíamos a beber y terminábamos sin saber nuestros nombres, lo que seguía después era algo tan atroz, llegaba a tratar de estrangularlo en más de una ocasión.

¿Todavía no siente miedo?

Yo lo sentí, y podía sentir que él también, poco a poco yo me iba entregando más a la bebida y él sacaba sus pertenencias de la casa, hasta que me encontré con una botella de alcohol en mi mano, hasta que me encontré sin trabajo, sin novio y sin vida.

 

 

 

 

—Hola —Habló con la respiración agitada.

—¿Qué estás haciendo? ¿No me digas que ya tan rápido me reemplazaste con tu mano? —La risa de Kouyou sonó muy fuerte y alegre por el auricular, era increíble que estuviera tan lejos.

—No es eso, sabes que sí lo hago no te contestaría el teléfono. Estoy haciendo…algo…aprovechando que no estás.

—¿Ah sí? ¿Qué haces? —Preguntó Shima extrañado.

—Conseguí un compañero de cuarto —Chasqueó la lengua un poco.

—Mi amor, sabes que no quería eso, con los pacientes llegando ahí, cosas extrañas pueden pasar y nosotros tendríamos que pagar por cualquier daño y te lo digo como tu abogado.

—Pues yo te digo como tu novio que este te va a gustar.

—¿Es un “este”?

—¡Por supuesto! No me iba a meter un par de tetas por acá ¿Acaso eso esperabas?

—Un poco.

— ¿Debería buscar una? —Le bromeó.

—Ni se te ocurra, Yuu.

—No lo haría, no me gustaría que estuvieras todo el tiempo celoso y yo acá sin hacer en realidad nada.

—Yo sé que no harías nada, yo tampoco. Apenas tengo un amigo y es mi profesor, pero de eso a nada. Me ha tomado dos horas aprender a pronunciar correctamente un párrafo completo. Te enseñaré cuando vaya.

—¿Cuándo vienes? Mi mano no se siente igual.

—No lo sé, pueden pasar hasta dos meses. Yuu ¿eso es lo único en lo que has estado pensado?

—¡Claro que no! Es que no me dejas hablar. ¿Adivina quién regresó?

—¿Coco?

Se escuchó un resoplido cansón desde el otro lado del teléfono.

—Shima, ya va siendo hora que aceptes que ese perro no vuelve —Le reprendió Yuu—. ¡Es Kai!

—¡¿Qué?! —Aunque para Yuu, sus palabras habían sido de una sorpresa-feliz, en realidad habían sido más por preocupación.

—Así como lo escuchas, apareció hace dos días frente a la puerta, sigue siendo igual ¿puedes creer que no lo reconocí en un principio? Si es que ni me acordaba ya de él.

—Increíble ¿Y te visita seguido?

—Pues él es mi nuevo, más bien, nuestro compañero de piso.

—Qué bueno que ya tengas compañía, cariño.

—Muchas gracias. Por cierto, tengo que irme porque estamos subiendo sus cosas y está tomando tiempo. Se nos hizo músico el greñudo.

—¿De verdad?

—Te lo juro. Adiós, te hablo en la noche que me está esperando en elevador.

—Adiós…

 

 

Sábado.

No puede ser, no puede ser, no puede ser. Siento mis manos temblar. Es como si quisiese que lo viera. ¡Lo vi! Pasó por un lado mío sin voltearme a ver, como si no me conociera, yo lo vi y me detuve sin saber qué hacer y él siguió andando con su novio. Iban tomados de la mano. Parecía estar bien, no tan destruido como lo estoy yo. Quiero verlo una vez más, quiero cerciorarme que esté bien de verdad. Necesito hacerlo. Supe que estaban hablando de mí porque se detuvieron un instante, a diez pasos de mí y murmuraron ciertas cosas, Takanori me miró con lástima, ni siquiera era odio o amor, era lástima, seguro que percibió como me siento y no pudo evitar hacerlo así.

Se veía justo como cuando comenzamos a salir, ambos tan llenos de vida, solos y felices. Pero ese recuerdo parece tan distante que ya no es más que un espejismo.
Me siento tan decepcionado de mi mismo, nunca pensé que llegaría a estos extremos. Toda mi vida está llena de malas decisiones y no sé cuando parará.

Señor Shiroyama, lamento que ya no pueda tratarme, pero no puedo darle la cara. Solo quiero darle las gracias y que no espere que vuelva a verme, al menos dentro de esta ciudad.

 

Cerró el cuaderno, escribió la dirección del psicólogo y lo llevó a una caseta de correos. Entre más rápido se fuera mejor para él.

 

***

 

 

—Yuu ¿Por qué no venido Kouyou? Ya han pasado cinco meses y lo único que hacen es hablar por internet ¿Qué no se cansan? Yo quiero que me escuche pero no por un auricular.

—Lo sé, ustedes apenas han hablado pero ya verás que pronto lo verás. Mira que dentro de…

Lo que Kai no alcanzó a escuchar era que Kouyou en realidad ya estaba llegando a Japón, su único amigo terminó por conseguirle un trabajo que no le permitía tomarse vacaciones pero en cambio, su inglés parecía tomar un rumbo más profesional y de eso estaba muy agradecido con el profesor.

Kai le besó con tanta euforia que era algo increíble. Algo dentro de Yuu hizo clic, tenía años que no sentía ese tipo de emoción. El abrazo de Kai era algo nuevo, electrizante y sus labios le besaban casi con amor, justo como él basaba a Kouyou. Se detuvo en ese instante.

—No hagas esto por favor.

—¿Qué no haga qué? ¿Qué no te bese? ¿Por qué no? Si llevo esperando una oportunidad así desde que me metiste en esta casa. Por favor, necesito hacerlo una vez más.

Caminó dos pasos más delante y le volvió a besar, esta vez con más torpeza, pero con más seguridad, enredó sus dedos en la parte trasera de la camisa que Yuu traía y comenzó a hacer nudos, tantos años esperando ese momento que su corazón explotaría en cualquier momento. No sabía que pensar y cuando por fin lo pudo hacer, se percató que estaba llorando, simples lágrimas de felicidad y que Yuu se las estaba limpiando, también con los ojos hinchados. No supo porqué.

Comenzaron a andar entre jadeos y deslices a la habitación principal pero Yuu se detuvo antes de acostarse sobre el colchón, cuando pudo mirar directamente a los a Kai.

—Lo siento, pero no… no me pidas esto.

—¿Qué no te pida qué? —Su voz salió con rabia.

—Esto, que me acueste contigo, porque no puedo hacerlo.

—Si puedes, lo estás haciendo.

—Pero no quiero hacerlo.

—Llevan semanas sin hablarse ¿Crees que no me he dado cuenta? Este circo que hicieron para que la relación mejorase a distancia no funciona, es una farsa y tú mejor que nadie lo sabe.

—¡Mejor cállate! No sabes nada y no puedes venir y decir que conoces nuestra relación porque no hemos hablado en más de diez años.

—¡Me fui por qué no soportaba que hubieras elegido a Kouyou antes que a mí? —Se levantó de la cama y se pegó a él—. Yuu, yo sé que mueres por estar con alguien, y ese tengo que ser yo, no me hagas esto por favor. Si le interesaras a Kouyou te hubiera llevado con él.

Comenzó a besarle descontroladamente y pegó su erección contra la involuntaria de Yuu.

—¡Basta ya! Este tipo de relaciones solo funcionan cuando estás con la persona indicada. Conozco a Kouyou desde hace muchos años, es más, no puedo distinguir si las cosas me pasaron a mí o a él alguna vez, pero tú llegaste y te fuiste con la misma rapidez. No eres nadie para decir que nuestra relación está condenada al fracaso después no haber hablado un par de semanas. ¡No te metas en lo que no te importa!

—Es que no te importa él. Tú preferiste quedarte acá en lugar de irte con él. Seguro que encontró a alguien que le quiera más que tú ¿Acaso no te has puesto a pensar en eso?

—Quiero que te largues hoy mismo de aquí. No quiero que te vuelvas a aparecer.

En cuanto Yuu abrió la puerta para salir del dormitorio se encontró a Kouyou, estaba prácticamente hecho trizas y cuando los vio semidesnudos se sintió peor.

—Perdóname, perdóname, perdóname, perdóname —Comenzó a repetir Yuu sin cesar. Se tiró a sus brazos sin importar tirar las maletas que había entre ellos y le abrazó pidiendo perdón. Nunca había hecho algo que lastimara a Shima de esa manera.
Segundos después el sintió como el alma regresaba a su cuerpo cuando los brazos de Kouyou también lo abrazaron de vuelta. Sus labios estaban fríos pero seguían con el mismo sabor. Seguían siendo suyos y de nadie más.

 

 

Notas finales:

Tomatazos se reciben aquí con gusto. 

¡Mucha suerte a las participantes! 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).