DOS CARTAS
Todos tenemos algo que agradecer, ya sea a un Dios, a la vida o al destino. Yo tengo una persona a la que le debo todo. Gracias por mostrarme que aún podía sentir aprecio por los demás. Gracias por enseñarme que sería capaz de dar mi vida por alguien. Gracias por darme el ejemplo de que todo es posible si te esfuerzas lo suficiente. Gracias por nunca rendirte. Gracias por perseguirme. Gracias por jamás dejar de buscarme. Gracias por recibirme con los brazos abiertos. Gracias por volver a cruzar los puños conmigo. Gracias por sonreírme como sólo tú sabes hacerlo. Gracias por sacarme de la oscuridad. Gracias por salvar mi alma de la venganza. Gracias por demostrarme que puedo comenzar de nuevo. Gracias por brindarme una nueva vida. Gracias por seguir a mi lado a pesar de mis desplantes. Gracias por intentar que mejore mi carácter. Gracias por seguir siendo tú. Gracias por conservar la alegría de siempre. Gracias por ser ese rayo de luz que tanto necesitaba el mundo. Gracias por continuar teniendo tiempo para mí a pesar de toda la gente que te rodea. Gracias por creer en mí incluso cuando nadie más lo hacía. Gracias por ser la razón de mi existencia.
El tiempo ni las palabras alcanzarían para terminar de agradecerte, por eso continuaré junto a ti hasta que sea el final. Espero poder darte las gracias porque cuando ese momento llegue quiero que estés ahí sosteniendo mi mano.
En el campamento a la mitad de una misión sumamente peligrosa, Naruto terminó de leer la carta escrita por Sasuke. Sus ojos estaban llenos de lágrimas que no pudo contener. Jamás imaginó que ese bastardo orgulloso sentiría todo eso por él, debía tratarse de un sueño. Y si lo era, no quería despertar.
-Estúpido teme –sollozó, tallándose los ojos con el brazo y sonriendo al mismo tiempo-. ¿Tenía que poner mi vida en peligro otra vez para que me declararas tus sentimientos? ¡Ya verás cuando regrese a casa!
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¿Por qué tú? Alguien me hizo esa pregunta y por ello decidí reflexionarlo. Si lo pienso detenidamente es una muy buena pregunta. Comencemos con tu carácter. No eres la alegría personificada, eso está más que claro. Si hasta podría contar con los dedos las veces que has sonreído de verdad sin esa expresión sarcástica en tu rostro. Luego está tu orgullo. Vaya que lo detesto. Es un elemento emblemático de lo que tú representas, pero también uno de tus peores defectos. Es culpa de tu orgullo que no muestres tus emociones, que trates de levantar una barrera entre tú y el resto del mundo, el que muchas veces te impide aceptar que quieres a alguien. Y no nos olvidemos de esa aura siniestra que a veces te invade y rodea. Puedes ser una de las personas más peligrosas del mundo si te hacen enojar.
Entonces viene de nuevo la misma pregunta: ¿Por qué tú? Pues porque eres mi primer lazo importante, la primer persona que reconoció mi existencia. Comprendes bien la soledad que he pasado, tú también la viviste y probablemente es lo que nos ha conectado. Quizá seas de pocas palabras, pero yo sé que darías tu vida sin dudar por alguien que te importa. Ya lo hiciste por mí y eso nunca podré olvidarlo. Es cierto que una vez erraste tu camino, pero todos cometemos errores y tú supiste salir de los tuyos. Eres irremplazable para mí, eso jamás lo dudes.
¿Por qué te elegí, Sasuke? Porque sencillamente eres tú. Y para mí eso es más que suficiente.
Sentado en el corredor que daba frene al patio, Sasuke terminó de leer la carta escrita por Naruto. Había arrugado el ceño a mitad de la lectura debido a los “sutiles” comentarios del rubio hacia su persona. Definitivamente ese usuratonkachi no perdía la oportunidad de echarle en cara su carácter.
-Por eso te digo que eres un dobe –murmuró, sonriendo leve pero sinceramente-. Sólo tú podrías ser completamente consciente de todos mis defectos y a pesar de ello comprenderme y quererme de verdad. Más te vale regresar pronto a casa, idiota.
Sasuke no podría abandonar Konoha por tiempo indefinido como parte de su condena debido a sus crímenes pasados. Naruto había tenido que irse a una misión muy peligrosa que le mantendría alejado durante un mes. Por esto mismo hicieron una promesa: cada uno le escribiría una carta al otro donde se sincerarían completamente y la leerían hasta una semana después de la partida del rubio. La fecha había llegado y por eso mismo leyeron las cartas, desbordando un cúmulo de sentimientos encontrados. Ahora sólo quedaba esperar a que se reencontraran y pasara lo que debiera pasar.
FIN
THE END
OWARI