Veo la puerta un segundo, antes de alejarme, para siempre. Dejando atrás todo lo que nos unía, o todo lo que creíamos que nos unía. Tal vez sólo era una pantomima para ahogar nuestra soledad el uno en el otro. Aunque, sólo lográbamos sentirnos más vacíos, enredándonos en una red de secretas mentiras, gritadas en silencio. Sea como lo pienses, era demasiado cruel para los dos.
De vez en cuando pienso en cuando estábamos juntos
y también en cuando decías que te sentías tan feliz que podrías morir
me dije que tú eras la adecuada para mí
pero me sentía tan solo en tu compañía
pero eso era amor y es un dolor que aún recuerdo
Es mejor dejarlo todo aquí. Puedes llorar, yo también lo haré, es duro regresar a la realidad, lo más fácil es resistirse al cambio, pero eso no significa que sea lo mejor. No quiero acostumbrarme a quererte, no quiero que el tiempo y los años creen un sentimiento que no existe.
Me encuentro con tu delgada figura en el pasillo, observando atónita mis maletas. ¿Qué esperabas? Esto ya no tiene sentido. Bajas la mirada, esa mirada índigo claro, de la que se te escapan algunas lágrimas. Te sigues aferrando a mí, a pesar de que te hace daño, y también me lo hace a mí. ¿Acaso te gusta? ¿Te sientes satisfecho con el reflejo de lo que podrías recibir con otra persona? Aunque parezca pretencioso, te has acostumbrado a estar tan vacío, que te da miedo aventurarte a amar de verdad.
Tu puedes volverte adicto a un cierto tipo de tristeza
como resignándote al final
siempre al final
así que cuando nos dimos cuenta que no tendrá sentido
bueno, tú dijiste que podíamos seguir siendo amigos
pero debo admitir que me alegré de que todo se hubiera terminado
Levantas la cabeza, y miro de nuevo tus ojos, esperando encontrar tristeza, pero lo que me sorprende es que me miras con enfado, casi con reproche. Lo que me echa en cara tu mirada, es que me estoy yendo como si nada. Sí, lo admito, en cierto momento de nuestra historia estuve perdidamente enamorado de ti. Y era recíproco. Solíamos ser tan felices… pero las historias siempre tienen un final, a veces prematuro, a veces longevo.
Me sigues mirando de esa manera, sin pronunciar ninguna palabra, lo que me desespera. ¿De nuevo este silencio? ¿Qué no te das cuenta de que esto se acabó precisamente porque te callaste tus emociones?
Pero no hacía falta que me aislaras
hacer como si nunca hubiese sucedido
y que no fuéramos nada
y ya ni siquiera necesito tu amor
pero me tratas como a un desconocido
y eso es muy violento
No haces nada, te limitas a apretar los puños y los labios, esos labios rosados que tantas veces besé, algunas con amor verdadero, otras por necesidad y otras más por costumbre. Pierdo totalmente el control, dejo caer mis cosas, y te sacudo por los hombros. “¡Habla!”, te grito, mientras me contemplas con tu cara asustada. “Puedes irte”, es tu contestación, con voz robótica. “Puedo vivir sin ti”, intentas convencerte a ti mismo de tus palabras, porque sabes que es verdad. Te suelto y te pido una disculpa desvaída, mirando al suelo. Pegas tu frente a mi pecho, lo que no me sorprende, pero me molesta un poco. No te retiro de improviso, es lo menos que puedo hacer, después de esto.
De vez en cuando pienso en todas las veces que me la jugaste
pero siempre me hacías creer que era algo que había hecho yo
y no quiero vivir de esa manera
dándole importancia a cada palabra que dices
dijiste que podiás olvidarme
y que nunca te sorprendería enamorado de alguien
a quien creías conocer
¿Sabes por qué me molesta? Porque, siempre que trataba de hacer algo por ti, me rechazabas, cada vez que quería tener un gesto de cariño, me apartabas. Cualquier desplante que me hacías, me calaba como estilete en el pecho, hasta que acabó de aniquilar el amor que sentía por ti. Y ahora haces esto, ¿no crees que seas un poco cruel conmigo? Inclusive esto lo estoy haciendo por ti, porque es posible que aún… que aún te quiera un poco.
No tenias que caer tan bajo
haz que tus amigos recojan tus pertenencias
y luego cambia tu número
supongo que ya no lo necesito
ahora solo eres alguien a quien yo conocía
Decido desechar ese pensamiento, es mejor acabar ahora, antes de hacernos más daño. Decido olvidarte, dejarte pasar, y buscar una nueva oportunidad. Aún así quiero que sepas que te quise, y mucho. Más de lo que fingiste quererme tú a mí. Pasas una de tus manos por mis cabellos añiles, después por mi rostro, para acabar en mi bufanda, la cual jalas lentamente, hasta quitármela. Ese gesto tuyo me hace sonreír, tú no eres bueno para olvidar, prefieres llevar mi recuerdo a cuestas. Pero ya no puedo –y no quiero- hacer absolutamente nada por ti, así que sólo te beso en la frente, y sigo mi camino. Al andar unos cuantos metros, me vuelvo, sabiendo ya de antemano la imagen que me depara. Sigues inmóvil, con mi bufanda caída, y la mirada de diamante en el piso. Sonrío de nuevo, al fin y al cabo, sólo eres alguien que yo conocía.