Capitulo 1: Prologo
Cuando tenía un año mi madre me abandono. Mi padre y yo permanecimos unidos, y aunque yo era desconocedor de lo que sucedía pude notar un cambio drástico en el ánimo de mi papá. Con todo y eso jugábamos juntos, y era arropado suavemente por él todas las noches, todo era maravilloso y pensé que asi quería que siguieran las cosas.
Cumplí tres años y como regalo mi padre me presento a una mujer que a partir de ese día sería mi nueva madre y a su hija, que con la misma edad que yo sería mi hermana.
A pesar de que con el paso de los días deje de ser prioridad para mi padre y de que por supuesto nunca lo fui para su esposa, que mi presencia se convirtió en la de cualquier otro viejo objeto de la casa, no todo era malo. La hija de esta mujer no resulto ser la típica hermanastra malvada de los cuentos, caprichosa, egoísta y cruel; por el contrario, era muy linda y como ambos no sentíamos extraños ante nuestros padres e incluso ante la casa en la que vivíamos nos refugiamos el uno en el otro. Ella se volvió la hermanita que siempre desee, en mi complemento.
~-~-~-~-~-~-~
Cuando tenía seis años comenzaron a molestarme en la escuela. Hice de todo para que me dejaran en paz, decirle a los profesores, pelearme, rogarle a mi padre que me cambiara de escuela. Todo sin éxito. Papá creía que era un mocoso vago y rebelde por pelear todos los días y en lugar de escuchar mis razones se dedicaba a regañarme y castigarme, en fin, para el siempre fui el culpable de mis problemas.
Poco a poco los intereses de mi hermanita Ino y los míos fueron dejando de ser tan compatibles, aun asi no dejábamos de hablar, por mas poco que fuera y jamás llegamos a llevarnos mal.
Los acosos continuaron y crecieron, de la misma forma en la que los niños y sus ideas lo seguían haciendo; intente infinidad de cosas para huir pero solo logre que la situación empeorara asi que decidí que debía dejarlo por la paz aunque fuese una alternativa cobarde; después de todo el valor nunca mermaba el dolor de los golpes o las burlas. Aun asi la sonrisa de Ino y el único momento del día en que compartíamos un programa de gusto en la televisión, cuando ella estrujaba mi mano mientras la acariciaba suavemente me hacia olvidarme de eso por completo, aunque solo fuese por unas horas; me hacía sentir feliz y con fuerzas para soportar lo que me esperaba cada día.
~-~-~-~-~-~-~
Un día en el que estaban martirizándome como ya era costumbre, pude ver el rostro de Ino entre la multitud de niños, su mirada era dolorosa y no pude más que sonreírle, quería que supiera que todo iba a estar bien y pensé que asi sería hasta que escuche esas palabras salir de sus labios.
- Qué asco que ese perdedor sea tu hermano Ino - los ojos celeste de mi hermanita me miraron por lo bajo y lo oí claramente.
- El… no es mi hermano.
Después de eso no pude seguir sonriendo.
Regrese a casa sucio, golpeado y con el short roto; en ese momento me encontré con mi hermanita en la sala.
- Yo… - dijo al ver mi intensión de subir rápido las escaleras - no pienso disculparme.
- Eso ya lo sé - respondí. Esa vez, con diez años de edad, fue la última vez que hable con ella.
~-~-~-~-~-~-~
Con doce años entre a secundaria, una nueva, donde no había posibilidad de encontrarme con ninguno de los que anteriormente me hubiesen lastimado. Llegue a pensar que mi situación podía mejorar, pero Dios se encargo de mostrarme que estaba en un error.
- Hola - me saludo un chico de grado superior, era atractivo y por alguna razón su presencia me parecía imponente, como la de un rey.
- Hola - respondí.
- ¿Cuál es tu nombre? - pregunto el afable.
- Naruto Namikaze, un gusto - respondí amablemente. Quería empezar ese día con el pie derecho - ¿Y el tuyo? - cuestione.
- ¿Yo? - cuestiono un tanto extrañado. Tomo una silla y la volteo sentándose en frente mío, con el pecho recargado en el respaldo de esta, ese gesto le dio un toque rebelde mas no vulgar a su persona - bueno, yo soy Sasuke Uchiha e igual es un gusto conocer a un chico como tu - mis mejillas se sonrojaron levemente, nunca nadie me había hablado asi, de una manera tan seria y tan amable a la vez; era como si ese chico un año mayor me conociera perfectamente.
- ¿Un chico como yo? - pregunte intrigado.
- Si, de esos con los cuales a mis compañeros y a mi gusta jugar - por un momento me alegre de la posibilidad de que hubiera personas interesadas en convivir conmigo pero casi instantáneamente sentí un escalofrió que recorrió mi columna, la mirada del chico se había enfriado increíblemente y ya no quedaba rastro de ese brillo de amabilidad, había desaparecido para dejar en su lugar uno diferente que yo conocía a la perfección, el de la maldad humana. El joven se levanto y con calma coloco su mano izquierda sobre uno de mis hombros.
- Te veo en receso Namikaze. Y eso fue suficiente para darme cuenta que no me había librado de nada.
Sasuke Uchiha se convirtió en mi visión de Satanás y los tratos de sus compañeros frente a su fría mirada, era lo más parecido al infierno. Caí en cuenta de que lo que solían hacerme los niños en la primaria era un paseo por el parque en comparación con los maltratos de esos chicos.
Fui hostigado, insultado, golpeado, sobajado; sufrí las peores burlas y humillaciones que se le pueden hacer a una persona o ser viviente, y lo sigo soportando ¿Por qué? Porque vivo en un mundo en el que las personas que se supone deberían amarme me abandonan o me ignoran y las que deberían respetarme me masacran día con día, un lugar en donde las almas buenas son contadas y no eh tenido la suerte de encontrarme con muchas, nunca cerca de la mano de dios. Un sitio en el que todo se confabula para hacerme sentir miserable solo por ser yo.
Soy un cobarde porque no soy capaz de terminarlo yo mismo. Porque esta vez no quiero más que la lastima de dios y en que en base a esta me conceda una petición….
Que no permita otro amanecer y que yo siga con vida...