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Lazos por ItaDei_SasuNaru fan

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Notas del fanfic:

¡¡¡Hola amantes del yaoi y del FugaMina!!!

Agradezco con el corazón que lean esto ( *///* )

Los que me están leyendo en otro fanfic, les ruego que no me regañen ( T-T ). La inspiración fluyó (y considerando lo inaudito del acontecimiento), no la pude detener.

Es un FugaMina. ¿Qué más puedo decir?

Es una lectura ligera, hecha con muchísimo amor a la pareja.

Ambientado en un Universo Alterno ( :/ )

Como escritora de FF y como escritora de la pareja ruego paciencia y comprensión ( >.< )

Y lo de siempre... Los personajes no me pertenecen. Son propiedad de Masashi Kishimoto. Todo es hecho sin fines de lucro, no recibo ninguna remuneración por ello. Hecho únicamente por y para fans.

Notas del capitulo:

 


 >>:<< >> El día 16 de Enero es el Día Internacional del FugaMina << >>:<<

¡No lo olvides!


 

Stig, mi vida... Es tuyo. Este FF nació para sacarte aunque sea una sonrisa.

Perdonen todos los errores de ortografía, redacción, narrativa y semántica que encuentren. Me esfuerzo revisando los detalles, pero siempre se me escapa algo o mucho.

Sin entretenerlos más tiempo...

¡Disfruten!

 

Lazos

 

 

Y ahí estaba. En el último lugar donde quería estar. Dejó salir un suspiro hondo, una muestra real de cansancio, mientras acariciaba la mejilla de su hijo con una bandita. Este advirtió en el gesto y se encogió un poco más en el asiento a su lado.

—No estoy enojado contigo, ¿sabes? —puntualizó el padre con una cálida sonrisa, la misma que su retoño había heredado.

—Creí que lo estarías… ¡Aunque no ha sido mi culpa, fue de él! ¡Él me provoca, siempre lo hace! —se defendió el pequeño rubio con grave voz.

—Claro que ha sido tu culpa, tú respondiste a su provocación. Para una pelea se necesitan dos —refutó su padre mirándolo con seriedad.

—¡A veces un hombre debe defender su honor! ¡Tenía que pelear!

El rubio mayor arqueó una ceja con gran interés al ver el fuego que ardía en la mirada de su pequeño.

—¿Honor? ¿Tiene que ver con una chica?

—¿Q-Q-Qué? ¿Chi-chica? ¡No! ¡Bueno… sí, puede que… No sé, tal vez! —balbuceó completamente sonrojado.

—¿Quieres hablar de eso?

—¡No, es vergonzoso!

—¿Quizás es… Sakura?

—¡Déjame en paz! —exclamó el infante algo fuera de sus casillas— ¡Es penoso hablar de eso con tu padre!

“Y apenas tiene nueve años” se dijo el adulto a sí mismo, asustado de la rapidez con que su hijo crecía día con día.

—Es el primer mes de clases y ya tengo citatorios. ¿Qué va a contarme tu maestra, exactamente?

—¡Es un listillo bocazas, que solo por ser un poco más alto que yo, creyó que no recibiría su merecido! Así que ya te dije que fue su culpa, no mía… ¡Tenía que patear su trasero o no podría aparecer en la escuela mañana!

Minato lo miró pensativamente, sintiendo nostalgia. Él sabía que como adulto responsable y sobre todo, siendo la autoridad paternal, debía reprender a su hijo. Pero como hombre también comprendía lo que su retoño pensaba y sentía, por experiencia propia.

—¿Entonces pateaste su trasero?

—Digamos que cada uno recibió lo suyo ¿de acuerdo?

—Naruto, tienes que recordar que no debes dañar al otro en exceso. Si es una cuestión de respeto, las lesiones no deben ser demasiado graves para no involucrar a personas ajenas en su conflicto, ¿me entiendes?

Naruto movió la cabeza de lado, no tan convencido.

—Ese idiota con aires de niño rico y pelo de cacatúa fue el que comenzó.

—¡Cuida esa boca, jovencito! ¿Acaso no te he enseñado que hay maneras de arreglar una pelea sin llegar a los puños? Ya hablamos de esto y me prometiste que ibas a trabajar en ese temperamento tuyo —le recordó Minato mientras apretaba cariñosamente su nariz.

—No es la gran cosa… —murmuró Naruto quedito—. No es como si hubieran expulsado…

—Eso es lo de menos. No puedes enojarte con cada una de las personas que dicen algo feo; siempre terminarías peleando. Tienes que mejorar tu autocontrol.

—Lo intento, papá, pero a veces… un hombre tiene que pelear.

—Ahora hablas sin sentido.

El pequeño hizo un adorable puchero, miró a su progenitor con ojos rencorosos porque no parecía estar de su lado y guardó un indignado silencio.

Minato aflojó su corbata. Eran las tres de la tarde y hacía muchísimo calor. Había pedido permiso en el trabajo y estaba preocupado al pensar que podrían empezar a quitarle un poco de su sueldo. La maestra no aparecía nunca, tampoco el otro niño y su padre y estaba impacientándose rápidamente.

—¿Crees que tu madre estaría feliz de verte así? ¿Sucio, con la camisa estirada y una mejilla herida? ¡Me mataría y me diría que estoy haciendo un trabajo terrible contigo!

Era un poco de chantaje y un poco de verdad, porque Minato en realidad se sentía muy angustiado en su interior. Se mordió el labio con furia, tratando de que ni una lágrima tuviera la osadía de asomar.

Naruto volteó a ver a su padre, totalmente boquiabierto y con ojos asustados. Lo vio tan desconsolado que corrió a abrazarle.

—¡No es tu culpa, es mía! ¡Tú eres el mejor padre que puedo tener! —exclamó aferrándose a su cuello con toda la fuerza de sus brazos—. No seas tan duro contigo, lo estás haciendo genial…

Minato soltó una pequeña risita, que Naruto malinterpretó como un sollozo.

—¡No llores! ¡Te juro que no estoy mintiendo, me gusta ser tu hijo! Creo que te hace falta mamá y, de hecho, te miras desorientado la mayor parte del tiempo, pero no importa. Hemos aprendido algo durante todos estos años, ¿no?

—Tienes razón. No has nacido con un manual, precisamente —dijo el padre estrechando a su hijo y levantándolo del suelo para sostenerlo fuertemente entre sus brazos—. Gracias por saber animarme.

Minato besó con mucha ternura las mejillas de su pequeño.

—¡Papá, me estás despeinando! —se quejó un juguetón Naruto, que intentaba librarse de las caricias de su padre haciéndole cosquillas en el cuello.

—¿Con peinado de cacatúa, dijiste? —dijo Minato luego de que perdiera el aire por culpa de la guerra de cosquillas.

—Sip.

—¿El mismo niño de siempre?

—¡Sip!

—Tal parece que ese mocoso necesita una buena reprimenda, ¿verdad?

—¡Es justo lo que yo digo, pero como todos parecen atontados por su mera presencia, nadie le toca ni siquiera un pelo al muy…! —Naruto se detuvo abruptamente al mirar algo por encima de su hombro, luego susurró en su oído—: Ahí vienen.

—¿El chico?

—Y su papá también.

—¿Listo para darles su merecido? —preguntó el mayor, mientras colocaba a Naruto suavemente en el suelo. Él asintió vigorosamente.

Minato se dio la vuelta, para encarar debidamente al niño que tanto molestaba a su Naruto y para decirle al padre de ese mocoso un buen trozo de lo que pensaba.

Las palabras murieron en su garganta.

—Minato —pronunció el hombre frente a él con cortesía fría.

—¿Lo conoces? —murmuró Naruto nuevamente, aterrado de que ese individuo y su padre tuvieran algún tipo de conexión.

“Por un demonio que si” pensó el rubio, con los dientes apretados de un sentimiento inexplicable y una ira que crecía en su interior a borbotones.

—Fugaku —respondió el aludido con la misma diplomacia—. Qué curiosa coincidencia.

 

Sasuke frunció el entrecejo con sospecha y con un escrutinio veloz y eficaz, cayó en la cuenta de que su padre y el padre del usuratonkachi se conocían. Y su relación parecía no ser muy buena.

El rubio adulto le observaba y Sasuke, con elegancia suprema, soportó el examen al que fue sometido. Naruto y su padre eran como dos gotas de agua. No sabía que Minato pensaba lo mismo de él y el moreno.

Fugaku hizo gala de una sonrisa misteriosa, esa misma que antaño sacaba a Minato de sus casillas y que todavía era capaz de provocar los mismos efectos.

—En efecto, es curioso encontrarme contigo después de tantos años. Y con un hijo, ni más ni menos. Es idéntico a ti.

—Lo tomaré como un halago. Puedo decir lo mismo del tuyo, es tu reflejo. También heredó tu arrogancia, por lo que he escuchado —contestó Minato con una sonrisa retadora, que enervó todos los sentidos de Fugaku.

—Heredó mi inteligencia. No sé si podré decir lo mismo de tu pequeño.

—No te preocupes, él es perfecto. Jamás lo obligaría a ser un esnob antisocial al que solo le interesan los estudios. Eso te lo dejo a ti.

—¿Estás criticando a mi hijo? —inquirió el moreno en un tono peligroso al dar un paso hacia adelante.

—¡No me atrevería! Solo hacía mención de lo que recuerdo de ti —respondió el rubio al desafío, cerrando la distancia entre ellos.

Sasuke encontraba aquella reunión interesantísima, a pesar de su instinto inicial que le dijo que sería un desperdicio de tiempo. Era increíble ver toda la mezcla de emociones que ese hombre inspiraba en Fugaku. Era difícil, por no decir raro, ver a su padre tan vulnerable con respecto a su estado de ánimo. Desde el primer vistazo que le dio, sus hombros se tensaron y su mano apretó la suya con más fuerza. ¿Quién era realmente ese hombre?

Naruto casi ovacionaba a su papá. Sasuke soltó un bufido de exasperación y se contuvo para no rodar los ojos. El muy ingenuo no se daba cuenta del ambiente que se cernía en torno a ellos. Fugaku y Minato tenían escrito en cada gesto que querían atacarse. Era preocupante.

—No tientes a tu suerte, rubio —un paso más.

—¿Y quién eres tú para prohibírmelo, Uchiha? —y otro paso más.

Sasuke se sintió en un dejá vu. ¿Sería posible…?

—¡Ya llegué! —exclamó la maestra con voz exhausta, que por fin hacía acto de aparición al doblar el pasillo y dirigirse hasta ellos.

Fugaku y Minato se separaron de un salto. Repararon sorprendidos en lo cerca que habían estado uno del otro, a punto de rozar sus narices, lo suficientemente cerca para sentir el calor que emanaba el cuerpo contrario. Sin tener el valor de mirarse a la cara ambos se recompusieron a su manera. Fugaku se tocó nerviosamente el pelo y la nuca. Minato carraspeó y miró el suelo con un gran interés.

Sasuke saludó a su maestra con una leve reverencia de la cabeza y Naruto con un afectuoso movimiento de la mano.

—¿Quieren pasar? —dijo la señorita con un rostro bondadoso en lo que abría la puerta y dejaba a los padres ingresar en el aula—. Sasuke, Naruto… Voy a confiar en ustedes. ¿Podrán pasar quince minutos aquí solos sin que intenten matarse?

—¡Puede confiar en mí, vaya que sí! —aseguró Naruto, mientras Sasuke simplemente asentía.

—Más les vale, niños. Si no, se quedarán una hora más ayudándome a limpiar el aula durante todo el semestre, ¿quedó claro?

Por seguridad, ambos chicos ocuparon los asientos más alejados que encontraron.

 

Cuando la profesora cerró la puerta tras suyo, miró con intriga a los dos hombres que habían ocupado un pupitre respectivamente.

—Perdonen la tardanza, pero acaban de terminar las clases y he tenido que venir corriendo —se disculpó la maestra.

Los dos presentes asintieron sin decir palabra.

—Bueno, comencemos. A estas alturas, imagino que ambos tienen la versión que sus hijos les han dado de lo sucedido. ¿Les han dado detalles? —Ellos negaron con la cabeza—. Me lo esperaba. La verdad es que la disputa inició en una clase en el patio de juegos. Ambos se negaron a decirme exactamente las palabras que se dijeron. Lo único que escuché del maestro encargado de esa clase, fue que todo empezó por una tontería. Eso no es alarmante, Sasuke y Naruto pelean por todo y por nada. Sin embargo, decidí que era necesario llamarlos porque esta es la primera vez que llegan a las manos. Y no fue ninguna contienda amistosa.

—¿Usted qué sugiere? —inquirió el Uchiha.

—A mi me gustaría empezar por mejorar la relación que tienen. Pensaba en que podrían trabajar juntos en clase…

—¡Ni hablar! —atajó Minato repentinamente—. Sería una tortura para Naruto estar con ese presumido.

—Tiene un punto, el señor Namikaze —intervino Fugaku asegurándose de mirar al susodicho directamente a los ojos—. A Sasuke no le causa ningún placer acercarse a ese diminuto rubio.

—¡Será porque tu hijo lo molesta demasiado! —a Minato le hervía la sangre.

—¿Qué te hace pensar que el causante, en realidad, no es tu hijo?

—¡Porque te conozco, y Sasuke se mira insoportablemente parecido a ti! ¡El que me provocaba eras tú, siempre! ¡De tal palo tal astilla!

—¡Yo podría decir lo mismo; recuerdo que eras tú el que me seguía a todas partes para retarme a un duelo, ve tú a saber de qué!

—¡Por supuesto que no! ¡Fuiste tú el que no perdió la oportunidad para buscarme pelea, siempre decías cosas irritantes porque sabías que me sacabas de quicio!

—¿Así? ¡Pues si mal no recuerdo, fuiste tú…!

—¡Basta! —bramó la maestra, azotando las manos en la mesa y mirándolos amenazadoramente—. ¡Se comportan igual que mis estudiantes!

—¡Él empezó! —gritaron el moreno y el rubio al unísono y señalándose con un dedo acusador, mirándose con rabia al segundo siguiente. La profesora se sintió tentada a palmearse la frente.

—¿Ustedes se conocían desde antes?

—¡Estudié con él! —exclamó Minato cruzándose de brazos.

—¿Y siempre han sido así?

—¿A qué se refiere? —preguntó Fugaku con una ceja enarcada.

—Ustedes son… Ustedes están comportándose exactamente igual que los dos niños afuera de este salón —dijo la señorita con asombro—. No hay ninguna diferencia. Me están haciendo pensar que, en lugar de corregirlos a ellos, con quien tengo que trabajar es con ustedes.

—¡¿Qué?!

 

 

—¡Quítate de encima, dobe!

—¡Tú eres el estorbo, teme!

Sasuke y Naruto estaban buscando la manera de oír o ver lo que sucedía adentro del salón, pero estaban fracasando estrepitosamente. Demasiado enfrascados en empujarse el uno al otro.

—¡Esto es inútil! —dijo el morenito en un susurro enojado. Mirando a todos lados, logró pensar en un plan—. Trae las sillas de allá y yo acomodaré estas…

—¡No me des órdenes!

—¿Quieres escuchar o no?

—¡Claro que sí!

—¡Entonces cállate y colabora!

Pronto, los dos estuvieron parados en una columna de sillas, a las que subieron ayudándose mutuamente. Ambos pegaron el oído a la madera y miraron por la ventanilla de la puerta.

Su maestra tenía agarrados por las orejas a Fugaku y a Minato. Naruto no pudo evitar reírse, así que se cubrió la boca con una mano. Sasuke dejó escapar una sonrisa, incrédulo ante la imagen que presenciaba. Prestaron atención a lo que decía la profesora.

 

 

—Ahora, quiero que se comporten como los adultos que son y se tranquilicen, ¿sí? —ambos asintieron con la cabeza y acariciaron su oreja adolorida una vez que la señorita los liberó y volvió a su escritorio.

—Es tu culpa, Uchiha idiota…

—Será tuya, rubio tonto…

—¿Dijeron algo? —ambos negaron con la cabeza. Ella sonrió dulcemente. A ellos les recorrió un escalofrío, como si en el salón hubieran descendido unos cuantos grados.

—Por favor, continúe —habló Minato con un deje de nerviosismo.

—Como les decía, pienso que sus hijos trabajarían muy bien juntos. Son muy diferentes y eso los hace aptos para formar un buen equipo. Naruto tiene cualidades que Sasuke no y Sasuke tiene habilidades que Naruto no, por lo que me gustaría explorar ese camino para mejorar su relación y demostrarles que no necesitan pelear, que pueden usar sus diferencias para hacer algo juntos. ¿Están de acuerdo?

—No me convence del todo —opinó Minato con sinceridad.

—Quizás porque usted jamás intentó lo mismo, señor Namikaze —objetó la maestra con amabilidad—. ¿No se atrevería a hacerlo con el señor Uchiha?

—¿Yo? ¿Con este engreído? ¡Ridículo!

—A mí tampoco me parece muy atractiva la idea, rubio.

—Si me permiten, yo pienso que el señor Uchiha y el señor Namikaze harían una excelente pareja —dijo la maestra con dulzura, sin percatarse del alcance de sus palabras.

Minato se sonrojó hasta límites inhumanos y Fugaku casi se atraganta con su propia saliva.

 

 

—¡¿Por qué pusieron esas caras?!

—¡Y yo qué sé, dobe!

 

 

—Perdón… ¿dije algo malo? —ninguno aunó las fuerzas para contestar. El shock era demasiado. Al pensarlo durante un tiempo, la maestra cayó en la cuenta del significado que ellos le habían dado a sus palabras, y no pudo hacer nada más que reírse largo y tendido.

—¿Qué es lo gracioso? —inquirió Fugaku cuando recuperó el habla.

Hablando con voz entrecortada por las risas, la profesora dijo:

—Que ahora entiendo muchas cosas.

—¡No nos deje así, explíquese! —exigió Minato, abanicándose con el primer papel que encontró para que su rostro recuperara un tono normal.

Ella esbozó una sonrisa y acercándose, murmuró para que solo ellos escucharan:

—No quiero que se escandalicen, pero ustedes sufren de un grave caso de tensión sexual.

—¡¿QUÉ?! —gritó Minato, en lo que se alejaba de ella y de Fugaku junto con el pupitre.

—Sin ánimo de ofender, señorita… Está loca —dijo el moreno, perdiendo el poco color que le quedaba.

—Tómenlo como quieran, caballeros, pero sostendré mi teoría hasta nuevo aviso. Antes de seguir, quiero saber una cosa: ¿Son casados?

—Viudo —dijo Minato.

—Divorciado —dijo Fugaku.

—¿Alguno es homofóbico? —ambos negaron con la cabeza—. ¡Perfecto! No veo por qué se asustan tanto. Al fin y al cabo, la idea la concibieron los dos y no me dejarán mentir. En algún momento de sus vidas, han considerado esa opción.

—¡Imposible!

—¡Jamás!

—Digan lo que quieran, sostengo lo que dije. En todos los sentidos —recalcó la maestra con un guiño medio en broma, medio en serio—. Por ahora, lo único que quiero es que avisen a sus hijos de mis planes para que mañana no los tome por sorpresa. Y es su obligación, presentarse aquí todos los viernes a la misma ahora que nos reunimos hoy.

—¿Los niños?

—No, solo ustedes señor Namikaze.

—¿Para qué?

—Para ayudarlos a ustedes, señor Uchiha. No voy a permitir que un odio infundado desde tiempos ancestrales arruine lo que podría ser una hermosa amistad entre Sasuke y Naruto…

—Pero…

—… y si para eso tengo que hacerles a ambos un lavado de cerebros, lo haré sin dudar.

—Pero…

—No se atrevan a faltar a ninguna sesión o a ser impuntuales, porque créanme que de una forma u otra me las cobraré.

—Pero…

—Muchas gracias por su tiempo, pueden retirarse.

 

Sasuke y Naruto se dieron cuenta a tiempo de que la reunión había terminado y corriendo a toda velocidad pusieron las sillas en su lugar y se colocaron muy lejos el uno del otro.

Fugaku y Minato salieron del aula con expresión aterrorizada. Voltearon a verse al mismo tiempo, pero al no más chocar el negro con el azul, desviaron su rostro. Minato con las mejillas coloreadas de carmín. Fugaku mordiendo su labio inferior.

Naruto lanzó a su némesis una mirada interrogante. Sasuke se encogió de hombros, demostrando estar tan perdido como él.

—Entonces… ¿la próxima semana?

—Si, a la misma hora. Vámonos Sasuke.

—Nosotros también nos vamos, Naruto.

Cada padre tomó a su hijo de la mano y lo llevó consigo.

Naruto dirigió una mirada hacia atrás y al ver que Sasuke había hecho lo mismo, le sacó la lengua y puso una cara graciosa. El moreno no resistió y gritó con los labios: “¡DOBE!”

 

Luego de la última muestra de rivalidad del día, Sasuke volcó toda su atención en su padre. Al estar tomados de las manos, el pequeño no pudo evitar notarlo tembloroso así que le dio un ligero apretón. Fugaku notó la muestra de preocupación y afecto, así que cargó a su hijo en los brazos y le dio un gran abrazo.

—¿Estás mejor? —preguntó el morenito.

—Ahora sí, gracias a ti —respondió el padre, estrechándolo un poco más y desordenando su cabello.

—¿Estoy castigado?

—¿Tú qué crees?

—Que tendré a Itachi molestándome toda la semana porque no podré jugar en mi PlayStation.

—Y estás en lo correcto.

—¿Pero por qué? Si fue él quien comenzó… —objetó Sasuke con un ligero mohín. Fugaku no veía ese gesto tan lindo desde hace mucho tiempo, así que supuso que su hijo debía estar muy molesto.

—Yo sé que fue él quien comenzó —le susurró Fugaku al oído, como un secreto solo de ellos—. Pero ahora estamos metidos en un gran problema.

—¿En serio?

—Si, a partir de mañana, todos los trabajos en clase los harás con Naruto.

—¡¿Qué?! —Sasuke no daba crédito a lo que oía.

—Como oyes. Y estaremos juntos en esto: yo también tendré que venir todos los viernes a reunirme con el papá de Naruto.

—¡¿Para qué?!

—Según tu maestra, que por cierto está loca, tengo que mejorar mi relación con él —logró decir Fugaku con las palabras adecuadas.

—¿Entonces es cierto que lo conocías desde antes?

—¿Cómo te diste cuenta?

—Cambiaste. Desde el momento en lo viste, cambiaste —el hijo vio a su padre confuso, así que siguió explicándose—. Te pusiste tenso y enojado de repente… ¿Quién es él?

“Tan suspicaz” dijo el moreno para sus adentros.

—Un viejo enemigo —dijo el mayor con cierta nostalgia—. Algo así como tú y Naruto.

—Pero él no se ve tan malo, espero que Naruto sea como él cuando crezca. Así quizás me caerá mejor.

—¿Te agradó Minato?

—No me desagradó y eso es decir mucho. ¿A ti te agrada?

—¿P-Por qué preguntas? —Fugaku sintió su garganta seca de repente.

—Porque es extraño que una sola persona logre que cambies de humor tan rápido. Creo que eso es bueno. No es por nada, padre, pero a veces puedes ser muy gruñón.

—¿Gruñón? —repitió Fugaku algo indignado.

—Y amargado. Y muy cerrado. Hay días enteros en los que apenas nos hablas a Itachi y a mí. Ese señor, Minato, parece que te trastorna muy fácilmente.

Fugaku quedó pensativo ante las palabras de su hijo. ¿Podría ser…?

—Pero solo siento enfado al verlo.

—Es algo. La mayor parte de la gente te es indiferente.

“Es más perspicaz que yo” comentó Fugaku algo asustado.

—Tienes razón —admiró el padre.

—Claro que tengo razón —respondió el hijo con una sonrisa en guardia.

—No te emociones, solo fue un golpe de suerte —dijo el Uchiha mayor al darle un toquecito en la frente—. Te propongo un trato: Ya que tu maestra parece que nos ha impuesto una obligación sin sentido, pero que tenemos que cumplir de todas maneras, vamos a sufrir juntos. Yo haré mi parte si tú haces la tuya, y así nos evitaremos problemas a futuro.

—Estoy de acuerdo —aceptó Sasuke con actitud profesional—. ¿Quiere decir que tengo que dejar de pelear con Naruto?

—Nah~. Siempre puedes molestarlo. Y la próxima vez que Itachi quiera molestarte, puedes agarrar su Xbox y llevártelo a tu cuarto. Si pregunta, dile que fueron mis órdenes.

—¡Yey~! —celebró Sasuke mientras se abrazaba al cuello de su progenitor, posaba un beso en su mejilla y luego se encogía contra él como si fuera un gatito.

 

En dirección opuesta, Minato había sostenido una conversación parecida con su hijo, con la gran diferencia que Naruto había intentado averiguar por todos los medios cuál era la razón del sonrojo de su padre. Minato desvió su atención cuando dijo que esa noche cenarían ramen.

Fugaku y Minato, en lugares completamente diferentes, dejaron salir un suspiro al mismo tiempo y por la misma razón. Llevarse bien sería toda una proeza, por no decir que sería un milagro. Pero, solo por esa espinita de curiosidad que esa maestra tan temeraria había implantado en sus almas, estarían dispuestos a intentarlo.

Quizás descubrirían que ese moreno no era tan frío y arrogante como se veía y que tenía mucho corazón. Quizás descubrirían que ese rubio tenía una personalidad hecha para amarla y que podría traer mucha alegría consigo.

Quizás, tan solo quizás… El destino les quería dar una nueva oportunidad.

 

 

Notas finales:

Stig, solo ruego a Dios no haberte decepcionado ( T^T )

Espero que todos lo hayan disfrutado, muy sinceramente. Esencialmente, que les haya hecho pasar un buen rato y como mínimo que no les aburriera.

Cualquier error que quieran hacerme notar, así como sugerencias, críticas y correcciones serán bien recibidas.

¿Comentarios? ¡Soy todo ojos! ( XD ) Y queda totalmente a su criterio.

Reitero: ¡Gracias por su lectura!

Cuídense mucho. Se despide con un "¡Hasta luego!" su no-tan-humilde servidora...

ItaDei_SasuNaru fan.


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