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Lazos por ItaDei_SasuNaru fan

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Notas del capitulo:

¡¡¡Hola, mis pervertidos amantes del FugaMina!!!

¡Llegamos al primer epílogo! ( *0* )9

Lo siento, sé que no tengo su perdón por mi tardanza ( TT.TT ). Me castigaré duramente por la culpa que me genera mi imperfección y la maravilla de sus comentarios.

No tengo palabras para agradecerles sus palabras, y los prodigios que crean en mi.

QUIERO QUE LEVANTEN LA MANO LOS QUE LES GUSTÓ EL LEMMON ( >0< )

A mi me encantó, me siento orgullosa de él ( -///- )

 

¡Tercera vez que no actualizo a la medianoche! ( >0< )9

Ya conocen mis imperfecciones, pido perdón por ellas.

Disclaimer: ...

A nadie le importa.

¡Por y para ustedes, disfruten!

 

 

MESES DESPUÉS…

Itachi salió del instituto y no para seguir con su rutina de la tarde. De pie en el autobús, se preguntó con interés cual sería la razón por la que el Líder había pedido verlo con urgencia.

El denominado como Líder, mejor conocido por sus amigos como “Pain” y “Nagato” para Konan, era el hombre que se había tomado la responsabilidad de cuidar a interesantes personajes peligrosos. Algunos bromeaban diciéndole que contaba con un arsenal perfecto para conquistar el mundo. El pelinaranja simplemente sonreía misterioso.

Sin embargo, contrario a la opinión de muchos, Pain se había dado a la tarea de seleccionar a un grupo de peculiares individuos con la misión de reformarlos.

Itachi sabía, porque el Líder en persona se lo había contado, que había sido un hombre sediento de poder como ninguno, tanto que llegó a perderse a sí mismo durante un tiempo y se convirtió un criminal de los bajos mundos, ganándose un nombre que todos aprendieron a respetar.

Dolor.

Pain había logrado en poco tiempo planear un mercado a futuro con un servicio que nadie más había siquiera imaginado: un monopolio de guerra. Y ya que todo empieza desde abajo, él siempre tuvo la certeza de que no tardaría en ascender.

Pero luego perdió a Yahiko, su mejor amigo, y por culpa de sus malas decisiones. Konan, su ángel, le ayudó a recapacitar acerca del porvenir tenebroso que parecía aguardarles.

¿Quién diría que aquel mercenario anónimo, que había hecho temblar empresas de renombre con solo dar sus primeros pasos, se convertiría un padre de familia felizmente casado?

Con la intención de mantener a su lado a aquellos que desde un principio consideró parte de su círculo de confianza, Pain se conformó con tener una pequeña organización clandestina, cuyo fin era proteger y reformar a los niños de las calles.

Si señores y señoras, Pain era todo un Nobel de la paz. Claro, alguna vez solía darse un gusto y veía como sus chicos se burlaban de las autoridades en sus narices, pero solo era por satisfacción personal. Alguien debía enseñarles a dejar de holgazanear, ¿no es así?

Itachi lo conoció casi por accidente. Kisame se lo presentó. Si realmente era verdad todo lo que su amigo decía, Itachi debía conocerlo.

El moreno de la coleta no simpatizaba con la violencia ni la clandestinidad, no obstante, su sentido altruista no pudo rechazar la petición.

Ahora, volviendo al presente, el Uchiha había estado dándole vueltas a la reunión muchas veces en su cabeza.

A punto de entrar en la sala de reuniones de un edificio aparentemente destartalado, Itachi sintió que se le encogía el corazón.

Como siempre, el lugar estaba abarrotado de ladrones, rebeldes, huérfanos, prófugos de su propia casa, rechazados, chicos problemáticos.

Contrario a lo que el mundo pensaba de ellos, Itachi jamás se atrevió a llamarlos de esa manera.

Él, al igual que Pain y sus compañeros, creía que esos chicos eran especiales a su manera. Eran los que iban contra la corriente, los que eran capaces de ver las cosas de forma diferente. No seguían las reglas, no tenían respeto por el status quo, eran tratados como inadaptados. Y aún así, Itachi creía que era imposible pasarlos por alto, porque ellos podían hacer grandes cosas, cambiarlas, impulsar el mundo hacia adelante.

Porque mientras el mundo los veía como locos, Pain veía genios incomprendidos.

Por eso le ayudaba y por eso estaba allí esa tarde.

Chiquillos de todas las edades se abrazaron a sus piernas cuando abrió las puertas e Itachi sacó de su mochila un puñado de bolsas de golosinas que había comprado en el camino, obteniendo aplausos y vítores de todos.

Para aquellos niños, él era “Itachi-niichan” y era el más genial de todos sus “hermanos mayores”.

—Tú no me vas a ayudar a dormirlos cuando llegue la noche.

Pain lo miró con enfado a través de la montaña de cabecitas.

—Creo que Kakuzu será suficiente para controlarlos cuando llegue el momento.

—Carajo, no. No quiero aterrorizarlos de por vida.

—Entonces Konan bastará, sobre todo si anda con sus maléficos cambios de humor y escupiendo fuego cuando- ¡Ouch!

—Deja de hablar tanta basura y sígueme —espetó el Líder luego que le dejara ir un coscorrón.

Pain lo condujo a su pequeña oficina, un cuarto diminuto al fondo del piso abarrotado, lleno de papeles y una que otra lata de cerveza en el suelo.

—¿Para qué soy bueno? —dijo Itachi luego de sentarse en la única silla de la estancia.

—Va a llegar un nuevo integrante y necesito que tú lo acojas.

—¿Qué? ¿por qué?

—Es un chico muy especial. Es menor que tú pero es un especialista en bombas caseras, ha intentando volar en pedazos su escuela en dos ocasiones. Es un piromaníaco en potencia, encontraron en su cuarto el suficiente TNT como para hacer explotar toda una cuadra en un santiamén.

Itachi guardó silencio.

—Ya estuvo un año en una cárcel para menores, pero no pudo regresar a casa y continuar con su vida, no sé si me entiendes.

—Huyó de casa —aseveró Itachi.

—Podría decirse que sí.

—¿Y por qué soy yo quien debe hacerse cargo de él?

—¿Miedo, Uchiha?

—Ya quisieras, Pain. Solo quiero saber porqué me has escogido de entre todos.

—Itachi, intenta ser razonable. Con tanto trabajo yo no puedo atenderlo personalmente. ¿Te has puesto a pensar en las opciones que hay? Un hombre que sufre de hipopituitarismo, un religioso-fanático-sadomasoquista, un sicario a sangre fría, un bipolar vegetariano, un fratricida un poco reformado, una mujer embarazada, está Obito que sigue siendo un niño y luego estás tú.

—Wow… No suena muy bien.

—Exacto.

—Entonces… ¿estás diciendo que soy lo mejor entre lo peor?

Pain asintió. Tenía una dulzura para decir las cosas…

—Supongo que lo haré, por el bien del pobre niño ¿dónde está ahora, allá afuera? —preguntó el moreno señalando a los chicos.

—No, está rumbo a tu casa.

—Ah claro, ya lo busca- ¡¿qué dijiste?!

—En este momento seguramente está llegando a tu casa —reiteró el líder mirando su reloj de mano.

—¿Cómo es eso posible? —la voz del Uchiha descendió peligrosamente.

—Pensé que era lo más natural, después de todo fue tu padre quien me pidió este favor.

—¿Pero qué demonios…? ¿Mi padre? ¿Desde cuándo tú hablas con mi padre? Espera, ese no es el punto —Itachi se masajeó las sienes al sentir como un dolor su cabeza empezaba a martillear.

—Él me llamó hace una semana y me dijo que tenía una petición: aceptar a este chico y hacerlo un hombre útil para la sociedad.

—¿Quién es él? —demandó saber el moreno.

Debía saber quién era esa persona y porqué era tan importante para Fugaku Uchiha, que decidió tomar cartas en el asunto.

El Líder tomó el portafolio de la punta de la columna de carpetas y se la extendió.

Cuando Itachi lo abrió, contuvo un grito ahogado.

Rubio, de ojos azules, con una sonrisa Colgate…

—Deidara Namikaze —murmuró el Uchiha para sí mismo.

—¿Lo conoces?

—A él no, pero probablemente conozco a un familiar suyo.

—Ahora entiendo todo.

—¿El qué?

—Tu padre dijo que le haría un gran favor al aceptar a este chico; dijo que quería hacerlo por alguien especial.

El señor Minato” rumió el joven para sus adentros.

—¿Dijo algo más?

—Pues… me pidió que te lo asignara especialmente a ti.

 

 

Jamás creyó que su padre utilizaría a sus amigos para vengarse. Actuar por medio de Pain había sido algo muy inteligente, al fin y al cabo, trabajaba para él así que no encontraría forma de negarse.

Debía darle su mérito.

Al llegar a su hogar, las puertas del portón se abrieron automáticamente. Saludó a los guardias con pasajera amabilidad.

Dejó que las mucamas le atendieran y permitió que prepararan la cena a su antojo.

Debía buscar a ese tal Deidara.

—Aún no han llegado los demás —susurró a la soledad de los pasillos cuando reparó en que no había visto ningún par de zapatos extra en la entrada.

De pronto, su tortura dio inicio.

Sin importar que estuviera con todos los sentidos alerta, su corazón sintió un brutal sobresalto al escuchar un ruido espantoso proveniente del ala oeste de la mansión. Preparándose para lo peor, tomó un extintor que había por allí y corrió en dirección al sonido de la explosión.

Entró a las cocinas precipitadamente y con el alma en vilo.

—¿Qué demonios sucede? —exclamó al azotar las puertas.

Sintiéndose tonto con el extintor en las manos, Itachi vio reunidas a todas las sirvientas y cocineras, que parecían disfrutar de un show privado de luces.

En medio de ellas, y con una sonrisa deslumbrante por ser el centro de atención, estaba el famoso Deidara. Felizmente realizaba un circo y maroma, presumiendo su habilidad para manejar los explosivos a su antojo.

—¿Y tú quién eres? —preguntó a bocajarro el rubio.

Toda la servidumbre ahogó un gemido de la impresión. Nadie, nunca, se había dirigido así al señor Itachi.

Sin decir palabra el moreno avanzó hasta el pequeño presumido, lo tomó fuertemente por la muñeca y lo arrastró fuera del lugar.

—¡Espera, idiota! ¿Qué crees que haces? ¿Adónde me llevas? —gritaba Deidara.

Itachi no contestó.

—¡Déjame ir! —continuó Deidara resistiéndose a avanzar con la fuerza de sus pies.

Itachi ni siquiera le volteó a ver.

—Está bien, ya me cansaste —se detuvo de repente y se sentó en medio del pasillo, logrando que el Uchiha trastabillara por lo imprevisto de la acción.

—¿Qué haces?

—¡Es lo que debería decir yo, maldito! ¿Quién te has creído para mangonearme así?

—Me llamo Itachi Uchiha y soy el dueño de esta casa.

—¡Pues me da igual quien seas, estúpido! No hay razón para que me saques de esa manera. Solo estaba divirtiéndome con las chicas porque llevo más de una hora aquí aburrido. No me importan tus aires de niño pijo, ni todo tu dinero, ni lo que quieras, simplemente estoy esperando al enviado de Pain.

—Soy yo.

—¿Con qué eres tú, desgraciado? ¡A ti te voy a dar una paliza y le voy a demostrar ese líder tuyo que no necesito de su ayuda ni la de nadie!

Ágil como un felino, Deidara se levantó desde el suelo con el puño en ristre. Debió haber sido un puñetazo impecable de no ser por la velocidad de Itachi, que lo esquivo sin pestañear.

El moreno, aprovechando la estupefacción de su contrincante, se movió raudo a sus espaldas. Sujetó sin misericordia el brazo de Deidara, lo torció para inmovilizarlo y obligó a que se doblara sobre sus rodillas.

Apoyando todo el peso de su cuerpo en el rubio, Itachi aplastó a Deidara contra el suelo.

—Te voy a contar algo, Deidara: no estás en posición de rechazar nuestra ayuda.

—¡Suéltame, imbécil, he dicho que me sueltes! ¡Espera a que me levante, porque cuando lo haga te daré una que no la olvidarás!

—¿Es que no sabes callarte? Habla como las personas normales.

—¿Me estás llamando anormal? ¡El anormal serás tú, engendro del demonio! ¡Te machacaré cuando logre levantarme! ¡Te haré explotar con mi arte!—bramó el rubio forcejeando bajo Itachi sin descanso.

—No entiendo tu razonamiento. Como te decía, Deidara, no puedes negarte. Y aunque lo hicieras, no podrías escapar de nosotros.

—¿Cómo dices?

—¿Crees que puedes escapar?

—¡Claro que sí!

—Entonces hazlo.

—¿Qué? —pronunció Deidara sin dar crédito a sus oídos y deteniéndose en seco.

—Si logras zafarte de mi poder y me vences, te doy mi palabra de que ya no te buscaremos más. Si no lo logras, te mantendrás conmigo todo el tiempo que sea necesario para tu rehabilitación y harás lo que nosotros te pidamos… ¿trato?

Por toda respuesta, Deidara redobló sus forcejeos.

Itachi sabía que estaba siendo malo a propósito ya que poseía una clara posición de ventaja. Además, el chico rubio todavía no era rival para su fuerza. Al cabo de media hora, cuando ya fue evidente la derrota, Itachi lo dejó ir.

Deidara se levantó lentamente del suelo, como midiendo su propio autocontrol. Sintiéndose humillado, débil y ultrajado, dijo:

—Esto no se quedará así, te juro que te venceré Itachi Uchiha.

—Por supuesto, Deidara. Lo harás cuando los cerdos vuelen.

—¡Sigue confiando, idiota! Te atacaré cuando menos te los esperes... ¡morirás del miedo!

—¿Sorprenderme tú a mí? ¿Es un chiste, se supone que debo reírme?

—¡Eres un niño mimado!

—Guau, si me dolió —Itachi utilizó su voz más burlona—. ¿Eso es lo mejor que tienes?

—¡Eres un…! ¡Te odio!

—Yo sé que te dejo sin palabras, Deidara, pero no creí que fuera para tanto.

—¡Grrr! ¡Todos los Uchiha son unos idiotas con complejo de diva, no sé como mi tío se vino a enamorar de uno! —escupió Deidara con veneno.

—Atrévete a repetir eso o cállate —el moreno afiló su mirada.

—Lo diré cuantas veces quieras —reafirmó el rubio apretando sus puños.

—¡No metas a mi padre en lo que no te importa!

Itachi dio un paso adelante.

—¡¿Entonces por qué no me dejas en paz?!

Deidara dio otro más.

—No te estoy haciendo nada, grandísimo pensante.

Y un paso más.

—¡¿Cómo dijiste?!

Y otro más.

—¿También eres sordo? He dicho que te calles.

Sus respiraciones agitadas parecían mezclarse.

—¡No puedes obligarme, Uchiha!

—Ahora verás de lo que soy capaz…

 

 

—¿Qué sucede allá arriba? —preguntó Naruto quitándose la mochila del hombro en la entrada de la casa.

Sasuke negó con la cabeza, quitándose un poco de escarcha en el abrigo. Sabía que una de las voces que se oía en la lejanía pertenecía a su queridísimo hermano mayor pero no podría figurarse qué lo tenía tan descompuesto.

—¿Deidara ya llegó? —dijo Minato a espaldas de los pequeños, ya que recién venía entrando.

—¿Deidara-nii está aquí? ¡Genial! —celebró Naruto para acto seguido salir disparado.

—¿No les dijiste que vendría, Fugaku?

—Creí que les dirías tú. Lo siento, se me olvidó. Asumiré las consecuencias de mi error —replicó el Uchiha mayor, componiendo un rostro de la más pura ingenuidad.

Minato cabeceó resignado y salió en pos de su hijo.

Fugaku pretendía seguirlo cuando la voz de Sasuke lo detuvo.

—¿Quién es la visita?

—Es un sobrino lejano de Minato, se llama Deidara Namikaze.

Sasuke agudizó la mirada y leyó la expresión de su padre.

—¿Tiene la edad de Itachi?

—Por supuesto.

El pequeño Uchiha sonrió con maldad.

—Itachi apenas es un principiante, ¿cómo esperas que aguante? Probablemente acaban de conocerse y ya se están volviendo locos.

—Es todo un amateur, tienes razón —corroboró el padre—. Tendrá que sufrir con su propio rubio.

—Ya le hacía falta un poco de su propia medicina. Esto será tan divertido.

Aquella casa se convertiría en una casa de locos.

 

Notas finales:

 


ACLARACIONES: ¡Un epílogo más y terminamos! ( TwT )


ADVERTENCIA: Si hay alguien que no le gusta lo que pasó en este capítulo, y desea criticarlo constructivamente, puede hacerlo.

Stig, mi alma, mi amor, todo desaparecerá si así lo deseas.

¿Merezco comentarios? ( ^^? )

¡Gracias por su lectura! Es un honor para mi que usteden lean.

Cuídense mucho.

¡Hasta luego!


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