Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Lazos por ItaDei_SasuNaru fan

[Reviews - 47]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡¡¡Hola, mis preciosos amantes del FugaMina!!!

¿Ven que cumplo con mis promesas? ¡Han sido sus comentarios sublimes los que llevan a este FF adelante!

¡Sus comentarios y nada más!

¡Mil besos y abrazos para ustedes, que hacen que saque fuerzas de la extenuación! ( >3< )

¡Me encanta cuando me exigen y me presionan con sus palabras! Me ayudan a trabajar mejor ( ;D )

Estoy haciendo mi mejor esfuerzo para poder contestar sus comentarios. No dejo de repetir:

Agradezco su apoyo con todas las fuerzas que el alma me da.

 

Aquí está la continuación y solamente porque ustedes, amores, lo pidieron.

Ya conocen mis imperfecciones, pido perdón por ellas.

Disclaimer: Los personajes pertenecen a un japonés sin misericordia alguna, al que mataré para quedarme con sus derechos intelectuales de sus personajes de Naruto >:3

 

¡Es totalmente suyo, disfruten!

 

 

—Quiero ir.

—¿Por qué?

—Simple curiosidad.

—No te atrevas a usar mi propio argumento en mi contra, jovencito —objetó Fugaku mientras examinaba la sonriente cara de su hijo mayor.

Itachi y Sasuke llevaban planeando algo toda la semana. Seguramente algo particularmente extraño y oscuro, a juzgar por las expresiones de supremacía y ventaja que adornaban sus facciones y las interrupciones abruptas que hacían los dos hermanos cada vez que él se asomaba.

El Uchiha mayor ya le había pedido a las mucamas que le reportaran información filtrada si lograban conseguirla pero era inútil. Sus hijos jamás bajarían la guardia.

Y ahí estaba. Frente a Itachi, observándole con mucho detenimiento, tratando de leer su expresión o su gesto sin lograr develar nada.

—Es la verdad. Sé que Sasuke y tú han estado haciendo una terapia de grupo por varios meses, pero no me han explicado en qué consiste ni quiénes son sus compañeros —argumentó el moreno de la coleta con serenidad flemática—. Tengo curiosidad.

—¿Y lo que quieres es…?

—Conocerlos, por supuesto.

—¿Por qué…?

—Me preocupo por ustedes. ¿Qué otras intenciones podría tener?

A Fugaku se le ocurrieron mil y un posibilidades. Cada una peor que la anterior.

Sasuke estaba presente en la reunión, sentado en un sillón de la sala, leyendo un libro -un poco más grande que él- pero observando a sus mayores por el rabillo del ojo y sin perder palabra. Es cierto que Itachi y él habían estado planeando ciertas cuestiones referentes a su padre, aunque no había resultado sencillo.

Fugaku estaba perdido, no podía adivinar las intenciones de sus hijos.

—Creí que este fin de semana querrían visitar a su madre.

—Ya hablamos con ella y quedamos de acuerdo para salir la otra semana, ¿ya puedo ir?

—¿Y no tienen…?

—No, me encargué de finalizar mis proyectos así que tengo libre toda la tarde de mañana y Sasuke no tiene tareas tampoco, ya le ayudé.

Fugaku miró a su hijo menor y Sasuke corroboró  con un asentimiento. El padre continuó mirando a Itachi con desconfianza, fingiendo que juzgaba su credibilidad cuando en realidad pensaba en alguna manera de impedir sus planes, cualquiera que estos fuesen.

Falló miserablemente.

—Bien, puedes venir con nosotros.

Trató de ignorar las sonrisas milimétricas que mostraron sus retoños, que le presagiaron un día de lo más interesante.

 

 

Cuando al día siguiente Itachi entró al aula donde su hermano recibía las clases y vio a la maestra, encontró en ella un detalle de lo más divertido. Parecía excepcionalmente contenta de ver a Fugaku llegar a la reunión. Itachi enarcó una ceja cuando la maestra le dirigió un vistazo que contenía muchos pensamientos.

El joven saludó a la profesora con modales muy bien entrenados y con esa galantería famosa por ser un don de los Uchiha.

La señorita, viendo a los tres morenos sentados frente a ella, pensó que eran todos unos rompecorazones.

Después de revisar la hora en su reloj por tercera vez, Minato y Naruto irrumpieron en la estancia como un torbellino, balbuceando disculpas por la tardanza y respirando entrecortadamente por la carrera.

Minato comenzó pidiéndole perdón a la maestra, explicándole atropelladamente que su auto había quedado varado en medio del tráfico. Tuvo que esperar media hora para que llegaran a auxiliarlo los servicios del seguro y poder transportar el carro al taller más cercano. Naruto y él habían tenido que caminar mucho trecho.

Cuando al fin los rubios repararon en la presencia del tercer moreno y se acercaron a saludarlo, Itachi los miró con ojos desorbitados.

—Minato Namikaze.

—Itachi Uchiha —con tono ausente. “Son idénticos.”

—¿Pasa algo, Itachi-san? —preguntó el mayor, asustado porque el muchacho parecía impresionado.

—No, nada. Lo siento. Me recuerdan mucho a alguien que conozco —se apresuró a responder el aludido, pasando a saludar apropiadamente al peque.

—Tú debes ser el hermano del teme —soltó Naruto al estrechar la mano de Itachi.

—Teme… ¿Sasuke?

—Sip, el teme.

Itachi no contuvo la carcajada.

—Sí, yo soy el queridísimo hermano mayor del teme. Mucho gusto, Naruto-kun. Algo me dice que tú y yo nos llevaremos muy bien —correspondió Itachi con un complicidad.

Sasuke se aseguró de lanzar a su hermano una mirada asesina.

—Ahora que ya todos se conocen, creo que podemos empezar —dijo la profesora consiguiendo la atención de los presentes al sacar un pequeño tablero de juego y extenderlo sobre la mesa.

—¿Qué es eso? —preguntó Minato examinando unas fichas de colores.

—Hoy van a jugar “No te enojes”(1) —aclaró ella sacando los dados con una sonrisa deslumbrante.

—¿En qué consiste?

—Cada uno tendrá cuatro peones (o fichas) del color que elijan y con ellas tendrán que darle la vuelta a todo este recorrido—la señorita lo señaló en el tablero—. Cuando las cuatro fichas hayan dado la vuelta completa y entren en el espacio que les corresponde, habrán ganado.

La maestra también explicó todas las formas posibles que existían para perder una ficha y con ella todo el recorrido ganado durante el juego, demostrando que perder era ridículamente fácil y volver a entrar era fastidiosamente difícil. Supuestamente sería una partida corta.

Enojarse era inevitable y si recordamos que Minato y Fugaku odian perder casi con el mismo fervor, el juego parecía diseñado para ellos.

—Agregaré mi propia regla: cada vez que el señor Namikaze pierda una ficha a manos del señor Uchiha y se sienta enojado, deberá decir algo que le guste de él y viceversa—puntualizó la maestra con una sonrisa todavía más grande que la anterior.

La profesora se ganó el respeto de Itachi en ese instante; era una estrategia muy inteligente.

—¿Algo que me guste? —repitió Minato incrédulo.

—Puede ser cualquier cosa: su ropa, su carácter, su físico… Lo que sea.

—No será tan sencillo —replicó Fugaku, picando al otro con rapidez.

—Me acabas de robar las palabras de la boca.

—No lo creo. Tú tienes de dónde escoger, yo por el contrario…

—Arrogante —murmuró entre dientes—. ¿Usted no jugará? —preguntó dirigiéndose a la maestra.

—No, señor Namikaze. Este es un ejercicio para ustedes y parece que requerirá un gran esfuerzo de su parte, pero por eso lo escogí.

Sin poder replicar nada, tanto el rubio como el moreno tomaron una silla y se dispusieron a jugar ese nuevo desafío.

No habían transcurrido ni cinco minutos cuando Fugaku ya había perdido su primer peón a manos de un feliz Minato.

—Eso fue trampa —pronunció el Uchiha con los dientes apretados, resistiéndose a decir una cualidad de su contrincante. A regañadientes y amenazado por los ojos de la maestra tuvo que halagar el reloj, que fue lo primero que vio.

Al poco rato, el valiente peón de Minato que ya casi se acercaba a la meta, fue derribado por el de Fugaku.

—¡Pedazo de…!

—Señor Namikaze.

—¡Lo hizo a propósito!

—Si no coopera, perderá automáticamente.

Minato respiró hondo antes de optar por elogiar su camisa.

No pasaría mucho tiempo para que las prendas se acabaran y ambos jugadores tuvieran que comenzar por apreciar alguna que otra cualidad física.

Estaba complacido con las técnicas de la maestra de Sasuke, tenía una envidiable imaginación y si la corazonada no le fallaba, ella y los Uchiha tenían metas en común. No sería demasiado trabajo si contaba con su ayuda.

Hablando de familia, ¿dónde se había metido su tonto hermano menor? Había desaparecido del salón tanto él como Naruto. En algún momento se escabulleron, quizás cuando estuvo muy concentrado en el juego de los padres.

Evaluó la situación y dictaminó que la profesora tenía todo bajo control. Con un suave “Con permiso” que solo la señorita escuchó, Itachi salió en busca de los menores.

Tuvo que caminar por varios pasillos antes de encontrarlos en la cancha de fútbol. Con bastante cautela, disimuló su presencia y logró acercarse por detrás, ubicándose cerca de las gradas del público, lo justo para escuchar la discusión que Sasuke y Naruto estaban sosteniendo.

—¡Este es mi lado de la cancha, teme!

—Nadie te ha nombrado dueño de este lado, dobe.

—¡Yo llegué primero! —objetó Naruto apretando la pelota contra su pecho.

—Eso no te da ningún derecho sobre él —rebatió Sasuke cruzado de brazos.

—¿Y por qué no te vas al otro lado?

—Porque no quiero.

—¡¿Por qué siempre me molestas?!

—Yo no te molesto dobe, si quisiera hacerlo sufrirías diez veces más.

Para sorpresa de Itachi, su hermano comenzó a lucir enfadado de verdad.

—¡Por supuesto que lo haces! ¡Te la pasas humillándome!

—¡Yo no te humillo! —volvió a replicar el Uchiha levantando la voz.

Era tan raro ver a Sasuke perder el autocontrol. El argumento de Naruto resultaba preocupante.

—¡Siempre buscas quedar bien ante todo el mundo para que te alaben! ¿Cómo le llamas a eso?—exclamó Naruto lanzando la pelota al suelo con fuerza.

—¿De qué hablas? —la mirada de Sasuke expresaba confusión.

—¡No te hagas el listo! ¡Sakura-chan siempre está pendiente de ti porque no puedes evitar llamar su atención!

—Nunca he buscado la atención de ella ni de nadie, usuratonkachi —explicó Sasuke con toda la calma que fue capaz de reunir.

—¡Si por eso es que te la pasas peleando conmigo! ¡Por eso tengo que ser tu rival!

—¿Mi rival? —repitió el moreno afilando su mirada hasta hacerla peligrosa—. ¿Tú crees que peleo contigo por Sakura?

—¿Y por qué otra cosa pelearías?

—Eres más dobe de lo que creí.

—¡No entiendo lo que dices!

—De todas las razones posibles, ¿de dónde diablos sacas que me tomaría la molestia de pelear contigo por ella? ¡Precisamente ella! ¿Te has fijado que apenas le importas?

—¡Sakura-chan no es mala! ¡Si me ignora es por tu culpa! ¿Y a ti que te importa la forma en que me trata?

—Resulta que sí.

—¿Por qué?

—¿Acaso crees que lo sé? Si lo supiera no me daría tanta rabia —espetó de último, sentándose justo en el sitio donde había estado parado, con los ojos cerrados y el entrecejo fruncido por el esfuerzo que le tomaba calmarse.

Naruto guardó silencio debido al desconcierto que le generaron las palabras de Sasuke. Con cuidado, el rubio se acercó hasta él y tomó asiento a su lado.

—¿Tú odias a Sakura-chan?

—¿Odiarla? No. Solo es un poco molesta, pero todas las niñas del colegio lo son.

—¿Por qué te molestan?

—Porque se pasan todo el día lloriqueando para que las vea.

—Eres un tonto, Sasuke —dijo Naruto enojado, consciente de que llamaba a su rival por su nombre, con el propósito de que así le prestaría atención—. Solo tienen ojos para ti y todavía te das el lujo de quejarte.

—Tal vez no quiero su atención.

—¿Y de quién la quieres entonces?

—De nadie en particular.

—¿Qué es lo quieres?

—Nada, dobe. Tranquilízate y deja de preguntar.

“Mis ambiciones me competen a mí y solo a mí” susurró una voz extraña en el rescoldo del pensamiento del pequeño Uchiha, que la escuchaba cuando menos se la esperaba, sin saber quién hablaba o de qué rincón salía.

—¿Te puedo ayudar?

—¿Cómo sabes que estarás a la altura de mis planes? —preguntó Sasuke con el afán de picar al pequeño rubio.

—Todo lo que tú hagas Uchiha, yo lo puedo hacer diez veces mejor —rebatió Naruto, mostrando esa su fuerza de voluntad que lo caracterizaría por toda su vida. El otro simplemente sonrió.

—Volvamos al salón. Tal vez ya terminaron de jugar —sugirió Sasuke levantándose del suelo y sacudiéndose el polvo del pantalón, dejando a un lado la profundidad de la reciente conversación.

Naruto no lo siguió sin chistar. Buscando la portería se dispuso a practicar unos cuantos goles. Por supuesto que Sasuke hizo de portero.

Cuando ambos decidieron volver al salón, Itachi tuvo que utilizar todas sus habilidades ninja para llegar antes que ellos sin ser descubierto. Pero mientras corría, Itachi cayó en la cuenta de un detalle muy importante: también tendría que ayudar a su hermano.

Al abrir la puerta, lo primero que escuchó fue la voz de Minato retumbando por las paredes:

—¡Tienes que estar bromeando!

“¿Pasó algo malo?” pensó el Uchiha de la coleta adentrándose con precaución, viendo a su padre con la ira escrita por toda su cara y a Minato con una sonrisa de oreja a oreja.

—¿Estás diciendo que te burlaste de mi cabello rubio durante todo este tiempo para que al final admitieras que te gusta? ¡Esto no tiene precio! —pronunció el rubio, un poco ruborizado por la emoción.

Sasuke y Naruto, que venían llegando, quedaron paralizados en la puerta.

Fugaku miró algún punto de la pared, apretando los dientes con muchísima fuerza. ¡Algo de dignidad, por el amor a Dios! decía su rostro.

La profesora por el contrario les aplaudió por su desempeño durante la tarde y por su buena disposición. Les despidió por ese día y les pidió a los peques que estudiaran, porque se aproximaba la época de exámenes.

Caminando hacia los estacionamientos, Naruto preguntó:

—Papá, ¿cómo llegaremos a casa?

—Esa es una buena pregunta, hijo mío. ¿Te importaría que tomáramos un bus?

—Tardaremos horas en llegar —gimoteó el pequeño—. ¿Qué tal un taxi?

—No ando mucho dinero, Naru —dijo Minato con mucha pena en su expresión, a modo de disculpa.

—Supongo que-

—Nosotros tenemos un auto —dijo Itachi, interviniendo de repente, señalando el espacioso y gran auto de Fugaku.

—¿Qué? —saltó el padre mirando con estupefacción a su hijo mayor.

No repararon en los pobres rubios que casi se infartan por no percatarse que tenían a los Uchiha a la par.

—Mi padre estará encantado de ayudarlos —aportó Sasuke mirando a Naruto—. Después de todo, ya somos amigos ¿no?

—¿Amigos? —saltaron los adultos al unísono.

Minato notó a su retoño sorprendido, pero viendo que una diminuta sonrisa comenzaba a formarse en su carita por las palabras del morenito, decidió aventurarse.

 —¿Estás bien con esto, Uchiha? No quisiéramos molestarte.

Fugaku sintió dagas apuntándole al cuello, preparadas a saltar sin misericordia si se negaba.

—No será problema, Namikaze. Súbanse.

Los morenos se subieron a los asientos de atrás con la intención de que Minato tomara el asiento del copiloto y fuera al lado de de Fugaku. No obstante, vieron muertas sus esperanzas cuando Naruto se subió junto a su papá y miró al conductor amenazadoramente, diciéndole con los ojos “Te estaré vigilando”.

Fugaku pensó que todos se habían vuelto locos.

En medio del tráfico, los hermanos Uchiha se echaron un vistazo cómplice e Itachi preguntó:

—Padre, ¿podemos ir al cine?

—Sí, pero después que-

—¿Tú también quieres ir, dobe? —se apresuró a preguntar Sasuke antes que Fugaku pudiera terminar.

—¿Podemos ir, papi? —preguntó Naruto mirando a su padre con ojos suplicantes.

—Emm… Yo…

—¿Pueden venir, papá? —preguntó Itachi mirando a su padre de una manera en la que estaba obligado a decir si.

—Supongo que...

—Pero…

—¡Yey~! —exclamó Naruto, regocijándose por el pensamiento de entrar al cine y comer palomitas.

—¡Gracias! —dijeron Itachi y Sasuke con júbilo, no porque irían a ver la película, sino porque su plan iba sobre ruedas. Sonrisas malévolas se adivinaban en sus ojos negros.

 

 

—¿Son hijos suyos los niños de allá? —preguntó la muchacha que estaba atendiendo a Fugaku. Era el encargado de comprar las golosinas.

—¿Cuáles? —ella señaló a Sasuke y Naruto—. No, solo el moreno es mío.

—¿Ése es el padre del lindo rubio? —inquirió la chica con voz emocionada al divisar a Minato.

—Es evidente —contestó él con un poco de molestia mientras trataba de sujetar las palomitas y los refrescos.

—¿Y es soltero?

Fugaku se lo pensó para contestar. Un sentimiento desconocido le pellizcó el corazón.

—No, no es soltero. Pase buenas tardes —se despidió rápidamente, dejando a la trabajadora con la pregunta en la punta de la lengua.

“¿Por qué le mentí?” rumió el Uchiha para sus adentros, antes de llegar donde los otros. Les dio a los chicos sus palomitas y tendió a Minato el café que había pedido.

—Te lo pagaré en cuanto pueda —dijo el rubio con nerviosismo.

—No hace falta —respondió el moreno, todavía confuso por su proceder de hace unos momentos.

Itachi apareció trayendo los boletos.

—Sasuke, Naruto, estos son los nuestros. Entraremos en cinco minutos —dijo el joven consultando su reloj—. Y estos son los suyos.

Los adultos le miraron asustados al sostener los pedacitos de papel.

—¿Por qué “nuestros”? ¿Estaremos separados?

—Bueno, ya que nosotros veremos a una película para niños, pensé ustedes estarían muy aburridos… ¡Así que les compré boletos para otra película!

—Pero…

—Naruto, Sasuke, tenemos que irnos.

—Itachi —le llamó Fugaku en un tono de advertencia.

—Son todos suyos, disfrútenlos. ¡Ya nos vamos! ¡Corran!

Fugaku y Minato quedaron solitarios en medio de los pasillos que conducían a las salas de cine, viendo la nubecita de polvo en la lejanía. Voltearon a verse simultáneamente con idénticas caras de confusión.

—Hay algo que ellos saben y nosotros no.

—Me alegro que tu nivel de percepción esté aumentando, rubio —dijo Fugaku, para su asombro sin ironía—. Tendremos que caminar un poco. Sígueme.

Sus boletos indicaban una sala casi vacía, con personas esparcidas en lugares al azar. Tenían todo el espacio que quisieran. Buscaron los asientos del centro y se reclinaron hasta poder adoptar una posición cómoda.

Comenzó la película. Era un filme de acción, con un poco de comedia, un poco de romance y mucha violencia. Los efectos especiales estaban bien, pero el elenco no era nada especial. Aquello resultó tan común que nuestros dos protagonistas se sumieron cada uno en sus pensamientos.

 

Fugaku pensó en su mentira. Minato estaba soltero, obviamente. ¿Podría no estarlo? Claro que no, estaba soltero. Él sabría si estaba acompañado, se le notaría, habría hablado de ella alguna vez en todos estos meses. ¿Por qué ella? ¿Podría ser él? ¿Quizás por eso Minato no hablaba de su vida amorosa, porque sentía vergüenza de admitir que era…? No, Minato no podía ser homosexual. ¡Las mujeres lo adoraban! Seguramente caerían a sus pies con solo sonreír o batir esas largas y espesas pestañas… Esperen, ¿dijo “espesas”? ¡¿Qué estaba pensando?! Respiró hondo. Sacudió la cabeza. Tenía que concentrarse. ¿Por qué había mentido? ¿Por qué?

Minato sintió el sueño instalarse en sus párpados y no se resistió. Estaba muy cansado, solo pensar en que al llegar a casa tendría que preparar la cena y hacer la colada de toda la semana le dejaba agotado. Cerró los ojos y buscó el soporte más cercano para su cabeza. ¿Qué más daba que fuera el hombro de Fugaku? Estaba calientito y cómodo y su mejilla parecía encajar perfectamente. Se acurrucó contra él.

Calma, Fugaku, calma. El autocontrol es signo de elegancia” se decía mentalmente, con el rubor acudiendo a sus pómulos, apartando sus ojos de Minato y el corazón acelerándose dentro de su pecho. Nadie podía verlos. No había problema, ¿verdad? Ufff… Todavía no lograba descubrir la razón por la cual no se molestaba con la cercanía de Minato. Por el contrario, le parecía… correcto. Como si el estar juntos fuera lo correcto. ¿Sentiría el rubio algo similar? ¿Se estaba engañando a sí mismo? ¿Era por eso que le había mentido a la chica, porque sentía algo por Minato y no quería compartirlo? No era una explicación tan descabellada ante su mente racional.

Bostezó. Ahora tenía sueño, mucho sueño…

 

Sintió una pequeña sacudida en el hombro y lo próximo que vio fue el rostro de un chico que decía algo que sonaba a que la función había terminado y debían retirarse. Fugaku masculló unas palabras de agradecimiento y sintió el cuello agarrotado.

Minato seguía dormido, y en el transcurso de su siesta, se había aferrado a su brazo. Al tratar de despertarlo, se encogió más.

Salieron caminando de la sala uno a la par del otro, con Minato sosteniéndose de Fugaku, vencido por la dulce somnolencia. El moreno galantemente ofreció su brazo y el rubio lo había aceptado por inercia. Caminaron, a los ojos de muchos, como una feliz pareja.

La chica de las palomitas casi derramó una bebida cuando los vio pasar.

Itachi, Sasuke y Naruto venían por el extremo opuesto del pasillo. Curiosamente, Naruto también traía una carita de sueño.

Itachi estaba que daba saltitos por lo bien que había salido todo. Padre e hijo se miraron y sin decir palabra salieron del cine para buscar el auto que los llevaría a casa.

Al ver a su hijo casi rendido ante Morfeo, Minato lo tomó de los brazos de Sasuke, que lo había cargado todo el tiempo justo como Fugaku había hecho con él.

—¿Sientes algo de frío, hermanito? Puedo pedirle al señor Namikaze que te devuelva a tu rubio —susurró Itachi al oído del morenito al acomodarse en el carro.

—Espero que nada malo te pase mientras duermas, hermano.

Fugaku se aseguró de que Minato pusiera el cinturón adecuadamente sobre él y su pequeño. Hizo una parada en el camino y le sugirió que compraría comida para llevar, para que así solo tuviera que servirla o calentarla en el microondas si era necesario. No le dio lugar para replicar.

Arribaron en el hogar de los Namikaze sin contratiempos. Minato bajó del auto y fue a abrir la casa para que Fugaku y sus hijos bajaran la comida y la colocaran en la cocina, mientras posaba a su hijo en un sillón e iba a despedir a los Uchiha que tan cortésmente se habían comportado.

—Realmente agradezco mucho todo lo que has hecho hoy y… —decía Minato a una velocidad imposible al estar parado en el marco de la puerta de su casa.

—Cálmate, lo hice porque quería.

—¡No! Tengo que pagarte la película y la cena porque esto-

Minato se quedó sin aire cuando se dio cuenta de lo que decía.

—¿Te sucede algo? —se preocupó Fugaku viendo que al rubio le temblaban las rodillas.

—Me invitaste a una película y a una cena —repitió Minato, sorprendido por algo que él no alcanzaba a vislumbrar.

—¿Si?

—Sé cómo pagarte. Yo… te lo debo —explicó Minato a medida que un carmín encendido se apoderaba de su cara sin su permiso.

—No me debes nada.

—¡Si te lo debo!

—¿El qué me debes! —exclamó Fugaku que empezaba a perder la paciencia.

—Cierra los ojos.

—¿Qué?

—Hazlo.

—Está bien, está bien. Pero como intentes alguna jugarreta, me las va a… ¡Mph!

Minato posó un beso tan dulce en los labios de Fugaku que el pobrecito se convirtió en un completo amasijo de nervios. Era un beso tímido, pues era la primera vez que hacía aquello. El moreno suspiró y pronto se adueñó de los labios temblorosos bajo su aliento, pensando en que el rubio se había vuelto lo suficientemente loco como para cumplir su palabra, sintiéndose enajenado de contento por ello.

Fugaku no pudo evitar besarle gentil pero lentamente, frotándose contra él, quizás creyendo que se aprovechaba de su desliz mental porque no podía saber cuando esa delicia de beso se repetiría y lo disfrutaría todo lo que pudiera. Abrazó el cuerpo de Minato, reacio a dejarlo ir, sintiendo como los dedos del otro se aferraban a sus ropas.

Las mejillas del Uchiha quemaban contra las suyas y comprobó con placer que eran más suaves de lo que había imaginado. Su boca… ¡Por los dioses, su boca! Era cálida y le acariciaba con ternura inmensa. Sentía la necesidad de imprimir pasión en el beso, pero no se atrevía. Ni con toda la voluntad del mundo habría hecho algo para transformar ese beso. Se sintió dueño de los labios de Fugaku y vibró de cuerpo entero con el pensamiento.

 

—¿Seguro que no quieres ir a despertar a tu rubio durmiente, Sasuke?

—¿Por qué preguntas, Itachi? ¿Celos, quizás?

Itachi se quedó callado por una tan sola vez en su vida.

 

Fugaku se apartó por fin, sonriendo al ver que Minato no abría los ojos y que había quedado con los labios enrojecidos. En un movimiento, acarició el cuello del rubio con los dedos y luego atrapó algunas hebras doradas para deleitarse con su suavidad y su destello.

—Un beso de despedida… Tienes palabra de honor, Namikaze —dijo el moreno cuando pudo contemplar nuevamente los ojos azules.

—Pues claro, ¿con quién crees que hablas, Uchiha? —refutó Minato tratando de sonar enfadado con él, pero sin poder hacerlo porque aún, por Dios, aún, lo tenía atrapado en un abrazo.

—Hasta la próxima —musitó Fugaku en su oído. Fue embriagadora la sensación de poder que sintió al percibir la delicada piel erizarse.

Se marchó sin mirar atrás y con la espalda erguida, escuchando la puerta cerrarse tras él. Era solo para asegurarse que jamás dejaría de lado su papel como Uchiha.

Todo eso no sirvió de nada cuando se enfrentó a la divertida mirada de Itachi y Sasuke, que dijeron al unísono:

—Fue un placer.

Girando sobre sus tobillos, los dos hermanos dibujaban felicidad pura y sincera en su rostros porque su padre parecía que por fin iba a salir de una prisión de soledad que él se había autoimpuesto. Además, a ambos les caía muy bien Minato.

Fugaku quedó catatónico ante el significado que adquirieron las palabras que recién escuchó. ¿Sería posible que sus hijos planearan todo el día? ¿Incluyendo ese beso?

Quizás ellos sabían mejor lo que le convenía.

Aunque pensándolo bien… Sasuke no le era tan indiferente a Naruto.

Ambos estaban muy equivocados si creían que esto se quedaría sin resolver. Después de todo, él les había enseñado todo lo que sabían.

Solo habría que esperar por la próxima oportunidad.

 

Notas finales:

ACLARACIONES: Amores, la regla se mantiene. La continuación queda totalmente en su poder. No hay comentarios, no hay continuación. Yo no miento ni juego con los RR.


(1) Una imagen del juego, para que me entiendan mejor: http://bimg2.mlstatic.com/juego-de-mesa-no-te-enojes-4-y-6-jugadores_MLM-F-2671536548_052012.jpg

No me pregunten por más parejas, todo lo que deseen deben consultarlo primero con Stig Al-sayf ( >///< )

Espero que todos lo hayan disfrutado, muy sinceramente. Que les haya hecho pasar un buen rato y como mínimo que no les aburriera.

¿Comentarios? ¡Soy todo ojos! ( XD ) Y queda totalmente a su decisión.

¡Gracias por su lectura! Es un honor para mi que usteden lean.

Cuídense mucho.

¡Hasta luego!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).