Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Lazos por ItaDei_SasuNaru fan

[Reviews - 47]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡¡¡Hola, mis sexys amantes del FugaMina!!!

¡Aquí estoy otra vez! Con el riesgo de morir, pero aquí estoy. Les cuento:

Solo por ustedes sigo adelante.

Porque he sufrido de todo durante estos días, pero sus palabras han hecho que me diga a mí misma que vale la pena continuar.

He estado a punto de mandar todo al carajo y sus palabras me han detenido.

¡Sus comentarios! Agradezco de rodillas sus comentarios.

 

Aquí está la continuación y solamente porque ustedes, amores, lo pidieron.

¡Primera vez que no actualizo a la medianoche! ( >0< )9

Ya conocen mis imperfecciones, pido perdón por ellas.

Disclaimer: Los personajes pertenecen a Kishimoto.

 

¡Fue hecho para ustedes, disfruten!

 

—Está bien, lo resumiré para ver si entendí: ¿estás diciendo que tuviste una especie de cita con este hombre -con el que has tenido una enemistad de hace años- por culpa de un plan loco de la maestra de Naru-chan y que terminó con un beso que te ha vuelto loco durante toda la semana?

—Algo así… ¡Hey, yo nunca dije que me ha vuelto loco! ¡Me enojó mucho la manera en que… en que…!

—¿En qué…? —repitió Kakashi con la sonrisa perceptible a través de su voz—. Minato-sensei, quien puede enojarte puede conquistarte, no lo olvides.

—Sabía que llamarte no era una buena idea —murmuró entre dientes el aludido, cuidando de lo que estaba cocinando en ese momento.

—Creo que entre Jiraiya y yo, la mejor opción soy yo.

—Cierto pero eso no te hace precisamente una buena opción, solo te hace aceptable —discutió Minato tratando de sostener el teléfono entre su oreja y el hombro mientras servía la cena—. ¿En serio piensas que eso no fue nada malo?

—¡Sensei, fue un beso, no una señal apocalíptica! ¿Hace cuanto tiempo que no tienes una cita o una relación decente con una mujer? —el silencio que recibió fue toda su respuesta—. ¿Entiendes a lo que me refiero?

—Un poco. Pero es que nos hemos odiado durante tantos años que ahora no sé qué pensar, no sé qué hacer… ¡Además, es un hombre! ¡Yo no soy gay!

—Entonces eres demisexual sin importar cuál sea el vínculo, pero ese es un detalle sin importancia. Dime, ¿te gustó el beso?

Minato apartó el teléfono unos segundos y maldijo rápidamente.

—¿Qué pasa si digo que si?

—Pasa que debes dejar todo el rencor a un lado para descubrir que quieres hacer de ahora en adelante con la relación que tienes con él. ¿Me escuchas?

—Te sigo.

—¿Quieres seguir peleando por los siglos de los siglos o quieres probar a conocer a un potencial amante?

—¡Eres un idiota, Kakashi! ¡Manipulas todo lo que te digo! —rugió el rubio.

—No estoy mintiendo, ni jugando. Apostaría un rancho -si tuviera un rancho que apostar- a que ese Uchiha se muere por invitarte a una cena de verdad solo para conseguir otro beso.

—Estás loco —rió Minato caminando a la sala para llamar a su hijo a cenar.

—Di lo que quieras, no lo negaré sensei.

—Voy a colgar, ya tuve suficiente de tus perversiones.

—Cuando estés atrapado entre su cuerpo y una cama, sé que te acordarás de mí. ¡Oirás mi voz diciendo un regocijante “Te lo dije”!

—¡Adiós! —dijo Minato para colgar lo más veloz que sus manos ocupadas le permitieron. Suspiró de alivio cuando puso el teléfono en la sala y fue a la mesa para cenar con su retoño.

—¿Con quién hablabas? —preguntó Naruto con la boca llena de un buen bocado de su cena, ignorando que su padre había cortado los vegetales en trozos diminutos.

—Con Kakashi.

—¿Kakashi-sensei? Él será un gran maestro y un gran amigo tuyo, pero es bastante raro —comentó el pequeño—. ¿Puedo usar el teléfono cuando terminemos de comer?

—Adelante, ¿con quién vas a hablar?

—Con el teme.

Minato estuvo a ahogarse con la comida de no ser por Naruto que se acercó a palmearle la espalda.

—¿Con Sasuke? —inquirió entre toses.

—Sip.

—¿Qué quieres hablar con él?

—Tenemos que ponernos de acuerdo para la reunión de mañana —explicó Naruto, que seguía sin notar los vegetales—. La maestra dijo fuéramos de una vez a la cancha.

—¿Volveremos a jugar?

—Creo que no, tiene en mente algo diferente. El teme y yo tenemos que dejar algunos asuntos claros, eso es todo.

—¿Acerca de qué?

—No puedo decirte —objetó el rubio, que levantó su plato de la mesa luego de terminar—. Gracias por la comida, estuvo deliciosa. ¿Qué usaste?

—No puedo decirte —replicó Minato, sin sonar tan alegre como hubiera querido.

Naruto lo miró con ojos recelosos pero fue luego buscar el teléfono y fue a su habitación.

Minato terminó solo en la cocina, sintiéndose ligeramente reemplazado, acompañado de su conciencia. Había llamado a Kakashi porque durante toda la semana el recuerdo de ese beso quedó impreso en él de muchas maneras diferentes.

Fue un shock descubrir que sus labios tenían memoria táctil. Solo de pensar en la pasada noche del viernes hacía que todo su rostro se sonrojara hasta la raíz del pelo. ¿De dónde había sacado las agallas para lanzarse a los brazos de Fugaku sin pensarlo dos veces?

Poco a poco, con esa parsimoniosa pero constante rutina que repetían cada semana, Minato descubrió que le causaba una cierta alegría saber que el viernes estaba cerca y se sorprendía a sí mismo pensando en el moreno los días que no lo veía.

¿Qué haría ese arrogante Uchiha si supiera que pensaba en él? ¿Si supiera que su odio de antaño estaba siendo reemplazado por un creciente cariño? ¿Qué tal si… se enamoraba de él? Para su horror, se veía a sí mismo lidiando con el nuevo sentimiento en lugar de pensar una manera de pararlo. A veces juraría que no era un total dueño de sí mismo.

En medio de su maraña de pensamientos, le invadía el pánico al imaginar al Uchiha envuelto en una relación.

¿Fugaku con alguna mujer? ¿U otro hombre, si se daba el caso?

Con el mero atisbo de la idea, partió en dos el plato que intentaba lavar en el fregadero. Un corte limpio, justo a la mitad.

Mal momento para descubrir que era celoso.

 

Al día siguiente los Namikaze hicieron lo que la maestra pedía. Encontraron a los Uchiha junto a ella muy casuales. Sasuke e Itachi les echaron un vistazo y luego voltearon a ver a su padre. Sonrieron para ellos y conversaron con susurros.

Minato sintió un escalofrío acompañado de un extraño grito de alarma en su cabeza. Ese par le daba la sensación de que debía mantenerse alerta.

—Mucho gusto en verlo de nuevo, señor Namikaze. A ti también, Naruto —los recibió la profesora al estrechar la mano del pequeño—. ¿No tuvieron problemas esta vez?

—No, gracias por su interés. ¿Qué haremos hoy? —quiso saber Minato, evadiendo un contacto directo con Fugaku.

Si miraba directamente a esos ojos negros sería su fin.

—Señor Uchiha, Sasuke, acérquense por favor… gracias. Hoy quiero probar algo distinto —dijo la señorita observando a los cuatro con seriedad—. Creo que es tiempo para que comencemos a desechar cualquier tipo de prejuicio.

—¿A qué se refiere? —preguntó Fugaku.

—Quiero que comprenda, señor Uchiha, que Naruto no es el señor Namikaze. Me gustaría que Naruto y el señor Uchiha vayan a una esquina y Sasuke y el señor Namikaze vayan a la esquina opuesta.

Fugaku tragó grueso. Sintió el mismo par de dagas de la vez anterior. Una corazonada le decía que de hacer algo mal, lo pagaría caro. Muy caro.

—¿Cuál es el fin científico de esta actividad?

—Dejar atrás los prejuicios. Considero que ambos se formaron una mala idea del “enemigo” de su respectivo hijo; idea que solo se fermentó luego de conocer quién era el padre —ni Minato ni Fugaku lo negaron—. Ya que todo lo que hemos hecho hasta ahora inició con Sasuke y Naruto, quiero que ustedes, señores, vean con sus propios ojos el excelente jovencito que es cada uno de ellos. Si Sasuke y Naruto prueban ser mejores de lo que jamás esperaron, ¿no significa eso que detrás se esconde un gran padre?

—Puede ser —dijo el Uchiha en voz baja, encontrando lógica en el planteamiento.

—En cuanto a mis alumnos —agregó la profesora, inclinándose para mirar a los susodichos cara a cara—, espero que sean sinceros y que no sean muy duros con el compañero que les toca, ¿de acuerdo?

Naruto miró a Fugaku y le regaló una sonrisa brillante.

—Lo intentaré.

 

 

—…

—…

—…

—Usted dirá, señor Namikaze —dijo Sasuke con paciente calma—. ¿Hay algo en especial que desee saber?

Sasuke le ofrecía la libertad de preguntar lo que quisiera. ¿Por qué desaprovechar la oportunidad?

—Bueno, pues… ¿Cómo terminaste estudiando aquí?

—¿Disculpe?

—Es que siempre tuve el presentimiento de que el Uchi- digo, tu padre, querría que sus hijos estudiaran en el extranjero, en colegios privados.

—Fue gracias a mi madre. Nunca aceptó la idea de tener a sus hijos lejos de ella, convenció a mi padre de ponernos en una escuela cercana.

—¿Vives con tu mamá?

—No. Vivo con mi padre pero siempre la visito.

—¿Y tu hermano?

—Vive con nosotros.

—¿No peleas con él?

—Claro que sí, peleo con él todo el tiempo —dijo el pequeño con el entrecejo graciosamente fruncido—. A veces deseo que se atragante con su propia saliva.

Minato no pudo evitar reír ante su inocencia. Sasuke en efecto era muy diferente de lo que esperaba.

—¿Cuándo visitan a su madre?

—Los fines de semana.

—¿La extrañas?

—Sí, la extraño.

—¿No desearías que tus padres estuvieran juntos nuevamente? —preguntó Minato con cierta cautela. En primer lugar, porque la pregunta era muy personal. En segundo, porque de su respuesta podía inferir muchas cosas.

Sasuke miró algún punto del techo, respiró hondo y luego contestó:

—¿Qué niño no desea que sus padres estén juntos y felices? —su voz era cansada, lenta, demasiado adulta para su edad—. Cuando era más pequeño y no entendía mucho de lo que pasaba, tuve la fantasía de que mis padres reconocerían que se extrañaban y que en algún momento volverían a estar juntos, que dejarían todas las peleas a un lado.

—¿Te resignaste?

—Sí.

—¿Por qué?

—Descubrí que eran más felices estando separados.

Sasuke apartó la mirada un rato y con los ojos fijos en el suelo recordó las noches en las que se escapaba de su cuarto e iba a refugiarse en la cama de Itachi. Eran noches largas y tempestuosas, porque podían escucharse a través de las paredes los reclamos incansables de su madre y el silencio inexplicable de su padre.

Recordó como Itachi los cubría a ambos con las sábanas y le tapaba las orejas mientras le susurraba que ya todo pasaría, que todo iba a estar bien. Asustado y confuso, lo único que su infantil raciocinio le aconsejaba era acurrucarse en los brazos de su hermano. Entre los dos encontraron la manera de soportar noche tras noche. Si Sasuke no reunía el valor para buscarlo, era Itachi quien iba hasta su habitación y lo acunaba hasta que por fin la tormenta cedía y quedaba dormido, aunque para eso necesitara de incontables horas.

Nunca platicaron de esas noches a nadie y rara vez conversaban acerca del divorcio de sus padres. Llegaron al tácito acuerdo de que no hablarían de ello si no surgía ninguna pregunta al respecto.

Era un poco incómodo estar hablando de eso con el papá de Naruto, pero Sasuke era capaz de hacerlo porque conocía los motivos por los cuales Minato merecía saberlo.

—Sasuke, lamento si te hice sentir mal —dijo el rubio a modo de disculpa.

—No se preocupe, he aprendido a superarlo con el tiempo.

—Eres un niño muy fuerte.

Sasuke volteó a ver a su hermano y con un asentimiento, prosiguió con el plan.

—Mi padre me ha enseñado a serlo… ¿Y sabe, señor Namikaze? Él no le es indiferente.

—¿P-Por qué dices eso?

Acto seguido, el morenito dibujó una de esas sonrisas omniscientes y arrogantes, esas que decían ‘Yo lo sé todo’, esas que tan bien había aprendido de Fugaku.

No era su culpa que Minato se sonrojara tan encantadoramente.

—Porque lo he visto más alegre la última semana que todo el tiempo que llevo siendo su hijo y tengo la sospecha de que es gracias a usted; y me gustaría dejarle claro, señor Namikaze, que yo haría lo que fuera necesario para ver feliz a mi padre.

 

 

—¿Aceptaría una varita de regaliz, Itachi-san?

—Con mucho gusto, señorita.

 

 

—¿Cuáles son sus intenciones?

—¿Q-Qué? —tartamudeó Fugaku, viendo con aprensión a todos lados y pidiendo socorro.

—¿Qué quiere hacer con mi papi, señor Uchiha? —continuó Naruto sin ceder un centímetro.

—¿De qué hablas?

Era una total injusticia que Naruto tuviera exactamente los mismos ojos que Minato. Lo ponían igual de nervioso.

—Mire, pongamos las cartas sobre la mesa —la voz del pequeño era profesional—. A usted le gusta mi papá.

Fugaku casi se desmayó. El bochorno que seguro estaba escrito en su cara era colosal.

—¿Por qué dices eso?

—¡No se haga el listo! ¡Yo vi cuando usted le dio un beso!

—¡Espera un segundo, él comenzó!

—¿Así? ¿Y qué me dice de usted? ¿Estaba siendo amable, eso es todo?

—No, pero…

—¿Le gusta mi papá o no?

—No es tan sencillo…

—Una sola palabra.

—Pero es que todavía…

—¡¿Sí o no?!

—¡Si, de acuerdo! ¡No he dejado de pensar en él en toda la maldita semana!

—Eso era lo que quería escuchar —dijo Naruto con una sonrisa complacida, que mandó a la dignidad de Fugaku a saltar por la ventana—. Ahora, ¿está muy enamorado de mi papá o está confundido?

—¿Qué?

—Responda la pregunta.

—Yo… Yo digo que… me gusta bastante —Fugaku podía escuchar las risas de sus hijos en su mente.

—¿En serio? ¿Entonces por qué no dejó de mirar a las maestras la vez del partido?

—Ellas me saludaron primero, yo contesté por cortesía.

—¿Cortesía, eh? No confío en usted, me está mintiendo.

—¿Por qué?

—¡Porque usted le gusta a mi papá, por eso! Dígame, ¿les echó un buen vistazo?

—¡Detente ahí! ¿Dices que yo le gusto a Minato?

—¿Está ciego? ¡No sea tonto, él está loco por usted! ¡Anda por la casa suspirando a todas horas y maldiciendo a alguien! ¡Tiene que ser usted!

—Dame un segundo, Naruto. Mi cabeza no procesa la información tan rápido como la tuya —pidió el moreno dejando pasar el comentario de las maestras.

Naruto maldijo entre dientes, pero se contuvo al ver la expresión de sincera estupefacción del adulto. Parecía haber perdido el aire de un solo golpe y su piel normalmente blanca adquirió un color cenizo.

—¿Se siente bien? ¿Quiere descansar? No luce del todo bien.

—Estoy bien, solo estoy sorprendido —tenía que recuperar la compostura y salvar el poco honor que le quedaba.

Se quedaron allí sentados un tiempo, sin hablar. Un viento helado llegaba hasta ellos y también el sonido lejano del tráfico de la tarde. Podían escuchar a los lejos la risa de la maestra, de Itachi, de Sasuke, de Minato, pero ellos dos estaban inmersos en su batalla.

Naruto estaba dispuesto a luchar por su papá. Era tan bueno con él, tan paciente y tan amoroso, sin importar todas las veces en las que cometía error tras error. Siempre lo regañaba pero al final terminaba perdonándolo. Incluso cuando llegaban esas ocasiones en las que se sentía agobiado por las reglas y las expectativas que su padre tenía, Naruto sabía que le estaría siempre agradecido.

Por eso no iba a permitir que alguien le hiciera daño. No mientras él estuviera allí para evitarlo.

—Necesito saber si sus sentimientos son sinceros. ¿El viernes que compró usted la cena? Lo admito, eso fue muy amable de su parte, no cualquiera lo habría hecho. Pero necesito saber que lo que siente va más allá de simple amabilidad.

—Naruto, no tengo ninguna intención de lastimarlo. ¿Acaso luzco como un rompecora-?

—Sí.

—Eso fue muy sincero.

—No quiero que le rompa el corazón, ninguna de sus anteriores relaciones ha salido bien.

—¿Nami- digo, tu papá ha tenido muchas novias?

—Algunas, y le puedo decir que no han terminado las cosas por las buenas.

Fugaku miró al rubio detenidamente unos instantes. Sonrió al apreciar su temple, su valentía y sobre todo, el coraje que relucía cada vez que quería defender aquello que amaba.

—Escúchame, Naruto —había algo en el tono de voz del Uchiha que hizo que el aludido le diera toda su atención—. ¿Tú crees que voy a abandonar a Minato, verdad? Que me voy a cansar de él y voy a buscar a alguien más.

—Algo así.

—Pues déjame decirte lo que pienso y te dejaré en la libertad de creerme o no: he pasado un infierno en estos últimos meses solo para ganarme su confianza, pero he descubierto que en realidad soy afortunado de tenerlo en mi vida y no voy a hacer nada que estropee todo lo que he logrado. ¿Me entiendes?

—Supongo que sí. Pero más le vale serle fiel y todo lo demás, porque si no, yo personalmente le romperé el brazo.

—Trato.

—Y esto no significa que voy a ser un niño bueno y obediente y le dejaré salirse con la suya. Mi padre es mío antes que suyo.

—Comprendo.

—Y más le vale que no le rompa el corazón y no lo atrape viendo a un par de curvas, ¿de acuerdo?

—Que ellas miren no es mi culpa, Naruto —sonrió Fugaku y allí el niño entendió de donde había heredado Sasuke esa supremacía.

El rubio lo miró enojado, claramente no convencido.

—Tienes mi palabra, hasta el día en que muera, de que yo no lo haré… ¿Amigos?

—Amigos.

—Bien, ya que todo está bien entre nosotros ¿estarías dispuesto a hacerme un favor? —dijo Fugaku para cambiar el tema de conversación—. Es para molestar a Sasuke.

 

 

—¿Adónde se fueron? —preguntó Minato abruptamente al ver que Fugaku y su hijo habían salido completamente de su vista.

Sasuke no supo responder. Buscó a su hermano y le preguntó qué sucedía. Itachi se encogió de hombros, tampoco tenía idea.

—Será mejor que los busquemos —propuso el morenito que tomó la mano de Minato y lo guió por la escuela.

Al llegar a la salida, los vieron dirigiéndose tranquilamente hacia el parque a unas pocas cuadras de allí.

Fugaku y Naruto pararon en un kiosco llamativo. El dueño de la pequeña tienda ambulante habló con el Uchiha usando cierta familiaridad y mostró su producto con algarabía.

Fugaku le preguntó algo a Naruto y el peque, luego de pensárselo un poco, señaló un artículo fuera de la vista de todos. El dueño lo tomó, lo metió en una bolsa y tomó el dinero de la compra que Fugaku le tendía.

Mientras la extraña pareja de amigos regresaba por la calle charlando de lo lindo, Minato tenía en la cabeza miles de preguntas. ¿Qué demonios estaba haciendo el Uchiha con su Naruto? ¿Por qué le había comprado algo? ¿De dónde iba a sacar el dinero para pagárselo?

—¡Qué sorpresa encontrarlos aquí! No esperábamos compañía, ¿verdad Naruto? —dijo Fugaku mirando al rubio que traía de la mano, una vez estuvieron todos juntos.

—Cierto, no queríamos interrumpir su conversación pero ya que nos siguieron hasta aquí…

—¿Qué hay en la bolsa, dobe? —preguntó Sasuke, inquieto por dentro.

—Un regalo que me dio el señor Uchiha.

—¿Podemos ver, Naru? Estoy seguro que es algo muy lindo.

—Ya que insisten…

Naruto abrió la bolsa y de ella sacó un enorme peluche. Era un gatito de pelaje negro-azul con grandes bigotes y los ojos negros. Tenía las patitas mullidas, la pancita azul grisáceo, una colita larga y era casi tan grande como el propio Naruto. Pero lo más interesante era que tenía una expresión curiosa: una mirada entre seria y vigilante, con el entrecejo ligeramente fruncido y, cualquier persona con un poco de imaginación, diría que ese neko sonreía con arrogancia.

—Es igualito a Sasuke —dijo Itachi que no había podido evitar aparecer.

Era el único ser que pronunciaba en voz alta lo que todos estaban pensando.

—¡Se parece al teme, solo que él es lindo y callado! —dijo Naruto mientras apretaba al neko contra su mejilla y sacaba la lengua.

—Es verdad, es idéntico a Sasuke —murmuró Minato, mirando más de cerca al peluche.

—Con Naruto estábamos pensando en ponerle un nombre —intervino Fugaku capturando la mirada de su hijo menor.

—¿Cuál?

—¡Sasu-chan~! —soltó Naruto con alegría.

Todos se soltaron en risas porque el nombre le quedaba perfecto al animalito.

Sasuke estaba estupefacto. ¿Quién tendría el descaro de hacer esa cosa parecida a su magnífica persona? Alguien quería burlarse de él y en cuando lo descubriera, lo haría pagar.

Pero todo estaba en orden. Un par de risas jamás harían que perdiera la elegancia.

Todo estaba bajo su control hasta que vio a Naruto arrullar al peluche entre sus brazos, susurrarle palabras dulces a su orejita peluda y posar un beso en su boquita con las mejillas pintadas del más precioso carmín.

 

Sasuke conoció ese día la inmensidad de su odio y todo lo egoísta y posesivo que podía ser.

 

Se dio la vuelta y caminó apresurado ante la mirada asombrada de los dos rubios.

“Buena jugada, padre” dijo el heredero Uchiha para sus adentros, reconociendo la tortura a la que lo había sometido.

El hermano mayor estaba la mar de divertido hasta que Fugaku susurró en su oído:

—Luego vas tú.

El moreno de la coleta sintió que la sangre se le congelaba en las venas del pánico y prefirió escapar por la derecha.

—¿Qué estás planeando, Uchiha? —preguntó Minato luego de que Naruto fuera en busca de Sasuke y quedaran solos.

—Eso es un secreto entre tu hijo y yo —respondió Fugaku misterioso.

—No me digas —dijo el rubio irónico.

—Tú te lo pierdes. Ahora, ¿qué dices si te invito a una cena de verdad?

Avergonzado y casi sacando humo ante la libertina propuesta de Fugaku, Minato tuvo que preguntar:

—¿Y qué quieres a cambio?

—Lo que tú quieras darme.

El Uchiha ofreció su brazo -se le estaba haciendo costumbre- y se sintió dichoso cuando sintió a Minato aceptarlo.

Buscarían a sus chicos, se despedirían de la maestra y estarían a merced de lo que la noche les deparara.

 

Notas finales:

 


ACLARACIONES: Amores, no puedo ser flexible. La continuación queda totalmente en su poder, así como sus RR. Esto puede quedar exactamente donde está si la mayoría así lo decide.


PREGUNTA: ¿Quieren lemmon? No lo tenía pensado para esta historia pero bueno...

No me pregunten por más parejas, todo lo que deseen deben consultarlo primero con Stig Al-sayf ( >///< )

Espero que todos lo hayan disfrutado, muy sinceramente. Que les haya hecho pasar un buen rato y como mínimo que no les aburriera.

¿Comentarios? ¡Soy todo ojos! ( XD ) Aunque creo que no estoy siendo muy justa con esto ( T^T )

¡Gracias por su lectura! Es un honor para mi que usteden lean.

Cuídense mucho.

¡Hasta luego!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).