María José tiene quince años

es una niña dulce, pero con gustos algo abstractos.

Es obstinada, extraña y gusta del arte general.

Pero ella quiere ser un monstruo abominable

como los ídolos que admira con fidelidad.

No le importa vivir sólo con su madre,

pájaros y uno que otro familiar.

Pero si por ella fuera,

Seguro la pasaría en un clóset sin cerrar;

Del que escaparía a su mundo fantasioso,

El cual sólo ella puede gobernar.

Cuando las visitas llegan, María es todo dulzor

Pero los imagina lejos, sufriendo de desconsolación.

Hace experimentos con los sentimientos ajenos,

Y gusta de sangre colores bermejos.

Terror y susto es su cautivación

Los homicidas son su atroz exaltación.

Pero no sólo piensa en desgracias y muertos,

María dibuja, y siempre en ocio, se sumerge en cuentos.

Mientras los chicos a su edad sólo piensan encajar,

La cautivan a ella vampiros, lobos y literatura de Poe Edgar.

Cierta tarde, mientras en la inmortalidad pensaba,

Notó que una de sus almas cautivas le fue hurtada.

¡Gritos llantos y odio al por mayor!

Venganza planeaba para el maldito raptor...

Intentó buscarla, volteando bestial la casa,

Y sin quererlo, destruyó completamente los muebles de su sala.

Su madre como castigo impuso el encierro.

Lo que le llevó a un profundo, sin libros, desespero...

¡El resto de su vida prisionera!

Peor situación que ser un alma en pena...

Y mientras berreaba arañando su derredor,

Su madre llegó altiva a su celda de prisión.

Dijo segura, con toda compasión:

“El castigo levantado está, no puedes pasarla dentro,

sin sol raíces te crecerán, anda fuera, ¡anda ya!”

María ademán de hablar solo tuvo,

la garganta cerrada del polvo muda le puso.

Cogió lapicero y libreta haciendo letra arañil

“Quieren acabar conmigo” alcanzó ilegiblemente a escribir.

Contestó su madre expresiva:

“¡Ni acaban contigo ni quieren matarte,

Estos cuentos tuyos acaban por trastornarte!

María José mi hija querida inteligente eres...

Linda, basta con este juego tonto que tienes”

Y enseguida, taco presuroso salió crujiendo la puerta,

Mientras María pensaba anonadada lo dicho por ella...

Pero, en ese momento, un ruido le sacó de sus cabales

¡Zombies salían con bermellones coágulos de sus murales!

Sus almas escapaban felices, su musa se suicidaba,

Todo lo que alguna vez temió frente a sus ojos danzaba.

Mascota muerta picaba su piel, enanos bailarines quemaban su ser.

El fin se aproximaba “¡Muy tarde para orar!” aterrorizada pensaba.

Quiso huir horririzada, lanzando a su paso todo lo que encontraba,

Pero mientras corría, resbaló torpemente,

cables que apretaban su manzana asfixiaban vehementes.

Ya sin voz casi, sólo un hálito al exhalar,

recordó con el último ánimo,”El cuervo”, de Edgar Allan:

“Y mi alma, del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,
no podrá liberarse. ¡Nunca más! ”

(c) Poem by Me

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