Que nos perdonen los ángeles clamantes del cielo y que las musas que en su tiempo adoradas fueron no se indignen ante la belleza que desprende tu cuerpo ante la más grande diosa guardiana de la noche y de los amantes furtivos.

Tan armonioso,

Tan arrogante,

Tan entregado hasta la más mínima célula.

Y que me perdone Dios por cometer el pecado de proclamarte y sellar en tu alma y en tu plena juventud el fuego de mi amor.

Yo te enseñé hasta el más bajo de los placeres, yo te mostré lo que un solo roce era capaz, entrégate a mi, mi pequeño Diego, entrégate y disfruta esta velada hasta que la mañana se digne a llegar....