La noche antes de su partida tocaron la puerta de su cuarto, si hubiese estado al tanto de quien era nunca le habría dejado pasar.
-Te vas- , le dijo con tristeza.
-Si, acaso no es lo que quieren- respondía seco como habitualmente lo hacia.
-No digas eso Wolfram-
-Porque no, es la verdad-
-Debes entender que es por tu bien-
El escuchar esto le produjo bastante gracia, por lo cual, no pudo evitar reírse.
-Lo único que quieren es librarse del problema que les significa mi presencia-
-No digas eso, tu familia te quiere, se preocupan por ti-
-Eso no es verdad- dijo el rubio dirigiéndose hacia la ventana.
-Claro que lo es, he sido testigo de ello- le contesto en tono conciliador.
El demonio solo veía el horizonte reflejando tras el vidrio de su ventana.
-Yuri, sabes el motivo por el cual me críe con mi tío-
El moreno negó pero enseguida contesto al pasársele algo por la mente.
-Porque te quería- dijo como siempre en su ingenuidad.
El rubio no pudo más que sonreír, eso siempre seria por lo cual lo regañaría, pero también por lo que le amaría.
-Veras, cuando era un niño, el castillo se pasaba constantemente visitado por los pretendientes de mi madre, tanto así que algunos se quedaban a pernoctar. Ella nunca se negó, ya la conoces, solo va en busca de su amor- decía burlonamente.
-Claro esta que mi padre ya había fallecido-
El moreno le miraba intrigado, no entendía que tenia todo eso que ver con su historia inicial, el muchacho de orbes verdes lo noto, así que luego de tomar aire prosiguió.
-Una noche Gwendal llego a mi cuarto molesto, nuevamente el mal criado de su hermanito estaba haciendo de las suyas para llamar la atención-
Miro al moreno que seguía prestándole atención.
-Debiste ver su cara, daba miedo, tomo al sujeto de las solapas y lo hecho a patadas del castillo-
El muchacho parecía sorprendido pero aun así, no le interrumpió en su relato.
-De inmediato le exigió a madre que dejara de traer pretendientes, pero esta se negó, pensaba que solo se trataba de celos y sobreprotección de sus hijos, ni siquiera dejo de recibirlos cuando supo el motivo, mucho menos cuando aniki la amenazo con enviarme con la familia de mi padre. Así fue como un buen día llego mi tío exigiendo que le fuera entregado, por supuesto que mi madre se negó rotundamente. La pobre ni se imagino que días después firmaría los derechos de mi crianza, convirtiendo así a mi tío en mi tutor legal de por vida. Mi tío Spielberg tuvo que ver en eso, ya sabes cuanto confiaba ella en él, por eso nunca dudaba en poner su firma en cuanto papel le pusiera enfrente-
Sus ojos volvían a estar perdidos fuera de esa ventana, se veía sereno.
-Después de mucho tiempo pude volver a visitarles, cada vez con menos regularidad, al parecer se acostumbraron a la libertad que les daba el no tener que preocuparse por mi-
-Wolf, ellos no lo hicieron porque no te quisieran, todo lo contrario- le decía el moreno.
-Tú no sabes nada. Como puedes con una familia perfecta como la tuya-
Se sorprendió al escucharle referirse así de su familia, aunque no podía negar sentirse un tanto feliz por como el rubio veía su relación familiar.
-Tenia tantas ganas de verlos que le mentí a mi tío para que me dejara regresar, dije que me había llegado una paloma en la cual se me invitaba a conocer a la prometida de aniki, el no podía ir, por lo cual dudo pero al final conseguí convencerlo, me conoces-
El joven rey asintió con la cabeza, sabia bien que cuando Wolfram se proponía algo no había como detenerlo.
-Así fue como el día siguiente partí en un carruaje, que para mi mala suerte se accidento a medio camino, la maldita rueda estaba hecha trizas, no quedaba mas remedio que volver pero me negué rotundamente, entonces el guardia que me acompañaba, decidió irse derecho a un pequeño poblado que conocía, iría en busca de ayuda. Estaba aburrido, el cochero dormía, así que decidí hacerme cargo de la situación. Tome un caballo del carruaje y me marche a palacio, al encuentro de la familia que no veía hace mas de uño, claro que antes le deje una nota al hombre que no paraba de roncar-
El muchacho de ojos azabaches río, aquello le había causado gracia, el rubio le sonrío como lo hiciera en el pasado, eso puso muy contento al joven rey.
-Galope a toda prisa, me sentía un verdadero adulto, sabia que recibiría un buen regaño pero que diablos, yo no era un niñito, en esa época seria mayor que Greta, como de unos 12 o 13 años en tu mundo. En fin, en el trayecto unos hombres me pidieron indicaciones, nada raro, parecían ser afuerinos, cuando note ciertos rasgos en ellos, perdí toda cortesía, les conteste de muy mala manera, casi echándoles el caballo encima. Se molestaron mucho-
El moreno comprendía porque y hasta se imagino de quienes se podría tratar.
-No se como pero me bajaron de este, golpeándome con fuerza en la cabeza, lo próximo que recuerdo son sus risas, burlas, comentando cuanto cobrarían por mi cabeza, escuche como uno de ellos decía con determinación que investigaría el emblema que traía en mi capa, solo así sabrían cuanto cobrar por mi rescate.
Estuve mucho tiempo en la oscuridad, tenia frío, hambre pero no pensaba darles en el gusto, un descendiente de la casa Bielfield no se relacionaría ante nadie, mucho menos con unos asquerosos mestizos.
Me sacaron la capucha que llevaba sobre la cabeza y me dieron de beber agua. Entonces pude percatarme, estaba en un pequeño cuarto, no más bien parecía un armario. Uno de ellos me agarro con fuerza arrojándome al suelo, me jalaron del cabello y se quedaron viéndome por largo rato, discutiendo si era hombre o mujer, les grite ser lo primero, sin dejar de insultarles.
Uno dijo que era muy hermoso que talvez podrían venderme en alguna cantina de diversiones o casa de citas. El otro decía que era una lastima, siendo secundado por su compañero, quien seguía amarrándome de los cabellos, me miro de una forma ya conocida por mi. Sentí miedo. Deberíamos probar la mercancía primero, no lo creen.
Ellos rieron, me agarraron con fuerza, por mas que intente pelear, zafarme, no puede, eran grandes y mas fuertes que yo. Les termine suplicando, llorando, grite por ayuda, todo fue inútil, entonces me di cuenta que mejor habría sido nunca haber nacido. Nadie se preocupaba por mí, a nadie le interesaba lo que fuera de mi vida. Madre no me escribía, mis hermanos de vez en cuando me enviaban una paloma con tres palabras sueltas.
Estaba solo, siempre lo estuve pero solo ahí pude darme cuenta, a nadie le importaba, esa era mi cruda realidad-